28 Oct

La literatura posterior a la Guerra Civil Española

Contexto histórico

Tras el conflicto bélico, se instaura en España la dictadura del general Francisco Franco, que divide el país en vencedores y vencidos. La literatura se verá seriamente afectada y comenzará a evolucionar mediante tres etapas: literatura de posguerra, social y experimental.

La lírica posterior a la Guerra Civil

Poesía de posguerra (1939-1954)

A la ruptura social se suman la censura y la intención del Régimen de crear una obra acorde a su ideología, lo que dificultará la creación de manifestaciones artísticas libres. La lírica quedará dividida en dos corrientes contrapuestas:

  • Poesía arraigada: Giraba, principalmente, en torno a la revista Garcilaso. Se basaba en una visión optimista y equilibrada del mundo a través de la fe, la patria y la familia, presentando así la fiel ideología del Régimen.
  • Poesía desarraigada: Presentaba, por el contrario, una visión existencial y angustiada de la vida, como se refleja en obras como Hijos de la ira o Sombra del paraíso. Destacan autores como Blas de Otero con su obra Áncia o Gabriel Celaya con Cantos íberos.

Al mismo tiempo, tuvieron lugar movimientos de menor repercusión como el Postismo, encabezado por Carlos Edmundo de Ory, que mezclaba irracionalidad y humor.

Poesía social (1954-1966)

En este momento, la lírica adquiere una postura comprometida que busca despertar conciencias y señalar las injusticias. Los poetas intentan llegar a un público mayoritario y, por ello, usan un tono coloquial y sencillo. A pesar de todo, esta comunicación deseada no sería efectiva, provocando el fin de este tipo de literatura. Destacan autores como:

  • Blas de Otero con Pido la paz y la palabra y Que trata de España.
  • Gabriel Celaya con Cantos íberos.
  • José Hierro con Quinta del 42.

Poesía de los años 60 y 70

Los nuevos poetas rechazaron el tono de denuncia anterior, centrándose en el conocimiento de uno mismo mediante la recreación de recuerdos y emociones. El lenguaje será natural, con una preferencia por el verso libre. Además, sería muy característico de su estilo la ironía como defensa ante sus inseguridades. Destacan autores como Jaime Gil de Biedma con Las personas del verbo o José Agustín Goytisolo con Palabras para Julia.

Más tarde, en 1970, Castellet publicaría Nueve novísimos poetas españoles, antología que reunía a un grupo de poetas con un gusto por una poesía distinta y llena de referencias culturales. Destacaron poetas como Pere Gimferrer con Arde el mar o Leopoldo María Panero con Así se fundó Carnaby Street.

La narrativa posterior a la Guerra Civil

La novela de posguerra

La narrativa estará cargada con un tinte existencial amargo sobre la vida cotidiana que, al no poder ser protesta directa, se expresaba como malestar personal. Destacan autores como:

  • Camilo José Cela, con su estilo tremendista en La familia de Pascual Duarte y el microcosmos de personajes de La colmena.
  • Carmen Laforet, que retrata una Barcelona opresiva mediante el malestar propio en Nada.
  • Miguel Delibes, que mostraba este malestar desde la religiosidad en La sombra del ciprés es alargada.

La novela social (1950-1960)

Durante esta época surgen nuevos novelistas que buscarán la crítica y señalarán las injusticias y la angustia de la vida mediante la transcripción objetiva de la realidad, por lo que darán mucha importancia al diálogo. Destacan:

  • Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama.
  • Jesús Fernández Santos con Los bravos.
  • Ignacio Aldecoa con El fulgor y la sangre.

La novela experimental (a partir de 1960)

Luis Martín-Santos, con Tiempo de silencio, cambiaría el curso de la novela al introducir rasgos de autores extranjeros (Kafka, Joyce, Faulkner) y del boom hispanoamericano (Rulfo, Vargas Llosa, García Márquez). Sus rasgos pueden resumirse en:

  • Perspectivismo: Los personajes cuentan la historia desde sus puntos de vista.
  • Argumento escaso: Se da más importancia a cómo se cuenta que a lo que se cuenta. Además, las novelas de género cobran importancia.
  • Estructura externa: La obra se divide en secuencias.
  • Estructura interna: Se utiliza el contrapunto (varias historias) o el caleidoscopio (múltiples perspectivas).
  • Tiempo: Desorden cronológico, elipsis y finales abiertos.
  • Personajes: Poco definidos, con uso habitual del personaje colectivo.
  • Estilo: Aumento de monólogos y disminución de diálogos.
  • Novedades estilísticas: Disolución de las fronteras entre verso y prosa, uso de varios idiomas, efectos tipográficos y adición de elementos como informes o anuncios.

Destacan autores como Juan Benet con Volverás a Región y Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa, además del propio Martín-Santos.

La Generación del 27

Supone la renovación y asimilación no solo de las Vanguardias, sino de toda la tradición lírica castellana. A sus miembros les unía una amistad mutua, tanto por convivir en la Residencia de Estudiantes como por escribir en las mismas revistas.

Características

Se caracterizaron por el equilibrio entre distintos ámbitos: lo intelectual frente a lo sentimental, la inspiración frente a la técnica, el arte puro frente al humano, el elitismo frente al populismo y lo universal frente a lo español. También compartieron una serie de influencias comunes: las Vanguardias, formas populares como los romances, poetas de la época como Juan Ramón Jiménez o Bécquer, y otros clásicos como Góngora.

Evolución del grupo

En una primera etapa se ve la influencia de Góngora en una exigencia por el lenguaje, y la de Juan Ramón Jiménez en un arte deshumanizado. En la segunda etapa, se llevará a cabo un periodo de rehumanización y compromiso social que durará hasta la Guerra Civil, la cual iniciaría la tercera etapa. El grupo se dispersó: unos partieron al exilio, mientras que otros permanecieron en España; Federico García Lorca fue asesinado. En la obra de los exiliados veremos un tono existencial y angustiado, y en la de los que se quedaron, un sentimiento de nostalgia.

Autores destacados

  • Pedro Salinas: Combina belleza e ingenio en paradojas y juegos con ideas, manteniendo a la vez la sencillez. Su estilo se caracteriza por la ausencia de rima y los versos cortos. Destaca La voz a ti debida.
  • Jorge Guillén: Estiliza la realidad en una poesía pura y deshumanizada que transmite frialdad. Sus libros se recogen en Aire Nuestro, que se divide en dos ciclos: Cántico, donde vive la vida como algo bello, y Clamor, que es la visión contrapuesta.
  • Gerardo Diego: Ambivalente entre la vanguardia y lo tradicional, con obras como Versos humanos.
  • Dámaso Alonso: Su estilo se vuelve, tras la Guerra Civil, existencial y desarraigado. Usa el versículo para crear imágenes y metáforas postapocalípticas, visibles en su mayor obra, Hijos de la ira.
  • Vicente Aleixandre: Veía la poesía como una forma de comunicar, lo que le llevaba a escribir las palabras justas, aunque su estilo complejo lo hace de difícil lectura. Destacan Sombra del paraíso y La destrucción o el amor.
  • Federico García Lorca: Cultivó tanto lo lírico como lo teatral. Trató la poesía como un equilibrio entre lo humano y el arte puro, con el tema de la frustración en personajes marginales. Mezcló también lo tradicional y las Vanguardias en obras como Poeta en Nueva York, Poema del cante jondo y Romancero gitano.
  • Rafael Alberti: Combinó una gran variedad estilística y temática. Al igual que Lorca, mezcló lo tradicional y las Vanguardias. Es el más complejo y recreó obras como Sobre los ángeles.
  • Luis Cernuda: Huye de los ritmos marcados y de la rima. Su tema principal será el choque del deseo contra la realidad. Tiene obras como La realidad y el deseo o Donde habite el olvido.

El teatro anterior a la Guerra Civil

Hasta principios del siglo XX, y desde finales del XIX, a causa del escaso interés de los empresarios, prácticamente solo se representaban obras de alta comedia. Hubo algunos intentos de renovación, como los de Lorca y Valle-Inclán, pero pocas de sus obras fueron representadas en su momento.

La alta comedia

Reflejaba los vicios y virtudes de la burguesía con ironía. Destaca Jacinto Benavente con obras como La malquerida o Los intereses creados.

El teatro poético

Destacó principalmente el histórico, que presenta una visión idealizada usando el verso en obras como Las hijas del Cid de Eduardo Marquina.

El teatro costumbrista

Esencialmente humorístico, presentaba una visión pintoresca de la realidad con caricaturas populares y un humor fácil con juegos de palabras. Vemos obras como El santo de la Isidra de Carlos Arniches y Mariquilla Terremoto de los Hermanos Álvarez Quintero.

El astracán

Se caracteriza por situaciones extravagantes y disparatadas que buscan el humor fácil. Destaca La venganza de don Mendo de Pedro Muñoz Seca.

Grandes innovadores: Valle-Inclán y Lorca

  • Ramón María del Valle-Inclán: Realizará una de las mayores innovaciones del teatro europeo con una nueva técnica: el esperpento. Era una técnica que usaba el humor y la parodia para destacar la verdadera y deformada realidad de las cosas. Además, se introducirían los personajes simbólicos y una nueva concepción del drama con un teatro para ser leído. Destacan obras como Luces de bohemia o Martes de carnaval.
  • Federico García Lorca: Dirigió el grupo teatral La Barraca y alcanzó un gran éxito popular con un teatro poético que se alejaba deliberadamente de la cotidianidad al estar lleno de símbolos. Su tema principal fue la frustración en personajes marginales. Sus obras se dividieron en tres tipos: teatro menor o farsas, que mezclaban tintes grotescos y lúdicos; teatro de ensayo con carácter surrealista; y teatro mayor de obras de tres actos, tanto dramas como comedias, de los que destacan Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba.

La novela y el cuento hispanoamericano de mitad del siglo XX

A finales del siglo XIX, los escritores hispanoamericanos habían dejado de depender de lo que se hacía en España, aunque la novela tuvo que esperar a mediados del XX para experimentar y tener la expansión que tuvo la lírica con el Modernismo.

Pioneros y precursores

Supusieron la apertura a nuevas perspectivas, formas y enfoques, influidos por escritores como Joyce, Faulkner y Kafka, superando los antecedentes realistas que hablaban de la revolución y otras variantes indigenistas.

Se desarrolló de forma desigual, y algunos de sus pioneros fueron Jorge Luis Borges, José Lezama Lima, Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias con su obra El señor Presidente. Borges es el de mayor influencia, escritor de numerosos cuentos en los que lo real y lo falso se mezclan en tramas misteriosas; destacan obras como Ficciones y El Aleph. Lezama Lima, en 1966, da inicio al “boom” con su obra Paradiso, de una complejidad tremenda tanto en su estilo como en el argumento. También fue barroco, aunque en menor medida, Carpentier con obras como Los pasos perdidos. A estos les seguiría otro grupo donde destaca Ernesto Sábato con El túnel y Juan Rulfo con su novela Pedro Páramo, publicada en 1955.

El “boom” latinoamericano

En los años 60 aparecieron nuevos novelistas y se produjo el conocido como el “boom”. Estos seguirían las vías abiertas por sus predecesores y obtuvieron un reconocimiento internacional, volviéndose inspiración y ejemplo para escritores de todo el mundo. Incorporaron lo imaginario a la realidad, desvaneciendo los límites de lo posible y dando lugar al llamado “realismo mágico”. Destacan autores como:

  • Julio Cortázar: Escribió libros como Las armas secretas y, la más importante, Rayuela, donde lo fantástico hace apariciones en la vida cotidiana.
  • Gabriel García Márquez: En 1967 llegó al culmen del “boom” con Cien años de soledad, donde relata historias de una familia abocada a la desgracia en Macondo, lugar creado por él. También escribió obras como Crónica de una muerte anunciada.
  • Mario Vargas Llosa: Se dio a conocer en 1963 con La ciudad y los perros, con un estilo más realista y puro.

Más tarde se sumarían otros autores como Isabel Allende y Roberto Bolaño.

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