08 May

Immanuel Kant

Ética

Kant considera que el ejercicio crítico de la razón debe proyectarse no solo hacia el conocimiento, sino también hacia la acción y la praxis en la estructuración de un orden social nuevo. La libertad es el objetivo primordial de la crítica de la razón: libertad tanto civil como de la conciencia. El uso autónomo de la razón lleva al descubrimiento de las leyes morales que regulan el comportamiento en cuanto acción moral o libre. Así, en su perspectiva de la razón pura, uno de sus sentidos fundamentales es responder a la pregunta: “¿Qué debo hacer?”, a la que se dedica la Moral. “La crítica de la razón será, pues, la exigencia de clarificación que el ser humano se impone sobre lo que es y sobre sus últimos fines e intereses”.

Política

Kant afirma que la filosofía, entendida como ejercicio crítico de la razón, se inserta en un marco sociopolítico y exige el uso público de la racionalidad. Ambas dimensiones deben ser promovidas e impulsadas por el propio poder político, de modo que tanto el ejercicio del poder como las ciencias y técnicas queden sometidas al ejercicio crítico de la razón. “La realización de una humanidad más libre es lo que determina el sometimiento de la ciencia y la técnica a la racionalidad total, regida por esos fines”.

Realidad o Conocimiento

Kant responde a la pregunta “¿Qué puedo conocer?”, abordando los principios que hacen posible un conocimiento científico de la naturaleza, así como sus límites. Rechaza el empirismo y el racionalismo extremos, proponiendo una síntesis donde el conocimiento resulta de la interacción entre sensibilidad (que aporta los datos) y entendimiento (que los organiza mediante categorías).

Además, distingue entre:

  • Fenómeno: lo que aparece, lo que podemos conocer.
  • Noúmeno o cosa en sí: lo que está más allá de toda experiencia; no podemos conocerlo.

“Nuestro conocimiento se halla limitado a los fenómenos y, por consiguiente, el concepto de noúmeno queda como algo negativo, como límite de lo que puede ser conocido”.

Problema de Dios

Kant analiza la imposibilidad de la metafísica como ciencia, ya que las categorías del entendimiento no pueden aplicarse fuera de la experiencia. Esto afecta directamente a los temas tradicionales de la metafísica, como Dios, el alma o la libertad. “La aplicación de las categorías fuera de la experiencia es lógicamente ilegítima y da lugar a errores e ilusiones”.

Sin embargo, la razón tiende inevitablemente a formular ideas como la de Dios, no como conocimiento, sino como ideales regulativos que orientan la razón hacia lo incondicionado. “Dios, alma y mundo son, según Kant, tres ideas de la razón… no nos proporcionan conocimiento objetivo alguno, pero expresan el ideal de la razón”.

Problema del Ser Humano

Kant resume su filosofía en cuatro preguntas:

  • ¿Qué puedo conocer?
  • ¿Qué debo hacer?
  • ¿Qué me cabe esperar?
  • ¿Qué es el ser humano? (que las engloba a todas)

La filosofía es entendida como “la ciencia de la relación de todos los conocimientos a los fines esenciales de la razón humana”. En ella, el ser humano se plantea su destino último, sus condiciones de realización, y la libertad como meta suprema. “El proyecto total de la filosofía kantiana es una clarificación racional al servicio de una humanidad más libre, más justa, mejor encaminada a la realización de los últimos fines”.

Conocimiento

Su objetivo es fundamentar el conocimiento científico (Física y Matemáticas) y marcar sus límites. Afirma que: “Todo conocimiento comienza con la experiencia, pero no todo procede de ella.”

Esto significa que el conocimiento surge de la síntesis entre sensibilidad y entendimiento:

  • Sensibilidad: aporta datos mediante formas a priori: espacio y tiempo.
  • Entendimiento: organiza esos datos con categorías como causalidad, sustancia…

Así, el conocimiento solo se aplica a los fenómenos (lo que aparece). No podemos conocer el noúmeno (la cosa en sí), porque está fuera de la experiencia.

Tipos de juicios

Kant distingue:

  • Juicios analíticos a priori: no amplían conocimiento (Ej. “El todo es mayor que la parte”).
  • Juicios sintéticos a posteriori: se basan en la experiencia (Ej. “El libro es rojo”).
  • Juicios sintéticos a priori: clave para la ciencia.

Estos últimos son universales y necesarios, pero no provienen de la experiencia (Ej. “La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos”).

René Descartes

Ética

Descartes aborda la ética principalmente desde la perspectiva de la libertad y la moral. Distingue entre entendimiento y voluntad, afirmando que esta última es libre, mientras que el entendimiento está determinado por los contenidos que capta. “La voluntad se caracteriza por ser libre y es la facultad de afirmar o negar. […] La libertad consiste en elegir el bien y la verdad que nos propone el entendimiento.”

También considera que las pasiones, cuando se apoderan de la voluntad, esclavizan al alma, por lo que esta debe dominarlas y ordenarlas según los dictámenes de la razón. Así, la ética cartesiana se orienta a la autodisciplina racional del sujeto, en la que la libertad se realiza plenamente cuando se somete a la razón. La virtud consiste en el uso correcto de la voluntad, es decir, en elegir el bien conocido con claridad. De esta manera, el sabio es aquel que logra vivir en conformidad con la razón, alcanzando así la verdadera libertad interior.

Realidad o Conocimiento

Descartes busca un conocimiento absolutamente cierto y para ello aplica la duda metódica: “Hay que eliminar todo aquello de que sea posible dudar.” Desde esta duda radical, descubre la primera verdad indudable: “Pienso, luego existo” (Cogito, ergo sum). A partir de ahí, establece que el conocimiento debe proceder de ideas claras y distintas, lo cual da lugar a su criterio de certeza: “Todo lo que percibo clara y distintamente es verdadero.”

Además, defiende el innatismo: algunas ideas no proceden de la experiencia, sino que son innatas al entendimiento (como la de pensamiento, existencia, e incluso la de Dios). Este modelo racionalista de conocimiento supone una ruptura con el empirismo, afirmando que la razón, por sí sola, es capaz de alcanzar verdades fundamentales. El método matemático se convierte así en el ideal del conocimiento filosófico.

Problema de Dios

Descartes demuestra la existencia de Dios a partir de la idea innata de infinito, que identifica con Dios. Utiliza dos argumentos principales:

  1. Argumento ontológico.
  2. Argumento causal: “La idea de un ser infinito requiere una causa infinita; luego ha sido causada en mí por un ser infinito; luego el ser infinito existe.”

Además, Dios garantiza la verdad del conocimiento: si Dios es veraz, no puede permitir que nos engañemos sistemáticamente, por tanto: “El mundo existe.” Dios es, así, garantía de la existencia del mundo exterior y de la veracidad de las ideas claras y distintas. Su papel es central en el sistema cartesiano, ya que sin un Dios perfecto no se podría confiar en el uso de la razón. Es decir, la metafísica de Descartes no solo fundamenta la existencia de Dios, sino que otorga al pensamiento humano un respaldo último para sus certezas.

Problema del Ser Humano

Descartes distingue entre tres sustancias:

  • Dios (sustancia infinita).
  • Alma o yo (sustancia pensante o res cogitans).
  • Cuerpo o mundo (sustancia extensa o res extensa).

El ser humano es un ser dual, compuesto por alma (res cogitans) y cuerpo (res extensa). La autonomía del alma es esencial, porque: “La libertad —y con ella los valores espirituales— solo puede salvaguardarse situando al alma fuera del mundo mecánico.” La relación entre alma y cuerpo se produce, según Descartes, a través de la glándula pineal. Esta interacción plantea uno de los principales desafíos de su filosofía, conocido como el “problema mente-cuerpo”, pues resulta complejo explicar cómo una sustancia inmaterial puede influir en una sustancia material. A pesar de ello, Descartes insiste en que el ser humano se experimenta como una unidad, y que el alma, aunque distinta, está íntimamente unida al cuerpo.

Finalmente, afirma: “Puesto que poseo una idea clara y distinta de mí mismo como cosa que piensa e inextensa, y del cuerpo como cosa extensa y que no piensa, es evidente que soy distinto de mi cuerpo y puedo existir sin él.”

David Hume

Ética

Hume desarrolla una teoría ética conocida como emotivismo moral. Para él, los juicios morales no se fundan en la razón, sino en el sentimiento. Critica la postura racionalista según la cual el bien y el mal pueden conocerse racionalmente. Su argumento principal: “El conocimiento intelectual no puede determinar nuestro comportamiento ni evitarlo; ahora bien, los juicios morales determinan e impiden nuestro comportamiento; luego, los juicios morales no provienen de la razón.”

A ello se suma su denuncia de la falacia naturalista, es decir, el paso ilegítimo de hechos a valores: “Toma una acción cualquiera… un asesinato voluntario… encontrarás solamente ciertas pasiones, motivos… No hay ningún hecho más. No lo encontrarás nunca hasta que dirijas tu reflexión hacia tu propio corazón y encuentres un sentimiento de reprobación.”

Concluye que el fundamento de la moral es el sentimiento natural y desinteresado de aprobación o reprobación ante ciertas conductas. Concluye que el fundamento de la moral es el sentimiento natural y desinteresado de aprobación o reprobación ante ciertas conductas. Este sentimiento moral, según Hume, no es meramente subjetivo o arbitrario, sino que responde a una capacidad empática natural que compartimos como seres humanos. Los actos que promueven el bienestar general —como la justicia o la benevolencia— tienden a ser aprobados, mientras que los que generan daño despiertan rechazo. Así, la moral se apoya en la sensibilidad común, no en principios racionales abstractos. Para evitar el relativismo, señala que hay sentimientos universales, como la benevolencia, que permiten cierta regularidad moral.

Realidad o Conocimiento

Hume desarrolla su teoría del conocimiento a partir del empirismo radical. Establece la distinción fundamental entre:

  • Impresiones: percepciones vivas y directas (como ver, oír, sentir).
  • Ideas: copias debilitadas de las impresiones.

Además, distingue entre ideas simples y complejas, y muestra cómo la mente combina ideas mediante leyes de asociación: semejanza, contigüidad y causalidad. Introduce también la distinción entre conocimiento de relaciones entre ideas (lógico-matemático, necesario, pero sin contenido factual) y conocimiento de hechos (empírico, contingente). “Una idea verdadera es aquella que corresponde a una impresión.”

Este principio lleva a Hume a una fuerte crítica del conocimiento causal, ya que no tenemos impresión de una conexión necesaria entre causa y efecto, sólo una sucesión constante. “Somos capaces de observar hechos conjuntados, pero no conectados… no sabemos que el agua vaya a calentarse, simplemente creemos que el agua se calentará.”

Problema de Dios

Hume niega la validez racional de las pruebas de la existencia de Dios, basadas en la idea de causa. “La existencia de Dios… no es objeto de impresión alguna. La inferencia es injustificada.” Según él, como no tenemos impresión de Dios, no podemos tener una idea verdadera de Él. El empirismo de Hume no permite fundamentar racionalmente la existencia de Dios. “Tenemos impresiones, no sabemos de dónde proceden, eso es todo.”

Además, Hume critica los argumentos teleológicos (basados en el diseño del mundo) afirmando que, si el mundo tuviera un creador, no necesariamente sería un ser perfecto. La experiencia del mal en el mundo, las imperfecciones de la naturaleza y la multiplicidad de religiones muestran que cualquier argumento basado en la observación es débil y contradictorio.

Problema del Ser Humano

Hume niega la existencia de un yo como sustancia permanente. Critica la noción cartesiana del “yo pienso” como algo estable: “El yo o persona no es ninguna impresión, sino aquello a que se supone que nuestras ideas e impresiones se refieren.”

Para él, no hay impresión constante del yo, sólo una sucesión de percepciones, y lo que llamamos “identidad personal” es una ilusión construida por la memoria. “Confundimos sucesión con identidad. Por tanto, el yo es solo una colección de percepciones conectadas por la costumbre y la imaginación. Esta visión fragmentaria del sujeto anticipa ideas modernas sobre la discontinuidad del yo y plantea serios problemas a cualquier intento de fundamentar la moral o la responsabilidad en una noción fija de persona.”

Esto lleva al fenomenismo (sólo conocemos fenómenos, lo que aparece) y al escepticismo (no podemos estar seguros de nada más allá de nuestras impresiones presentes).

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