22 Nov
Aristóteles: La Felicidad como Vida Contemplativa
La idea principal de este segmento es que Aristóteles entiende la felicidad (eudaimonía) como la actividad del intelecto, es decir, la vida contemplativa. Si la felicidad consiste en actuar según la virtud, entonces debe ser según la virtud más alta, que pertenece a la parte más racional y más noble del ser humano.
Efectivamente, Aristóteles cree que lo mejor que hay en nosotros es la capacidad de comprender la verdad y lo divino, y que cuando esta parte actúa según su propia virtud alcanzamos la felicidad más perfecta. Esto encaja con su idea de que cada ser tiene un fin (telos), y el nuestro es vivir racionalmente.
Tal y como dice el texto: «su actividad de acuerdo con la virtud propia será la felicidad perfecta. Y esta actividad es contemplativa».
Esta idea solo se entiende bien dentro de su filosofía, donde el ser humano cumple su función cuando usa la razón. Por eso, aunque reconoce otras virtudes y la importancia de la vida práctica, sostiene que la forma más alta de vivir es la contemplación, porque es lo que realmente perfecciona nuestra parte más importante y lo que menos depende de factores externos.
Aristóteles: La Virtud como Término Medio
Este apartado explica la idea de Aristóteles de que la virtud consiste en encontrar un término medio entre dos extremos: el exceso y el defecto. En nuestras acciones y emociones podemos pasarnos o quedarnos cortos, y ambas cosas están mal, mientras que el punto medio es el que merece elogio y se corresponde con la virtud.
Aristóteles afirma que es fácil equivocarse porque hay muchas maneras de hacerlo, mientras que acertar solo es posible de una. Por eso dice que:
«los hombres sólo son buenos de una manera, malos de muchas».
El exceso y el defecto son formas de vicio, y la virtud consiste en dar con el punto justo en cada situación.
Tal y como se lee en el texto, la virtud es un modo de ser que elige el término medio «determinado por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente». Esto significa que no hay un término medio fijo para todos, sino que depende de cada persona y de cada circunstancia, siempre guiado por la recta razón.
Además, Aristóteles añade que, aunque en su definición la virtud sea un término medio, respecto a lo mejor y al bien se considera un extremo, porque representa lo más perfecto y adecuado que puede hacer el ser humano en sus acciones y decisiones.
Platón: Metafísica, Epistemología y Antropología
La Realidad y el Conocimiento
Platón sostiene que existen dos realidades:
- El mundo sensible, que es cambiante e imperfecto.
- El mundo de las Ideas, que es perfecto e inmutable.
En este segundo se encuentra la Idea del Bien, principio supremo que da ser, verdad y valor a todas las demás Ideas. Las cosas sensibles son copias imperfectas de estas realidades inteligibles.
El conocimiento verdadero solo se alcanza mediante la razón, ya que los sentidos proporcionan opiniones variables. Además, el alma, antes de unirse al cuerpo, contemplaba las Ideas; por eso, aprender es recordar (anámnesis) lo que ya conocía.
Platón distingue entre opinión (sobre lo sensible) y ciencia (sobre lo inteligible). Dentro de la ciencia, la diánoia es el conocimiento matemático o discursivo, y la dialéctica permite comprender directamente las Ideas y culmina en la contemplación del Bien, principio supremo del mundo inteligible.
Conocer es ascender del mundo sensible al inteligible, del parecer a la verdad, guiados por la razón del alma.
La Antropología Platónica
El ser humano está compuesto por alma y cuerpo, pero lo esencial es el alma, que es inmortal, racional y orientada hacia la verdad. El cuerpo es material y puede desviar al alma hacia los placeres sensibles.
El alma tiene tres partes:
- La razón (o parte racional), que debe gobernar.
- El ánimo (o parte irascible), que aporta coraje y apoya a la razón.
- El apetito (o parte concupiscible), que contiene los deseos y debe ser controlado.
La justicia consiste en que cada parte cumpla su función bajo el mando de la razón.
Esta estructura se refleja en la organización social: los gobernantes representan la razón, los guardianes el ánimo y los productores el apetito. Solo los filósofos, que conocen el Bien, deben gobernar.
Aristóteles: Ética y Política
Para Aristóteles, la ética y la política están unidas porque el ser humano es social por naturaleza (zóon politikón). La ética busca el bien del individuo y la política organiza la vida comunitaria para que todos puedan alcanzarlo. La justicia es la virtud central y se expresa de dos maneras:
- Mediante el cumplimiento de las leyes (justicia legal).
- Mediante la distribución adecuada de lo que corresponde a cada uno (justicia conmutativa y justicia distributiva).
El Estado es la comunidad más perfecta, cuyo fin es permitir que los ciudadanos vivan bien, de manera virtuosa. Las leyes y el régimen político deben orientarse al bien común.
Aristóteles distingue formas de gobierno justas (que buscan el bien común): monarquía, aristocracia y politeia; y formas corruptas (que buscan intereses particulares): tiranía, oligarquía y democracia.
San Agustín: Ética, Gracia y Voluntad
Para San Agustín, Dios es la fuente de todo bien, y el mal no es una realidad en sí misma, sino una privación o falta de bien. El ser humano, debido al pecado original, no puede cumplir la ley moral por sus propias fuerzas y necesita la gracia, un don gratuito de Dios que permite hacer el bien y salvarse.
Agustín distingue entre:
- Libre albedrío: El poder de elegir entre opciones.
- Verdadera libertad: Elegir el bien.
Todos poseemos libre albedrío, pero solo con la gracia alcanzamos la libertad auténtica. Su ética es voluntarista, dando prioridad a la voluntad sobre el conocimiento.
El alma busca el bien y la felicidad, que solo puede encontrar en Dios, hacia quien se orienta mediante una elevación interior de amor.

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