23 Sep

La Conquista Musulmana de la Península Ibérica y el Emirato de Córdoba

En 711, Táriq ibn Ziyad desembarcó en Gibraltar, derrotó al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete y entró en Toledo. En 712, Musa ibn Nusair, gobernador árabe, tomó Sevilla, Mérida y Zaragoza, acabando con la resistencia y el periodo visigodo. Al-Ándalus se integró como una provincia en el Califato de Damasco. La mayoría de la población era hispanogoda y se iría convirtiendo al islam (conocidos como muladíes) al pagar menos impuestos y tener más libertad.

Después de una etapa de inestabilidad política (luchas civiles, revuelta bereber y malas cosechas), el príncipe Omeya Abderramán I se proclamó emir de Córdoba en 756, independizándose de facto del califato abasí de Bagdad. Fue un periodo de economía próspera, esplendor cultural y centralización administrativa. En 929, Abderramán III se proclamó Califa, independizándose religiosamente de Bagdad. Almanzor, hachib (primer ministro) de Hisham II, fue el máximo representante de la política de sometimiento de los cristianos, pero a su muerte se precipitaría el fin del Califato.

El Reinado de Carlos II y el Declive de los Austrias

Carlos II accedió al trono en 1665, aunque su incapacidad para gobernar llevó a su madre, Mariana de Austria, a ejercer como regente. El poder del Estado se fue diluyendo, situación que la aristocracia y la Iglesia aprovecharon para aumentar su poder. Aunque se mejoró la economía, se provocaron revueltas como la Segunda Germanía y el Motín de los Gatos en Madrid en 1699.

En la política exterior, se perdió el Franco Condado, entre otros territorios. Carlos II murió sin descendencia, buscando un heredero con vínculos familiares. Los principales candidatos fueron Felipe de Borbón y el archiduque Carlos de Austria. Finalmente, Felipe V acabó heredando el trono, estableciéndose así una nueva dinastía: los Borbones.

La Política Exterior de Felipe IV: La Guerra de los Treinta Años y sus Consecuencias

La política exterior de Felipe IV se caracterizó por la agresividad, implicándose de lleno en la Guerra de los Treinta Años contra las Provincias Unidas. En este conflicto, Francia apoyó a los protestantes por temor a la hegemonía de los Habsburgo en Europa. Esto llevó a dos derrotas significativas para España: en las Dunas (1639) y en Rocroi (1643), perdiendo gran parte de la armada española.

En 1648 se firmó la Paz de Westfalia, que acabó reconociendo la independencia de las Provincias Unidas y puso fin a la hegemonía de los Habsburgo. En 1659 se firmó la Paz de los Pirineos, por la que Francia obtuvo parte de Cataluña, Flandes y Luxemburgo, además del matrimonio de Luis XIV con María Teresa de Austria, hija de Felipe IV. Otros objetivos de la monarquía eran la defensa del tráfico marítimo con América, pero había dificultades financieras de las cuales se aprovecharon Holanda, Inglaterra y Francia.

Los Decretos de Nueva Planta y la Centralización Borbónica

La llegada de Felipe V a España supuso la introducción del absolutismo monárquico en el gobierno. Todos los poderes se concentraban en el monarca y se sustituyó el sistema polisinodial por un sistema de secretarías. Para uniformar el territorio, se crearon los Decretos de Nueva Planta (1707-1716), suprimiendo los fueros y las instituciones de los reinos de la Corona de Aragón. Todos los consejos territoriales pasaron a formar parte del Consejo de Castilla.

La administración territorial quedaba en manos de los intendentes, de los capitanes generales y los corregidores. El rey intervenía en algunos aspectos de la Iglesia (regalismo). Felipe V quiso mejorar el Ejército y la Marina e impuso un nuevo sistema de reclutamiento como unidad básica, creando un ejército permanente y profesionalizado. Se fomentó la construcción de nuevos astilleros y arsenales.

La Revolución Industrial en España: Un Proceso Lento y Desigual

En España, el proceso de la Revolución Industrial fue lento y tardío debido a varios factores:

  • El atraso de la agricultura, que no ofrecía materias primas ni mano de obra industrial.
  • La escasez de capitales y la falta de inversiones.
  • El bajo nivel de vida, que no facilitaba la demanda de productos industriales.

Los sectores más industrializados fueron el textil y la siderurgia.

Desarrollo del Sector Textil

En Cataluña, se aprovechó su tradición textil para modernizarse desde comienzos del siglo, gracias a una agricultura próspera, una población con mayor capacidad de consumo y una burguesía más dinámica. Cataluña abasteció a toda España con productos textiles, convirtiéndose en la zona más próspera y moderna del país.

Desarrollo del Sector Siderúrgico

La siderurgia se desarrolló en el norte entre los años 60 y 80 del siglo XIX. Inicialmente se centró en Asturias por sus yacimientos de carbón (aunque eran de coque y de mala calidad). En el País Vasco, se llevó a cabo una renovación tecnológica y se convertiría en la más importante gracias a la exportación y venta del hierro, lo que permitió reinvertir en los altos hornos.

Infraestructuras y Finanzas

Esto facilitó la llegada del ferrocarril a España, siendo la primera línea Barcelona-Mataró en 1848. Esto dio lugar a la Ley General de Caminos de Hierro de 1855, creando una especulación donde se crearon sociedades anónimas que llevaron sus acciones a Bolsa. Aunque la crisis de 1866 afectó gravemente al sector ferroviario, este supuso un gran avance para todas las industrias.

Para eliminar la competencia de los productos importados, que eran más baratos y mejores, se crearon medidas proteccionistas que imponían aranceles, haciendo que la población comprara producto nacional. Los moderados estaban de acuerdo con esto; sin embargo, los liberales estaban a favor del librecambismo. España mantuvo el proteccionismo durante todo el siglo XIX, excepto con el Bienio Progresista. La crisis de final de siglo y la llegada masiva de productos más baratos permitió el abaratamiento del transporte de estos, reforzando el proteccionismo con el arancel de Cánovas de 1892.

El Banco Nacional de San Carlos quebró a principios del siglo XIX y fue sustituido por el Banco de San Fernando, que fue fusionado con el de Isabel II en 1844. Este último llegó a la bancarrota y fue renombrado Banco de España en 1856. Se fundaron el Banco de Bilbao y el Banco de Santander. España tuvo una expansión económica hasta la crisis de 1866. Al final de siglo se crearon bancos comerciales no oficiales, aunque el comercio estaba dificultado por la variedad de pesos y medidas hasta que en 1868 apareció la peseta, aunque no se generalizó hasta final del siglo.

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