18 Dic

El Mester de Juglaría y la Épica Medieval

Se denomina mester de juglaría u oficio de juglares a una corriente literaria de la Edad Media cuya producción fundamental son poemas narrativos sobre héroes épicos, transmitidos de manera anónima y oral.

Los juglares entretenían al público con espectáculos muy variados basados en la danza, prestidigitación, títeres, música y canto. Algunos se especializaron en contar las hazañas de los heroicos guerreros de la Edad Media en unos relatos en verso que se denominan cantares de gesta.

Informaban con datos históricos y geográficos muy concretos sobre los hechos bélicos más importantes que acontecían en una sociedad guerrera como fue la de la Edad Media; por eso los cantares de gesta castellanos resultan tan realistas.

Memorizaban estos extensos poemas épicos y los recitaban con algún instrumento y valiéndose de la mímica. La transmisión era oral; por eso el estilo de estas obras tiene rasgos lingüísticos propios del habla y recursos como los epítetos épicos, que eran fórmulas expresivas de alabanza («el que en buena hora ciñó espada»).

La métrica es irregular, aunque predominan los versos de dieciséis sílabas (este es el origen de la métrica de los romances). Los juglares no se ajustaban tampoco a una estrofa fija, sino que agrupaban un número indeterminado de versos asonantes en series o tiradas. Asimismo, introducían modificaciones en sus relatos para adaptarlos al gusto del público o por simples fallos de memoria. Como cada juglar aportaba sus propias variantes, estos poemas, al final, resultan obras anónimas y colectivas, ya que no se puede atribuir la autoría a ninguno de ellos en particular.

El Mester de Clerecía: Literatura Culta y Didáctica

Se denomina mester de clerecía u oficio de clérigos a una corriente literaria de la Edad Media cuya producción fundamental son poemas narrativos de contenido religioso escritos por autores individuales y cultos. Los juglares obtuvieron tanto éxito de público con los cantares de gesta, que los clérigos u hombres cultos del siglo XIII decidieron competir con una literatura más culta, elaborada y de contenido moral.

Los clérigos narraron la vida heroica de los santos, los milagros de la Virgen María o relatos extraídos de la Biblia. No se limitaban a crear una literatura para divertir, sino también para enseñar o adoctrinar en los principios de la religión cristiana (didactismo).

Características del Estilo

Su estilo era más culto y elaborado que el de los juglares:

  • Versos de arte mayor pero con rima consonante, más difícil que la asonante.
  • Inventaron la cuaderna vía, una estrofa formada por cuatro versos monorrimos de catorce sílabas o alejandrinos (AAAA), lo que suponía contar escrupulosamente las sílabas.
  • Imitaron algunas técnicas juglarescas para mantener la atención del auditorio.
  • Usaron el castellano en lugar del latín, como era costumbre, para escribir sus obras.

Gonzalo de Berceo

Gonzalo de Berceo es el primer escritor en lengua castellana de nombre conocido. Nació a finales del siglo XII en Berceo (La Rioja). Su vida estuvo muy ligada al monasterio de San Millán de la Cogolla, donde se educó y, más tarde, como monje benedictino, desarrolló tareas administrativas.

Berceo se identificó tanto con este monasterio que dedicó parte de su obra a ensalzar y difundir las figuras de los santos que habían tenido alguna relación con este importante centro religioso, económico y cultural de la Edad Media: Vida de San Millán de la Cogolla, Vida de Santo Domingo de Silos y Vida de Santa Oria.

Pero su fama literaria se debe fundamentalmente a su obra Los milagros de Nuestra Señora. Se trata de una colección de veinticinco relatos tomados de la tradición oral y escrita, que tienen el propósito de despertar en los fieles cristianos la devoción hacia la Virgen María. Esta obra se enmarca dentro de una corriente espiritual que fomentaba el culto mariano y que se generalizó en Europa durante los siglos XI y XII. Berceo elabora la mayor parte de estos relatos siguiendo un esquema fijo.

El Desarrollo de la Prosa Castellana

La prosa en lengua castellana tardó bastante tiempo en aparecer, porque los narradores medievales utilizaban el verso para elaborar sus relatos. Los hombres de leyes, historiadores y científicos tampoco redactaban sus obras en prosa castellana, sino en latín. La razón es que esta lengua tenía más prestigio que el romance hablado por el pueblo.

En conclusión, la preferencia por el verso y por la lengua latina motivó que los primeros documentos y libros escritos en prosa castellana no aparecieran hasta bien entrado el siglo XIII, en el reinado de Alfonso X el Sabio.

Alfonso X el Sabio (que reinó entre 1252 y 1284) tuvo, en efecto, un papel decisivo para el desarrollo y la consolidación de la prosa romance, ya que ordenó que todos los documentos de su reino se redactaran en castellano. Este rey ilustrado tomó otra importante decisión: encomendó a los sabios más destacados de su tiempo (judíos, árabes y cristianos), que convivían en la Escuela de Traductores de Toledo, que tradujeran al castellano las obras filosóficas, históricas, científicas y jurídicas que estaban escritas en árabe, griego, etc.

Esta labor, que supervisaba el propio rey, ayudó a establecer la norma ortográfica del castellano; se incorporaron términos científicos, cultismos y se perfeccionó la sintaxis. La prosa castellana estaba ya preparada para la ciencia y la cultura.

Comentario de Texto: El Cantar de Mio Cid

Introducción

Este texto que voy a comentar es parte del Cantar de Mio Cid. El Cantar de Mio Cid fue compuesto de forma oral por dos juglares, pero como los juglares no lo escribieron, tenemos el Cantar de Mio Cid de forma escrita gracias al copista Per Abat. Este texto fue escrito en la Edad Media; en esta época se establecieron relaciones entre judíos y árabes dando lugar a un mestizaje cultural y artístico.

Estructura Externa

A pesar de que el fragmento muestre una versión adaptada del poema, la métrica de estos veinte versos no es regular. En este fragmento tenemos solamente una tirada de rima asonante, con la excepción del verso número dieciséis que rima en -aia-. Las últimas palabras de todos los versos son llanas.

Estructura Interna

Podemos dividir el texto en tres grandes partes:

  1. La llamada de ayuda del Cid (vv. 1-6).
  2. La confesión de la niña (vv. 7-14).
  3. La partida del Campeador (vv. 15-20).

Vemos cómo los guerreros del Cid intentan buscar ayuda en el pueblo, pero nadie les ofrece ni hostal ni comida. Se les acerca una niña y les explica que han recibido una carta del Rey que les prohíbe ayudarles, ya que si lo hacen sufrirán un terrible castigo. El Cid entiende que ya no goza del favor del Rey, así que decide marcharse.

Análisis Crítico

En cuanto al análisis crítico, hay que decir que es parte de la primera parte del cantar, es decir, la deshonra del Cid. Este texto trata sobre cómo el Cid es injustamente desterrado de Castilla. El rey no les deja tener ninguna relación con el Cid a los pueblerinos; si no, les quitarán sus bienes y casas, y hasta les sacarán los ojos. Todo esto es explicado por una niña de 9 años en el poema, quien valerosamente sale de su casa para informarle esto al Cid, siendo esta la única persona que habla con el hombre y tiene la osadía de salir de su casa cuando los demás se encierran.

Figuras Literarias

También podemos encontrarnos figuras literarias como el epíteto: «Campeador» y «que en buena hora ceñiste la espada» (v. 7, el tiempo verbal puede variar). En este mismo verso tenemos un apóstrofe: «¡Oh Campeador, que en buena hora ceñiste la espada!». El primer recurso que destacamos es el hipérbaton, presente en los versos 3, 4, 8, 16, 17 y 18 («aguijó el Cid su caballo», «el pie sacó el estribo», «abriros lo prohíbe el rey», «comprende el Cid que es del rey de quien ya no tiene gracia», «por Burgos veloz pasaba» y «allí del caballo baja»).

Conclusión

Por último, a modo de opinión crítica, me parece muy interesante la manera de dejarnos conocer al Cid que tiene esta obra. Los héroes siempre se ven de una manera poco humana, pero en este caso conocemos mejor al Cid como persona. Vemos un Cid despojado de sus títulos y de la caridad de su pueblo, pero sigue actuando como un caballero perfecto y comienza su viaje para recuperar todo lo que ha perdido.

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