28 Jul

La Poesía Española a partir de 1940: Un Recorrido Histórico y Literario

Marco Histórico y Cultural

Tras la derrota de la República, la represión de la dictadura fue feroz. A la fuerte ideologización de la cultura se sumaba una situación económica y social de miseria, mientras el régimen observaba lo que sucedía en los frentes de la II Guerra Mundial. La situación era desoladora.

La Poesía en los Años 40

En lo que se refiere a la literatura, sobre todo en los años 40 y 50, se había hecho añicos una de las páginas más brillantes de nuestra cultura y literatura recientes.

Parecía que la mejor literatura española se estaba gestando con los poetas en el exilio, la mayoría de ellos pertenecientes a la Generación del 27. León Felipe se convertiría en el poeta del exilio por antonomasia, al dar voz en sus versos a los republicanos que vivían fuera de su país y clamaban contra la infamia del dictador.

En España, aparece la Generación del 36, que presentaba simpatía hacia el régimen franquista, con una clara excepción: Miguel Hernández. Miguel Hernández había nacido en 1910 en Orihuela. Su destino estuvo ligado al de la Generación del 27 y al de la República. Apostó por una poesía cada vez más potente y comprometida con obras como El rayo que no cesa o El viento del pueblo, escritas durante la Guerra Civil. Durante su encarcelamiento, escribió el Cancionero y romancero de ausencias, de verso sencillo y conmovedor, profundamente humano. La muerte de Miguel Hernández en las cárceles franquistas supuso una de las páginas más tristes de nuestra historia reciente.

Pero la Generación del 36 iba por otros derroteros. Fue Dámaso Alonso quien hablaría de poesía ‘arraigada’ y ‘desarraigada’ para referirse a los poetas de los años 40 que podían sentirse o no cómodos bajo el régimen de Franco. En torno a los primeros, surgieron revistas de nombres tan significativos que recogían una poética tradicional y clásica, con poetas como Luis Rosales y Luis García Nieto.

La poesía desarraigada aparece asociada más a un año: 1944. Es el año en que Dámaso Alonso publica Hijos de la ira y Vicente Aleixandre Sombra del Paraíso, dos hitos fundamentales en la poesía de posguerra, expresión de una corriente de continuidad con la poesía entonces arrinconada de la Generación del 27. Hay que sumar la aparición ese año en León de la revista Espadaña, que daría voz a otros poetas de ese desarraigo, como Victoriano Crémer.

Al mismo tiempo, en los años 40, sobrevivió una poesía refinada que era la del grupo Cántico, en Córdoba, con Pablo García Baena a la cabeza, así como la poesía más vanguardista de Luis Eduardo Cirlot, cuyo valor no empezaría a ser reconocido hasta los años 60 y 70.

Años 50: La Poesía Social

En los años 50, la situación internacional permitió que el régimen de Franco rompiera su aislamiento. La Guerra Fría convertiría a Franco en un aliado frente al comunismo y esto aliviaría la presión sobre el régimen, al tiempo que se esfumaban las esperanzas de los exiliados por recuperar la democracia. El país estaba cambiando, y la literatura pretendía reflejarlo también. Nace así la poesía social y la poesía como comunicación, con poetas que reivindicaban la paz y la palabra, y que lamentaban la falta de libertad y de justicia. A alguno de ellos le costaría la cárcel y el exilio.

Es quizás Blas de Otero uno de los poetas más profundos con obras como Ancia o Pido la paz y la palabra, que hablan de España, y también de su conciencia existencial y religiosa. Junto a él, Gabriel Celaya o José Hierro dejarían su huella durante los años 60 y 70. En el caso de Celaya, la suya es una poesía dirigida a la ‘inmensa mayoría’, y entiende la poesía como un instrumento de cambio social. A ellos, podríamos añadir a la poetisa Ángela Figuera Aymerich, hoy casi olvidada pese a haber provocado la entusiasta admiración del propio Celaya, y a Antonio Gamoneda, que seguiría un itinerario propio, distanciado de las corrientes dominantes ya desde su primer libro.

Años 60: La Poesía como Conocimiento

Los años 60 son los del desarrollismo, y España se vio más integrada en el contexto de las democracias occidentales, aunque seguía siendo una dictadura en la que permanecían vigentes la censura o la falta de libertad de expresión. Las riendas del régimen ya no estaban en manos de ideólogos de la Falange, sino de tecnócratas. Y al tiempo que el fenómeno de la emigración se volvía hacia países como Francia y Alemania, España se convertía en importante destino turístico. Simultáneamente, la literatura se abrió a nuevas influencias, sobre todo de la poesía hispanoamericana y de la Generación del 27.

Son años de vitalidad y la poesía se vuelca a la introspección y el autobiografismo. Se entiende ahora la poesía como conocimiento; es la poesía de la experiencia. Se explora la realidad con un lenguaje familiar, a veces antipoético y coloquial, en otras ocasiones irónico. Destacan los poetas de la ‘Escuela de Barcelona’ con Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo a la cabeza, pertenecientes a una nueva burguesía más culta. Junto a ellos, poetas como Ángel González y Claudio Rodríguez.

De los Años 70 a Nuestros Días

La muerte de Franco y la Constitución del 78 cambiaron el país. La recuperación de libertades abrió un marco nuevo para la expresión literaria, sin censuras ni límites al pensamiento crítico o al atrevimiento en el lenguaje. La construcción del Estado autonómico daría oxígeno a las lenguas catalana, gallega y vasca.

La poesía camina hacia territorios cada vez más esteticistas y, en los años 70, José María Castellet reunió a diez poetas bajo el epígrafe de Los Novísimos. Entre ellos están Pere Gimferrer o Luis Antonio de Villena, poetas que se caracterizan por un esteticismo decadente, de ahí la etiqueta de ‘venecianos’ o ‘valencianistas’ con que frecuentemente se les define. A ellos hay que añadir otros poetas que siguen una trayectoria propia, como Luis García Montero, cercano a la ‘poesía de la experiencia’.

En la década posterior, aparecería un grupo muy similar en sus características al de Los Novísimos, presentado por Villena como los ‘Postnovísimos’, en el que destaca la aparición de varias mujeres de extraordinaria calidad: Ana Rossetti, Luisa Castro, Blanca Andreu, etc.

En los últimos años y ya en el siglo XXI, el desarrollo de las redes sociales ha desplegado nuevos lenguajes en la poesía que aún es pronto para valorar, pero que están acercando a nuevos lectores hacia un género, la poesía, que siempre se ha considerado minoritario. Es este el caso de autores como Carlos Salem.

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