23 Abr

Unión Dinástica y Política Interior de los Reyes Católicos

Isabel desafió a su hermanastro, Enrique IV, al encabezar la rebelión de los nobles castellanos, que se saldó con el reconocimiento por el rey de los derechos sucesorios de Isabel. Para reforzar su posición, Isabel se casó con el príncipe heredero de Aragón, Fernando. Enrique IV de Castilla se opuso a aquel enlace y desheredó a Isabel en favor de su hija Juana, conocida como la Beltraneja. Al morir Enrique, Isabel se proclamó reina de Castilla. Los partidarios de Juana la Beltraneja se resistieron, desencadenando la Guerra Civil Castellana (1475-1479). Isabel y Fernando se impusieron y determinaron la firma del Tratado de Alcáçovas con Portugal. Fernando fue proclamado rey de Aragón. Según la Concordia de Segovia, firmada en 1475, ambos dispondrían de igual poder. El matrimonio de los Reyes Católicos unificó por primera vez la Corona de Castilla y la Corona de Aragón, dando lugar a la Monarquía Hispánica, pero la unidad dinástica no supuso la unión política inmediata.

Política Interior: El Proceso de Unificación

Unidas las dos coronas, los Reyes Católicos coincidían en la necesidad de incorporar todos los reinos peninsulares a la nueva Monarquía Hispánica. Esta política de expansión se realizó en las siguientes fases:

  1. La conquista del Reino Nazarí de Granada (1482-1492): Supuso el fin de la larga conquista de al-Ándalus. Los reyes pusieron al servicio de esta contienda la potencia militar de ambos reinos y también utilizaron dos nuevos recursos: la diplomacia y la artillería. La campaña se preparó como una cruzada contra los infieles. En 1482, el Papa emitió una bula que otorgaba gracias especiales a cuantos ayudaran a financiar o participaran en la campaña. La guerra se prolongó durante diez años. El 2 de enero de 1492, el rey Boabdil se rinde, entregando las llaves de la Alhambra.
  2. Ocupación del Rosellón y la Cerdaña (1493): La recuperación para la Corona de Aragón de los territorios de Rosellón y la Cerdaña.
  3. Ocupación de las Canarias (finalizada en 1496): Paralelamente al descubrimiento, conquista y colonización de América.
  4. Ocupación del Reino de Navarra (1512-1515): Fernando, siendo ya regente de Castilla tras la muerte de Isabel, aprovechó la declaración de guerra al rey de Francia para ocupar militarmente Navarra, que se incorporó a Castilla en 1515.

La Política Religiosa

La vinculación entre la política y la religión había sido muy intensa durante toda la Edad Media. Isabel y Fernando consideraban una obligación restaurar la unidad religiosa de la época visigoda y tener por súbditos únicamente a cristianos.

La Monarquía Universal de Carlos I

Carlos I de España (y V del Sacro Imperio Romano Germánico) nació en Gante un 24 de febrero de 1500. Era hijo de Felipe el Hermoso y de Juana I de Castilla. Fue educado enteramente en Flandes con una educación borgoñona y bajo la tutela de su abuelo Maximiliano I de Austria. No hablaba castellano inicialmente y no conocía las costumbres de Castilla. Carlos I heredaría una serie de amplios territorios, llegando a ser el monarca más importante de la primera mitad del siglo XVI.

Herencia Territorial de Carlos I:

  • De su madre Juana I de Castilla: la Corona de Castilla, las plazas del norte de África y las posesiones americanas.
  • De su padre Felipe el Hermoso: los Países Bajos, el Franco Condado y el Condado de Charolais.
  • De su abuelo Fernando el Católico, rey de Aragón: la Corona de Aragón, Nápoles, Cerdeña y Sicilia.
  • De su abuelo Maximiliano I de Austria: los dominios patrimoniales de los Habsburgo (Archiducado de Austria) y los derechos sobre territorios del norte de Italia y al título de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

La Política Interior de Carlos I

Carlos llegó en 1517 a Castilla para asumir su reinado como hijo varón primogénito de la reina Juana. Mientras Carlos se ocupaba de consolidar su gobierno en España, llegó la noticia de la muerte de su abuelo Maximiliano I, lo que le convertía en candidato al título de emperador. Mientras estaba en Alemania tuvieron lugar dos grandes acontecimientos:

  • La Revuelta de las Comunidades en Castilla (1520-1521): Un levantamiento de las ciudades castellanas contra la política inicial del rey, percibida como extranjerizante y extractiva.
  • Las Germanías en Aragón (1519-1523): Simultáneamente al levantamiento comunero, tenía lugar en los territorios de la Corona de Aragón (Valencia y Mallorca principalmente) una revuelta social. Fue encabezada principalmente por artesanos, pequeños burgueses y grupos del campesinado contra los sectores privilegiados (nobles laicos o eclesiásticos). Cuando en 1519, para salvarse de la peste y de los ataques de los corsarios, los notables abandonaron la ciudad de Valencia, los agermanados aprovecharon para tomar el poder municipal. Finalmente, en 1521-1523, los señores y el poder real acabaron venciendo a los sublevados.

La Política Exterior de Carlos I

La Corona Hispánica, y sobre todo Castilla, se convirtió en el centro del imperio y sobre ella recayó el esfuerzo de mantenerlo. La diplomacia del emperador Carlos tuvo tres objetivos fundamentales:

  • Enfrentamiento con Francia por la hegemonía europea.
  • Defensa de la cristiandad frente a los turcos otomanos.
  • Defensa de la ortodoxia católica frente a los protestantes europeos.

En el marco de esta confrontación, Carlos buscó siempre la buena vecindad con Portugal y la alianza de Inglaterra.

La pugna mantenida por Carlos I y Francisco I de Francia por la hegemonía europea duró más de veinticinco años. El intento de anexión de Navarra por parte del rey francés se saldó con un fracaso, quedando definitivamente anexionada a la Corona española. Francisco I ocupó inicialmente el Milanesado, pero fue posteriormente derrotado y capturado en la famosa Batalla de Pavía (1525). Después de varios años de guerra, por la Paz de Cambrai (1529), Carlos se aseguraba el dominio del Milanesado y Francisco renunciaba a sus pretensiones sobre Italia, aunque conservaba Borgoña.

El enfrentamiento con los turcos se saldó con un éxito limitado y muchos fracasos. El avance turco se dio en dos sectores: en la Europa central y en el Mediterráneo Occidental. En Centroeuropa, los turcos otomanos dominaron los Balcanes y, tras la Batalla de Mohács (1526), dominaron casi toda Hungría, llegando a sitiar Viena. En el Mediterráneo, la actividad corsaria berberisca, apoyada por los turcos, amenazaba las costas. Los esfuerzos de Carlos I fueron principalmente defensivos en este sector.

La aparición del protestantismo en el centro de Europa produjo el enfrentamiento con la ortodoxia católica defendida por Carlos I. Éste tuvo siempre como objetivo el mantenimiento de la unidad política y religiosa del imperio y para ello organizó varias reuniones entre teólogos protestantes y católicos, pero no hubo ningún acuerdo. Los príncipes alemanes, adheridos en gran parte a las nuevas ideas religiosas, formaron la Liga de Esmalcalda y se levantaron contra el emperador, quien los derrotó en la Batalla de Mühlberg (1547). Sin embargo, la victoria no fue definitiva. La Paz de Augsburgo (1555) venía a plasmar esta situación al reconocer la libertad religiosa de los príncipes alemanes (cuius regio, eius religio).

En 1556, el emperador Carlos abdicó, dividiendo sus posesiones entre su hermano Fernando, a quien cedió el título imperial y los estados alemanes, y su hijo Felipe, a quien traspasó la Monarquía Hispánica, los territorios de los Países Bajos e Italia. Se retiró al monasterio de Yuste, donde murió en 1558.

La Monarquía Hispánica de Felipe II (1556-1598)

Felipe II empieza a gobernar en 1556 con un ideario muy similar al de su padre: la defensa del catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía de los Habsburgo.

La Política Interior de Felipe II

Vivió también casos de conflictividad interna:

  • Sublevación morisca de las Alpujarras (1568-1571): Las causas de este conflicto social se deben, por un lado, al empeoramiento de sus condiciones materiales de vida y, por otro, a la permanente presión de la Corona para anular sus diferencias culturales y religiosas. Tras la victoria de los ejércitos reales dirigidos por Juan de Austria, se decretó su expulsión del reino de Granada y su deportación a otros territorios de Castilla.
  • La revuelta de Aragón (1590-1591): El motivo concreto fue la huida a Aragón de Antonio Pérez, antiguo secretario de Felipe II. Este personaje había sido acusado por Felipe II de traición y delito de lesa majestad. Detenido por el rey, consiguió escapar a Aragón. Amparándose en las leyes aragonesas y en el Justicia Mayor de Aragón, pidió el amparo de los fueros. Felipe II reclamó su entrega a la Inquisición, único tribunal común a toda la monarquía. Antonio Pérez buscó refugio en Francia. Estos hechos provocaron la reacción del Rey, quien mandó un ejército que entró en Zaragoza. Felipe II convocó las Cortes Aragonesas en Tarazona (1592) y llevó a cabo la modificación de algunos aspectos de la administración foral, reforzando el poder real.
  • Crisis de la Hacienda: El problema más grave fue la crisis de la Hacienda a causa de la costosa política exterior. En 1557 ya se declaró la primera bancarrota, a las que siguieron dos más durante su reinado (1575 y 1596).

La Política Exterior de Felipe II

  • Imperio Otomano: Uno de los principales problemas fueron los turcos. Ante la amenaza del expansionismo del imperio otomano, Felipe II se alió con la Santa Sede y Venecia mediante la formación de la Liga Santa. El gran éxito fue la Batalla de Lepanto (1571), que frenó la expansión otomana en el Mediterráneo occidental, aunque la guerra continuó mediante la piratería.
  • Flandes (Países Bajos): Desde 1566, el problema central de la política exterior de Felipe II fue Flandes. El conflicto de los Países Bajos era la suma de las aspiraciones de autonomía política de la nobleza flamenca, el malestar por los altos impuestos y el conflicto religioso (extensión del calvinismo). La intransigencia de Felipe II ante la libertad de cultos fue total y las medidas militares fueron la respuesta, enviando al Duque de Alba y, más tarde, a otros gobernadores como Luis de Requesens. La rebelión, liderada por Guillermo de Orange (Nassau), se prolongó durante décadas (Guerra de los Ochenta Años). El conflicto se internacionalizó. Al final, el país quedó dividido entre una zona sur católica (Unión de Arrás), leal a Felipe II, y una zona norte (Unión de Utrecht), de mayoría protestante, que declaró su independencia (Provincias Unidas).
  • Inglaterra: Durante el primer periodo de su reinado, Felipe II había mantenido buenas relaciones; de hecho, estaba casado con la reina María I de Inglaterra. La muerte de esta y la subida al trono de Isabel I cambiaron la situación. La nueva reina ofreció su apoyo a los calvinistas flamencos y animó los ataques de los corsarios ingleses (como Francis Drake) contra los navíos españoles en el Atlántico. Felipe II planeó la invasión de Inglaterra, que se llevó a cabo con la Grande y Felicísima Armada (Armada Invencible) en 1588, pero la expedición fracasó estrepitosamente.
  • Francia: Las relaciones de Felipe II con Francia fueron menos conflictivas que en momentos precedentes. Tras la victoria española en San Quintín (1557) y el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois, no tuvieron graves enfrentamientos directos hasta el final del reinado. El conflicto más grave fue la intervención de Felipe II en las Guerras de Religión francesas, oponiéndose a la entronización del protestante Enrique de Borbón como rey de Francia. Entre 1595 y 1598, hubo una breve contienda que finalizó con el Tratado de Vervins (1598).
  • Unión con Portugal: Pero quizá lo más espectacular del reinado de Felipe II fue la unión con Portugal. La muerte sin descendencia del rey Sebastián de Portugal en 1578, y luego de su sucesor el Cardenal Enrique, convirtió a Felipe II (nieto del rey Manuel I de Portugal) en el principal heredero de la Corona portuguesa. Tras vencer la resistencia de otros pretendientes, en 1580, las Cortes de Tomar reconocieron a Felipe como soberano. Fue una unión personal (unión ibérica), manteniendo Portugal sus propias leyes e instituciones.

Los Austrias Menores (Siglo XVII)

El periodo de los tres últimos Austrias (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) puede considerarse el periodo de decadencia política y pérdida de la hegemonía española en Europa. La política exterior fue la mayor preocupación de los gobernantes. Los reyes delegaron buena parte de sus atribuciones en manos de personas de confianza, los «validos».

El Reinado de Felipe III (1598-1621)

Es un reinado de transición. Inició el sistema de los validos (una especie de ministro principal que actuaba en nombre del monarca). Felipe III designó al Duque de Lerma como su valido.

Política Interior

  • Se decretó la expulsión de los moriscos en 1609. Unas 300.000 personas (aproximadamente el 4% de la población española de la época) fueron obligadas a abandonar sus residencias, con graves consecuencias demográficas y económicas, especialmente en Valencia y Aragón. Los nobles valencianos y aragoneses trataron de evitar la expulsión definitiva por el perjuicio económico que les suponía.
  • Continuó la crisis financiera y se produjo una nueva bancarrota en 1607.
  • La administración experimentó un caos debido a la corrupción, la venta de cargos y dignidades, y a la colocación en los puestos claves de los allegados del valido.

Política Exterior

Se caracterizó por una política pacifista (Pax Hispanica):

  • Se firmó la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos (1609-1621).
  • También se firmó la paz con Inglaterra (Tratado de Londres, 1604) y se mantuvieron buenas relaciones con Francia.

El Reinado de Felipe IV (1621-1665)

Durante su reinado se produjo la gran crisis del poderío español. Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde-Duque de Olivares, alcanzó el poder tras ser nombrado valido del nuevo rey.

Política Interior

La política interior estuvo marcada por las necesidades de la política exterior y los intentos reformistas de Olivares.

  • El Conde-Duque de Olivares intentó distribuir los gastos del Imperio entre todos los reinos. Para ello proyectó la Unión de Armas (1626). Se trataba de crear un ejército permanente de 140.000 hombres, sostenido por todos los reinos en proporción a su población y riqueza. Este proyecto encontró una fuerte oposición, especialmente en la Corona de Aragón.
  • Llevó a cabo una reforma fiscal, imponiendo nuevas contribuciones. La Corona también procedía a devaluar la moneda (vellón), agravando la inflación.

La Crisis de 1640

La presión fiscal y las exigencias de la Unión de Armas provocaron graves revueltas:

  • En Cataluña: La declaración de guerra de Francia (1635) agravó la situación. Los catalanes se negaban a combatir fuera de su territorio y, por otro lado, las tropas castellanas e italianas estacionadas en Cataluña llevaban a cabo frecuentes tropelías. En junio de 1640 (Corpus de Sangre), una multitud de campesinos se adueñó de Barcelona y dio muerte al virrey. Cataluña se puso bajo la protección de Francia, y Luis XIII fue proclamado Conde de Barcelona. La revuelta duró hasta 1652.
  • En Portugal: La resistencia a la Unión de Armas y el creciente descontento con el gobierno castellano desembocaron en una revuelta popular en diciembre de 1640 que finalizó con la separación de Portugal de la Corona española. Rápidamente, las Cortes portuguesas nombraron rey al Duque de Braganza con el nombre de Juan IV. Los adversarios de España (Francia, Inglaterra, Holanda) se apresuraron a darle apoyo. España no reconoció la independencia hasta 1668.
  • La conspiración de Andalucía (1641): Fue dirigida por el Duque de Medina Sidonia y el Marqués de Ayamonte. El Duque, cuñado del nuevo rey de Portugal, parece que pretendía la constitución de un reino andaluz independiente. La conspiración fue descubierta. El Duque fue perdonado, mientras que el Marqués de Ayamonte corrió peor suerte al ser ejecutado.

Política Exterior

Se abandonó la política pacifista y se defendió el mantenimiento de una política de prestigio y del papel hegemónico en Europa. Por este motivo, se intervino activamente en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).

  • Los Habsburgo de España y Alemania representaban la defensa del catolicismo y la idea imperial. Frente a esta visión, los países protestantes del Norte y la católica Francia, principalmente, querían un nuevo ordenamiento europeo basado en estados soberanos independientes.
  • La Paz de Westfalia (1648) puso término a la Guerra de los Treinta Años y supuso en realidad el principio del fin de la hegemonía española. España tuvo que reconocer la independencia definitiva de las Provincias Unidas (Holanda).
  • El significado político de la Paz de Westfalia era mayor: Francia se afirmaba como la potencia hegemónica y surgía una nueva potencia en el Báltico: Suecia.
  • A pesar de la Paz de Westfalia, la guerra entre la Corona francesa y la española continuó, finalizando temporalmente con la Paz de los Pirineos en 1659. España cedió a Francia el Rosellón, la Cerdaña y algunas plazas en Flandes.

El Reinado de Carlos II (1665-1700)

Su reinado constituye el declive definitivo de la dinastía de los Austrias y de España como potencia hegemónica.

  • Durante su minoría de edad gobernó su madre, Mariana de Austria, asistida por validos como el jesuita Nithard y posteriormente Fernando de Valenzuela. Más tarde, un golpe de estado llevó al poder a Juan José de Austria (hermanastro del rey). Estas disputas por el poder paralizaron la acción de los gobiernos e imposibilitaron reformas eficaces.
  • A pesar de la crisis política, el cambio de coyuntura económica a partir de 1680 permitió una cierta mejora económica y una recuperación de la demografía.
  • En política exterior, la Francia de Luis XIV presionó constantemente. Se mantuvieron tres guerras que acabaron con la firma de otras tantas paces desfavorables para España (Aquisgrán 1668, Nimega 1678, Ratisbona 1684), que supusieron la pérdida de diversos territorios, como la cesión del Franco Condado a Francia.
  • Pero el problema más grave fue el sucesorio. Carlos II murió sin descendencia. En su testamento nombró heredero a Felipe de Anjou, nieto de su hermanastra María Teresa y del rey Luis XIV de Francia.

La Guerra de Sucesión y el Cambio de Dinastía

Causas de la Guerra

Carlos II muere sin descendencia en 1700 y deja en testamento los reinos españoles a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y bisnieto de Felipe IV. El temor a una unión dinástica entre España y Francia, que rompería el equilibrio europeo, llevó a las potencias rivales de Francia (Inglaterra, Holanda, Austria) a apoyar a otro candidato: el Archiduque Carlos de Habsburgo, hijo del emperador de Alemania y también bisnieto de Felipe III.

Desarrollo del Conflicto (1701-1714)

Felipe de Anjou llegó a Madrid en 1701 para tomar posesión del trono como Felipe V. Las potencias europeas constituyeron una Gran Alianza antiborbónica (La Haya, 1701). La guerra fue, por tanto, un conflicto internacional por la hegemonía europea.

Dentro de España también hubo división. El modelo francés que representaba Felipe V era el de una monarquía centralista y absolutista. El modelo austriaco que representaba el Archiduque Carlos era el de una monarquía pactista y foral. Así, la Corona de Castilla, que en general deseaba un modelo más centralizado, apoyó a Felipe V. Por el contrario, la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca), cuyos reinos se beneficiaban de sus fueros e instituciones propias, apoyó mayoritariamente al Archiduque Carlos. En consecuencia, la Guerra de Sucesión fue también una verdadera guerra civil.

La guerra tuvo dos vertientes:

  • Como guerra europea, fue un enfrentamiento entre la Gran Alianza y los Borbones (Francia y España) para obtener la hegemonía continental.
  • Como guerra civil, fue un enfrentamiento entre la Corona de Castilla (borbónica) y la Corona de Aragón (austracista).

La armada inglesa tomó Gibraltar en 1704 y Menorca en 1708. En 1705, la Gran Alianza antiborbónica recibió el apoyo del Reino de Valencia. Desde allí ocuparon Cataluña, Aragón y Mallorca. Las tropas de Felipe V, por su parte, obtuvieron importantes victorias en Almansa (1707), que les permitió recuperar Valencia y Aragón, y más tarde en Brihuega y Villaviciosa (1710). Tras estas victorias, solo Cataluña y Baleares quedaron en contra del rey Borbón.

En 1711, un hecho cambió el curso de la guerra: el Archiduque Carlos de Habsburgo heredó el trono imperial de Austria. El peligro para el equilibrio europeo ahora lo constituía un Habsburgo en el trono de Viena y Madrid. Inglaterra y Holanda retiraron su apoyo a Carlos y comenzaron las negociaciones de paz.

La Paz de Utrecht (1713) y Rastatt (1714)

Puso fin al conflicto internacional, pero Cataluña y Baleares siguieron luchando contra Felipe V hasta la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714 y de Mallorca en 1715, respectivamente.

Consecuencias:

  • Felipe V fue reconocido rey de España, pero tuvo que renunciar a sus derechos al trono francés. Luis XIV también tuvo que renunciar a unir España y Francia.
  • Austria se anexionó la mayor parte de los territorios españoles en Italia (Milanesado, Nápoles, Cerdeña -luego intercambiada por Sicilia-) y los Países Bajos españoles (Flandes).
  • Inglaterra se anexionó Gibraltar y Menorca. También obtuvo ventajas comerciales: el navío de permiso (derecho a enviar un barco al año a las colonias españolas) y el asiento de negros (monopolio del comercio de esclavos africanos con la América española).
  • Saboya recibió Sicilia (que luego cambió por Cerdeña).
  • España fue la gran perdedora pues perdió todos sus dominios europeos y dejó de ser la potencia hegemónica en Europa.

La incapacidad inicial de recuperar los territorios italianos llevó a España a firmar los Pactos de Familia, tratados de alianza militar con Francia. No eran alianzas incondicionales; España velaba en ellas por sus intereses igual que Francia por los suyos. En los dos primeros Pactos de Familia (1733 y 1743), Felipe V luchó junto a Francia contra Austria y recuperó dominios italianos (Nápoles y Sicilia). Estos no se unieron a España, pero fueron concedidos como reinos independientes a los hijos de Felipe V e Isabel de Farnesio (el futuro Carlos III de España fue primero rey de Nápoles y Sicilia).

Durante el reinado de Fernando VI (1746-1759), España mantuvo una política de neutralidad.

En cuanto Carlos III (1759-1788) subió al trono, reanudó la política belicista firmando el Tercer Pacto de Familia (1761), que arrastró a España a la Guerra de los Siete Años al lado de Francia. El enemigo era Inglaterra. Tras la derrota, España cedió Florida a Gran Bretaña, aunque recibió la Luisiana de Francia. Posteriormente, España apoyó a los colonos norteamericanos en su Guerra de Independencia contra Gran Bretaña (1779-1783). Tras la victoria, España recuperó Menorca y la Florida.

La Política Centralizada de los Borbones

Los Borbones introdujeron en España los modelos administrativos franceses. La administración pasó a ser más racional, eficaz y, sobre todo, centralista.

  • Los Decretos de Nueva Planta (promulgados entre 1707 y 1716 para Valencia, Aragón, Mallorca y Cataluña) fueron el principal instrumento de centralización administrativa. Estos decretos suprimían los fueros y las instituciones propias de estos reinos (Cortes, Diputaciones, Generalitat, Justicia Mayor), imponiendo las leyes, los cargos y las instituciones de Castilla. Solo Navarra y las Provincias Vascas conservaron sus fueros por haber apoyado a Felipe V en la guerra.
  • La racionalización de la administración central significó eliminar el antiguo sistema polisinodial (de Consejos) de los Austrias, que resultaba lento e ineficaz. El único que mantuvo su importancia fue el Consejo de Castilla. Las Secretarías de Estado y de Despacho (antecedente de los ministerios) sustituyeron al resto de los Consejos.
  • Otro aspecto aún más importante de la racionalización administrativa, esta vez de la administración territorial, fue la creación de las intendencias. Las intendencias eran divisiones administrativas (similares a las actuales provincias) dirigidas por un intendente, funcionario con amplias funciones (justicia, policía, recaudación de impuestos, fomento económico, etc.) dependiente directamente del rey.
  • La reforma de la Hacienda fue un aspecto fundamental de la racionalización administrativa, pues permitió sanear las cuentas del Estado. Se intentó unificar y racionalizar los impuestos. En los reinos de la Corona de Aragón se implantó el catastro (Cataluña), equivalente (Valencia), única contribución (Aragón) o talla (Baleares), una cuota fija global repartida proporcionalmente entre sus habitantes. La reforma de la Hacienda también permitió descargar a Castilla de parte del peso fiscal, que ahora se repartía más equitativamente. Otros intentos posteriores de mejorar la Hacienda (como el Catastro de Ensenada en Castilla) fracasaron, sin embargo, porque atentaban contra los intereses de los estamentos privilegiados (nobleza e Iglesia).
  • Aparte de las reformas centralizadoras, Felipe V introdujo la Ley Sálica (que dificultaba el acceso de las mujeres al trono), impulsó la intervención del Estado en la economía mediante la creación de Manufacturas Reales (fábricas financiadas por el Estado para producir bienes de lujo o estratégicos) y, además, se potenció el regalismo (política de control de la Iglesia por parte del Estado).

La Ilustración Española

La difusión de las ideas ilustradas en España fue lenta y algo tardía en comparación con Francia, aunque en esencia presenta los mismos rasgos que en el resto de Europa (fe en la razón, el progreso, la educación, la ciencia, crítica al Antiguo Régimen). Los ilustrados fueron siempre una minoría escasa entre la población española, perteneciente a la nobleza, el clero y la burguesía.

Hay que destacar también que su acción política va a estar siempre encuadrada dentro del Despotismo Ilustrado, la forma de gobierno característica del siglo XVIII, que combinaba el mantenimiento del poder absoluto del rey con la voluntad de promover reformas para mejorar la vida de los súbditos y la prosperidad del reino. Los reyes Felipe V, Fernando VI y, sobre todo, Carlos III son los representantes del Despotismo Ilustrado en España. Su lema era: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo».

Quien realmente se acercó al ideal de déspota ilustrado fue Carlos III, que se rodeó de ministros y consejeros ilustrados (Campomanes, Floridablanca, Aranda, Jovellanos) e impulsó muchos proyectos de reformas.

Los escritos de Campomanes o Jovellanos muestran la asimilación de las teorías económicas de la fisiocracia (corriente económica que defendía que la agricultura era la fuente principal de riqueza de un país) y del liberalismo económico (defensa de la propiedad privada y la libertad de comercio e industria).

Un instrumento importante para la difusión de las ideas ilustradas fue la creación de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, centros de debate y promoción de reformas económicas y culturales.

El interés por la educación y el progreso científico se manifestó en la creación de nuevas instituciones de enseñanza secundaria (Reales Estudios de San Isidro) y de enseñanza superior (Colegio de Cirugía, Escuela de Ingenieros de Caminos), así como en el fomento de expediciones científicas. El desarrollo de las ciencias experimentales fue importante, sobre todo en los campos de la biología, la medicina y la química. También se desarrolló la literatura didáctica y crítica (Feijoo, Cadalso, Moratín).

Reformas Ilustradas de Carlos III

  • Reformas de la agricultura: El principal problema para el desarrollo de la agricultura era el régimen de propiedad de la tierra (gran parte de ella amortizada, es decir, no se podía comprar ni vender, en manos de la nobleza y la Iglesia). Las medidas fueron limitadas y poco eficaces debido a la oposición de los privilegiados. Carlos III mandó colonizar nuevas tierras en Sierra Morena (Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena, dirigidas por Olavide), fomentó la elaboración de un proyecto de Ley Agraria (encargado a Jovellanos, aunque no llegó a aplicarse) y liberalizó el precio del trigo.
  • Reformas en la industria: Las reformas en la industria y la artesanía tuvieron un alcance desigual. Se fomentaron las Manufacturas Reales, pero estas solo afectaban a productos de lujo (tapices, porcelana, cristal) o militares y no impulsaron un verdadero tejido industrial. Se redujeron los privilegios de los gremios. Más importantes fueron las reformas en los astilleros para potenciar la construcción naval.
  • Reformas en el comercio: Las reformas del comercio exterior fueron quizás las medidas económicas más efectivas de Carlos III. Ya con Felipe V se crearon compañías comerciales privilegiadas (como la Compañía Guipuzcoana de Caracas) que obtuvieron la concesión del comercio con zonas específicas de América. Carlos III decretó la libertad de comercio con América (1778) para todos los puertos españoles y todos los súbditos de la monarquía, acabando con el monopolio de Cádiz (y antes Sevilla). También se mejoraron las infraestructuras de transporte (red de carreteras radial).
  • Obras Públicas: Una de las manifestaciones del Despotismo Ilustrado fue el fomento de las obras públicas, especialmente en Madrid (alumbrado público, alcantarillado, monumentos como la Puerta de Alcalá, el Jardín Botánico, el edificio del Museo del Prado).

Por supuesto, muchas de estas medidas reformistas perjudicaban los intereses de los estamentos privilegiados (nobleza y clero), que mostraron su oposición y descontento en acciones como el Motín de Esquilache (1766), un levantamiento popular en Madrid (y otras ciudades) contra las medidas del ministro italiano Esquilache (sobre precios y vestimenta), pero que fue instigado en parte por los sectores privilegiados opuestos a las reformas.

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