28 Ago

René Descartes aborda la duda como un mecanismo fundamental. Decide emplearla para examinar desde cero todo el conocimiento que hasta entonces consideraba cierto, con el fin de determinar si alguno de ellos sigue siendo válido. Para ello, necesita una duda universal que rechace como falso todo aquello de lo que no posea evidencia o no esté seguro de su validez.

Descartes propone unas reglas que se conocen como la Duda Metódica. Este método es el conjunto de «reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales quien las observe exactamente no tomará nunca lo falso por verdadero y llegará, sin gastar inútilmente esfuerzo alguno de la mente, sino siempre aumentando gradualmente la ciencia, al verdadero conocimiento de todo aquello de que sea capaz».

El método debe servir para el descubrimiento de nuevas verdades, no para demostrar lo que ya se hallaba. Las cuatro reglas del método son:

Las Cuatro Reglas de la Duda Metódica de Descartes

  1. 1º Evidencia

    Es el criterio de verdad. No se debe aceptar como verdadera ninguna cosa si no se sabe con evidencia que lo es. La evidencia consiste en la claridad y distinción. Es crucial evitar dos vicios fundamentales en la búsqueda de la verdad de lo que es evidente, lo que es claro y distinto.

  2. 2º Análisis

    Consiste en dividir cada una de las dificultades que se examinarán en tantas partes como fuera posible y en cuantas requiriese su mejor solución.

  3. 3º Síntesis

    Una vez alcanzadas las «naturalezas simples», se aplica esta tercera regla del método, la cual aconseja conducir de forma ordenada los pensamientos, comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ir ascendiendo hasta el conocimiento de los más complejos. Un desafío importante en este proceso es la dificultad para diferenciar entre el sueño y la vigilia, ya que no hay nada que nos indique si estamos soñando o estamos despiertos, lo que plantea una barrera para la certeza.

  4. 4º Enumeración o Revisión

    El objetivo de esta regla es ponernos a salvo de los errores. Esto incluye la idea de la existencia de un «genio maligno» que nos hace ver como evidentes cosas que no lo son. Según este cuarto precepto, hay que hacer enumeraciones y revisiones tan generales que estemos seguros de no omitir nada.

Esta duda, aunque es universal y rechaza, por tanto, todo conocimiento y verdad, no es una duda escéptica, sino todo lo contrario: es un paso más de un método riguroso para alcanzar el verdadero conocimiento y la certeza.

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