19 Oct
Introducción: La Justicia Distributiva en Aristóteles según Sandel
Michael Sandel realiza una profunda exposición de los postulados de Aristóteles en relación con el telos (la naturaleza y propósito de las instituciones) y la política. Como es bien sabido, la justicia en Aristóteles obedece a criterios distributivos, lo cual se sintetiza en el famoso enunciado “dar a cada uno lo suyo”, o en palabras de Sandel, “lo que se merecen”.
Desarrollando esta idea, Sandel asevera que la justicia en Aristóteles es tanto:
- Teleológica: Se enfoca en el telos (propósito, fin o naturaleza esencial) de las instituciones y los bienes.
- Honorífica: Se relaciona con honrar y recompensar las virtudes cívicas y el buen carácter.
El Postulado Aristotélico: Telos y Política
Aristóteles sostiene que la política es esencial para la vida buena. En este sentido, la función de la política se desarrolla en dos niveles:
- Formación del Carácter: Las leyes deben inculcar buenos hábitos, formando un carácter virtuoso y situando a los ciudadanos en el camino de la virtud.
- Desarrollo de Capacidades: La vida del ciudadano permite la capacidad de deliberar y alcanzar la sabiduría práctica, algo que solo se consigue participando activamente y siendo responsable del destino de la comunidad.
La política, para Aristóteles, es una expresión de nuestra naturaleza, el desenvolvimiento de nuestras capacidades humanas y, por ende, esencial en la vida buena. El telos de la política no es establecer marcos de derechos, sino formar buenos ciudadanos y cultivar el buen carácter.
Ciudadanía y Exclusión
Aun así, no todos estaban incluidos en la idea de ciudadanía de Aristóteles, notablemente las mujeres y los esclavos. Esto se relaciona con la justicia distributiva: asignar derechos es buscar el telos de las instituciones y hacer que cada persona desempeñe el papel social con el que concuerde mejor, posibilitando la realización de su naturaleza. Dar a las personas lo que se les debe significa otorgarles los cargos y honores que se merecen y los papeles sociales que sean acordes a su naturaleza.
La Crítica Liberal y la Esclavitud
Esta concepción inquieta a los libertarios, porque representa forzar a realizar un papel, deslizándose hacia la esclavitud. Para los liberales, no hay que asignar papeles sociales según la concordancia natural, sino conforme a lo que uno escoja (el consentimiento).
Aristóteles responde que la esclavitud, para ser justa, debe ser necesaria y natural. Es necesaria porque alguien tiene que realizar las tareas mientras los ciudadanos deliberan sobre el bien común. Y es natural, porque algunos han nacido para ser esclavos. Sin embargo, el propio Aristóteles cuestiona que muchos esclavos estaban en esa condición por algo contingente (capturados en guerra).
Para Aristóteles, la coacción es injusta, no porque prime el consentimiento, sino porque la necesidad de usar la fuerza da a entender que no hay una concordancia natural. Para la teoría liberal, la esclavitud es injusta porque es coactiva; para las teorías teleológicas (aristotélicas), es injusta si choca con nuestra naturaleza.
Los Dos Pilares de la Justicia Distributiva
Sandel desarrolla la idea de que la justicia aristotélica se basa en la interconexión del telos y el honor.
El Aspecto Teleológico: El Telos de los Bienes
Desarrollando la idea del telos (“propósito, fin o naturaleza esencial”), Sandel invoca ejemplos cotidianos para ilustrar a quién parece lógico asignar ciertos ítems:
- Flauta: A los mejores flautistas.
- Canchas de tenis: A los mejores tenistas.
- Violín Stradivarius: Al mejor violinista.
Aristóteles afirmaría esto, pero no en función de criterios utilitaristas, sino en función del telos de los objetos. El telos de la flauta es producir música excelente, por lo que corresponde asignarlas a quienes permitan alcanzar ese objetivo. Lo mismo con el violín: es mejor asignárselo a un músico que a un coleccionista, puesto que el telos del violín es que lo toquen, no que lo exhiban.
El Aspecto Honorífico: Reconocimiento y Virtud Cívica
La concepción de justicia distributiva de Aristóteles no estaba concebida para aplicarse mayoritariamente a la distribución del patrimonio, sino que su énfasis estaba en las instituciones sociales, los cargos públicos y el honor.
Con los cargos públicos y honores ocurre lo mismo que con las flautas: corresponde asignarlos a quienes sobresalen en virtud cívica, es decir, a los mejores a la hora de deliberar sobre el bien común. Además, la comunidad política existe, al menos en parte, para honrar y recompensar estas virtudes, lo cual sirve al papel educativo que le corresponde a una buena ciudad. Este es el aspecto honorífico de la justicia, que se entrelaza con el aspecto teleológico.
Ilustraciones Prácticas: Casos de Estudio
Sandel aplica estas ideas a dos casos ilustrativos que demuestran cómo los debates sobre justicia inevitablemente requieren discutir el telos de una institución y las virtudes que se busca honrar.
El Caso de Casey Martin y el Golf
Casey Martin, un jugador de golf profesional, padecía un problema de circulación que le ocasionaba dolor y grave riesgo al andar por el campo. Solicitó a la Asociación Profesional de Golfistas (PGA) permiso para desplazarse en un cochecito de golf. La PGA se negó, citando una regla que prohibía su uso en torneos profesionales.
El caso llegó al Tribunal Supremo de EE. UU., que debía determinar la naturaleza esencial del juego, es decir, el telos del golf. La Ley estadounidense de discapacidades exigía que se acomodasen para los discapacitados siempre que no alterase lo esencial del juego.
- Decisión del Tribunal: Sentenció a favor de Martin, concluyendo que el uso de vehículos no era incompatible con el carácter fundamental del juego. Determinó que la esencia del golf siempre habían sido los lanzamientos, no la resistencia física.
- Discrepancia de Scalia: El juez Scalia discrepó, argumentando que las reglas del juego eran todas arbitrarias y que no había fundamento para encontrar su naturaleza.
- Crítica de Sandel: Sandel cuestiona el argumento de Scalia: si las reglas fueran completamente arbitrarias, no habría aficionados ni interés en el resultado. Además, es posible discutir sobre el mérito de tales reglas (si mejoran o no el juego), y cada postura se basará en cierta concepción del objeto mejor del juego.
Sandel concluye que si la equidad hubiera estado en juego, se habría permitido a todos los golfistas desplazarse con un vehículo. Pero aquí la cuestión era el honor y reconocimiento de los golfistas como una actividad atlética, lo cual depende de su actividad físicamente exigente. El tribunal, al decidir sobre el derecho de Martin, tuvo que decidir qué virtudes honra el golf.
El Caso de Callie Smartt y las Porristas
Callie Smartt era una porrista que padecía de parálisis, pero alentaba al público y a los jugadores, desplazándose en su silla de ruedas. A pesar de su contribución, fue expulsada del equipo.
Sandel se pregunta sobre el telos de una porrista o del equipo de porristas. Existían dos posiciones en el debate:
- Posición 1: El telos consiste en hacer acrobacias y abrir las piernas en 180° (requisitos tradicionales).
- Posición 2: La primera posición confunde el telos con un medio. El real telos es alentar al público y a los jugadores, enardecer a la multitud.
Por otra parte, Sandel analiza el aspecto honorífico a la luz del resentimiento que parecía motivar la expulsión. Este resentimiento nació de la idea de que a Callie se le estaban asignando honores que no le correspondían, lo que actuaba en desmedro del orgullo que sentía la hija de la jefa de porristas por su capacidad para las acrobacias. Honrar estas cualidades tradicionales también constituye un elemento a considerar a la hora de determinar “lo justo”.
Conclusión: Justicia, Derechos y la Naturaleza de la Vida Buena
Para Sandel, el caso de Casey Martin (y el de Callie Smartt) ilustra perfectamente la teoría de la justicia de Aristóteles, porque muestra que en los debates sobre la justicia y los derechos es inevitable un debate sobre el propósito de alguna institución social, la asignación de bienes y las virtudes que se deben honrar.
Por mucho que se intente que la ley sea neutral en estas cuestiones, Sandel afirma que quizás no resulte posible decir qué es justo sin someter a discusión la naturaleza de la vida buena.
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