05 Nov
La Península Ibérica en la Edad Media: Al-Ándalus y la Reconquista
El Dominio Musulmán (Al-Ándalus)
En el año 711, los musulmanes llegaron a la península tras la derrota del rey visigodo Rodrigo en Guadalete. En poco tiempo, ocuparon casi toda la península, excepto el norte montañoso.
Al-Ándalus pasó a ser parte del Imperio musulmán, primero como emirato dependiente del califato de Damasco. Esta etapa fue inestable por las luchas entre omeyas y abasíes.
Abderramán I rompió la dependencia política con Damasco y fundó el emirato independiente, aunque mantuvo los lazos religiosos con Bagdad. Durante esta etapa se fortaleció el poder islámico, se organizó mejor la administración, los impuestos y el ejército, que realizaba ataques contra los reinos cristianos.
Con Abderramán III se proclamó el califato de Córdoba, la época más próspera de Al-Ándalus, caracterizada por estabilidad, riqueza y poder político.
Decadencia y Fin de Al-Ándalus
- Tras la muerte de Almanzor, comenzó la decadencia y división en pequeños reinos llamados taifas, que fueron débiles frente a los cristianos.
- Los almorávides unificaron Al-Ándalus, pero al decaer surgieron nuevos reinos taifas. Luego llegaron los almohades, que también lo reunificaron.
- La derrota musulmana en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) marcó el principio del fin de Al-Ándalus.
- Solo el reino nazarí de Granada sobrevivió hasta 1492, cuando los Reyes Católicos conquistaron la ciudad, terminando así la presencia musulmana en la península.
Economía, Sociedad y Cultura Andalusí
La economía andalusí fue muy avanzada: se expandió el regadío, se introdujeron nuevos cultivos como arroz y cítricos, y floreció el comercio.
La sociedad estaba jerarquizada: minoría árabe dominante, bereberes, muladíes (cristianos convertidos), mozárabes (cristianos), judíos y esclavos.
La cultura alcanzó un gran nivel: avances en astronomía, medicina, matemáticas y arte, con monumentos como la Mezquita de Córdoba y la Alhambra. Los judíos vivieron un período de prosperidad y libertad bajo los musulmanes, destacando en la traducción de textos y el comercio.
Los Reinos Cristianos y la Reconquista
Los reinos cristianos surgieron en el norte, tras la victoria de Pelayo en Covadonga. De ahí nació el reino astur, base de la futura expansión.
Castilla, Navarra y Aragón se formaron a partir de esos núcleos cristianos. En el este, los condados catalanes se independizaron y se unieron luego a Aragón.
La Reconquista fue un proceso largo de conquista y repoblación de tierras musulmanas. Se desarrolló por etapas, hasta ocupar casi toda la península.
Organización Política y Social Cristiana
- La organización política de los reinos cristianos giraba en torno al rey, pero su poder dependía de la nobleza y del clero.
- Las Cortes, nacidas en León en 1188, reunían a nobles, clérigos y representantes de las ciudades para tratar impuestos y leyes.
- La repoblación se realizó mediante tres modelos: presura (campesinos libres), concejil (fueros y municipios) y órdenes militares (latifundios).
- La sociedad cristiana era estamental: nobleza y clero eran privilegiados; el pueblo llano, no. La Iglesia cobraba el diezmo y tenía gran poder.
- En Castilla el rey concentraba más poder, mientras que en Aragón y Navarra predominaba el pacto con las Cortes y los fueros.
A finales de la Edad Media, las instituciones se fortalecieron, la monarquía se consolidó y se preparó el camino para la unificación con los Reyes Católicos.
La Formación del Estado Moderno: Reyes Católicos y el Imperio Español
Los Reyes Católicos: Unidad Dinástica y Territorial
La unión de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469 marcó el inicio de la monarquía hispánica. Aunque fue una unión dinástica, no significó la fusión total de sus territorios, pero sí un gobierno conjunto con objetivos claros: lograr la unidad territorial, la unidad religiosa y la centralización del poder. Tras una guerra civil, Isabel fue reconocida reina de Castilla en 1479.
Centralización y Administración
Los Reyes Católicos fortalecieron el Consejo Real, crearon la Santa Hermandad para mantener el orden y reorganizaron la justicia mediante corregidores y audiencias. En Aragón confirmaron los fueros y establecieron el Consejo de Aragón, la figura del virrey y el Tribunal de la Inquisición, que actuaba en ambos reinos para asegurar la ortodoxia religiosa.
Expansión y Descubrimiento
La conquista del reino nazarí de Granada (1488-1492) puso fin a la Reconquista y consolidó el dominio cristiano en toda la península. Ese mismo año, Cristóbal Colón partió del puerto de Palos y descubrió América, abriendo una nueva etapa de expansión para Castilla. El Tratado de Tordesillas (1494), firmado con Portugal, dividió el mundo en zonas de influencia. La colonización se organizó mediante el repartimiento y la encomienda, sistemas que explotaban la mano de obra indígena.
El Siglo de Oro: Los Austrias Mayores (Carlos I y Felipe II)
Con la llegada de Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, España se convirtió en un vasto imperio que incluía territorios en Europa y América. Su gobierno buscó reforzar la autoridad real y la defensa del catolicismo, pero su condición de extranjero provocó revueltas en Castilla (las Comunidades) y en Aragón (las Germanías).
Su hijo Felipe II consolidó la monarquía autoritaria, estableció la capital en Madrid, centralizó la administración y mantuvo una política exterior activa para defender el catolicismo. Bajo su reinado se produjeron grandes victorias como Lepanto y fracasos como la Armada Invencible.
La Crisis del Siglo XVII: Los Austrias Menores
Durante el siglo XVII, con los llamados Austrias menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II), España sufrió una profunda crisis política y económica. El poder real fue delegado en los válidos, como el duque de Lerma y el conde-duque de Olivares, que impulsaron políticas costosas y poco efectivas. Las guerras de los Treinta Años y de los Ochenta Años, junto con la pérdida de territorios y el empobrecimiento del país, marcaron el fin de la hegemonía española. Cataluña y Portugal se rebelaron, y este último logró su independencia.
El Cambio Dinástico: La Guerra de Sucesión y los Borbones
Carlos II, último de los Austrias, murió sin descendencia, lo que originó la Guerra de Sucesión entre los partidarios del archiduque Carlos y los del francés Felipe de Borbón. Tras años de conflicto, el Tratado de Utrecht de 1713 reconoció a Felipe V como rey de España, pero el país perdió sus posesiones en Italia, Flandes, Gibraltar y Menorca.
El Absolutismo Borbónico y las Reformas
Con los Borbones comenzó una nueva etapa caracterizada por el absolutismo y la centralización. Los Decretos de Nueva Planta eliminaron los fueros de la Corona de Aragón y establecieron el modelo castellano en todo el territorio.
Felipe V y sus sucesores reorganizaron la administración mediante secretarías de Estado, intendencias y un ejército profesional. Fernando VI y Carlos III continuaron las reformas modernizadoras, aunque sin eliminar los privilegios de la nobleza ni del clero.
Reformas en América y la Ilustración
En América se crearon nuevos virreinatos, como el de Nueva Granada y el del Río de la Plata, se fomentó el comercio libre con la península y se fortaleció la marina, pero las reformas causaron descontento entre los criollos, que veían limitadas sus oportunidades políticas.
La sociedad del siglo XVIII seguía siendo estamental, dividida entre privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados (burguesía, trabajadores y campesinos). Sin embargo, surgió una burguesía más activa gracias al comercio con América y al desarrollo industrial, especialmente en Cataluña.
Las reformas agrícolas impulsaron el reparto de tierras comunales, la reducción de los privilegios de la Mesta y la liberalización del precio del trigo. También se crearon Reales Fábricas, nuevas carreteras, bancos y sociedades económicas que promovían la innovación.
La Ilustración, movimiento cultural basado en la razón y el progreso, inspiró a muchos gobernantes europeos y también a los monarcas españoles. Carlos III fue el mejor ejemplo del despotismo ilustrado, un intento de aplicar ideas modernas sin cambiar el sistema absolutista. Se rodeó de ministros reformistas como Jovellanos y Esquilache, promovió la educación, la ciencia y la economía, y sentó las bases del desarrollo moderno de España.

Deja un comentario