06 Ago

Immanuel Kant: Razón, Conocimiento y Moralidad

La Epistemología Kantiana: Los Límites y Posibilidades del Conocimiento

La filosofía de Immanuel Kant aborda la razón desde una doble perspectiva: como facultad para conocer y como principio rector de nuestra acción. Para ello, distingue entre la razón teórica, orientada al conocimiento, y la razón práctica, que dirige la acción moral.

El Debate entre Racionalismo y Empirismo: Una Síntesis Kantiana

Un problema central en la filosofía moderna era la tensión entre racionalistas y empiristas. Los racionalistas sostenían que la razón, partiendo de sí misma y de contenidos innatos, podía alcanzar el conocimiento universal. Por otro lado, los empiristas defendían que la razón solo opera con el material proporcionado por la experiencia.

Según Kant, los empiristas tenían razón en un aspecto fundamental: sin experiencia no hay conocimiento. Sin embargo, los racionalistas no estaban completamente equivocados: no todo es experiencia. El sujeto que conoce aporta algo imprescindible para que el conocimiento sea posible. El ser humano construye él mismo su imagen del mundo; en conclusión, la constitución del sujeto que conoce le permite ver y entender de una determinada manera todo aquello que le rodea.

El Giro Copernicano de Kant en Epistemología

En el terreno epistemológico, Kant propuso una teoría revolucionaria, comparable al Giro Copernicano en astronomía. Antes de Copérnico, existían dificultades para explicar los movimientos planetarios bajo la suposición de que el universo giraba en torno a la Tierra. Copérnico invirtió la perspectiva, proponiendo que la Tierra gira en torno al Sol, lo que permitió cuadrar la explicación de los movimientos de los astros.

De manera análoga, resultaba muy difícil justificar el valor universal y necesario de la ciencia si se suponía que el sujeto es quien se adapta a las múltiples y cambiantes peculiaridades del objeto. Kant invirtió este pensamiento: el conocimiento puede ser universal y necesario porque es fruto de la interacción entre el sujeto y el objeto. Las estructuras a priori del sujeto, que son universales y necesarias, se aplican a la experiencia, y estas estructuras a menudo se confunden con las propiedades intrínsecas de los objetos.

Por esto, Kant reservó al sujeto y a las formas a priori un papel central en el proceso de conocimiento. A su filosofía se le conoce con el nombre de Idealismo Trascendental: idealismo porque el conocimiento se construye a partir de las «ideas» o estructuras mentales del sujeto, y trascendental porque estas estructuras son universales y poseen un carácter a priori, es decir, son previas a toda experiencia.

La Ética Kantiana: El Deber y la Autonomía Moral

Crítica a las Éticas Tradicionales (Materiales)

El denominador común de la mayoría de las normativas éticas tradicionales es que son éticas materiales. Estas éticas acaban siendo una lista de normas y presentan dos inconvenientes principales:

  • Son éticas empíricas e interesadas: Tienen un contenido específico, nos dicen qué debemos hacer o evitar. Su contenido proviene de la experiencia, donde comprobamos qué conductas son adecuadas para alcanzar un objetivo preestablecido. Se fundamentan en un bien supremo (como la felicidad, el placer, etc.) y establecen un camino para llegar a él. Son éticas interesadas, ya que promueven acciones en función de una recompensa o fin. Las normas o preceptos que prescriben una acción en función de un objetivo fijado son lo que Kant denomina imperativos hipotéticos.
  • Son éticas heterónomas: La voluntad se halla determinada por principios que no provienen de la propia razón del individuo, sino de alguna instancia externa a ella (como la autoridad divina, la naturaleza, la sociedad, etc.). Las éticas materiales justifican una serie de preceptos en función de fines que dependen de intereses personales y ajenos a la razón.

Estas dos características son inaceptables para Kant, ya que una ética verdaderamente moral ha de ser universal y autónoma, algo solo posible en una ética racional.

La Mayoría de Edad del Ser Humano y la Ética Formal

Kant rechaza las éticas materiales porque considera que no son propias de los seres humanos que han alcanzado su «mayoría de edad» moral. Él aspira a que los individuos se hagan cargo de su propia vida y decidan por sí mismos. El ser humano debe decidir su ética moral, y esto es incompatible con una ética material. Por ello, Kant defiende una ética formal.

La ética formal, a diferencia de las materiales, carece de contenido específico, pero establece la forma en que debemos actuar. Los imperativos morales no son hipotéticos, sino categóricos, y exigen un cumplimiento incondicional. Kant formula el imperativo categórico del siguiente modo:

«Actúa solo según las máximas que desearías que se convirtiesen en leyes universales.»

Este imperativo es conocido como el principio de universalidad, ya que establece la forma que debe tener una máxima para ser considerada moral. Además, Kant propone otra formulación fundamental:

«Trata a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin en sí mismo y nunca solamente como un medio.»

Según Kant, debemos tratar a los demás como seres humanos con la dignidad que les es inherente, no como meros instrumentos. Actuar de modo que tratemos a los demás como fines y no como instrumentos significa actuar de manera desinteresada, y el comportamiento ético es precisamente desinteresado. Hay que actuar con respeto al deber, es decir, no solo externamente en conformidad con el deber (legalidad), sino también con convencimiento y aceptación interna de este (moralidad).

John Locke: El Contrato Social y los Fundamentos del Liberalismo

El Pacto Liberal de Locke: Origen del Estado y Derechos Naturales

La teoría política de John Locke, aunque cercana a la de Thomas Hobbes en algunos puntos, se aleja significativamente en sus conclusiones. Para Locke, el Estado es el fruto de un pacto entre los individuos que forman la sociedad. De hecho, la convivencia en sociedad solo se entiende si hay un consentimiento por parte de sus miembros. Sin embargo, este contrato no implica la renuncia a los derechos personales, ni justifica la injusticia o el absolutismo. Locke busca justificar la legitimidad de derechos personales inalienables, como el derecho a la subsistencia o a la propiedad privada, y sostiene que la sumisión al poder político no puede ser una renuncia a los derechos individuales.

El Estado de Naturaleza y la Necesidad del Pacto Social

En el estado de naturaleza, además de disfrutar de libertad e igualdad, los hombres poseen derechos naturales como la propiedad, la integridad, etc. Pero su posesión no garantiza su respeto, ya que no hay una fuerza que obligue a que se cumplan.

La Formación del Pacto y el Estado Liberal

Para asegurar el cumplimiento de estos derechos, los hombres libres pactan su incorporación a la sociedad y la creación de una autoridad. Cuando se construye una sociedad, los individuos otorgan a los gobernantes el poder necesario para que les protejan, y los ciudadanos se comprometen a reconocer el poder político que garantizará los derechos, sancionando a quienes los incumplan.

De esto surge el Estado Liberal. El poder de este Estado no es absoluto, sino representativo. Los gobernantes están al servicio de los individuos. Si el gobierno no cumple con su función de proteger los derechos, se legitima la insurrección contra el pacto, aunque Locke reconoce una excepción: el derecho de prerrogativa (la capacidad del ejecutivo de actuar sin ley para el bien público en ciertas circunstancias).

La División de Poderes: Un Pilar del Liberalismo Lockeano

La mayor diferencia entre Hobbes y Locke radica en que el primero legitima el absolutismo, mientras que el segundo defiende el liberalismo. Es precisamente en el liberalismo de Locke donde se propone la división de poderes como mecanismo para evitar la tiranía y proteger las libertades individuales. Locke distingue tres poderes principales:

  • Poder Legislativo: Reside en el parlamento y es el encargado de elaborar las leyes.
  • Poder Ejecutivo: Recae en el monarca o el gobierno y se encarga de aplicar las leyes y sancionar su incumplimiento.
  • Poder Federativo: Se ocupa de las relaciones exteriores, estableciendo alianzas y declarando la guerra o la paz con otros estados.

Esta división de poderes es fundamental para el Estado liberal, ya que asegura un sistema de contrapesos que limita la autoridad y protege los derechos de los ciudadanos.

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