07 Jul
El Teatro Español de Posguerra: Años Cuarenta
El teatro español posterior a la Guerra Civil presenta evidentes limitaciones, debidas a los especiales condicionamientos políticos y culturales de la época (intereses empresariales, preferencias del público burgués, limitaciones ideológicas ejercidas por una censura férrea), a los que hay que sumar la muerte o el exilio de autores y directores. Pese a todo, y frente a un teatro de consumo, no faltaron dramaturgos que pugnaban por recoger las inquietudes de cada momento o que buscaban nuevas formas de expresión teatral. Podemos esquematizar la evolución del teatro tras los desastres de la guerra en las siguientes tendencias principales:
Tendencias del Teatro en los Años Cuarenta
Teatro en el Exilio
Al acabar la Guerra Civil, habían fallecido Lorca y Valle-Inclán. Hubo una gran vitalidad dramática de los exiliados españoles, sobre todo en América. En Buenos Aires, se representó El adefesio de Rafael Alberti y también obras de Lorca y Alejandro Casona. En México, se representaron obras de los hermanos Machado.
Obras y autores más destacados en el exilio:
- Rafael Alberti: El adefesio (1944)
- Pedro Salinas: Judit y el tirano
- Max Aub: San Juan (1943)
Destaca también Alejandro Casona, quien se caracteriza por su lirismo, simbolismo, lenguaje poético, el conflicto entre realidad y fantasía, y su intención didáctica. Entre sus obras, sobresalen Prohibido suicidarse en primavera y La dama del alba.
Teatro en los Años 40 en España
Se distingue, por un lado, un tipo de alta comedia en la línea de Jacinto Benavente. Se trata de un teatro burgués, cuyos personajes pertenecen a las clases acomodadas y urbanas, casi siempre enredados en asuntos matrimoniales y adulterios, que mezcla el humor con el sentimentalismo y el final feliz. Tuvo un gran éxito de público porque solo pretendía entretener con una amable crítica de costumbres y la defensa de valores tradicionales.
En este tipo de teatro se sitúan nombres como:
- José María Pemán: Callados como muertos
- J. I. Luca de Tena: ¿Dónde vas, Alfonso XII?
- Edgar Neville: El baile
Posteriormente, se suma Alfonso Paso con obras como Los pobrecitos.
Teatro Humorístico
Por lo general, eran obras insustanciales, a excepción de Enrique Jardiel Poncela, quien busca una renovación del lenguaje dramático y cultiva un humor inverosímil (verbal y de situaciones) con obras como Eloísa está debajo de un almendro (1940) y Los ladrones somos gente honrada (1941).
Una ruptura la representa Miguel Mihura con Tres sombreros de copa (1932), donde une tradición con humor y vanguardia. En esta obra, satiriza la mediocridad de la burguesía de provincias y la vida miserable del teatro de variedades. Mihura siguió escribiendo después de 1950, con obras como Maribel y la extraña familia (1959).
Teatro Existencial
Para esta tendencia, hay una fecha clave: 1949, con Antonio Buero Vallejo y su obra Historia de una escalera, y Alfonso Sastre con su obra Escuadra hacia la muerte (1953). Ambos autores marcan hitos importantes en el teatro social y político de esta época.
La Novela Española de Posguerra: Años Cincuenta
En la novela de los cincuenta continuó la tradición del realismo de los cuarenta. Esta narrativa nació bajo la influencia de La colmena (1951) de Cela y de los autores norteamericanos y franceses, los cuales intentaron reflejar la situación que vivían los españoles de la época: la pobreza, la emigración del campo a la ciudad, el chabolismo, la alienación de los trabajadores sin tiempo de ocio y la frivolidad de las clases altas.
Se tiende al protagonismo colectivo, se reduce el argumento y los personajes conversan imitando la forma de hablar de cada clase social.
Se incorporan técnicas de la narrativa extranjera como el conductismo o behaviorismo norteamericano, que se centra en lo observable de los personajes, evitando la interiorización, para centrarse en lo que podía ser demostrado por la conducta humana. Asimismo, el objetivismo francés influye en la presencia de un narrador objetivo que no interviene en la narración y que solo muestra los hechos.
Características de la Novela de los Cincuenta
- El relato de estructura sencilla, salvo La colmena.
- El personaje colectivo, que representa a una colectividad.
- Predominio del diálogo, objetividad del narrador, lenguaje sobrio que caracteriza a los personajes, y frase corta y directa.
La colmena (1951) de Camilo José Cela
Esta obra marcó el camino por el que discurriría la novela de los cincuenta. Es una obra producto de la observación de la sociedad madrileña, que presenta al hombre corriente en su ambiente más cotidiano. Está cargada de pesimismo y refleja el Madrid de 1942, donde los personajes se mueven por el sexo y el hambre. Aparecen otros temas como la humillación, la pobreza, el aburrimiento o la hipocresía. El protagonista es colectivo y el tiempo se reduce a tres días. Destaca por la técnica del diálogo, que hace avanzar el relato y muestra las características de los personajes. El narrador interviene desde el punto de vista de la cámara cinematográfica, relatando solo lo que enfoca.
Otras Obras Destacadas de Cela
- Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes
- Mazurca para dos muertos
- Viaje a la Alcarria
Tendencias de la Novela en los Años Cincuenta
La Novela Social
Los narradores sociales entendieron la literatura como una forma de concienciar al público y de influir en su postura ideológica. Tratan temas como la emigración a la ciudad, el trabajo y las injusticias.
La Novela Neorrealista
Considera que la realidad implica las vivencias personales del individuo, lo que permite observar temas como la soledad, la frustración o la decepción.
Destacan aquí Ignacio Aldecoa con sus novelas Con el viento solano (1956) y El fulgor y la sangre, con las que realiza una pintura de los distintos sectores de la sociedad de posguerra. También, Sánchez Ferlosio con su obra El Jarama, ejemplo de la técnica conductista. El relato ofrece una visión fatalista de la vida; los personajes no se rebelan. Tiene un protagonista colectivo: un grupo de adultos en una taberna y una pandilla de jóvenes que van a pasar un día de baño al río Jarama, y sigue la técnica del punto de vista de la cámara cinematográfica.
Junto a ellos, se encuentran Ana María Matute y Carmen Martín Gaite con Entre visillos.
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