11 Oct

EL TEATRO DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX HASTA 1939: TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS REPRESENTATIVOS

Introducción

Todo el teatro de la primera mitad del siglo XX en España está condicionado por dos hechos que marcarán la producción dramática de esta época. Estos dos hechos son:

  1. La necesidad de locales apropiados para la representación, que son en este momento de propiedad privada y orientados hacia el negocio.
  2. El público que asiste a las representaciones es mayoritariamente burgués y acomodado.

Estos condicionantes traen dos claras consecuencias: la escasa crítica social y compromiso político de las obras, que buscan el éxito comercial; y la casi inexistente innovación técnica del teatro, orientado hacia un público que entiende el género como simple divertimento.

Estos condicionantes y sus consecuencias explicarán perfectamente que nos encontremos en el período anterior a la Guerra Civil con dos tendencias teatrales muy marcadas:

  1. Un teatro comercial, orientado hacia un público burgués, escasamente crítico y que aporta pocas novedades técnicas. Su máximo representante será Jacinto Benavente.
  2. Un teatro innovador, que pretende ofrecer un nuevo tipo de obras, bien por su carga crítica, bien por sus innovaciones técnicas, o bien por ambas. Esta tendencia, sin embargo, fue en su mayoría un fracaso comercial. El autor señero de esta nueva estética será Valle-Inclán.

1. EL TEATRO COMERCIAL

a) La comedia burguesa

A finales del siglo XIX los teatros florecían en Madrid gracias al afán de diversión de la sociedad de la Regencia. El público que asistía al teatro pertenecía en su mayoría a la clase alta elegante, sobre todo personas de edad madura. Era el público de Echegaray, el más importante dramaturgo del Realismo, premio Nobel en 1904, a quien la prensa organizó en 1905 un homenaje nacional contra el que firmaron un manifiesto de protesta jóvenes escritores como Unamuno, Darío, Azorín, Baroja, Valle-Inclán y los hermanos Machado, entre otros.

Estos jóvenes opinaban que la situación del teatro era tan deplorable como todos los demás aspectos culturales y sociales de finales del siglo XIX, y que su reforma era más que necesaria, pero las obras teatrales de los firmantes del manifiesto no lograron interesar al público. Ese público burgués que iba al teatro, apoyado por los críticos de prensa, no estaba dispuesto a tolerar el éxito de obras que reflejaran valores sociales o morales distintos a los suyos.

Y la prueba la tenemos en lo que le ocurrió, por ejemplo, a la obra de Jacinto Benavente titulada El nido ajeno (1894), donde se presenta la situación opresiva de la mujer casada en esta época: los jóvenes modernistas saludaron a Benavente como un renovador estético por su pulcritud formal y elegancia, pero la crítica consideró ofensiva la escena en que dos hermanos discuten la posibilidad de que su madre le hubiera sido infiel a su padre. La obra fue retirada tres días después del estreno en medio de clamorosas protestas.

Jacinto Benavente (1866-1954) se vio entonces en el dilema de elegir entre mantener la crítica social o aceptar los límites impuestos por “el respetable”. Y optó por esta última opción. Escribió un teatro a la medida de la burguesía de la época, limitándose a criticar de manera superficial las hipocresías y convencionalismos burgueses, pero sin traspasar lo admisible y lo considerado de buen tono, lo que lo convirtió en el autor más representado. Sus personajes muestran una superficialidad que a veces raya en lo ridículo y al contrario de los creados por los autores del 98 tienen una escasísima profundidad psicológica. Escribió más de 200 obras, entre las que destacan Los intereses creados (1907), Señora ama (1908) y La malquerida (1913). En ellas el amor aparece siempre como medio para resolver los problemas que se les presentan a los personajes. En 1922 recibió el premio Nobel de Literatura.

b) El teatro cómico

La finalidad básica de este teatro es el entretenimiento del público. Bajo este rótulo se engloban tendencias y espectáculos muy diversos, entre ellos la zarzuela y los sainetes.

Los autores más representativos fueron:

  • Carlos Arniches (1866-1943) escribió muchos sainetes en los que presenta una galería de personajes pintorescos de Madrid (“los chulapos”), con sus problemas cotidianos y su forma castiza de hablar (El santo de la Isidra y Los milagros del jornal). Pero también destacó en lo que él calificó como “tragedias grotescas” (una tragedia desarrollada al revés: al protagonista no hay manera de matarlo a pesar de los esfuerzos que se hacen para ello). En estas obras se funden lo risible y lo conmovedor, y la observación de costumbres va acompañada de una actitud crítica ante las injusticias, destacando entre todas la exitosa La señorita de Trevélez (1916), donde se critica a la juventud burguesa, ociosa y desocupada, que con sus crueles bromas no toma en consideración los sentimientos de los demás. En un nivel más bajo por su calidad, que no por su éxito, se encuentra el subgénero de teatro cómico conocido como astracán o astracanada, creado por Pedro Muñoz Seca (1879-1936). El astracán es una comedia descabellada, llena de chistes, juegos de palabras, parodias, etc., cuyo único objetivo es arrancar la risa del espectador. Su obra más popular es La venganza de don Mendo (1918), parodia del teatro neorromántico y del teatro en verso de aquellos años.
  • Los hermanos Álvarez Quintero (Serafín y Joaquín) estrenaron en este tiempo muchas comedias en las que predomina el ambiente andaluz (de una Andalucía superficial y llena de tópicos), pero en las que sobresale la gracia del diálogo. Escribieron más de doscientas piezas teatrales, entre las que destacan El ojito derecho (1897), El patio (1900), Sangregorda (1909) y Puebla de las mujeres (1912).

2. INTENTOS DE RENOVACIÓN TEATRAL

La popularidad del teatro convencional (comercial), coincidente con los gustos del público, impidió el éxito del teatro innovador, que intentaron tanto los escritores del 98 como los del 27. Su escaso éxito en cartelera no impidió que fuera realmente este teatro el que marcara el futuro del género en España.

El teatro de los autores del 98

Al margen de pretensiones comerciales, los autores del 98 (Unamuno, Azorín, Valle-Inclán y Jacinto Grau, sobre todo) pretendieron hacer un teatro que sirviera de cauce para la expresión de los conflictos religiosos, existenciales y sociales. Técnicamente, intentaron romper definitivamente con las formas realistas de la representación, aspecto en el que destaca, sobre todos, Ramón M.ª del Valle-Inclán.

Ramón María del Valle-Inclán. Su teatro se caracteriza por un constante esfuerzo por renovar la escena española.

Ciclo mítico:
  • Comedias bárbaras
  • Divinas palabras

Ambiente gallego atemporal. Pasiones humanas y fuerzas irracionales (poder, sexo, avaricia…). Las supersticiones y los mitos tienen un papel fundamental. Ritmo vertiginoso y continuos cambios de escenario.

Ciclo de la farsa:
  • La Reina castiza (parodia sobre la corte de Isabel II)

Rompe con la realidad con personajes disfrazados. Ambiente ridículo y estilizado. Técnicas cinematográficas.

Ciclo del “el esperpento”:

El esperpento es un género teatral que se caracteriza por una visión distanciada y deformada de la realidad hacia lo ridículo y lo negativo. Valle-Inclán utiliza técnicas como la muñequización, la animalización y el contraste para crear sus obras esperpénticas.

El teatro poético de la Generación del 27 y Federico García Lorca

Aunque la mayor parte de la producción del 27 está constituida por poesía, varios componentes de la generación se vieron tentados por el teatro. Destacan las obras de Salinas, Rafael Alberti, Alejandro Casona y, sobre todo, Federico García Lorca.

Federico García Lorca es uno de los dramaturgos más importantes de la literatura española. Su teatro se caracteriza por la integración de las tendencias vanguardistas y el teatro tradicional, así como por acercar el teatro al pueblo. Sus obras más conocidas son Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.

EL TEATRO DESDE 1939 A NUESTROS DÍAS: TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS REPRESENTATIVOS

EL TEATRO DE HUMOR DE POSGUERRA

Después de la Guerra Civil, el teatro en España se vio afectado por las consecuencias del conflicto. Se representaron obras de baja calidad que buscaban entretener al público y alejarlo de la triste realidad. Dos autores destacados en este tipo de teatro fueron Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura.

Enrique Jardiel Poncela escribió obras cómicas con diálogos agudos y situaciones disparatadas. Sus obras más representativas son Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada y Los habitantes de la casa deshabitada.

Miguel Mihura, por su parte, mezcló elementos surrealistas, esperpénticos y absurdos en sus obras. Su obra más conocida es Tres sombreros de copa.

EL TEATRO REALISTA DE DENUNCIA SOCIAL

En los años cincuenta y sesenta, se desarrolló en España un teatro realista que buscaba reflejar la realidad social y denunciar las injusticias. Autores como Buero Vallejo y Alfonso Sastre destacaron en este tipo de teatro comprometido.

Buero Vallejo escribió obras como Historia de una escalera y En la ardiente oscuridad, que denuncian las duras condiciones de vida y la deshumanización de la sociedad.

Alfonso Sastre, por su parte, se enfrentó a la censura con obras como Escuadra hacia la muerte, que critican el militarismo y la guerra.

EL TEATRO EXPERIMENTAL DE FINALES DE LOS AÑOS SESENTA

A partir de los años finales de la década de los sesenta, algunos autores buscaron nuevas formas de expresión teatral alejadas del realismo. Surgió así un teatro experimental que buscaba la renovación del género dramático. Autores como Fernando Arrabal destacaron en esta vanguardia teatral.

Fernando Arrabal

Exiliado en Francia, Arrabal escribió obras surrealistas, esperpénticas y absurdas en busca de la provocación. Sus obras más conocidas son Pic-nic y El arquitecto y el emperador de Asiria.

DESDE LOS AÑOS OCHENTA HASTA LA ACTUALIDAD

En los últimos veinte años, ha habido una gran proliferación de nuevos autores en España. Dramaturgos como José Sanchís Sinisterra, Ana Diosdado y José Luis Alonso de Santos han destacado en este período.

José Sanchís Sinisterra triunfó con ¡Ay, Carmela!, basada en la Guerra Civil Española. Ana Diosdado trató temas polémicos en obras como Usted también podrá disfrutar de ella. José Luis Alonso de Santos destacó con obras cómicas como La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro.

Deja un comentario