15 Mar

A finales del siglo XIX, los gustos estéticos se ven modificados debido a un cambio de mentalidad artística,
que recupera principios del Romanticismo como la originalidad o la libertad creadora. La situación de crisis
en la cultura occidental a finales del Siglo XIX, agravada en el caso español por el desastre del 98, provocó un
cambio en el rumbo artístico. El movimiento literario correspondiente a este período es conocido como
Modernismo.
El Modernismo se inspira en dos movimientos del Siglo XIX: el Parnasianismo (tendencia formalista,
partidaria del arte por el arte) y el Simbolismo (intimista, pretende encontrar la realidad que se esconde tras
las apariencias mediante símbolos). Los temas del Modernismo son la soledad, el escapismo (en el tiempo –
Edad Media– o en el espacio –mundo oriental–), el cosmopolitismo, el amor y el erotismo. Formalmente, la
nueva estética se caracteriza por el afán de innovación (muy notable en el terreno de la métrica), la
originalidad, y la búsqueda de la perfección formal. Rubén Darío es el principal representante del
Modernismo. El poeta nicaragüense evoluciona desde una estética parnasiana en Azul o Prosas profanas
hacia temas más graves y trascendentes en Cantos de vida y esperanza. Entre los autores modernistas, en
España destacan Francisco Villaespesa, Manuel Machado (quizá única representación de un Modernismo
canónico) y Valle-Inclán.
Por otra parte, se reservó el término de Generación del 98 para los autores que, si bien estaban dentro
del mismo clima de fin de siglo al que hemos llamado Modernismo, adoptaron una actitud de reflexión y de
crítica ante la situación política, social y económica de España; pretendían con sus obras calar en la conciencia
de sus conciudadanos e influir en la realidad social española. Un lugar destacado en la poesía ocupa Antonio
Machado. En su obra poética, se observa una evolución desde el Modernismo de los primeros libros
(Soledades, galerías y otros poemas), pasando por la etapa noventayochista (Campos de Castilla), hacia una
depuración formal en busca de la palabra sencilla y verdadera (Nuevas canciones, Los complementarios y el
Cancionero apócrifo de Abel Martín y de Juan de Mairena).
El Novecentismo es el movimiento cultural español carácterístico de la segunda década del Siglo XX. Sus
rasgos estéticos más importantes son: el Racionalismo, pues se concede gran importancia al rigor intelectual
y a la claridad expositiva; el antirromanticismo, se rechaza lo sentimental y lo pasional y se prefiere lo clásico
y las actitudes equilibradas y serenas; defensa del “arte puro”, es decir, se considera que el arte solo debe
proporcionar placer estético, sin ser vehículo de preocupaciones religiosas o políticas; aristocratismo
intelectual, al considerar el arte y, en consecuencia, la literatura concebidos para minorías selectas (para la
“inmensa minoría”, en expresión de Juan Ramón Jiménez). Juan Ramón Jiménez, premio Nobel en 1956, es
el máximo representante de la lírica en esta etapa. Su poesía es, en palabras del propio poeta, una poesía en
sucesión, una obra en marcha. Él mismo establecía, en sus últimos años, tres etapas en su producción: una
etapa sensitiva (Arias tristes, Jardines lejanos, Platero y yo), una época intelectual (Diario de un poeta recién
casado) y la etapa última o verdadera (En el otro costado y Dios deseado y deseante).
Paralelamente, el Vanguardismo nace como un movimiento efímero que tendrá en torno a 1920 sus
primeras manifestaciones y cuyo máximo representante y creador es Ramón Gómez de la Serna, creador de
sus famosas greguerías, pequeñas composiciones que consistían en la uníón de la metáfora y el humor, en
palabras del propio autor)
. Por otra parte, hay que reséñar la importancia que desempeñó para el
Vanguardismo español la obra teórica de Ortega y Gasset, con libros como La deshumanización del arte
(1925) y la creación de la Revista de Occidente (1923)
El creacionismo, el ultraísmo y el Surrealismo son las vanguardias que tuvieron su importancia en nuestro
país. La primera, a través del poeta chileno Vicente Huidobro, influyó en autores como Gerardo Diego y Juan
Larrea; la segunda, de la mano de Rafael Cansinos Assens, supuso una ruptura definitiva con los excesos
verbales del Modernismo, la incorporación del mundo contemporáneo y urbano en la lírica y el
enaltecimiento de la metáfora, el humor y la sorpresa; por último, el Surrealismo, que entró en España con
fuerza influyendo sobre autores como Rafael Alberti (Sobre los ángeles) o Lorca (Poeta en Nueva York),
defiende la necesidad de alumbrar un hombre nuevo, pues la cultura occidental ha mutilado al hombre con
la razón, y exalta para ello la imaginación, el deseo, la infancia o el sueño.

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