13 Feb

Antonio Machado:
Temas y obras


En su obra se refleja la evolución del Modernismo a las ideas noventayochistas. Como el tema anterior ya vimos al Antonio Machado Modernista, en este tema veremos al Antonio noventayochista.

    Varias obsesiones se repiten en su obra: el paso del tiempo y la nostalgia por la niñez y la juventud perdidas, la falta de amor, y la correspondencia emocional entre los elementos del paisaje y su estado de ánimo.

Siempre a través de una conjunción perfecta entre lo descriptivo y lo reflexivo, en  Machado podemos encontrar  tres etapas:


La primera (hasta 1907), de formación, representada por Soledades (1903), obra ampliada en Soledades, Galerías y otros poemas (1907) correspondería al Machado Modernista. (tema 4)


La segunda etapa del poeta (1907-1919), de madurez,  representada por Campos de Castilla (1912, versión definitiva de 1917). Sus cincuenta y seis poemas corresponden a un periodo en el que sucedieron graves acontecimientos personales (la muerte de Leonor) y sociales. Son muy heterogéneos y prestan una mayor atención al paisaje y a los temas político-sociales, por eso es la obra en la que más se acerca a las preocupaciones noventayochistas
: Castilla se convierte en símbolo de España, y Machado expresa su profunda preocupación patriótica. Los poemas son evocaciones del paisaje realcastellano
; las descripciones se convierten en meditaciones en las que se contrapone el esplendor del pasado castellano con su presente monótono y gris. Además, Machado proyecta sus sentimientos sobre aquellas tierras, operando una selección que prefiere lo austero y que acentúa lo que sugiere soledad, fugacidad o muerte. Su amor a Castilla no excluye una actitud crítica frente a la realidad histórica del país al que ve empobrecido, despoblado, sin cultura, en la línea ideológica del Regeneracionismo: Castilla miserable, ayer dominadora,/  envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.

La tercera (1919-1939), recoge los últimos poemas que escribíó en Baeza y los de su etapa segoviana, más reflexiva aún, en su libro Nuevas Canciones(1924), una obra breve y variada donde aflora su pensamiento hasta llegar a un tono sentencioso. Predomina la preocupación filosófica y los poemas se inspiran en coplas populares. Algunos poemas recuerdan a Campos de Castilla; otros tratan sobre el campo andaluz, que no sacude su sensibilidad como lo hizo el paisaje castellano. Lo más carácterístico de este ciclo es el centenar de “Proverbios y cantares” nuevos. Consisten en sentencias o pensamientos, frecuentemente paradójicos, que parecen encerrar intuiciones profundas. Sus últimas producciones líricas son: Canciones a Guiomar, dedicados a su musa de madurez, Pilar Valderrama, De un cancionero apócrifo y Poesías de Guerra, que incluyen una elegía a García Lorca.


Miguel DE Unamuno

Unamuno (1864-1936). Su obra poética (Poesías, Rosario de sonetos líricos, El Cristo de Velázquez, Rimas de adentro, De Fuerteventura a París, Romancero del destierro, entre otras) fue anómala en el panorama de fin de siglo: quiso liberar la lengua del énfasis retórico del Romanticismo, pero no se dejó influir tampoco por el Modernismo más sonoro y colorista, de cuya preocupación por la musicalidad se siente alejado. La poesía de Unamuno tiene toda ella el mismo tono: intimista, prosaísta se podría decir; y un timbre áspero y poco musical (“Algo que no es música, es la poesía”).  Su poesía habla de este mundo, sin huidas ni evasiones, sin adornos llamativos, sin piruetas verbales ni princesas, cisnes, palacios, jardines… La suya es una poesía conceptual, angustiada, que trata de desentrañar la esencia del hombre y de las cosas.

Los temas de su lírica son idénticos a los que trata en los demás géneros que cultivó: la familia, la patria y la religión. El tema de la familia está unido al del amor; el de la patria, a su preocupación por España, y el de la religión, a su temor a la muerte, ansia de inmortalidad, fe y angustia existencial.

La idea de la muerte, de que todo el que nace debe padecer y, finalmente, morir, no es planteada de un modo sombrío ni pesimista, ya que a la vez Unamuno celebra la vida, la alegría de vivir. A lo único que aspira es a que después de esta vida hay en la otra una parecida, a una muerte con pájaros y campos, con un amor, con una casa, y una ciudad y una carretera tranquila por la que pasear por las tardes. Su única angustia es que, tras la muerte, nada de esto exista.


Toda su poesía fue fiel a un ideal de claridad y de sencillez (“No te olvides de que nunca más hermosa/ que desnuda está la idea”), de uno de los hombres de la Generación del 98, la de los preocupados, la de los buscadores de la verdad, de  lo esencial, que siempre acababan encontrando en lo más pequeño, en lo más humilde.

Aboga por un lenguajepoético discursivo, meditativo, conceptualmente denso, opuesto al lenguaje sensorial del Modernismo. Su léxico es muy rico en ideas e incorpora términos populares o terruñeros. Es un poeta de expresión sobria, antirretórico.

El ritmo de sus versos está marcado por el ritmo de su pensamiento, por eso, junto a las estrofas tradicionales (sonetos, silvas y romances) utiliza también el verso libre. Y aunque cultivó todo tipo de estrofas y rimas, donde más cómodo se hallaba era en una especie de silva asonantada bastante flexible que le concedía la libertad suficiente para expresar su lirismo áspero y profundo.

La poesía de Unamuno, pese a ser la parte menos difundida de su obra, ejercíóun notable influjo en los poetas de la generación del 36.

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