15 Oct

El impacto de la Guerra Civil sobre el teatro fue tremendo. A la muerte y exilio de los autores, habría que añadir el asentamiento de las presiones comerciales e ideológicas por medio de la censura para explicar la pobreza que afecta al teatro.

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El teatro desde este periodo resulta poco interesante, condicionado por la soc. Burguesa, va dirigido a su ideología, solía ser un teatro cómico, lleno de situaciones. Tópicas y chistes lingüísticos, y un teatro histórico-político, de evasión que permitía olvidar la realidad y cantaba glorias y héroes del pasado. Autores extranjeros como Pirandello influirán en los autores de los años 50. También destaca el repertorio clásico español (Lope de Vega) y extranjero (Shakespeare). Se crean dos líneas dramáticas: el drama burgués (Joaquín calvo, cuando llegue la noche) (Benavente, nieve en Mayo) Definen valores conservadores, en obras de elegantes diálogos. El teatro de humor: lo más destacado del período. (Enrique Jardiel, un marido de ida y vuelta) (Miguel Mihura, tres sombreros de copa)

50 teatro realista de protesta y denuncia. La década de los 50 se abre con tres importantes estrenos:
historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo, tres sombreros de copa de Miguel Mihura, escuadra hacia la muerte de Alfonso sastre.

Con los estrenos de Buero y Sastre se vio la posibilidad de hacer un teatro problemas del momento, desde una visión existencialista que derivará después hacia la preocupación social.
Buero y Sastre son los autores claves de esta generación realista, que incluye a José María Rodríguez Méndez (Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga de 1966), Carlos Muñiz (El precio de los sueños de 1958), Lauro Olmo (La camisa de 1961) y José Martín Recuerda (Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipcíaca (1970). Sus temas abordan problemas de obreros, estudiantes, etc., poniendo de relieve las desigualdades sociales y la falta de humanidad. Muchas piezas nunca llegaron al escenario, por lo que puede hablarse de un teatro soterrado. Las dificultades de difusión de sus obras y la llegada de nuevas corrientes llevaron a estos autores a una evolución o al silencio. Estéticamente, predomina el Realismo: (la escena imita los espacios cotidianos, con rasgos costumbristas, y el lenguaje se esfuerza por reducir el habla correspondiente a las distintas clases sociales. )


La obra teatral de Antonio Buero Vallejo


El dramaturgo de mayor interés del teatro de posguerra es Antonio Buero Vallejo (1916- 2000), temas humanos más universales, ya sean de tipo existencial o social. El género es la tragedia. Con esta se pretende la catarsis del espectador: éste debe conmoverse ante lo representado y debe sentirse impulsado a luchar para labrarse su propio destino. El teatro de Buero es doblemente problemático para el espectador, porque le enseña los problemas, pero le plantea también el problema de cómo resolverlos, porque no le ofrece soluciones. Obras q destacan Historia de una escalera (1949), Un soñador para un pueblo (1958), El concierto de San Ovidio (1962), El tragaluz (1967), El sueño de la razón (1970), En la ardiente oscuridad (1950) y La Fundación (1974).
Historia de una escalera, que obtuvo en 1948 el premio Lope de Vega, es posiblemente una de las obras más importantes del teatro de esta época por su carácter trágico y por la denuncia de las condiciones sociales de vida. La obra causó gran impacto por su Realismo y contenido social. En ella plantea la imposibilidad de algunos individuos de mejorar materialmente debido a la situación social y a la falta de voluntad.

El concierto de San Ovidio,

Parábola en tres actos se estrenó en 1962. A partir de un grabado que representa el espectáculo de la orquestina de ciegos del Hospicio de los Quince Veintes, realizado en Septiembre de 1771, Buero reconstruye un drama en el que aflora lo grotesco, la injusticia y la falta de ética. Los temas son la explotación del hombre por el hombre y la lucha del hombre por su libertad. 

El sueño de la razón

La obra se sitúa en el Madrid de 1823, durante la ola de terror desencadenada por Fernando VII en su lucha contra los liberales. El protagonista es Francisco de Goya. A través de la sordera de este personaje -de nuevo una tara física-, Buero simboliza la incapacidad de algunos para oír el sentido de la realidad. 


Nuevas formas de expresión dramática


Avanzada la década de los sesenta surge un movimiento de renovación caracterizado por un acercamiento al teatro extranjero, a las corrientes renovadoras que durante el siglo se habían producido y se estaban desarrollando en Europa y el mundo. Una mayor valoración del teatro independiente frente al comercial y la búsqueda de nuevas formas y técnicas sacarán al teatro español del aislamiento y la rutina. Las experiencias más interesantes surgen de los grupos de teatro independiente, como Els Joglars, Tábano, Los Goliardos y el Teatro Experimental Independiente (TEI). En esos mismos años sesenta empiezan también a escribir dos autores que suponen una alternativa de calidad al Realismo. Se trata de Antonio Gala, cuyas obras están entre el lirismo y la reflexión moral,  a partir de ciertos mitos literarios o bíblicos (¿Por qué corres, Ulises?) y  Fernando Arrabal. Este último, relacionado con los movimientos de vanguardia surrealistas, presenta ya aspectos de renovación total (lo que él define como «teatro pánico») que, unida a la fuerte carga crítica e iconoclasta dirigida contra los fundamentos o los símbolos de la burguésía, provoca la marginación del autor de nuestros teatros, por lo que se exilia en Francia, donde alcanza un prestigio internacional que no puede obtener en nuestro país. Sus obras presentan la incomunicación humana, la soledad y el exilio, la absurdidad de la guerra, el derrumbe de las estructuras cohesionadoras de la sociedad… Algunos títulos destacados son: 
El cementerio de automóviles, de 1966


El teatro desde 1975


Tras el fin de la dictadura se producen dos tendencias en el teatro español: la primera consistíó en montar obras de autores clásicos exóticos; la segunda se propónía restituir los textos silenciados del pasado inmediato. Desde el punto de vista dramático, cambia un factor determinante: el texto literario deja de considerarse la base de la creación dramática y se sientan las bases de la consideración del teatro como espectáculo o fiesta, por lo que los elementos escénicos tienen igual o mayor importancia. La obra es una creación colectiva, en la que puede incluirse al público de manera activa, alterando la base textual de la obra: estamos ante un teatro abierto. Estas innovaciones recogen elementos procedentes del extranjero, incluidas las grandes figuras del teatro de vanguardia: Artaud, Brecht, Beckett, etc.

Es importante la formación de compañías independientes que, permiten una mayor independencia respecto a los circuitos comerciales y las presiones socio-económicas Els Comediants,  la Cubana, el Tricicle…).

la personalidad de Francisco Nieva, cuya obra claramente vanguardista se puede dividir en varias categorías: el teatro de «farsa y calamidad», el teatro «furioso» y la «ópera», donde la carga crítica aparece de manera irracionalista, onírica o simbólica (Malditas sean Coronada y sus hijas); se liberan los instintos y las pasiones, aparecen elementos de géneros diversos, se deja amplia libertad al director, etc. Una de sus obras destacadas es La carroza de plomo candente, de 1971.  Otros autores de esta época (José Sánchez) , alternativas al teatro convencional y su público, agrediendo las limitaciones y conceptos tradicionales del género, presentando durante los años setenta una carga de crítica de la realidad hispana de manera oblicua, mediante la parodia, juegos lingüísticos, las situaciones absurdas, deformando los caracteres; en una línea fronteriza, destaca la obra de Sanchis Sinisterra [n. 1940: ¡Ay, Carmela! O El lector por horas (1998)], crítica con la situación del país en su análisis de la tradición literaria o el pasado histórico.

dramaturgos procedentes del teatro independiente y universitario con los títulos más representativos del período: Sanchis Sinisterra (iAy, Carmela!), José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Fernando Fernán-Gómez (Las bicicletas son para el verano, de 1982). Estos autores vuelven al Realismo ya formas tradicionales con las que dan testimonio de los problemas de la sociedad contemporánea.. Algunos nombres a destacar son los de Sergi Belbel (Después de la lluvia), Ernesto Caballero (Te quiero.. Muñeca, 2001), Eduardo Galán (Mujeres frente al espejo, 1996) o Ignacio García May (Operación ópera, 1991). S


El teatro desde 1975


Tras el fin de la dictadura se producen dos tendencias en el teatro español: la primera consistíó en montar obras de autores clásicos exóticos; la segunda se propónía restituir los textos silenciados del pasado inmediato. Desde el punto de vista dramático, cambia un factor determinante: el texto literario deja de considerarse la base de la creación dramática y se sientan las bases de la consideración del teatro como espectáculo o fiesta, por lo que los elementos escénicos tienen igual o mayor importancia. La obra es una creación colectiva, en la que puede incluirse al público de manera activa, alterando la base textual de la obra: estamos ante un teatro abierto. Estas innovaciones recogen elementos procedentes del extranjero, incluidas las grandes figuras del teatro de vanguardia: Artaud, Brecht, Beckett, etc.

Es importante la formación de compañías independientes que, permiten una mayor independencia respecto a los circuitos comerciales y las presiones socio-económicas Els Comediants,  la Cubana, el Tricicle…).

la personalidad de Francisco Nieva, cuya obra claramente vanguardista se puede dividir en varias categorías: el teatro de «farsa y calamidad», el teatro «furioso» y la «ópera», donde la carga crítica aparece de manera irracionalista, onírica o simbólica (Malditas sean Coronada y sus hijas); se liberan los instintos y las pasiones, aparecen elementos de géneros diversos, se deja amplia libertad al director, etc. Una de sus obras destacadas es La carroza de plomo candente, de 1971.  Otros autores de esta época (José Sánchez) , alternativas al teatro convencional y su público, agrediendo las limitaciones y conceptos tradicionales del género, presentando durante los años setenta una carga de crítica de la realidad hispana de manera oblicua, mediante la parodia, juegos lingüísticos, las situaciones absurdas, deformando los caracteres; en una línea fronteriza, destaca la obra de Sanchis Sinisterra [n. 1940: ¡Ay, Carmela! O El lector por horas (1998)], crítica con la situación del país en su análisis de la tradición literaria o el pasado histórico.

dramaturgos procedentes del teatro independiente y universitario con los títulos más representativos del período: Sanchis Sinisterra (iAy, Carmela!), José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Fernando Fernán-Gómez (Las bicicletas son para el verano, de 1982). Estos autores vuelven al Realismo ya formas tradicionales con las que dan testimonio de los problemas de la sociedad contemporánea.. Algunos nombres a destacar son los de Sergi Belbel (Después de la lluvia), Ernesto Caballero (Te quiero.. Muñeca, 2001), Eduardo Galán (Mujeres frente al espejo, 1996) o Ignacio García May (Operación ópera, 1991). S

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