19 Jul

El Siglo XX fue una época de vertiginosas transformaciones: avance de las ciencias, alternancia de las
corrientes ideológicas y versatilidad de las tendencias artísticas. En el primer tercio del siglo, los creadores
combaten las normas academicistas del arte burgués y se desarrollan dos posturas irreconciliables: la
tendencia a la vanguardia (arte puro, desconectado de la realidad)
Y la tendencia al compromiso con la
realidad y con los problemas sociales.
El Modernismo hispánico es una síntesis del parnasianismo y del simbolismo franceses con la tradición
literaria española (Bécquer y Rosalía). Tiene su origen en Hispanoamérica y, posteriormente, se extenderá
también a España:
a) El Modernismo hispanoamericano: sus precursores son José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera, pero
su máximo exponente es Rubén Darío, cuya obra se puede dividir en dos etapas:
1a) Exuberante y preciosista: Azul y Prosas profanas. Es muy palpable la huella parnasiana.
2a) Tendencia al intimismo: Cantos de vida y esperanza. Hay contención en la búsqueda de
la brillantez externa y en los efectos sonoros.

b) El Modernismo español: comienza tras la primera visita de Rubén Darío a España en 1892. Sus
autores más representativos son Manuel Machado (con Alma), Antonio Machado (con Soledades),
Juan Ramón Jiménez (con Arias tristes), Valle-Inclán con su prosa modernista (con sus Sonatas) o
Eduardo Marquina (con Las hijas del Cid).


LOS TEMAS frecuentemente tratan los modernistas son:
1) El desasosiego interior, similar al ROMántico, que se manifiesta en tres actitudes:
a. Exaltación de lo irracional (lo fantástico, legendario, misterioso).
b. Gusto por lo mortecino y decadente (lo otoñal, crepuscular).
c. Sensación de tedio y malestar (melancolía).
d. Angustia existencial (búsqueda de lo trascendental más allá de lo visible).
2) La introspección, evasión y exotismo: desean escapar de la mediocridad de dos modos:
Por la introspección (“galerías del alma” de A. Machado).
Por la evasión espacial o temporal: países exóticos y remotos; tiempos legendarios.
3) El cosmopolitismo y el casticismo: gusto por ciudades bohemias como París, pero también por
lo pintoresco y castizo.
4) El indigenismo: interés por los pueblos primitivos indígenas a los que asocian cualidades como
autenticidad, pureza, inocencia virginal).
5) El panhispanismo, que exalta lo hispánico frente a la creciente hegemonía anglosajona.
FORMALMENTE, este movimiento huye del prosaísmo de la lírica decimonónica y busca embellecer
sus composiciones a través del ritmo y la musicalidad, con frecuentes paralelismos, rimas internas, etc., así
como del arte de la sugerencia, para lo cual recurren a la sinestesia, los símbolos y los desplazamientos
calificativos:
·La sinestesia o asociación de sensaciones percibidas por distintos sentidos corporales: “chopos de
música verde” (JRJ), “con agrio ruido abríóse la puerta” (A. Machado), “la caricia de la luz temblaba
sobre las flores” (Valle-Inclán), “Qué tranquilidad violeta” (JRJ).


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·El desplazamiento calificativo, que ocurre cuando la cualidad de un objeto se desplaza a otro objeto
próximo por una relación de contigüidad espacial: “álamos cantores” (A. Machado: los “cantores”
son los pájaros).
·El símbolo o imagen física que sugiere algo no perceptible físicamente: la “fuente” es para A.
Machado la evocación del tedio y la melancolía. El símbolo guarda relación con la metáfora, pero
para que una imagen metafórica se convierta en símbolo ha de estar presente de forma continuada
en la obra de un poeta.

Los versos más utilizados son, por influencia francesa, el alejandrino (7+7), el dodecasílabo (6+6) y
el eneasílabo, aunque también experimentan con el verso libre (cuyo ritmo se basa en la repetición de ideas
y esquemas sintácticos). A imitación de la versificación clásica, se cultiva el verso asimétrico (cuyas unidades
rítmicas no son las sílabas sino los pies acentuales. Tampoco se olvidan los metros tradicionales españoles
como el octosílabo y el endecasílabo.
Las estrofas más utilizadas son el soneto, aunque con variaciones (alejandrinos y dodecasílabos;
serventesios…); la silva (con versos de otras medidas); el sexteto de dodecasílabos o alejandrinos con rima
aguda (Sonatina de Rubén Darío); y también romances, cuartetas, redondillas, coplas o seguidillas, debido
al interés de poetas españoles (A. Machado y JRJ) por la lírica popular.
En definitiva, el Modernismo, al igual que su coetánea generación del 98, muestra el propósito firme de
apartarse del Realismo y Naturalismo burgueses, aunque a diferencia del 98 lo hará desde una postura
claramente elitista y alejada de las circunstancias históricas y sociales.


El Siglo XIX termina con una grave crisis nacional por el final del Imperio colonial español. Esto provocó una ola de indignación y protesta que se manifestó en literatura a través de los escritores de la generación del 98: Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, Azorín, Antonio Machado y Valle-Inclán. Es Azorín quien propone esta denominación, aunque siempre ha sido controvertida, pues hay quienes consideran que forman parte del Modernismo, ya que ambos movimientos nacen de la misma actitud: la insatisfacción ante la literatura realista. Sin embargo, también hay que reconocer ciertos rasgos diferenciadores del 98: a. Sus referentes inmediatos son intelectuales y pensadores, como Giner de los Ríos, Joaquín Costa y Ángel Ganivet. Los del Modernismo son poetas .
-Miguel de Unamuno desarrolla el tema de España en su obra En torno al casticismo, donde formula que el remedio a los males del país está en conjugar tradición y europeización. Para Unamuno, la verdadera tradición no está en falsos casticismos sino en la intrahistoria: la vida silenciosa y anónima de todos nosotros.
Unamuno es el ensayista que expone con mayor hondura sus preocupaciones religiosas y existenciales: Del sentimiento trágico de la vida plantea el conflicto entre razón y fe; en La agonía del cristianismo considera que la verdadera religión se alimenta del conflicto, del desasosiego, y se debate constantemente en la duda.
-Ramiro de Maeztu, en Defensa de la Hispanidad exalta los principios más conservadores de la tradición española y proclama la identidad de lo hispánico con el catolicismo.



·Castilla Estructura abierta Lengua y estilo sobrios y cuidado en el manejo del idioma.
Podemos considerar que Baroja es el gran novelista de esta generación y podemos destacar El árbol de la ciencia como su mejor obra, considerada así por el propio autor.
Esta novela es la primera parte de la trilogía de La raza y trata sobre los dos absurdos enormes que Baroja veía en la vida: la crueldad y la estupidez. Para él la vida es una cruel cacería en la que nos vamos devorando los unos a los otros.

De ese modo, en la novela expresa el conflicto dialéctico entre el individuo y la sociedad.
D. EL TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 98.
El gran dramaturgo de esta generación es Valle-Inclán, aunque Unamuno y Azorín también escribieron obras de teatro: Unamuno fracasó porque concibe su teatro como poesía dramática, con interminables monólogos intelectuales ; Azorín aboga por un teatro antirrealista que incorpora el mundo interior, lo subconsciente y lo maravilloso CICLO MÍTICO CICLO DE LA FARSA CICLO DEL ESPERPENTO . El esperpento es heredero de Quevedo y Goya. Se trata de una deformación sistemática de la realidad para ofrecer una imagen grotesca.


LAS VANGUARDIAS.
Reciben el nombre de vanguardias los movimientos que en el primer tercio del Siglo XX se extienden desde Francia y Alemania por todo Occidente y afectan a todas las artes: pintura, escultura, literatura, música y cine. Surgen como respuesta al academicismo y Realismo decimonónicos y son herederos del simbolismo, el impresionismo y el Modernismo, llevando al extremo el afán de experimentación formal, así como el interés por el mundo interior y su misterio. Ellos defienden la ruptura con el Naturalismo: a) deformando la realidad desdoblándola desde todos los ángulos posibles reflejando su movimiento mostrando sus zonas ocultas El Cubismo: en artes plásticas fue iniciado por Picasso en 1906 y unos años más tarde aparecíó el Cubismo literario con Apollinaire. Rasgos carácterísticos son la descomposición de la realidad y su observación desde diferentes perspectivas, y la integración de diferentes artes, que se manifiesta en el género literario del caligrama y el pictórico del collage El dadaísmo: creado por el poeta rumano Tristán Tzara, parte de la inutilidad del arte y la cultura tradicionales. Propone el Nihilismo como forma de vida y el balbuceo infantil El ultraísmo: es de creación hispana e impulsado por Guillermo de la Torre. Recoge elementos del Futurismo El Surrealismo: lo iniciaron varios dadaístas liderados por André Bretón y está considerado como el Vanguardismo más importante. Apuestan por la creación y pretenden desentrañar el sentido último de la realidad. Siguiendo a Sigmund Freud, reivindican el subconsciente y el sueño, el símbolo y el mito.


2. EL NOVECENTISMO.
Se entiende por novecentismo el movimiento que engloba a un grupo de escritores españoles que comienzan a
publicar en torno a 1914. Por ello también se les conoce como generación de 1914.
Es una generación que cultiva varios géneros:
1) Ensayo: José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga, Américo Castro,
Claudio Sánchez Albornoz, Manuel Azaña y Ramón Menéndez Pidal.
2) Novela: Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala.
3) Poesía: Juan Ramón Jiménez (a raíz de Diario de un poeta recién casado, 1916).
Todos los escritores de este grupo están vinculados a la Institución Libre de Enseñanza y son herederos del espíritu
reformador del Regeneracionismo y de los autores del 98. Todos ellos comparten una sólida formación universitaria;
el espíritu científico frente al irracionalismo subjetivista del 98; el optimismo hacia el porvenir de España; una
vocación europeísta; y un talante liberal y, al mismo tiempo, elitista.
A. EL ENSAYO: Ortega Y Gasset.
El ensayo fue el género más apto para los novecentistas a la hora de expresar sus inquietudes intelectuales.
Entre todos los integrantes de la generación, destacó en este campo la figura de José Ortega y Gasset:
a) Ensayos filosóficos: Meditaciones sobre el Quijote y El tema de nuestro tiempo. Formula la doctrina del
raciovitalismo: para él, razón y vida son inseparables.
b) Ensayos estéticos: La deshumanización del arte. Para él, el arte nuevo está reservado a un público
entendido y culto; es intelectual y deshumanizado; debe huir de la realidad y construir otra nueva.
c) Ensayos sociológicos: España invertebrada (1921) y La rebelión de las masas(1930). Aquí analiza las causas
de las fuertes tensiones sociales que vive nuestro país a raíz del auge del movimiento obrero y el despertar
de los nacionalismos.
d) Ensayos psicológicos y misceláneos: en Estudios sobre el amor (1940) equipara el sentimiento amoroso
con el encantamiento comparable al éxtasis místico.


B. LA POESÍA: Juan RAMÓN JIMÉNEZ.
Con Diario de un poeta recién casado (1916) Juan Ramón Jiménez abandona la etapa modernista conocida como
“primera época o sensitiva”) y evoluciona hacia una nueva concepción de la poesía que se desarrolla en dos etapas:
a) Segunda época o intelectual (1916-1936): se aleja del Modernismo y somete a su obra a un proceso de
depuración que culmina en la poesía pura o desnuda de todo artificio, dotada de la máxima concentración
conceptual. Su primera obra de este período es Diario de un poeta recién casado.
b) Tercera época o suficiente (1936-1958): a ella pertenecen sus libros del exilio, alcanza la máxima
depuración y se inclina por el verso libre, cuyo ritmo se asienta en la repetición de palabras, ideas y
estructuras sintácticas. Ej.: Dios deseante y deseado.
C. LA NOVELA: GABRIEL MIRÓ Y PÉREZ DE AYALA.
Los novecentistas que cultivan la novela son continuadores del Modernismo que, en unos casos, depuran
intelectualmente (Gabriel Miró y Pérez de Ayala) y, en otros, avanzan hasta el Vanguardismo (Gómez de la Serna).
-Gabriel Miró: es continuador del Modernismo en cuanto a la acumulación de sensaciones y a la idealización
del paisaje. Sus novelas tienen poca construcción argumental y se pueden calificar de novelas líricas. Ej.: El obispo
leproso.
-Ramón Pérez de Ayala: sus dos primeras novelas son de tinte autobiográfico, como la antijesuítica A.M.D.G.
En su segunda etapa combina el simbolismo modernista con la actitud intelectual novecentista: Belarmino y Apolonio,
Luna de miel, luna de hiel.
Ambos movimientos -vanguardias y novecentismo- serán clave para la generación siguiente, la del 27, ya que todos
sus componentes beben del espíritu vanguardista y, además, toman como maestro y referente a Juan Ramón Jiménez. 


Como generación del 27 se denomina a una generación de poetas nacidos entre 1891 y 1905, algunos de los cuales
se reunieron en Sevilla para homenajear a Góngora en el tercer centenario de su muerte (1927). También han sido
conocidos como generación de la República. Son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca,
Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.

Mención aparte merecen las olvidadas mujeres de la Generación del 27 (las Sinsombrero): Maruja Mallo, Marga Gil-
Roësset, María Zambrano, María Teresa León, Josefina de la Torre, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín o Concha

Méndez. Ellas, como los hombres, sufrieron la Guerra Civil y el exilio, pero, además, la discriminación del género.
Como rasgos generacionales se han señalado los siguientes: edad aproximada, talante liberal, progresista y laico,
similar educación y lazos de amistad, que mantuvieron a pesar del exilio a través de intercambios epistolares. También
realizaron actividades comunes como la convivencia en la Residencia de Estudiantes de Madrid, la colaboración en
las mismas revistas, la conmemoración del tercer aniversario de la muerte de Góngora en 1927 y la recopilación de
su producción en antologías.
La formación intelectual de la juventud del 27 se asienta sobre un sustrato liberal que procede del krausismo y del
espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. Por ello, los jóvenes del 27 tendrán como maestros y mentores a los
autores del 98 y a los novecentistas, amén de a Rubén Darío. Por los clásicos españoles sienten auténtica devoción,
derivada del profundo conocimiento que, como profesores y filólogos, tienen de la literatura de los Siglos de Oro. De
la tradición del Siglo XIX reciben la influencia de Gustavo Adolfo Bécquer, cuya huella se aprecia en Sobre los ángeles
de Alberti o Donde habite el olvido de Cernuda.


La generación del 27 se ve involucrada en los grandes temas de la cultura occidental centrados, preferentemente, en:
a) El destino del hombre, que es analizado desde una triple perspectiva: el destino individual (la religiosidad),
el destino en pareja (el amor) y el destino colectivo (el compromiso social y político).
b) Su hábitat: ese destino se fragua en un hábitat determinado, ya sea la ciudad o la naturaleza.
Los TEMAS más recurrentes son:
a) La ciudad como expresión del progreso y del espíritu jovial y vitalista de la época: Salinas (Seguro azar), Alberti
(Cal y canto), Guillén (Cántico)…; pero también con actitud crítica como en Poeta en Nueva York de Lorca.
b) La naturaleza próxima a la realidad cotidiana o como una naturaleza en estado puro (Marinero en tierra, de
Rafael Alberti).
c) El amor en plenitud, libre y despojado de prejuicios: el amor infiel (Salinas), el amor homosexual (Lorca y
Cernuda), el amor puro (Aleixandre).
d) El compromiso: con su tiempo, la creación artística, los amigos y el compromiso social y político (Cernuda:
La realidad y el deseo; Lorca: Poeta en Nueva York, contra la injusticia y la deshumanización del capitalismo).
e) El destino individual del hombre: el amor, el universo y la muerte.

Sucesivas CORRIENTES marcan la producción literaria de estos autores:
1. PRIMERA ETAPA (1918-1929).
a) POESÍA VANGUARDISTA: ultraísmo y creacionismo volcados en la técnica del caligrama y las innovaciones
tecnológicas, lo que los acerca al Futurismo como Imagen, de Gerardo Diego o Cal y canto, de Alberti.
b) POESÍA PURA, desvinculada de lo sentimental y humano: Cántico, de Guillén, Fábula y signo, de Salinas o
Ámbito, de Aleixandre.
c) NEOPOPULARISMO: proceso de rehumanización con el cultivo de la poesía popular como expresión del
sentimiento más profundo y humano: Marinero en tierra, de Alberti; Poema del cante jondo y
Romancero gitano, de García Lorca; Romancero de la novia, de Gerardo Diego y Poemas puros. Poemillas
de la ciudad, de Dámaso Alonso.


2. SEGUNDA ETAPA (1929-1939).
La década de los treinta es una etapa convulsa en Occidente: crack del 29, nazismo y fascismo, enfrentamiento
civil en España que desembocará en una guerra.
Ello hace que los poetas muestren cada vez mayor interés por los
temas humanos, intensificándose el proceso de rehumanización de la etapa anterior.
a) POESÍA SURREALISTA: el Surrealismo indaga en las profundidades del yo para analizar los más íntimos
sentimientos del individuo. Poéticamente tiene su origen en el dadaísmo y se nutre de dos corrientes de
pensamiento: el psicoanálisis de Freud y el marxismo de Karl Marx.
b) NEORROMANTICISMO: pervive el interés por Bécquer, poeta que influye en la poesía amorosa de Pedro
Salinas (La voz a ti debida y Razón de amor) y Luis Cernuda (Donde habite el olvido).
c) POESÍA SOCIAL Y POLÍTICA: durante la Guerra Civil, algunos poetas adoptan posturas activas a favor de la
causa republicana (Alberti o Prados), pero tras la guerra, salvo Alberti, abandonan esa posición beligerante.
Sin embargo, otros poetas que no se habían significado tratan ahora el tema de la guerra:
·De la Guerra Civil: Dámaso Alonso: Hijos de la ira; o Jorge Guillén: Maremágnum.
·De la Segunda Guerra Mundial: Pedro Salinas.

3. TERCERA ETAPA (A PARTIR DE 1939).
Al finalizar la guerra el grupo se dispersa: la mayoría se exilia y solo permanecen en España Gerardo Diego,
Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Hay que recordar que Federico García Lorca había sido asesinado en Agosto de
1936 por el bando golpista.
a) POESÍA CLASICISTA: algunos como Gerardo Diego (Canciones a Violante) retoman el clasicismo y se
convierte en el referente de la poesía arraigada de la posguerra. Esta poesía concibe el mundo de forma
serena y ordenada, al tiempo que exalta las glorias pasadas del Imperio español o canta al amor, la familia
y el paisaje.
b) POESÍA DESARRAIGADA: el resto del 27 padece un profundo sentimiento de desarraigo –interior o
exterior-. 



1. LA POESÍA DURANTE LA Guerra Civil Y LA INMEDIATA POSGUERRA.
En la literatura en general y, sobre todo, en la poesía solo se ven dos caminos: aprobar la nueva situación o reflejar la desesperanza en el presente. Esas dos posturas son definidas por Dámaso Alonso como literatura arraigada y literatura desarraigada.
A. POESÍA ARRAIGADA. Es cultivada por autores de la llamada Generación del 36, complacientes con el régimen de Franco. Adopta una forma clasicista, con sonetos al estilo de Garcilaso, por ejemplo, y ofrecen una visión épica de la realidad y un optimismo que contrasta con la pobreza y desilusión diarias en que vive la mayoría. B. LA POESÍA DESARRAIGADA O EXISTENCIALISTA. Cultiva temas existenciales como la muerte, soledad, tristeza, desesperación, búsqueda de la fe o del amor. Rechazan el formalismo –aunque también componen sonetos-y utilizan imágenes tremendistas, adjetivos sonoros y un tono apasionado y desgarrador: «Dejadme aquí, quiero gritar tan hondo en el dolor» ; «Esto es ser hombre, horror a manos llenas» . Muestran el desajuste entre el individuo y la sociedad en que vive. En esta tendencia se puede incluir la obra de Miguel Hernández tras la Guerra Civil: Cancionero y romancero de ausencias.
Aunque Dámaso Alonso denominó a Miguel HERNÁNDEZ como «genial epígono de la generación del 27», por generación le corresponde aparecer en la nómina de los poetas de este período. En 1944, publica Dámaso Alonso Hijos de la ira. La obra presenta una visión angustiada de la realidad, un mundo dominado por el odio y la injusticia, en el que Dios está ausente. Está escrita en versículos y contiene imágenes surrealistas, pero también un léxico coloquial y anti retórico. 
C. LA POESÍA EN EL EXILIO: abordan algunos temas comunes como la patria perdida, la lucha o la derrota. Más tarde aparecen la nostalgia, el recuerdo de la infancia o el deseo de regresar.


2. LA POESÍA SOCIAL. LA GENERACIÓN DEL 50.
Hacia mediados de siglo la literatura existencialista desemboca en el Realismo social: los escritores salen de
su angustia interior y contemplan lo que sucede en la calle, exigen un cambio en la sociedad y creen que la literatura
puede ser el motor de esa transformación. Los poetas adoptan como consignas palabras como compromiso y
solidaridad. Sus temas son: denuncia de la marginación, el paro o la falta de libertad política y social; exigencia de
justicia y paz para todos. Su estilo poético incorpora un lenguaje coloquial que llega incluso al prosaísmo extremo.
Tiene predilección por el verso libre, las rupturas rítmicas y las construcciones sintácticas simples o yuxtapuestas.
Entre los poetas sociales destacan JOSÉ HIERRO, GABRIEL CELAYA (Cantos iberos) o BLAS DE OTERO (Pido la
paz y la palabra).
3. LA RENOVACIÓN POÉTICA. LA GENERACIÓN DEL 60.
Se conocen con el nombre de Generación del 60 a unos poetas que comienzan a publicar en la década de los
cincuenta y marcan el camino de la renovación poética de la década siguiente. Comparten con los poetas sociales la
visión crítica de la realidad, pero les define una actitud humanista y una preocupación por los problemas del ser
humano, tanto morales y sociales como existenciales e históricos.
Entre los poetas de la Generación del 60 cabe citar a ÁNGEL GONZÁLEZ (Áspero mundo), JOSÉ ÁNGEL VALENTE
(A modo de esperanza), JAIME GIL DE BIEDMA (Compañeros de viaje), CLAUDIO RODRÍGUEZ (Don de la ebriedad) o
JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO (Palabras para Julia y otras canciones).Los novísimos o generación del 68 son conocidos peyorativamente como los venecianos por su gusto por la ambientación refinada y exquisita de ciudades como Venecia. Son un movimiento de ruptura vanguardista con la poesía social. Indagan en un nuevo lenguaje que los lleva al experimentalismo formal y rechazan conceptos como compromiso, testimonio y solidaridad.
Pound, Rimbaud, Cavafis, Neruda y Octavio Paz y en ellos influyen los medios de comunicación de masas y los mitos creados por estos.


1. LA NOVELA DE POSGUERRA. (DÉCADA DE LOS 40).
La Guerra Civil tiene un efecto devastador sobre la literatura, especialmente sobre la novela cuyo desarrollo
se ve interrumpido drásticamente. Durante las décadas de los cuarenta y cincuenta, el aislamiento internacional y la
censura impide la entrada de las nuevas formas narrativas europeas y norteamericanas.
A. LA NOVELA DE LA INMEDIATA POSGUERRA: la década de los cuarenta está marcada por la censura
ideológica y moral y por las dificultades económicas. Aparecen dos tendencias novelísticas:
-La novela ideológica, escrita por los “novelistas con el Imperio”. Es una novela de corte falangista, que
utiliza técnicas tradicionales y tiene como temas la gesta heroica o la religiosidad. Destacan: Wenceslao
Fernández Flórez (El bosque animado) y José María Gironella (Los cipreses creen en Dios).
-La novela existencialista: se inicia con la publicación en 1942 con La familia de Pascual Duarte de Cela, novela
que inicia la corriente tremendista: realidad violenta con personajes y ambientes desgarrados y crueles.
Los autores más destacados de este período son:
a) Gonzalo Torrente Ballester: su narrativa atraviesa por tres períodos (novela de guerra; realista y
tradicional; y de renovación estructural). Su novela más destacada es la trilogía de Los gozos y las sombras
(1957-1962), que recrea el ambiente rural gallego de caciques y asalariados.
b) Carmen Laforet: su novela Nada inaugura en 1945 la corriente existencialista y es merecedora del Premio
Nadal. Esta novela refleja la amargura de la vida cotidiana desde un punto de vista existencial.
c) Miguel Delibes: en su narrativa analiza la sociedad rural marginada y critica a la burguésía urbana
despreocupada. Su lenguaje es sobrio, natural y preciso. Se inicia en la novela existencial con La sombra
del ciprés es alargado (1948), pero desemboca en el Realismo de ambiente rural con El camino (1950) o
Los santos inocentes (1982). Dentro de la novela experimental destaca Cinco horas con Mario (1966),
que narra el largo monólogo de Carmen en segunda persona ante el cadáver de su marido.


d) Camilo José Cela: en 1989 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. La visión tremendista de su obra es
heredera de Pío Baroja: pesimismo existencial y escasa fe en la naturaleza humana. Sobresale en su
dominio del lenguaje y en la capacidad de crear ambientes y describir tipos humanos diferentes y
originales. En la línea de Quevedo y Valle, se decanta por la sátira y el humor desgarrado. Se pueden
destacar tres etapas en su narrativa:

B. LA NOVELA EN EL EXILIO: entre los narradores exiliados sobresalen Ramón J. Sender (Réquiem por un
campesino español), Max Aub (El laberinto mágico), Rosa Chacel o Francisco Ayala.

2. LA NOVELA DEL Realismo SOCIAL. (DÉCADA DE LOS 50).
La novela social se desarrolla en España al tiempo que la poesía social. Los novelistas intentan reflejar con
objetividad los temas: miserias de la sociedad española de posguerra, dureza de la vida, soledad, guerra como
recuerdo y sus consecuencias, dureza de algunos trabajos, desigualdad social, injusticia o pobreza. Predominan dos
enfoques:
1) Realismo testimonial, en el que el narrador presenta la realidad de manera objetiva, sin apenas
intervención, como si fuera una cámara cinematográfica (El Jarama, de Sánchez Ferlosio).
2) Realismo crítico, de denuncia social explícita con comentarios del narrador y presentación de personajes
que representan distintas clases sociales.

A los autores se los conoce como generación del 50 o del medio siglo:
-Jesús Fernández Santos: inaugura el Realismo social con Los bravos.
-Ignacio Aldecoa: novelista y cuentista que destaca por la verosimilitud de sus historias y la belleza de su
prosa. (El fulgor y la sangre).
-Rafael Sánchez Ferlosio: El Jarama, que refleja la falta de ilusión y el sinsentido de la vida cotidiana de unos
jóvenes trabajadores.
-Carmen Martín Gaite: cuya andadura comienza con Entre visillos, visión crítica de la vida provinciana de la
época.


3. LA RENOVACIÓN NARRATIVA Y EXPERIMENTALISTA. (DÉCADA DE LOS 60).
Los años sesenta traen un importante cambio social en el mundo: pacifismo, movimiento hippie, feminismo o
protestas estudiantiles. Es también la época en la que autores europeos y norteamericanos renuevan el panorama
literario (James Joyce, William Faulkner) y se dan a conocer los grandes novelistas hispanoamericanos: García
Márquez o Vargas Llosa. En España se producen también cambios significativos en la novela:

-Se reconoce a los grandes narradores europeos (Franz Kafka, Marcel Proust, Thomas Mann).
-Se empiezan a publicar las grandes obras del boom hispanoamericano, como Cien años de soledad.
En 1962 aparece Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, lo que supone el inicio de la renovación de la
narrativa. La nueva narrativa se va a basar en el perspectivismo y el contrapunto, el uso de la segunda persona
narrativa, del monólogo interior y del estilo indirecto libre, así como la ruptura de la linealidad: desorden temporal
que se traduce en diferentes saltos narrativos como el flashback o el flashforward.
Los autores más destacados de esta década son Luis Martín Santos, con el mencionado Tiempo de
silencio; Juan Marsé, con Últimas tardes con Teresa, feroz análisis de la burguésía; o Juan Benet, uno de los
autores más renovadores.

4. LA EXPERIMENTACIÓN EXTREMA. LA ANTINOVELA. (DÉCADA DE LOS 70).
La renovación narrativa del período anterior desemboca en la novela experimentalista. En esa época se llega
a decir que la novela tradicional ha muerto. Es una novela fundamentada en la técnica, que destruye el personaje
tradicional, la acción, la trama y el argumento y que no goza del favor de los lectores.
Solo perviven en la actualidad novelas de un experimentalismo moderado o que lo parodian con ironía y
humor:
-José María Guelbenzu: El Mercurio (1968).
-Miguel Espinosa: Escuela de mandarines (1974).


5. LA NOVELA EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS. EL NEORREALISMO.
Desde 1975 los autores rechazan el experimentalismo y vuelven a la tradición, al tiempo que triunfa la novela
de género: novela negra (Vázquez Montalbán y su serie sobre Pepe Carvalho), policíaca (Eduardo Mendoza: La verdad
sobre el caso Savolta), histórica (Pérez Reverté y su ciclo de Alatriste), erótica (Almudena Grandes: Las edades de Lulú),
culturalista (Javier Marías: Corazón tan blanco), intimista (Francisco Umbra: Mortal y rosa), de Realismo crítico y social
(Luis Landero: Juegos de la edad tardía), de aventuras (Pérez Reverté: La tabla de Flandes) o alegórica, mítica y
fantástica (Luis Mateo Díez: La fuente de la edad).

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