11 Nov
El Modernismo
Es la respuesta que los intelectuales dan a la crisis de fin de siglo. Es el término con el que se conoce al movimiento renovador del arte de los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, y que supuso una nueva actitud ante la vida. En sus orígenes, el término *modernista* se usó despectivamente para señalar a los jóvenes artistas que se mostraban inconformistas con la vida burguesa (a la que, por cierto, pertenecían).
El movimiento tuvo su origen en Hispanoamérica hacia 1880, encabezado por el cubano José Martí y el nicaragüense Rubén Darío. Será este último el que lo introducirá en España. Sin embargo, en nuestro país el Modernismo fue menos brillante, exótico y atrevido que en América; su gusto por lo sensual dio lugar a una corriente más intimista e introspectiva.
Características del Modernismo
El Modernismo supone un rechazo a la realidad cotidiana, y presenta dos reacciones diferentes:
- Modernismo exótico, ornamental, externo: Crea mundos imaginarios, recrea espacios irreales, los puebla de ninfas, hadas y princesas. Le interesa todo lo que aporte sensualidad y preciosismo: la India, Asia, la cultura y la mitología griegas, el mundo caballeresco…
- Modernismo intimista: Busca una respuesta en el mundo interior del poeta. Se centra en la melancolía, en la angustia existencial, afloran el desencanto y el pesimismo. Es la expresión del descontento ante la vida.
Rasgos compartidos por ambas vertientes
- Influencia francesa: Influencia del Parnasianismo y del Simbolismo franceses (Gautier, Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Verlaine). Ambas tendencias se complementan uniendo la plasticidad y el esteticismo de los parnasianos y la vaguedad etérea de los simbolistas.
- Raíz romántica: Hay un análogo malestar y semejante rechazo de una sociedad vulgar. Afloran las pasiones, lo irracional, los sueños, el misterio. Es muy significativo al respecto la presencia de lo otoñal, de lo crepuscular y, en general, de expresiones que revelan la insatisfacción del artista.
- Riqueza léxica: Cultismos, helenismos, arcaísmos y neologismos se usan de manera profusa. Su amor por la elegancia le lleva a mencionar constantemente obras de arte, personajes ilustres, lugares famosos, términos musicales y pictóricos. Las palabras se seleccionan por su brillantez y su capacidad para sugerir.
- Estilo y métrica: Se amplían los recursos expresivos, se persigue la brillantez y los grandes efectos, aunque también lo más delicado y tenue. Utilizan muchos recursos fónicos, efectos sonoros, ritmos muy marcados, efectos cromáticos, adjetivación ornamental, sinestesias, metáforas y símbolos. La métrica se enriquece; los versos predominantes son el alejandrino, el dodecasílabo y el eneasílabo.
Sin duda, el Modernismo es un ejemplo de inquietud artística y de libertad creadora.
Precursores del Modernismo
- Ricardo Gil: Su obra más importante es *La caja de música*, una obra becqueriana, con gusto por los temas orientales, en la que asoma el malestar propio de las *Soledades* de Antonio Machado y de *Arias tristes* de Juan Ramón Jiménez.
- Manuel Reina Montilla: Aportó al modernismo español el afán de hallar la sonoridad como belleza. Alternó poemas de un acusado paganismo con otros de carácter religioso. Sus obras más significativas son *Poemas paganos* y *El Jardín de los poemas*.
Autores Modernistas Clave
Rubén Darío (1867-1916)
Es la figura más importante y apóstol del Modernismo. Su primera obra, *Azul* (1888), escrita en verso y prosa, contiene ya los elementos propios del nuevo movimiento: ritmo y musicalidad, exotismo, erotismo y exaltación de las raíces americanas frente a lo español.
*Prosas profanas* (1896) es la consolidación de la estética modernista. Escrita en verso, es una obra poblada de princesas, cisnes y mundos alejados de la realidad (“yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer”, afirma en el prólogo). Ambas obras influyeron en J. Ramón Jiménez, quien en *Arias tristes* (1903) asimila los rasgos formales del movimiento.
En 1905, Darío publica *Cantos de vida y esperanza*, obra que supone un gran cambio. Los poemas son reflexiones profundas sobre la propia existencia, el tiempo, la muerte, aunque en muchos continúa la evasión. Son composiciones más sinceras que perfectas. Ahora recupera las raíces literarias e históricas españolas, que exalta frente al imperialismo norteamericano. La influencia de esta obra es notable en J. R. J. y A. Machado.
Manuel Machado (1874-1947)
La influencia del Parnasianismo, del Simbolismo y de R. Darío es patente en su poesía. Pero ese tono modernista (en el que no falta la pose decadente y cosmopolita o la propensión a la nostalgia y la indolencia) se funde en sus versos con un andalucismo en el que se combinan el gusto por las formas del folclore (coplas, soleares…) y cierta tendencia a caer en el pintoresquismo fácil (gitanos, los toros…).
Entre sus obras pueden citarse *Alma, Museo, Los cantares* (1907), *El mal poema* (1909), *Cante hondo* (1912), y *Ars moriendi* (1922). Escribió algunas obras teatrales en colaboración con su hermano, el gran poeta A. Machado.
Francisco Villaespesa (1877-1936)
Fue uno de los animadores del Modernismo en Madrid. En sus poemas se aúnan rasgos típicos del Romanticismo (gusto por lo macabro y la expresión declamatoria) con otros propios del Modernismo (estanques, princesas, canto a la bohemia, al amor, a lo amoral…).
Dentro de su obra lírica se encuentran *Flores de almendro* (1899), *El alto de los bohemios* (1902), *Tristae rerum* (1906) y *El patio de los arrayanes* (1908).
Valle-Inclán (1886-1936)
Aunque más vinculado a la Generación del 98, Valle incorporó, enriqueció y superó las innovaciones modernistas. Su propia imagen bohemia (largas barbas, levita) le dieron la mala fama de escritor modernista.
Su obra fundamental dentro de este movimiento es narrativa: *Las Sonatas* (*Sonata de otoño*, 1902; *Sonata de estío*, *Sonata de primavera* y *Sonata de invierno*, 1905). Representan la cumbre de la prosa modernista, musical y sensual. Su protagonista, el Marqués de Bradomín, un donjuán feo, católico y sentimental, narra de forma autobiográfica sus andanzas amorosas, en un escenario decadente y con una prosa musical y sensorial.
La Generación del 98
El término “Generación del 98” fue acuñado por Ortega y Gasset y popularizado por Azorín. Se denomina así a una serie de escritores españoles que vivieron en su juventud el desastre colonial, lo que modeló sus inquietudes y anhelos. Se muestran preocupados por la realidad española, adoptan una postura crítica y convierten el tema de España en uno de los centrales de su preocupación literaria. Estos escritores heredan de los regeneracionistas la preocupación por la recuperación nacional y coinciden con los modernistas en el rechazo del positivismo y de la literatura realista, en el deseo de una renovación estética y en su reivindicación de la libertad creadora del artista.
El núcleo del Grupo del 98 fue el llamado Grupo de los Tres, formado por Ramiro de Maeztu, Pío Baroja y Azorín, que publican en 1901 un manifiesto en el que denuncian el clima de descomposición espiritual de España y expresan su deseo de ayudar a la regeneración del país. Esta iniciativa resultó un fracaso, hecho que los llevó al pesimismo y a la adopción de posturas más idealistas y desengañadas.
Tradicionalmente se incluyen en la nómina de autores a Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Unamuno, A. Machado y Valle-Inclán.
Características de la Generación del 98
Los autores del 98 muestran una serie de coincidencias ideológicas y estéticas entre las que podemos destacar las siguientes:
- Influencia filosófica: Influencia de los filósofos irracionalistas Schopenhauer, Kierkegaard y Nietzsche. De ellos proceden las preocupaciones existenciales y el pesimismo, la actitud religiosa ante el cristianismo, la valoración de la vida y la voluntad frente a la razón, la predilección por el superhombre (el Pío Cid de Ganivet, el Quijote de Unamuno, el Caballero de la Hispanidad de Maeztu, el César Moneda de Pío Baroja…).
- Temas existenciales: Muestran una gran preocupación por los grandes temas de la existencia humana: el sentido de la vida, el destino del hombre…
- Preocupación nacional: Expresan en sus obras la inquietud por la situación del país y conceden especial importancia a la regeneración nacional e individual.
- Postura idealista: Adoptan una postura idealista ante la regeneración social. Frente al pragmatismo de los regeneracionistas, muestran su incapacidad para pasar a la acción y aplicar las reformas que proponen. A los problemas concretos solo ofrecen respuestas filosóficas.
- El tema de España: Es el eje central de sus obras. Exaltan el paisaje y los pueblos, se interesan por su historia en la que esperan descubrir la esencia de lo español.
- Europeización: El deseo de modernizar el país les hace volver sus ojos a Europa y expresar la necesidad de europeizar a España.
- Reivindicación de Castilla: Buscan la esencia de lo español y de los valores eternos en las tierras de Castilla, en su historia y en su literatura. Aman los viejos pueblos y el paisaje castellano y reivindican a los escritores españoles medievales y clásicos: Berceo, Hita, el Marqués de Santillana, Góngora… Admiran a Larra, al que consideran como “el más libre, espontáneo y destructor espíritu contemporáneo”.
- Renovación lingüística: Todos muestran su afán por renovar la lengua literaria. Recuperan palabras tradicionales y utilizan abundantes arcaísmos. Defienden un estilo antirretórico, sobrio y preciso.
Rasgos Estilísticos
Todos coinciden en rechazar el retoricismo de la generación anterior y en defender un estilo sobrio, la precisión del léxico, la sencillez y la claridad, el párrafo corto y la frase breve. El lirismo impregna sus reflexiones sobre España, o sus descripciones del paisaje castellano. Hay una proyección de las preocupaciones personales del autor sobre su visión de la realidad. El paisaje adquiere, de esta manera, connotaciones simbólicas o negativas.
La obra del 98 supuso también una profunda renovación de los géneros literarios:
- Novela: Se convierte en el vehículo de ideas abstractas (las “nivolas” de Unamuno), el argumento es secundario, predomina la anécdota, el apunte rápido, las digresiones (en Baroja o Azorín).
- Ensayo: Fue uno de los géneros más cultivados y amoldados a las preocupaciones del autor.
- Teatro: Se vuelve “irrepresentable” y al margen de las convenciones escénicas (el esperpento de Valle, el teatro filosófico de Unamuno).
- Poesía: Se aleja del esteticismo modernista y opta por la sencillez y “la palabra esencial en el tiempo” (Machado).
Autores de la Generación del 98
Azorín
En sus ensayos se centra en el análisis de los problemas del país y en la reinterpretación de obras clásicas (*Castilla*). En sus novelas no hay trama estructurada ni personajes nítidos ni final cerrado al estilo realista. Historia, filosofía, poesía… son las herramientas con las que construye un original relato donde el protagonista es el propio lenguaje y el inconfundible estilo (*La voluntad, Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo*).
Unamuno
Intelectual de enorme prestigio, fue más conocido como pensador que como literato, aunque él se consideró sobre todo poeta. En obras como *El Cristo de Velázquez* plasma en versos algo áridos sus inquietudes vitales en torno a la lucha entre la fe y la razón. Más interesantes son sus ensayos (*En torno al casticismo, Vida de don Quijote y Sancho*) en los que introduce conceptos como el de “intrahistoria”. Quizá sean sus novelas lo más leído de su obra:
- *Niebla*, en la que enfrenta al protagonista con el autor (trasunto de las relaciones hombre-Dios).
- *San Manuel Bueno, mártir*, en la que aborda la incapacidad de creer en la inmortalidad del alma.
Pío Baroja
El gran novelista de la generación fue Pío Baroja, autor de más de 60 novelas. Tal vez las más importantes son las de la primera época, hasta los años 20. Títulos como *La busca* o *El árbol de la ciencia* muestran una feliz síntesis entre el realismo al estilo de Galdós (escenas cotidianas y costumbristas de la clase media o baja) y las descripciones impresionistas, diálogos ágiles, acción trepidante, estructura episódica, digresiones, final abierto…
Antonio Machado
Antonio Machado es el mejor poeta del grupo. Su primer libro, *Soledades* (1907), respira un tono modernista, con inquietud por el cromatismo y los versos audaces, pero en un tono intimista y moderado.
El contacto con la tierra soriana fue esencial para su obra *Campos de Castilla*. El paisaje como motivo para la reflexión sobre España y sus gentes o la nostalgia de Leonor, su joven amada perdida para siempre, son sus temas predilectos.
Valle-Inclán
Por último, Valle-Inclán fue un genial novelista y dramaturgo. Partiendo de un refinado modernismo con sus *Sonatas*, cultivó también una literatura mítica, situada en una Galicia ancestral, mágica y brutal. Pero su hallazgo más feliz fue el esperpento, género bautizado así por él, que la crítica asocia al expresionismo, en el que lleva a cabo una deformación caricaturesca de los personajes y situaciones para analizar de modo profundo y crítico la historia, la existencia y la circunstancia en la que viven.
Las Vanguardias y el Novecentismo
Introducción
Después del desastre de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), las generaciones de jóvenes europeos defendieron la creación de un mundo nuevo, de un nuevo orden internacional y de nuevas expresiones artísticas. En España, ese afán por la modernización y la rebeldía se reflejó en dos movimientos literarios fundamentales: el Novecentismo y las Vanguardias.
El Novecentismo (Generación del 14)
Se denomina Novecentismo a la obra de un grupo de autores que alcanzan el momento de máximo esplendor a partir de 1914 (también se le conoce como Generación del 14). Estos autores se caracterizan por su sólida formación intelectual y porque vieron en lo europeo, en Europa, un modelo para imitar. Políticamente estos autores se sitúan dentro del “reformismo burgués”. Mantuvieron su preocupación por el tema de España, al igual que la Generación del 98, pero dejando a un lado la queja y aplicando el rigor y la frialdad a la hora de examinar los problemas para buscar soluciones eficaces.
En cuanto a la estética del Novecentismo, supone una superación tanto del Modernismo como de la Generación del 98 y un rechazo al Romanticismo y al realismo trivial. Tres principios presiden la labor creadora: pulcritud, distanciamiento y equilibrio, lo que da como resultado una literatura para minorías y se impone el intelectualismo para evitar lo sentimental.
El Ensayo
José Ortega y Gasset (1883-1956)
Guía y maestro de la generación, máxima figura de la filosofía española del siglo XX, recogió en *España invertebrada* su postura europeísta y su denuncia del aislamiento de nuestro país. En *La deshumanización del arte* expuso sus ideas estéticas. Constata la existencia de un nuevo arte, la Vanguardia, que es un arte puro, donde solo se valoran las calidades formales. De ahí la tendencia a la deshumanización, que relega las emociones humanas a favor de la pura emoción estética.
Para educar a la masa —afirmaba Ortega— el intelectual ha de bajar a la “plazuela”, a la prensa, único medio de llegar al español poco inclinado a la lectura. Fundó en 1923 la *Revista de Occidente* que recoge las nuevas corrientes europeas y españolas de todos los ámbitos del pensamiento y la creación.
Otros ensayistas del Novecentismo fueron Eugenio D’Ors y Gregorio Marañón.
La Novela
Gabriel Miró
Su gran capacidad para captar sensaciones y su sentido lírico hicieron que Dámaso Alonso lo denominara “gran poeta en prosa”. En sus obras la acción se convierte en mero soporte para descripciones impresionistas. Domina el lenguaje, lleno de imágenes vivísimas, de emoción y belleza. Insinúa sin mostrar explícitamente, su estilo es denso, atento al detalle y el ritmo lento. Sus obras más destacadas son *Las cerezas del cementerio* y *El obispo leproso*.
Ramón Pérez de Ayala
Comienza con un relato autobiográfico de corte noventayochista para evolucionar hasta la novela intelectual. Obras: *La caída de los limones, Luz de domingo*.
Ramón Gómez de la Serna
Mención aparte merece Ramón Gómez de la Serna. Autor imposible de encasillar, es ejemplo de escritor puro. Encarna el espíritu de la vanguardia ya que estuvo en permanente ruptura con los convencionalismos. Cultivó todos los géneros, menos la poesía. Su creación más original son las greguerías. Son apuntes breves que encierran una pirueta conceptual o una metáfora insólita; algunas son chistes y otras se acercan a la máxima filosófica.
En la novela, supone la superación del canon tradicional realista-naturalista por su ingenio, su humor y unos personajes estrafalarios; la acción es escasa, a menudo irreal y están llenas de greguerías sorprendentes. *El doctor inverosímil* y *Piso bajo* son algunas de ellas.
La Poesía: Juan Ramón Jiménez
Los poetas tienden a una depuración estilística: son los años de superación del Modernismo que Pedro Salinas llamó “del cisne al búho”. La poesía de esta generación está presidida por Juan Ramón Jiménez.
Aunque se inició como poeta bajo la influencia de R. Darío, enseguida superó el Modernismo mediante un trabajo constante de depuración poética. Fue un poeta consagrado a su obra, que vivió en una persecución inalcanzable de la belleza y la palabra fundamental. Su poesía es minoritaria (“a la minoría, siempre”), de gran dificultad y hermetismo.
Su obra se puede clasificar en varias etapas, aunque todas ellas son formas diferentes de acercamiento a lo inefable:
- Etapa sensitiva: Su primer gran libro es *Arias tristes*, poesía “vestida de inocencia”, sencilla de formas, contenida, transparente de emoción. El acento becqueriano es evidente: sentimiento de soledad y melancolía, temas como el paso del tiempo o la muerte son propios de ese neorromanticismo que penetra el espíritu modernista o de un intimismo simbolista, que lo aleja del Modernismo más ornamental y sonoro. En obras como *Elejías, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes* y *Sonetos espirituales* adopta los ropajes del Modernismo intimista orientado hacia la contemplación y la confesión sentimental. Su obra en prosa *Platero y yo* combina rasgos modernistas con rasgos de voluntad de pureza.
- Etapa intelectual: *Diario de un poeta recién casado* (1916) supone la ruptura con el Modernismo: poesía desnuda en la que elimina todo lo anecdótico y tiende a la concentración conceptual y emotiva. Son poemas breves, densos, en versos escuetos y preferentemente sin rima y poemas en prosa que influirán en la poesía de vanguardia. De esta etapa son *Eternidades* y *Piedra y Cielo*, en los que continúa el proceso de depuración e interiorización. *La estación total* corona el anhelo de abolir el tiempo y de llegar a una posesión total de la belleza, la realidad y el propio ser.
- Etapa suficiente (o última): *En el otro costado, Dios deseado y deseante, Animal de fondo*, representan la síntesis definitiva de una visión panteísta de la naturaleza, con la que acaba fundiéndose. J. R. J. servirá de faro a los poetas puros y a los jóvenes del 27, y ya en la segunda mitad del siglo serán los “novísimos” los que recuperen la estima que había perdido durante la guerra.
Las Vanguardias Europeas y su Desarrollo en España
En Europa se desarrollan durante el primer tercio del siglo XX las vanguardias, esto es, un conjunto de corrientes artísticas que se enfrentan a la cultura anterior y proponen romper con el arte del siglo XIX. Es común a todas ellas la voluntad de experimentación (pretenden desarrollar un arte nuevo) y su hostilidad hacia la tradición. Reaccionan contra la sensibilidad romántica y manifiestan un marcado antisentimentalismo. Las vanguardias son provocadoras: desprecian al gran público y a la burguesía, a la que escandalizan con sus actitudes insolentes.
Los ecos de las diversas vanguardias llegan pronto a España, aunque aquí no surge un movimiento vanguardista organizado hasta el final de la Primera Guerra Mundial. En literatura los movimientos vanguardistas más relevantes son el Expresionismo, el Futurismo, el Cubismo, el Dadaísmo, el Creacionismo, el Ultraísmo y el Surrealismo.
Expresionismo (1910-1925)
Rechaza que el arte sea una mera representación externa de la realidad; debe reflejar la realidad interior, para lo que se resaltan hasta la deformación aquellos aspectos que mejor expresan las características de lo descrito. Esa búsqueda de la expresividad aparta la obra de arte de la reproducción realista del natural. Se da, por el contrario, una modificación subjetiva y, a menudo, trágica de la realidad. Abundan, por ello, los personajes extraños, las caricaturas, los motivos grotescos y el uso libre del lenguaje. Fue expresionista el escritor checo Kafka.
Futurismo
El primer manifiesto futurista (1909) se debe al italiano Marinetti. Defiende que el arte se debe al futuro y rechaza radicalmente el pasado. Sustituye los objetos consagrados por la tradición como expresión de la belleza (cisnes, princesas…) por nuevos motivos extraídos de la vida moderna: las máquinas, las fábricas, el automóvil, la luz eléctrica, los deportes… Exalta la acción y la violencia y repudia el sentimentalismo. En consonancia con esta pasión por el dinamismo, propone usar los verbos en infinitivo, abolir los adjetivos y adverbios, eliminar las conjunciones y suprimir la puntuación.
Cubismo
Comienza en 1913 y su principal teórico es Apollinaire. Es una consecuencia del cubismo pictórico. Los escritores cubistas atienden especialmente a los aspectos visuales del poema: juegan con los tipos de letra, con la disposición tipográfica de los versos… Destacan los caligramas de Apollinaire, en los que las letras del texto forman un dibujo que alude al contenido del mismo.
Dadaísmo
Comienza en Zúrich en 1916, encabezado por Tristán Tzara. Es un movimiento de rebeldía pura que se levanta contra la lógica, contra el sentido común y contra las convenciones estéticas y sociales. Rompe con la coherencia del discurso y vuelve al primitivismo e ilogicismo de la infancia, renuncia al significado, reivindica la espontaneidad, la sorpresa, considera que la obra de arte no tiene ninguna trascendencia más allá de sí misma.
Creacionismo
Fue iniciado en París por el poeta chileno Vicente Huidobro quien, durante su estancia en España en 1918, difundió aquí sus principios estéticos. Defiende que el poeta no debe imitar la Naturaleza, sino que ha de crear él mismo nuevas realidades. “Hacer un poema como la Naturaleza hace un árbol”. Para ello, se prescinde de lo anecdótico y descriptivo, con el propósito de que el poema provoque una emoción por el valor de la creación misma. Influye decisivamente en dos poetas españoles: Juan Larrea y Gerardo Diego, y está en el origen de un movimiento vanguardista hispano: el Ultraísmo.
Ultraísmo
Es un ismo español, su primer manifiesto es de 1919. Tiene un carácter ecléctico (recoge ingredientes de otras vanguardias). Como el Creacionismo, concibe la poesía como la creación de una nueva realidad, independiente del mundo existente. Como el Futurismo, prefiere los objetos materialmente duros, sin implicación sentimental: las locomotoras, las máquinas, el asfalto… Considera que el poeta no tiene ninguna función ética ni responsabilidad social: el arte es un juego intranscendente. Esta concepción lúdica del arte se advierte no solo en el gusto por la ocurrencia y el humor, sino también en la afición por los juegos tipográficos y la supresión de la puntuación y las mayúsculas, que dan a veces al poema un aire de rompecabezas. Otros recursos son el verso libre, la supresión del adjetivo, el empleo de neologismos, el abuso de palabras esdrújulas, etc. Pero el procedimiento expresivo fundamental es la metáfora que elimina el nexo lógico, con lo que hay que captar su sentido por medio de la intuición y no de la razón. Fue poeta ultraísta destacado Guillermo de Torre.
Surrealismo
Se dio a conocer en 1924, fue André Breton quien lo defendió en un manifiesto. No solo fue un movimiento de renovación estética, sino que pretendía ser una revolución integral. Propugna la liberación total del hombre: liberación de la esclavitud que le impone la sociedad burguesa (Marx) y liberación de los impulsos reprimidos en el subconsciente por una razón sumisa a las convenciones morales y sociales (Freud). La poesía es un instrumento idóneo para iluminar la vida auténtica; existen diversas técnicas para ello: la escritura automática realizada sin reflexión, ensamblar palabras al azar, transcribir los sueños… Se produce así una liberación del lenguaje con respecto a los límites que impone la lógica. Así, en un poema surrealista se entremezclan objetos, sentimientos o conceptos que la razón mantiene separados; aparecen asociaciones inesperadas de palabras, metáforas insólitas, imágenes oníricas, etc.
El Surrealismo tuvo una gran repercusión en España (casi todos los poetas del 27 acusaron en algún momento su influjo), pero no fue ortodoxo: no se practicó la escritura automática ni se llegó a la pura creación inconsciente; en los poemas españoles se percibe siempre una intencionada línea creadora como hilo conductor de las mayores audacias. Lo que sí hubo fue una liberalización de la imagen y un enriquecimiento del lenguaje poético. Fusionó, además, Ultraísmo, Creacionismo y la tradición autóctona.
El Surrealismo significó la crisis del ideal de poesía pura y deshumanización que había prevalecido durante unos años. Lo humano, incluso lo social y lo político, penetran de nuevo en la literatura por los cauces de la expresión surrealista: así lo prueban las trayectorias de Lorca, Alberti y Neruda.

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