11 Ago
La Cuestión Social y la Respuesta de la Iglesia
La Revolución Industrial provocó grandes cambios en la sociedad. Debido al éxodo rural, muchos campesinos se trasladaron a las ciudades en busca de trabajo, formándose una nueva clase social: el proletariado, que vivía en pésimas condiciones laborales. Surgió así la llamada Cuestión Social, que impulsó una serie de medidas para mejorar las condiciones de los trabajadores.
El papa León XIII abordó este problema en la encíclica Rerum Novarum, en la que recordó al mundo la obligación de ayudar a los más necesitados y apoyó la creación de instituciones que defendieran los intereses de los obreros. Los católicos apostaron por la acción caritativa directa y también actuaron a través de la política, denunciando los errores del capitalismo y del socialismo por no contribuir a erradicar las injusticias. Durante esta época, la influencia de la Iglesia decreció, ya que las ideas socialistas y anarquistas ganaron mucha influencia.
El Modernismo Teológico y el Concilio Vaticano I
En el siglo XIX, surge el modernismo teológico, que intentó acomodar el mensaje cristiano a las exigencias del pensamiento y de la ciencia de los tiempos modernos. El mayor problema fue que, al intentar explicar la fe cristiana para hacerla más aceptable a la mentalidad moderna, la vació de todo contenido sobrenatural. Las teorías modernistas comenzaron a generar confusión en muchos países europeos.
Algunos de los defensores de esta tendencia se opusieron a la autoridad del Magisterio, dando lugar a una verdadera crisis y acabaron negando la inspiración de la Sagrada Escritura, los milagros, las profecías y la divinidad de Cristo. Pío IX convocó el Concilio Vaticano I, que abordó grandes temas: la Revelación divina, la validez de la razón para conocer a Dios y la infalibilidad del Papa cuando habla ex cathedra.
Nuevas Órdenes Religiosas y su Impacto Social
Durante el siglo XIX, se fundaron en el seno de la Iglesia muchísimas congregaciones religiosas que respondieron a las principales necesidades de la época. Se distinguen tres grupos principales:
Congregaciones dedicadas al apostolado y las misiones
En una época donde la población comenzaba a descristianizarse, surgieron congregaciones dedicadas a la evangelización. Ejemplos incluyen los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María (Claretianos), fundados en España por San Antonio María Claret (confesor de la reina), así como los Combonianos o los Padres Blancos.
Congregaciones dedicadas a la enseñanza y la educación
Se ocuparon de la educación de todas las clases sociales. Algunas congregaciones destacadas son los Salesianos, los Hermanos Maristas, las Teresianas, los Marianistas y las Religiosas del Sagrado Corazón.
Congregaciones dedicadas a la ayuda a los más necesitados
Para la atención de ancianos, surgieron las Hermanitas de los Ancianos Desamparados; para la atención de enfermos, las Hermanas de Santa Ana; y las Siervas de María para ayudar a las jóvenes dedicadas a la prostitución.
Además, la Iglesia dio un notable impulso a las universidades católicas, creándose algunas nuevas y renovándose antiguas. El Movimiento de Oxford en Inglaterra dio lugar a múltiples conversiones al catolicismo, entre las que destaca la de San John Henry Newman.
La Gran Expansión Misionera
La vida de la Iglesia se caracterizó por una gran expansión misionera en África, Asia y Oceanía. Religiosos de toda Europa llevaron la fe a todos los continentes, fundaron misiones y, junto con el Evangelio, ayudaron a desarrollar los pueblos. Algunos dieron su vida por los enfermos, como San Damián de Molokai, quien entregó su vida por los leprosos.
Desde el Carmelo de Lisieux, Santa Teresa del Niño Jesús ofreció su oración por los misioneros. Por ello, fue declarada Patrona de las Misiones junto al gran misionero jesuita San Francisco Javier.
La Iglesia en el Siglo XX: Papas y Totalitarismos
El Pontificado de San Pío X y Benedicto XV
Tras la muerte de León XIII, fue elegido en el cónclave el papa San Pío X, quien provenía de una humilde familia italiana y eligió como Secretario de Estado a Rafael Merry del Val.
El papa Benedicto XV mostró gran interés y dedicación a las misiones, favoreciendo la expansión misionera de la Iglesia. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, trabajó incansablemente en favor de la paz.
La Iglesia frente a los Totalitarismos
Los totalitarismos, que marcaron trágicamente la historia del siglo XX, tuvieron su auge en el período de entreguerras. Aunque existieron diversas formas de totalitarismo, las más graves en Europa fueron el comunismo soviético, el fascismo italiano y el nazismo alemán.
El Comunismo Soviético
Ante el comunismo, el rechazo de la Iglesia fue muy enérgico. Pío XI lo condenó sin paliativos en la encíclica Divini Redemptoris, definiendo el ateísmo marxista como una «ideología muy perversa».
El Fascismo Italiano
El papa Pío XI también se enfrentó a un movimiento anticatólico en Italia. Los ataques desencadenados contra las asociaciones juveniles de la Acción Católica Italiana llevaron al Papa a publicar la encíclica Non abbiamo bisogno, en la que Pío XI denunciaba el totalitarismo del régimen fascista.
El Nazismo Alemán
Pío XI condenó con rotundidad el nazismo que surgió en Alemania. Lo hizo en la encíclica Mit brennender Sorge, donde el Papa condenó esta ideología.
Pío XII y la Segunda Guerra Mundial
Pío XII tuvo que afrontar la terrible prueba de la Segunda Guerra Mundial, que trató de impedir por todos los medios, aunque finalmente sus esfuerzos fueron inútiles. Muchos israelitas agradecieron al Papa lo que hizo por ellos; se calcula que, gracias a la actuación del Papa, se salvó de la muerte a más de 800.000 judíos.
El Concilio Vaticano II y la Crisis Posconciliar
El papa Juan XXIII abrió el Concilio Vaticano II, que fue concluido por el papa Pablo VI. El Concilio Vaticano II tuvo un programa de renovación cristiana. Por medio de sus documentos, especialmente sus Constituciones sobre la Iglesia (Lumen Gentium), sobre la Revelación Divina (Dei Verbum), sobre la Sagrada Liturgia (Sacrosanctum Concilium), y sobre la relación de la Iglesia con el Mundo Actual (Gaudium et Spes), puso de relieve algunos puntos fundamentales de la doctrina y del comportamiento de los cristianos. El Concilio Vaticano II subrayó la llamada universal a la santidad y la importancia del esfuerzo ecuménico.
Pero después del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI afrontó la «crisis posconciliar», donde algunos quisieron romper con la tradición de la Iglesia y emprender un camino de reforma alejado de la autoridad del Magisterio. Fueron años de crisis, sobre todo, en la identidad sacerdotal: se produjo un descenso en las vocaciones sacerdotales y religiosas, y se difundían corrientes de pensamiento teológico en oposición a la fe. Tanto Pablo VI como sus sucesores lograron sacar los mejores frutos del Concilio Vaticano II.
El Pontificado de San Juan Pablo II
Tras la muerte de Pablo VI y el breve pontificado de Juan Pablo I (que duró solo 33 días), fue elegido Juan Pablo II. La misa de inicio de su pontificado nos dio las claves de la que fue su misión:
- Llegar al mundo entero para servir a la humanidad con la potestad de Cristo: Para ello, viajó incansablemente y aprendió múltiples lenguas.
- Abrir a la potestad de Cristo a los Estados: Sufrió un atentado el 13 de mayo, que atribuyó a la intercesión de la Virgen de Fátima el no haber muerto.
- Iluminar con la luz de Cristo el sentido de la vida de todos los hombres: Él mismo vivió la enfermedad del Parkinson, dando un testimonio personal del valor salvífico del dolor.
- Fue también el Papa de los jóvenes: A quienes consideraba la esperanza de la Iglesia.
Murió el 2 de abril de 2005. Cientos de personas pidieron su canonización al grito de «¡Santo Súbito!», y el papa Francisco lo canonizó el 27 de abril de 2014.
El Pontificado de Benedicto XVI
El cardenal Joseph Ratzinger fue elegido Papa el 19 de abril de 2005, a los 78 años de edad, y eligió como nombre Benedicto XVI. Conocía las necesidades de la Iglesia de su tiempo. Centró su papado en la enseñanza de las verdades de la fe, el testimonio de los santos y la correcta interpretación del Concilio Vaticano II. Su pontificado se distinguió por:
- Insistir en poner a Jesucristo en el centro de la vida y la mirada de la Iglesia.
- El servicio a la Verdad: Dejó claro que la verdad existe y que no podemos renunciar a buscarla.
- El ecumenismo: Desmintiendo el prejuicio que algunos tenían de que sería un Papa «duro».
- El cuidado de la liturgia: Con su enseñanza y delicadeza en el cuidado de la liturgia, el papa Benedicto nos enseñó que lo primero para ser cristiano es la adoración a Dios.
Durante su pontificado, se hizo público el abuso a menores por parte de algunos sacerdotes y religiosos. Benedicto aplicó la doctrina de «tolerancia cero» y, para ello, tuvo que remover de sus cargos a varios obispos, pedir perdón y reunirse con las víctimas.
El 11 de febrero de 2013, renunció a la Sede de Pedro, sorprendiendo al mundo. La Sede Romana quedó vacante hasta la elección del papa Francisco, quien fue elegido el 13 de marzo de 2013. Murió el 21 de abril de 2025, y el papa León fue elegido el día 8 de mayo de 2025. Su misa de inicio de pontificado se celebró el 18 de mayo de 2025 (el día del cumple de San Juan Pablo II).
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