21 Ago

Valle-Inclán: Contextualización y Obra

Contextualización

Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) fue un narrador y dramaturgo español, quien formó parte de la corriente del Modernismo español y de la Generación del 98. Vivió en México y Roma, pero pasó la mayor parte de su vida en Madrid, donde llevó una vida bohemia, reflejada incluso en su aspecto. Entre sus obras, destacan Las Sonatas, una novela clave del modernismo que narra las memorias del Marqués de Bradomín. Otra obra relevante es, por ejemplo, Tirano Banderas. Luces de Bohemia se publicó en 1920 con el propósito de retratar una España degradada tras la pérdida de sus colonias y, lo más importante, marcó la aparición del esperpento. Esta obra es crucial, ya que en ella se define el esperpento y muere su protagonista principal, Max Estrella.

Tiempo y Espacio

El fragmento transcurre al amanecer, en uno de los callejones del Madrid de la época. Este momento es el clímax de la obra, pues una de las últimas frases de Max es la definición del esperpento. La obra en sí no abarca más de dos días, pero presenta cambios temporales bruscos, con saltos al futuro o referencias al pasado.

Personajes

Los personajes de este fragmento son contrastantes: Max Estrella representa la dimensión heroica de la bohemia, mientras que Don Latino de Hispalis se inclina más hacia la picaresca. Max es ciego, lo que explica su frase a Don Latino: «Échame el aliento. ¿Adónde te has ido, Latino?». Quizás su ceguera le otorga una visión más realista. Este personaje está inspirado en Alejandro Sawa, un conocido bohemio madrileño de la época. Ambos se caracterizan por su lenguaje y por la descripción en las acotaciones, que a menudo los animaliza, como cuando Max llama a Don Latino «buey» y «cabestro», o le dice: «muge». También se insinúa el estado de gravedad de Max, quien recurre a la mueca como signo de muerte inminente.

Recursos Estilísticos

El lenguaje coloquial es una constante en el fragmento, por ejemplo: «¡Estás completamente curda!». Valle-Inclán emplea frecuentemente antítesis, epítetos, entre otros recursos. En este pasaje, destaca una metáfora que es a la vez una antítesis: «Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato». Los héroes clásicos, símbolos de perfección, al entrar en el callejón del Gato (donde hay una ferretería con espejos cóncavos), se deforman y se vuelven grotescos. Esto sirve para explicar la situación española, que el autor critica como una deformación grotesca del resto de Europa. También se observa una hipérbole: «me quito el cráneo», que denota una exageración. La animalización se reitera en varias ocasiones, como se mencionó previamente. Las acotaciones de Valle-Inclán poseen un gran valor literario, son muy informativas y están cuidadosamente elaboradas.

Tesis del Fragmento

Según Max, España se refleja en un espejo cóncavo, donde se deforma y se vuelve absurda. De ahí se deduce que la tesis central del fragmento es: «España es una deformación grotesca de la civilización europea».

Miguel Hernández: Vida, Obra y «Elegía a Ramón Sijé»

Contextualización

Miguel Hernández (1910-1942) nació en Orihuela. De orígenes humildes, su dedicación al pastoreo evidencia su cercanía con la naturaleza. Con estudios básicos, su formación fue mayormente autodidacta.

Participó en las tertulias literarias locales organizadas por Ramón Sijé, a quien está dedicada esta elegía. Se casó con Josefina Manresa, también partícipe de estas tertulias. Su trayectoria literaria se inició con colaboraciones en la revista de tendencia católica El Gallo Crisis, dirigida por Ramón Sijé. Perito en lunas fue su primer volumen de versos. En Madrid, se relacionó con intelectuales como Pablo Neruda, Federico García Lorca o Juan Ramón Jiménez. Se dedicó a la instrucción de personas humildes a través de las Misiones Pedagógicas, proyectos de divulgación cultural. Falleció en prisión, tras ser detenido durante la Guerra Civil Española.

Su obra más destacada es, quizás, El Rayo que no Cesa. La «Elegía a Ramón Sijé» está incluida en este poemario, que contiene numerosos sonetos. En este poema, expresa su rabia ante la muerte que le arrebató a su amigo, y solo le queda conciliarse con su recuerdo. Se aprecian contradicciones en el poema, ya que se desvía de los pensamientos de Sijé hacia los de Neruda. La «Elegía» fue publicada en enero de 1936 en la Revista de Occidente de Ortega y Gasset.

Justificación Literaria, Temas y Rasgos de Estilo

Los temas principales son la muerte y la amistad. Aunque los lazos se hubieran debilitado, la amistad de Sijé era de gran valor para Miguel. Busca la reconciliación con «su compañero del alma» y la presencia del amigo en el mundo poético; con él, Miguel entierra una parte de su ser. Por otro lado, lanza una imprecación a la muerte y expresa el dolor y la rabia que siente por la pérdida. Finalmente, manifiesta la esperanza de su regreso, de un nuevo encuentro y de nuevas conversaciones.

La «Elegía» posee un marcado carácter epistolar. Ambos se habían prometido que, si uno moría, el otro cavaría su tumba con sus propias manos. Es una carta a Sijé para recordarle su promesa y buscar la reconciliación. Son palabras dirigidas a un amigo con el que aún parece poder comunicarse a través de su poesía. Por ello, la antítesis y la alternancia entre primera y segunda persona son constantes: «siento más tu muerte que mi vida».

Está compuesta por versos endecasílabos. La tensión recorre el poema a través de tercetos encadenados, desde el primer verso hasta el serventesio final. Asimismo, en su estructura se distinguen tres partes bien diferenciadas: la contradicción constante que lo lleva inicialmente a la resignación; la manifestación del dolor de la muerte; y, finalmente, el deseo de desamordazarlo y regresarlo para, a través de la naturaleza, resucitarlo en las flores del almendro.

Los primeros versos de resignación se inscriben en un contexto nerudiano. «Caracolas» y «amapolas» son elementos propios de la poesía de Neruda. La «amapola» (en este caso, parte de una personificación: «las desalentadas amapolas») tenía escasa presencia en la obra de Miguel Hernández antes de entrar en la órbita de Neruda. Se manifiesta la aceptación de la muerte; el poeta cultivará la tierra donde se sepulta al amigo, «la tierra que estercola». Acepta así una continuidad en la naturaleza, una visión panteísta que le proporciona la esperanza de comunicación con el amigo: a las amapolas «dará su corazón por alimento».

En una segunda parte, expresa el dolor con gran intensidad y una fuerte rabia hacia la muerte. La hipérbole como recurso manifiesta esa pena: «con doler me duele hasta el aliento», «No hay extensión más grande que mi herida».

La muerte es el referente de las metáforas alusivas a ese dolor: «un manotazo duro, un golpe helado». Se vale de un amplio campo semántico con adjetivos que podrían considerarse incluso epítetos: «hachazo invisible y homicida, empujón brutal».

Superar ese camino supone para el poeta un camino de «rastrojos». En Madrid, separado de sus seres queridos, el poeta se siente «Sin calor de nadie y sin consuelo» y habla de lo itinerante de su estado de ánimo: «voy de mi corazón a mis asuntos».

Las anáforas refuerzan el aspecto temporal. «Temprano» irrumpió la muerte y no le dejó tiempo para reconciliarse. Valiéndose de la antítesis, parece que la muerte, «enamorada», se ha encaprichado con el amigo y que la vida, «desatenta», lo deja marchar.

Así, la rabia crece progresivamente hasta adoptar un deseo de venganza hacia una muerte a la que no perdona. Alcanza una intensidad que manifiesta mediante la aliteración («piedras, rayos y hachas estridentes») y la alusión al rayo presente en el título de la obra. Las anáforas y los paralelismos («Quiero escarbar la tierra», «quiero apartar la tierra», «quiero minar la tierra») y el polisíndeton aluden a un deseo exasperado de su regreso.

Finalmente, en la última parte de la elegía, Miguel manifiesta una posibilidad de comunicación con su amigo. El planto se transforma repentinamente en una esperanza de retorno. «Volverás», le dice a su «compañero del alma». Los ecos son constantes dentro del poema: «quiero ser llorando el hortelano», «volverás a mi huerto».

De nuevo, epítetos («altos andamios», «angelicales ceras»), aliteraciones («arrullo de las rejas») y metáforas («un campo de almendras espumosas») dan forma a esta parte final de la elegía, tan arraigada a la tierra. En cierto modo, el amigo se integra en la naturaleza y rebrota en una nueva vida espiritual. La tierra acoge al amigo, trabajada por el hortelano, por los «enamorados labradores».

El corazón noble, como «terciopelo», es otro ejemplo del fuerte carácter metafórico de la elegía. «Su avariciosa voz de enamorado» no es más que la voz del poeta: quiere arrebatarle su amigo a la «muerte enamorada»; se aprecian, una vez más, los continuos ecos dentro de la obra.

La aliteración y la personificación («las aladas almas»), junto a una sincera declaración («te requiero»), nos conducen al clímax final del poema: Miguel le dice «que tiene que hablar de muchas cosas». La epanadiplosis, como figura retórica, recuerda una vez más que Sijé fue y es «su compañero del alma, compañero».

Destaca el contraste entre lo espiritual y lo terrenal, entre el blanco de las flores del almendro y el rojo de la amapola. De este modo, los dualismos (alma y cuerpo, corazón y calavera, sentimiento y pensamiento) ponen de manifiesto esas profundas contradicciones.

Rubén Darío: Modernismo y Reflexión Existencial

Rubén Darío (1867-1916) fue un poeta nicaragüense y el máximo representante del Modernismo. Viajó por Hispanoamérica y estuvo varias veces en España, donde conoció a Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, entre otros. Se estableció en París, conectando con la literatura francesa. Su personalidad era difícil y compleja: pagano, bohemio, apasionado, alcohólico y con etapas depresivas. Se caracterizó por su escapismo y fue muy innovador desde el punto de vista métrico (variación del soneto modernista).

Este poema pertenece al libro Cantos de vida y esperanza, poemario publicado en 1905. Se puede clasificar como existencial y metafísico, pero sin renunciar a las señas de carácter modernista, iniciadas en Azul (1888) y culminadas en Prosas profanas y otros poemas (1896-1901).

Este poema es una reflexión sobre la vida y la muerte, cuyo tema principal es la existencia. Está compuesto por tres cuartetos alejandrinos que finalizan en el último verso del último cuarteto con dos versos libres.

Desde la primera estrofa, se aprecia la angustia en forma de desesperación ante la existencia humana. El poeta envidia la ausencia de dolor en seres inconscientes e inertes: «Dichoso el árbol», «y más la piedra dura porque esa ya no siente», dando a entender que lo peor de la vida es ser vivo y consciente de la misma. Para expresar esto, utiliza la hipérbole: «no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo».

En la segunda estrofa, se expone la idea de incertidumbre, manifestada mediante verbos como: ser, saber, haber sido, sufrir. Hay una gradación semántica entre: temor, terror, espanto. Se aprecia un polisíndeton, que consiste en la reiteración de la conjunción copulativa «y». Se contraponen el futuro y el pasado: «temor de haber sido» y «futuro terror».

En la tercera estrofa, se expone un enfrentamiento dialéctico y sustancial entre la vida y la muerte: «la carne que tienta con sus frescos racimos» y «la tumba que aguanta con sus fúnebres ramos», siendo ambas expresiones paralelas y metáforas. Utiliza la personificación: «la tumba que aguanta». Nos encontramos ante epítetos como «frescos» y «fúnebres», y antítesis como «carne» y «tumba», que sirven para comparar la vida y la muerte. El poema se cierra con la frase «no saber adónde vamos, ni de dónde venimos», que resume la incertidumbre existencial presente en todos nosotros.

Pedro Lezcano: «La Chabola» y la Denuncia Social

Contextualización

Pedro Lezcano (1920-1994) nació en Madrid, pero a los dos años se trasladó con su familia a Gran Canaria. Comenzó a escribir durante la Guerra Civil Española, aunque sus obras no saldrían a la luz hasta años más tarde. Estudió Filosofía y Letras entre La Laguna y Madrid, y fue en esta última ciudad donde frecuentó cafés con intelectuales como Eugenio de Nora o Dámaso Alonso. Escribió cuentos, teatro y poesía, publicando sus versos en revistas literarias. Fue influenciado por poetas de la Generación del 27, especialmente por Miguel Hernández. Alterna la poesía popular con la de contenido social y humanístico. Su vinculación con autores canarios (Agustín Millares, Carlos Pinto, Víctor Doreste, entre otros) propició la aparición de Antología cercada, que posteriormente se conocería como Poesía Social en España. Intervino como actor, director y autor en la actividad teatral de El Teatro Insular de Cámara.

De su obra en prosa, destacan: La ruleta del Sur (1956), Desconfianza (1945), Diario de una mosca (1994) y Cuentos sin geografía y otras narraciones (1968). A este último volumen pertenece el cuento «La chabola», el más corto de la colección, pero con el que Lezcano logra su propósito: plasmar un mundo de miseria y elementalidad. De su obra poética, las más conocidas son La Maleta y Consejo de Paz.

«La Chabola»: Estructura y Temas

Con este cuento, Lezcano denuncia la situación social de la época, marcada por la dictadura de Franco. Presenta una estructura lineal, con los hechos sucediendo secuencialmente, desde el anochecer hasta la hora de dormir.

Como todo cuento, posee introducción, desarrollo y desenlace. A lo largo del cuento, aparecen términos propios del dialecto canario y vulgarismos, como: «chinchorrero», «se revira», «papas nuevas», «se privan», «virginio», «gofio», «¿cuálo?».

El cuento se introduce explicando el escenario. La situación transcurre en una chabola en la playa, «clavada sobre la arena», compuesta por una «sola pared de piedra», mientras que las demás son de «hojalatas» y «tablas de cajones». En estos párrafos, se encuentran una comparación («como sus hermanas celestes»), un epíteto («misteriosas palabras») y la ironía con la que se dice: «Por eso, Juan, que tiene buen humor y sabe leer periódicos, suele llamar la ONU a su chabola», haciendo referencia a los «múltiples idiomas» en los que estaban escritas esas «tablas de cajones».

En el cuerpo argumentativo, se exponen las tareas y la presentación de los personajes. Juan el chinchorrero ya ha sido presentado; ahora aparece su mujer, María, quien reparte las órdenes. Pepa será quien «vaya a poner las latas del agua»; Justo, el encargado de «ordeñar»; e Isabela, quien limpie a la abuela, Juanitita. La frase «luego se amontona mucha gente» sugiere que hay más personas en la misma situación de miseria que Juan y María. Utiliza la hipérbole para referirse al estado de la abuela, «ya a medio morir», y a su vez la metáfora «apenas hilvanada ya a este mundo», indicando que le queda tan poca vida que apenas está sujeta a ella. El autor recurre a la sinestesia, atribuyendo cualidades de un sentido a otro (en este caso, de lo visual a lo auditivo) con el término «zumba».

Finalmente, aparece un extranjero, y es aquí donde se evidencia la notable diferencia entre países adinerados y aquellos en la miseria, ya que al oír la advertencia del extranjero, la contestación es de asombro: «¿Cuálo dijo que hiciéramos?». El cuento concluye con la hora de «arrebujar las mantas en la penumbra lunar», es decir, de dormir.

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