25 Nov
Cosmología Agustiniana: Dios como Fundamento y Origen
Para San Agustín, Dios es el fundamento de todo conocimiento y existencia. En su filosofía, Dios es la fuente de las verdades universales y necesarias que el ser humano puede descubrir con la razón, como la aspiración a la verdad y a la felicidad, así como las verdades eternas de las matemáticas y las ideas.
Estas verdades, que siempre han existido, requieren un ser necesario que las sustente, y ese ser es Dios, a quien Agustín llama razón superior. Influido por Platón, sostiene que en la mente de Dios existen los modelos de todas las cosas. Este concepto se desarrolla en dos puntos clave:
- Ideas Ejemplares: Desde la eternidad, Dios posee los modelos de cada ser.
- Razones Germinales: Siguiendo ciertas ideas estoicas, Dios imprimió en la materia informe “razones germinales”, principios internos que permiten que cada ser se desarrolle según su naturaleza.
Aunque estas ideas recuerdan a la evolución, para Agustín no existe cambio por evolución, sino la manifestación de lo que ya fue colocado en su origen por Dios. Por estas razones, todos los seres contienen la huella de Dios: responden a las ideas ejemplares y se originan a partir de las raíces puestas en la materia, reflejando así su imagen divina.
Razón y Fe: Colaboración y Vías del Conocimiento
La razón y la fe no se contradicen, sino que se complementan: la fe ilumina a la razón y la razón permite comprender mejor la fe, aunque por sí sola no puede alcanzar la verdad absoluta. Sus expresiones clave son: “creo para entender” y “entiendo para creer”. Esta colaboración permite que la razón estudie el mundo y acabe llegando a verdades que la fe ya conoce.
La certeza más sólida es la existencia propia (no se puede dudar de que vivimos y pensamos). En la búsqueda de la verdad, la razón descubre ideas eternas e inmutables que no provienen de los sentidos, llevando a la máxima expresión: “conócete y conocerás a Dios”.
Los Niveles del Conocimiento
El conocimiento se desarrolla en tres etapas:
- Imagen Sensitiva: Captada por los sentidos y transformada en imágenes internas, almacenadas en la memoria, permitiendo el reconocimiento del yo a lo largo del tiempo.
- Razón Inferior (Entendimiento): Toma estas imágenes y forma ideas universales, base del conocimiento científico, aunque sin alcanzar la verdad absoluta.
- Razón Superior (Sabiduría): Dirige el alma hacia sí misma para descubrir las verdades eternas e inmutables que solo provienen de Dios. Este nivel requiere introspección y meditación.
Todo el proceso es posible gracias a la iluminación divina, que permite al alma reconocer las verdades eternas y, al conocer a Dios, comprender también el mundo creado según sus ideas divinas, siguiendo la noción de ejemplarismo.
Antropología: El Ser Humano y la Imagen de Dios
El ser humano refleja la imagen de Dios, quien es Eternidad, Verdad y Amor, a través de tres potencias fundamentales:
- Memoria: Permite hacer presente el pasado.
- Inteligencia: Busca la verdad.
- Voluntad: Persigue la felicidad.
Ejercitar estas potencias acerca al hombre a Dios en su interior. El alma es una sustancia autosuficiente unida accidentalmente al cuerpo, manteniendo la superioridad de lo espiritual sobre lo material; aunque distintas, alma y cuerpo funcionan de manera inseparable.
Cada alma es creada por Dios de forma singular y transmitida a través de los padres. En ella se libra la lucha entre el bien y el mal, siendo el triunfo del bien lo que conduce a la verdadera felicidad. Sin embargo, debido al pecado original, el hombre tiende al mal y solo puede salvarse mediante la gracia divina.
La Percepción del Tiempo
La conciencia unifica la vida interior, y el tiempo se percibe a través de ella:
- La memoria recuerda el pasado.
- La atención vive el presente.
- La expectativa proyecta el futuro, expandiendo la conciencia a lo largo del tiempo.
Filosofía Política: La Doctrina de las Dos Ciudades
Agustín analiza la historia como un proceso con sentido, donde Dios se manifiesta y realiza la salvación del hombre. Diferencia dos ciudades que simbolizan la lucha entre luz y tinieblas:
- La Ciudad Terrenal
- Formada por quienes se aman a sí mismos hasta despreciar a Dios. Se rige por pasiones egoístas y la ley del más fuerte.
- La Ciudad de Dios (Ciudad Celestial)
- Formada por quienes aman a Dios hasta despreciarse a sí mismos. Se guía por la caridad, la justicia y la piedad.
La historia tiene un inicio en la creación y un fin con el triunfo final de la Ciudad de Dios, estableciendo un sentido lineal frente a las concepciones cíclicas.
La Iglesia, aunque distinta del Estado, debe guiar moralmente a este último. La justicia y la paz solo se alcanzan plenamente en la sociedad de los justos en Dios, aunque el Estado terrenal debe procurar orden y bienes temporales mientras persista el egoísmo humano. La filosofía de la historia busca orientar la realidad hacia un ideal ético, promoviendo el bien y la justicia divina.
Ética Agustiniana: Voluntad, Amor y Ley Eterna
Agustín basa la moralidad en las verdades eternas de Dios, que constituyen la ley moral o ley eterna y reflejan la voluntad divina. Esta ley abarca la naturaleza, la razón y la moral humana.
La ética agustiniana se centra en la voluntad y el amor (caritas). La voluntad orienta al hombre hacia lo bueno, y el amor dirige su conducta correctamente hacia Dios, primer amor y fuente de felicidad.
La caída del hombre por el pecado desvía la voluntad hacia lo material y la concupiscencia, dominando el alma. De esto solo puede liberarse con la gracia divina, que coopera con el libre albedrío para obrar el bien.
La conversión implica orientar la razón y la voluntad hacia Dios, ascendiendo a la contemplación de lo eterno y lo inteligible. La meta de la vida moral es dominar los deseos, adherirse a Dios y alcanzar la paz interior y la felicidad verdadera, reflejando plenitud ética y espiritual descrita en la Ciudad de Dios.

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