15 Ago

Introducción a la Ética

La Ética es la rama de la filosofía que estudia los criterios para evaluar las acciones del ser humano.

Esta evaluación consiste en determinar si una acción es legítima (buena, moral) o ilegítima (mala o inmoral).

Por acciones se entienden actos voluntarios y conscientes. Toda acción llevada a cabo de forma voluntaria y consciente se convierte en una responsabilidad para el individuo que actúa.

Clasificación de las Acciones Humanas según Aristóteles

Aristóteles (siglo IV a.C.) fue el primer pensador en establecer una clasificación de las acciones humanas:

Acciones Involuntarias

  1. Forzosas: Obligan desde fuera a actuar (ej. una orden).
  2. Ignorancia: Accidentes en los que no se es consciente de las consecuencias.

Acciones Voluntarias

(Con dimensión moral y, por lo tanto, responsabilidad): Todas aquellas que se llevan a cabo de forma consciente y voluntaria.

  1. Acciones Mixtas: Aquellas que se realizan en vista a beneficios a largo plazo.

Elementos de la Acción Moral

En toda acción moral podemos diferenciar cuatro elementos fundamentales:

1. Intención

Es la inclinación que lleva al ser humano a actuar. Es el motor que impulsa al individuo. Esta inclinación no es observable y, por lo tanto, se convierte en un elemento subjetivo. El ser humano conoce su motivación al actuar, pero desconoce la de los demás. Sin duda, la intención es el factor más relevante de la acción moral; en el fondo, es lo que determina la moralidad o inmoralidad de la acción, mucho más que, por ejemplo, las consecuencias.

2. Medios y Fines

La finalidad de la acción es el deseo que impulsa al individuo al actuar. Responde al objetivo que se quiere conseguir mediante la utilización de unos medios, que se convierten en las herramientas necesarias para ejecutar la acción. Los medios generalmente tienen un carácter objetivo, mientras que la finalidad presenta un carácter más subjetivo. En ningún caso la finalidad justifica los medios para lograrla, sino que los medios deben ser lícitos en sí mismos.

3. Consecuencias

Son el resultado de la acción. Sin duda, es el elemento que presenta un carácter más objetivo. Las consecuencias no siempre son previsibles; en algunas ocasiones no se ajustan a lo esperado, pero este hecho no disminuye la carga moral de la acción. Al ser el elemento más objetivo, es el más fácil de evaluar dentro de los límites no solo morales, sino también legales. La legislación se basa exclusivamente en las consecuencias para considerar una acción legal o ilegal.

Antes —————————————————- Después

Intención ———–> Acción——->Consecuencias

4. El Sentido

Responde al porqué de la acción; es la causa por la cual se realiza. Presenta un aspecto individual y concreto, válido solo para el sujeto que realiza la acción (la justificación que alguien se da a sí mismo para convencerse de por qué realiza la acción).

Valores Morales Universales

Tradicionalmente, a los valores morales se les ha atribuido una validez universal. Es decir, aquello que se considera bueno o malo es idéntico para todo el mundo. Esta concepción facilita la evaluación de las diferentes acciones humanas.

Esta postura es defendida por autores como Sócrates (siglo V a.C.), Platón (siglo IV a.C.) y Kant (siglo XVIII). Sin embargo, no siempre se han considerado los valores morales de forma absoluta. Existe una corriente de pensamiento que aparece en el siglo V a.C. con Protágoras, quien mantiene el concepto de realismo social.

Valores Morales Relativos

A lo largo de la historia, hay autores que sostienen que los valores morales únicamente presentan una validez relativa. Es decir, existen diferentes factores externos que determinan la validez de dichos valores. Dependiendo del tipo de factores, tendremos diferentes tipos de relativismo:

  1. Relativismo Cultural

    Sostiene que el criterio que determina la legitimidad de una acción es la cultura. Este tipo de relativismo defiende que cada cultura debe establecer el marco moral que considere adecuado; por lo tanto, ninguna otra visión cultural debe juzgar el marco impuesto.

  2. Contextualismo

    Sostiene la imposibilidad de juzgar una determinada acción en sí misma. Es necesario tener en cuenta el contexto y las circunstancias en las que se lleva a cabo la acción en concreto. Sin considerar estos factores externos a la acción, no se puede entender todo el alcance de la misma.

  3. Etnocentrismo

    Sostiene la imposibilidad de juzgar una acción en sí misma; es necesario tener en cuenta el entorno cultural en el que se lleva a cabo. El etnocentrismo es la creencia de que la forma propia de hacer las cosas es la única correcta o válida. En el fondo, hay un desprecio claro por otras costumbres y maneras de entender la moral o la ética.

  4. Escepticismo

    De la misma forma que el escepticismo, al valorar el conocimiento absoluto, en el campo ético también niega la posibilidad de afirmar la validez universal de los valores morales. Niega explícitamente la posibilidad de valores morales absolutos, siendo la postura más radical en relación con la ética.

  5. Subjetivismo Radical

    Sostiene que es el propio sujeto quien tiene la capacidad de evaluar la moralidad o inmoralidad de las acciones humanas. Considera que cada individuo posee una capacidad evaluadora que le permite decidir lo que para él es bueno o malo. Se trata de un criterio que ofrece una decisión individual y, por lo tanto, subjetiva.

  6. Emotivismo

    Su principal exponente es David Hume (siglo XVIII). Esta postura sostiene que el criterio de moralidad se sitúa en el sentimiento que provoca una determinada acción. De esta manera, si una acción provoca un sentimiento de rechazo, será considerada mala; por el contrario, si provoca un sentimiento de aceptación, será considerada buena.

Deja un comentario