21 Jul

Problema del Conocimiento y la Realidad en Platón

Platón considera que la **realidad** posee una estructura objetiva, independiente de nuestra mente, y que el objetivo del **conocimiento** es descubrir la auténtica realidad. Esto lo lleva a distinguir la **realidad sensible** de la **inteligible**. Platón utiliza el término **Idea** (o Forma) para referirse a la realidad inteligible. Las **Ideas** son entidades abstractas que nos revelan la propiedad esencial de aquello a lo que se refieren. Son **inmutables** y **universales**; una sola Idea puede referirse a múltiples particulares. Excluyen propiedades opuestas: no se puede afirmar que una cosa es y no es al mismo tiempo. Son **modelos perfectos**, análogos a los conceptos matemáticos. Las Ideas son la **causa** de que los particulares posean sus propiedades y nos proporcionan la **definición** de algo.

Al reflexionar sobre la realidad, Platón presenta un **dualismo ontológico**, que se manifiesta en las oposiciones **sensible/inteligible**, **concreto/abstracto** y **cambio/permanencia**. En este último punto, se observan resonancias de **Heráclito** (todo en continuo cambio) y **Parménides** (la inmutabilidad del Ser). La relación entre las Ideas y los particulares es de **imitación** o **participación**.

La Idea más importante es la **Idea del Bien**. El **Bien** es una Idea especial, ya que está contenida en cada una de las demás Ideas. Por ello, es considerada la **Forma de las Formas**. Agrupa todas las Ideas matemáticas, estéticas y éticas, aunque por sí misma no sea una sustancia. Existe una ética basada en las **cuatro virtudes cardinales**: **prudencia**, **fortaleza**, **justicia** y **templanza**, las cuales refieren al Bien. Cada una de estas virtudes contribuye al comportamiento humano. Realizamos acciones con una finalidad, persiguiendo fines que, a su vez, pueden ser medios para otros fines. El **fin último** es alcanzar el **Bien**. En ocasiones, perseguimos aquello que creemos que es el Bien, pero no lo es. En la naturaleza, existe una **armonía** en la que los elementos que nos rodean reflejan esas Ideas, las cuales persiguen el Bien.

El **objeto del conocimiento** son las **Ideas**. Existen dos métodos principales para alcanzarlo:

  • La **dialéctica** (descrita en la República): En un sentido amplio, consiste en el diálogo racional para sustituir opiniones por otras mejores. En un sentido estricto, un dialéctico es aquel que conoce la **esencia** de algo.

Existe una gran diferencia entre el **conocimiento** y la **opinión**. El **conocimiento** versa sobre lo verdadero, es estable y se basa en el **entendimiento**; la **opinión**, en cambio, es inestable, está sujeta al cambio y se percibe con los sentidos. Platón distingue distintos niveles de opinión y conocimiento:

  • La **opinión** basada en las imágenes (eikasia).
  • La **opinión** basada en las cosas concretas que no podemos identificar (pistis).
  • El **conocimiento deductivo** que recurre a imágenes (dianoia).
  • El **conocimiento nous** (noesis), donde el entendimiento capta de modo directo las Ideas, en especial la del Bien.

El segundo método es la **reminiscencia** o **anámnesis**: conocer no es más que recordar. Platón postula que los conocimientos preexisten en nuestra alma y que, mediante el esfuerzo racional, emergen a través del entendimiento, revelando así las Ideas. Este método se enmarca en una **concepción dualista**, según la cual el alma y el cuerpo son entidades distintas: el **alma preexiste** y el cuerpo es mortal. En el Fedón, se argumenta que la **Igualdad en sí misma** no se adquiere con los sentidos y no está sujeta a cambios. Las Ideas residen en el alma y, gracias al entendimiento, podemos descubrirlas. Esto sugiere la **inmortalidad del alma**. La visión platónica de la realidad refleja el **dualismo ontológico**, que subraya que la **realidad sensible** no es la auténtica realidad y que solo a través del **entendimiento** podemos percibir la verdadera realidad.

El Ser Humano en la Filosofía Platónica

Platón sostiene una **concepción dualista** del ser humano, en la que el **cuerpo** y el **alma** son dos entidades completamente distintas. El **alma** es inmaterial, simple y es lo que anima al cuerpo; el **cuerpo** es material y compuesto. El alma es el **auténtico yo**. En ocasiones, el alma gobierna al cuerpo; en otras, el alma está **presa en el cuerpo**. El alma gobierna al cuerpo en un sentido trivial, pero en ocasiones es el cuerpo quien genera las creencias. Las creencias basadas en el dictado del cuerpo pueden ser erróneas y no constituyen conocimiento.

En el Fedón, el argumento de que **conocer es recordar** y la **afinidad del alma con lo eterno** subrayan la necesidad de extraer de nuestro interior los conocimientos latentes, es decir, recordar las Ideas. Un tercer argumento refiere que existen dos clases de entidades: las **Ideas** y las **cosas concretas**. Todo lo material se compone de partes y todo lo compuesto muere; por ello, las Ideas, al ser simples, no mueren. Platón sitúa el alma en la categoría de lo simple, ya que se asemeja más a lo inmaterial y es una entidad única. Además, el alma no es visible; solo podemos percibirla a través de la manifestación de sentimientos o pensamientos.

En la República, Platón defiende que el alma tiene **tres partes**:

  • El **alma concupiscible** (epithymetikón): relacionada con las motivaciones conectadas con los apetitos y deseos corporales.
  • El **alma racional** (logistikón): relacionada con la razón y los deseos racionales.
  • El **alma irascible** (thymoeidés): relacionada con la preocupación por la estima, el honor y el reconocimiento.

En su argumentación, Platón parte de la experiencia empírica del **conflicto psicológico interno** de desear algo y, al mismo tiempo, no desearlo. Existen dos tipos de deseos: los **fisiológicos** (como comer, beber), que proporcionan una satisfacción inmediata; y los **racionales**, que buscan el Bien a largo plazo. Además, existe el **deseo de honor**, por el cual anhelamos la admiración de los demás. Estos deseos corresponden a las distintas partes del alma. En ocasiones, lo más racional es hacer ‘X’, pero se hace ‘Y’. Por ello, es fundamental **educar la parte emotiva** del alma para que funcione mejor y persiga el Bien a largo plazo. Los **deseos racionales** mandan, los **apetitos** obedecen y las **emociones** cooperan. El resultado de esta armonía es la **justicia** como **orden del alma**. Por ello, el ser humano busca la **eudaimonía** (felicidad o florecimiento). Además, busca el conocimiento y persigue la **Idea del Bien**, ya que las cuatro virtudes cardinales refieren a este.

La Ética Aristotélica: Eudaimonía y Virtud

La ética es un **saber práctico** que versa sobre lo que puede ser de otra manera, es decir, sobre lo **contingente**. Es una **ética teleológica** que persigue la **eudaimonía** (felicidad o florecimiento) a largo plazo como **fin último**. Esta se puede traducir como ‘vivir y actuar bien’. La eudaimonía hace referencia a la **totalidad de la vida** de un individuo. Si se desea vivir bien, es necesario esforzarse, ya que la felicidad es una **actividad**, no un estado pasivo. Es una **ética de la virtud**, pues persigue el desarrollo de personas excelentes, lo cual requiere la adquisición de virtudes. Estas virtudes se engloban en dos dimensiones: las **intelectuales** (dianoéticas) y las **del carácter** (éticas). Está centrada en la **naturaleza humana**, siendo, por tanto, **esencialista**. El ser humano realiza aquellas funciones que le son esenciales.

Para explicar que la eudaimonía es el fin último, Aristóteles señala que los seres humanos perseguimos fines. Algunos de estos fines pueden considerarse, a su vez, como medios (lo cual depende del individuo), mientras que otros se consideran **fines en sí mismos**, valiosos por su propia naturaleza. A la pregunta de qué es la eudaimonía, Aristóteles rechaza varias respuestas comunes:

  • 1. Los hedonistas: Creen que se vive bien cuando hay placer y poco dolor, es decir, que el bien es idéntico al placer. Aristóteles rechaza esta postura, argumentando que existen placeres malos y que, además, esta posición implicaría que la felicidad para los animales sería igual que para los seres humanos, lo cual es falso, ya que los seres humanos, para alcanzar la felicidad, necesitamos bienes esenciales que van más allá del mero placer.
  • 2. La riqueza: La idea de que se vive bien si se tiene dinero, lo que permitiría hacer lo que se quiera y proporcionaría felicidad. Esta es rechazada porque existen personas ricas infelices.
  • 3. Los honores: La creencia de que se vive bien cuando los demás te admiran. Sin embargo, esto significaría que la felicidad dependería más de los demás que de uno mismo, lo cual es inestable, pues hoy se puede ser admirado y mañana no.

La respuesta de Aristóteles es que existe una **función propia del ser humano**, y que el buen desempeño de esta función es lo que permite que algo se realice bien o mal. Esta función es **razonar**. Por lo tanto, la felicidad es una **actividad del alma** que expresa racionalidad o virtud. Existen dos tipos de virtudes:

  • Virtudes intelectuales (dianoéticas): Pertenecen a la parte racional del alma y son de tipo teórico, práctico y productivo.
    • La **sabiduría** (sophia) es una virtud teórica que se lleva a cabo a partir del conocimiento deductivo e inductivo.
    • La **prudencia** (phrónesis) es una virtud práctica que refiere a la capacidad de razonar combinada con las virtudes del carácter.
    • La **virtud productiva** (techné) es un conocimiento necesario en distintas disciplinas.
  • Las **virtudes del carácter** (éticas): Son maneras de ser habituales adquiridas gracias a la repetición continua. Están conectadas con el placer y el dolor, puesto que se relacionan con los deseos y emociones, y se deciden mediante la razón cómo actuar con ellos. Lo más importante es la **acción**, ya que, al principio, lo esencial es cómo actuamos.

Existen tres condiciones para ser un **agente virtuoso**:

  • 1. Tener conocimiento: Al principio no es tan importante, pues este será requerido más tarde.
  • 2. Que el agente elija: Se distinguen los **actos voluntarios** (que se traducen en una decisión, siendo el agente responsable y recibiendo alabanza o reproches), los **actos en contra de la voluntad** (cuando alguien obliga a realizarlos) y los **actos involuntarios** (cuando no hay intención de realizar el acto).
  • 3. Hacerlo con una disposición firme y estable: Mediante una manera de ser adquirida.

Estos modos de ser se relacionan con el **término medio**, el cual hace referencia al individuo. Los extremos son los **vicios**, y en el campo ético, el **término medio** es la mejor manera de actuar. Sin embargo, algunas acciones no tienen término medio, como matar, robar o el adulterio.

Aristóteles retoma el tema de la felicidad. Afirma que la felicidad no es una disposición, sino una **actividad** que se realiza y que es **deseable en sí misma**. Debate cuál es la mejor vida para el ser humano: si la **vida del pensamiento** (teórica) o la **vida de la acción** (práctica). La mejor vida es la **vida contemplativa** (dedicada a la sabiduría), pues la vida de la práctica es secundaria. Esto se debe a que el **entendimiento** es la parte más elevada de los seres humanos, ya que nos permite alcanzar el conocimiento. También, es la más **autárquica** (depende menos de los demás) y es la propia de cada uno por naturaleza (permite dar lo mejor de sí).

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