15 Ago
T5.1. Introducción: El Convulso Final del Siglo XVIII y Principios del XIX en España
El siglo XVIII concluye de manera sumamente convulsa para España. En 1788, Carlos IV asciende al trono, y tan solo un año después, estalla la Revolución Francesa. Las ideas revolucionarias se propagan por toda Europa con gran celeridad y comienzan a aplicarse en España a partir de 1808. Este periodo se caracteriza por una guerra contra el invasor y el primer intento de establecer un régimen liberal en la historia del país, que culmina con el regreso de Fernando VII al trono y la restauración del absolutismo en 1814.
2. La Crisis del Reinado de Carlos IV y la Monarquía de José Bonaparte
El temor a la expansión de la Revolución Francesa provoca la paralización de las reformas iniciadas por Carlos III y la caída de ministros ilustrados como Jovellanos y Floridablanca. Paralelamente, asciende al poder Manuel Godoy, un militar con escasa experiencia política. Tras la ejecución de Luis XVI, rey de Francia y familiar de Carlos IV, España declara la guerra a Francia, dando inicio a la Guerra de los Pirineos (o Guerra de la Convención). Este conflicto concluye con la Paz de Basilea en 1795, donde España reconoce su derrota y se reanuda la alianza con Francia. Esta alianza conduce a un breve enfrentamiento con Portugal en 1801, la Guerra de las Naranjas (con una victoria pírrica), y, de manera más significativa, a un conflicto con Gran Bretaña. En 1805, la armada española sufre una destrucción casi total en la Batalla de Trafalgar, lo que genera una grave crisis económica.
Para sanear la Hacienda Real, Godoy recurre al endeudamiento y al aumento de las contribuciones. Propone además reformas como la desamortización de bienes eclesiásticos, lo que le enemista con los estamentos privilegiados. En 1807, se firma el Tratado de Fontainebleau, mediante el cual Godoy autoriza la entrada del ejército francés en la península con el pretexto de ocupar Portugal, a cambio de una parte del territorio conquistado. Sin embargo, esta alianza se traduce en la ocupación de territorio español por parte del ejército napoleónico, que se posiciona en Vitoria, Barcelona y Madrid.
Ante la ocupación, Godoy, temiendo lo peor, se retira con la familia real a Aranjuez, con la intención de huir a Sevilla y embarcar hacia América si fuera necesario. Esta situación desencadena el Motín de Aranjuez en marzo de 1808, un levantamiento popular contra el gobierno, apoyado por el príncipe Fernando (hijo de Carlos IV). El motín triunfa, resultando en la destitución de Godoy y la abdicación del rey. Carlos IV solicita la mediación de Napoleón, quien convoca a padre e hijo en Bayona. Napoleón aprovecha esta reunión para forzar la abdicación de ambos en su persona y ceder el trono a su hermano, José Bonaparte, quien reinará como José I (conocido popularmente como «Pepe Botella»).
Paralelamente a los sucesos de Bayona, y ante las confusas noticias sobre el secuestro de la familia real, el 2 de mayo de 1808 se produce un alzamiento popular en Madrid contra la ocupación francesa. La sublevación es sofocada por el general Murat, pero su eco se extiende por toda la península, provocando un levantamiento generalizado. Así comienza la Guerra de la Independencia.
A partir de este momento, se desarrollan dos procesos paralelos:
- El conflicto militar contra la ocupación francesa.
- La ausencia del monarca legítimo, Fernando VII, genera un vacío de poder que culmina en un proceso revolucionario, dando lugar a la primera Constitución española.
El inicio de la guerra divide a la población en varias corrientes políticas e ideológicas:
- Afrancesados: Una minoría de españoles que aceptan a José I como rey, buscando modernizar el país y acabar con el Antiguo Régimen.
- Frente Patriótico: La mayoría de la población se opone a la invasión. Dentro de este grupo, la nobleza busca preservar sus privilegios, mientras que ilustrados y liberales ven una oportunidad para superar las estructuras del Antiguo Régimen.
3. La Guerra de Independencia
Ante el no reconocimiento de la soberanía de José I, se forman progresivamente Juntas de Armamento y Defensa en diversas regiones del país. Se produce una resistencia encarnizada en ciudades como Girona y Zaragoza, con figuras destacadas como el general Palafox y Agustina de Aragón.
En julio de 1808, las tropas españolas al mando del general Castaños logran una victoria crucial en la Batalla de Bailén (Jaén), la primera derrota terrestre de las fuerzas napoleónicas en Europa. José I se ve obligado a abandonar Madrid y refugiarse en Vitoria. A finales de año, las Juntas se coordinan para formar la Junta Central Suprema, presidida por el Conde de Floridablanca.
La derrota en Bailén provoca la llegada de Napoleón al frente de la Grand Armée, que logra controlar gran parte de la península. La Junta Central Suprema se traslada a Cádiz, la única ciudad que resiste el embate francés gracias al apoyo marítimo británico. Ante las derrotas del ejército español, la resistencia se organiza en guerrillas, grupos de civiles armados que, aprovechando su conocimiento del terreno, emboscan y asaltan a los franceses por sorpresa. Líderes como el cura Merino, Francisco Espoz y Mina o Juan Martín «el Empecinado» destacan en esta forma de lucha.
A partir de 1812, la Campaña de Napoleón en Rusia obliga a la retirada de importantes contingentes militares de la península. Los milicianos españoles, con el apoyo de las tropas portuguesas e inglesas al mando de Sir Arthur Wellesley (futuro duque de Wellington), contraatacan. Los franceses sufren derrotas en Arapiles y Vitoria, lo que lleva a Napoleón a firmar la paz mediante el Tratado de Valençay en 1813, permitiendo el retorno de Fernando VII.
Las consecuencias del conflicto son profundas:
- Los afrancesados se exilian.
- España se convierte en una potencia de segundo orden.
- Las víctimas humanas superan las 300.000 entre civiles y militares.
- Se destruyen numerosas infraestructuras y decrece la producción agrícola.
- Los horrores de la guerra quedan inmortalizados en obras de Francisco de Goya como «La carga de los mamelucos», «Los fusilamientos del 3 de mayo» y la serie de grabados «Los desastres de la guerra».
- Comienza el proceso de independencia de las colonias americanas, influenciado por el ejemplo estadounidense, las ideas ilustradas y liberales, y la destrucción de la flota española en Trafalgar. La independencia se completará entre 1817 y 1824, durante el reinado de Fernando VII, quedando bajo control español solo las Antillas y Filipinas.
Evolución Política: José I, las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
El Reinado de José I Bonaparte
José I, quien ya había sido rey de Nápoles, ofrece a los españoles un programa de reformas y promulga el Estatuto de Bayona. Esta Carta Otorgada proclama la igualdad jurídica, la eliminación de los señoríos y la desamortización eclesiástica, aunque no establece la división de poderes y el Estado mantiene su carácter confesional. Estas reformas son apoyadas por intelectuales como Blanco White y Fernández de Moratín (los afrancesados), quienes ven en ellas una oportunidad para acabar con los abusos del Antiguo Régimen. Sin embargo, la mayoría de las reformas no llegan a aplicarse debido a la guerra. La opinión pública mayoritaria considera a los afrancesados traidores, y muchos de ellos se ven obligados a exiliarse al finalizar el conflicto.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
En 1810, la Junta Central Suprema se disuelve y nombra un Consejo de Regencia encargado de convocar Cortes y consultar al país sobre las reformas necesarias. La guerra dificulta la convocatoria y elección de diputados, recurriéndose a sustitutos entre los residentes en Cádiz. El 24 de septiembre de 1810, alrededor de 300 diputados inauguran la primera sesión de Cortes en la Iglesia de San Felipe Neri. Entre ellos destacan:
- Tradicionalistas: Partidarios de mantener la monarquía absoluta y la sociedad estamental, oponiéndose a cualquier reforma.
- Renovadores o Jovellanistas: Defensores de reformas moderadas que limitasen la autoridad del monarca, pero sin abrazar las ideas más radicales.
- Liberales: El grupo más numeroso, que aboga por acabar con el Antiguo Régimen e instaurar la separación de poderes, el sufragio universal masculino y la igualdad jurídica. Figuras como Agustín Argüelles y Diego Muñoz Torero son destacados liberales.
El primer acto de las Cortes es el nombramiento de Fernando VII como rey, si bien se rechaza la monarquía absoluta y el origen divino del poder. Le siguen la abolición del Régimen Señorial y la Inquisición, así como la proclamación de libertades económicas y de prensa. La obra cumbre de las Cortes de Cádiz es la Constitución de 1812, aprobada el 19 de marzo (día de San José), por lo que recibe el sobrenombre de «La Pepa». El texto consta de 10 títulos y 384 artículos.
La Constitución de 1812 plasma las ideas fundamentales del liberalismo español, que se convertirán en una reivindicación constante de los sectores liberales a lo largo del siglo XIX:
- Soberanía Nacional: El poder reside en el pueblo.
- Monarquía Parlamentaria: Forma de gobierno establecida.
- Separación de Poderes: Ejecutivo, legislativo y judicial.
- Sufragio Universal Masculino: Permite votar a todos los varones mayores de 25 años, aunque de forma indirecta.
- Sufragio Pasivo Censitario: Solo las personas con rentas elevadas son elegibles.
- Igualdad ante la Ley: Fin de los estamentos y privilegios.
- Declaración de Derechos y Libertades: Incluye libertad de pensamiento, opinión y derecho a la propiedad privada.
- Estado Confesional: El catolicismo es la religión oficial.
El poder ejecutivo recae en el monarca, quien dirige el gobierno e interviene en la elaboración de leyes, con derecho a veto durante dos años. El poder legislativo corresponde a las Cortes, que representan la voluntad nacional y tienen amplios poderes, incluyendo la elaboración de leyes, la aprobación de presupuestos y el mando sobre el ejército. El poder judicial recae en tribunales independientes.
«La Pepa» marca el inicio del constitucionalismo español y fue uno de los textos más avanzados de su época, sirviendo de modelo en Portugal, Nápoles e Hispanoamérica. Sin embargo, la situación de guerra impidió la aplicación generalizada de estas medidas.
5. El Liberalismo durante el Reinado de Fernando VII
A pesar de que los liberales obligan al rey a jurar la Constitución, la nobleza y el clero elaboran el Manifiesto de los Persas, solicitando la anulación de las reformas liberales y la vuelta al Antiguo Régimen. La derrota de Napoleón en Europa debilita los regímenes liberales y fortalece el absolutismo. Fernando VII firma el Decreto de Valencia el 4 de mayo de 1814, anulando la acción de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. Comienza así el Sexenio Absolutista (1814-1820), un periodo de represión política y restauración del Antiguo Régimen.
El descontento se manifiesta a través de pronunciamientos militares fallidos, como los de Espoz y Mina (1814) y Díaz Porlier (1815). Finalmente, el coronel Rafael de Riego se subleva en Cabezas de San Juan en enero de 1820, logrando que el movimiento se extienda por todo el país. El rey se ve obligado a jurar la Constitución de Cádiz, dando inicio al Trienio Liberal (1820-1823). Este breve periodo liberal concluye con la intervención de la Santa Alianza, que envía un ejército comandado por el duque de Angulema, devolviendo al monarca el poder absoluto.
No será hasta la muerte de Fernando VII en 1833, y el consiguiente conflicto sucesorio entre su hermano Carlos María Isidro y su hija Isabel, que el liberalismo volverá al poder. La reina regente María Cristina se apoyará en los liberales, marcando el inicio definitivo de la revolución liberal en España.
6. Conclusiones
La Revolución Francesa conmocionó a Europa a todos los niveles: político, económico y social. En España, la fuerza de Francia contribuyó a desmantelar un sistema político obsoleto. La Constitución de Cádiz encendió la chispa que acabó con el Antiguo Régimen en España e impulsó la instauración de un régimen liberal.
Deja un comentario