21 Ago

La Conflictividad Social y la Reforma Agraria

La Segunda República Española se vio marcada por una creciente conflictividad social. Por parte de los trabajadores, el descontento y la impaciencia eran palpables, mientras que los propietarios negaban cualquier negociación. En este contexto, se concluyó que la reforma agraria era la única esperanza para la paz social. La CNT (Confederación Nacional del Trabajo) fomentó las huelgas generales en busca de un nuevo orden, a las que se sumaron sectores radicales del socialismo, liderados por Francisco Largo Caballero, a través de la Federación de Trabajadores de la Tierra (FTT). Las huelgas y ocupaciones de tierras aumentaron, consistiendo en la toma de ayuntamientos, la quema de registros de propiedad, la colectivización de tierras, entre otras acciones. La Guardia Civil acabó con estas revueltas, provocando numerosas muertes. La consecuencia fue el desgaste del gobierno por su incapacidad para establecer el orden público. Esta crisis fue aprovechada por la oposición a la República.

La Reorganización de las Fuerzas de Derecha

Las reformas republicanas y la creciente conflictividad social generaron gran descontento entre las élites conservadoras. Los grupos de derecha se organizaron en torno a partidos conservadores tradicionales o a organizaciones de corte fascista y autoritario. El centro-derecha se reestructuró alrededor del Partido Republicano Radical. La derecha monárquica, católica y conservadora se opuso frontalmente a la reforma religiosa y a la agraria. En este periodo, se creó la Unión Militar Española (UME), cuyos miembros participaron activamente en la conspiración de un golpe de Estado.

Las Elecciones de 1933 y el Bienio Negro

Estas elecciones fueron las primeras en las que las mujeres ejercieron su derecho al voto. La izquierda se presentó desunida, con republicanos enfrentados a socialistas, mientras que la derecha estaba unida y organizada. Esto propició la victoria del centro-derecha, dando inicio a dos años de gobierno conservador, conocidos como el Bienio Negro. Los mejores resultados los obtuvo el Partido Republicano Radical, que formó gobierno gracias a la confianza del presidente de la República, y la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), que prometía revertir las reformas del bienio anterior.

Paralización de las Reformas y Radicalización Política

Alejandro Lerroux, al frente del nuevo gobierno, paralizó gran parte del proyecto reformista. Se frenó la reforma agraria, devolviendo tierras a la nobleza, y se impusieron bajas de salarios, a lo que los obreros respondieron con huelgas. La cuestión agrícola enfrentó al gobierno central con la Generalitat de Cataluña: se estableció la Ley de Contratos de Cultivos. Aunque esta fue anulada por el Tribunal de Garantías Constitucionales, la Generalitat aprobó una ley idéntica. El gobierno también impulsó una reforma religiosa, aprobando un presupuesto para culto y clero, concedió amnistía a los sublevados y redujo el presupuesto en educación. La consecuencia de estas medidas fue la radicalización del PSOE y de la UGT, que declararon una «guerra» contra el nuevo gobierno.

La Revolución de Octubre de 1934

Ante la formación del nuevo gobierno, por iniciativa de la UGT y con la participación de la CNT, se produjeron huelgas y manifestaciones en defensa de las reformas sociales. El movimiento fracasó y el gobierno decretó el estado de guerra. En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social, llegando a tomar cuarteles de la Guardia Civil y otras instituciones. El gobierno envió a la Legión, al mando del General Franco, para reprimir la insurrección, y la resistencia fue finalmente derrotada. En Cataluña, la negativa de la CNT a participar en la huelga general y el escaso apoyo popular contribuyeron al fracaso de la insurrección. Se declaró el estado de guerra y el ejército ocupó el Palacio de la Generalitat. Manuel Azaña fue detenido junto con otros líderes de izquierda, como Francisco Largo Caballero.

Crisis del Segundo Bienio y Caída del Gobierno

Tras la Revolución de Octubre, la CEDA aumentó su influencia y buscaba reorientar la política gubernamental. Se suspendieron estatutos y leyes, los campesinos fueron obligados a pagar rentas y, además, se planteó la modificación de la Constitución. El gobierno sufrió una fuerte crisis en 1935, y el Partido Republicano Radical se vio afectado por numerosos escándalos de corrupción. José María Gil-Robles, líder de la CEDA, intentó presidir el gobierno, pero Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República, se negó y convocó elecciones para febrero de 1936.

Las Elecciones de Febrero de 1936 y la Victoria del Frente Popular

Para las elecciones de 1936, los partidos de izquierda se agruparon en el Frente Popular, una coalición que defendía la amnistía para los encarcelados por la Revolución de Octubre de 1934, la readmisión de los represaliados en sus puestos de trabajo y la plena aplicación de la legislación reformista. La derecha, con alianzas entre la CEDA, monárquicos y tradicionalistas, no logró presentar una candidatura única. Así, el Frente Popular obtuvo la victoria, y Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República.

El Gobierno del Frente Popular y la Polarización Social

Tras la victoria del Frente Popular, se readmitió a los obreros en las empresas y la Generalitat de Cataluña volvió al poder, restableciendo su Estatuto de Autonomía. Se reanudó el proyecto reformista. La izquierda y los sindicatos impulsaron una intensa movilización popular, mientras que los anarquistas defendían acciones revolucionarias directas. Las derechas y los propietarios se opusieron frontalmente: empresarios cerraron fábricas y la Iglesia se manifestó en contra de la República. Se iniciaron acciones violentas contra izquierdistas, y los enfrentamientos se expandieron por todo el país, aumentando la tensión social y política.

El Camino hacia el Golpe de Estado y la Guerra Civil

El General Franco intentó declarar el estado de guerra, pero la conspiración militar inicial no prosperó hasta que el General Emilio Mola (conocido como ‘El Director’ del golpe de Estado) tomó el mando. Mola, como parte de su plan, trasladó a generales implicados en la conspiración a puestos clave, pero no los destituyó. La conspiración militar, que contaba con el apoyo de la derecha, se vio aplazada por discrepancias sobre el tipo de régimen a instaurar. El asesinato de José Calvo Sotelo, en respuesta al de José Castillo, precipitó los acontecimientos. La sublevación militar se inició en el Protectorado de Marruecos el 17 de julio de 1936, dando origen a la Guerra Civil Española (1936-1939).

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