14 Sep
La Primera Revolución Liberal Española: Las Cortes de Cádiz
Mientras la Guerra de la Independencia se libraba en el campo de batalla, se estaba debatiendo otra contienda de carácter ideológico. Esta se llevó a cabo en las Cortes de Cádiz y significó la primera situación revolucionaria liberal burguesa en España.
Convocatoria y Composición
A principios de 1810, la mayor parte de España estaba dominada por los franceses. La Junta Suprema Central se disolvió y fue sustituida por una Regencia que actuaba en nombre de Fernando VII. Su actuación principal fue convocar a Cortes Generales mediante sufragio universal.
Las Cortes se reunieron en Cádiz, la única ciudad portuaria libre de la ocupación francesa. A Cádiz llegaron los “diputados”, la mayoría pertenecía al Tercer Estado y a la burguesía. Se distinguían dos grupos principales: liberales y absolutistas.
Tras largas discusiones, las Cortes se organizaron en una Cámara única con voto individual, lo que supuso un primer paso revolucionario al rechazarse la organización y votación tradicionales por estamentos. Esta nueva organización permitiría el triunfo de la ideología liberal.
La Obra de las Cortes de Cádiz
Las Cortes se iniciaron en septiembre de 1810 y se prolongaron hasta septiembre de 1813. Se llevó a cabo una inmensa obra legislativa, dividida en dos vertientes: legislación ordinaria y extraordinaria.
Obra Extraordinaria: La Constitución Española de 1812
Tuvo un carácter constituyente al proponerse establecer un nuevo régimen político, lo que llevó a la redacción en 1812 de la primera Constitución española, modelo para el constitucionalismo posterior.
Principios y Características:
- Proclamación de la soberanía nacional.
- Monarquía Constitucional y separación de poderes, lo que limitaba el poder de la Corona.
- El poder ejecutivo residía en el rey.
- Derecho de veto suspensivo del rey sobre las leyes de las Cortes.
- Igualdad jurídica y fin de los privilegios estamentales.
- Cortes unicamerales, depositarias, junto con el rey, del poder legislativo, estableciendo un nuevo sistema de representación.
- Sufragio universal masculino indirecto.
- Estado unitario y centralizado, con la supresión de los fueros vasco y navarro.
- El catolicismo como religión oficial del Estado, prohibiendo otros cultos.
- Reconocimiento de derechos y libertades individuales (libertad de imprenta, propiedad, etc.).
Obra Legislativa Ordinaria: Desmantelamiento del Antiguo Régimen
Las Cortes propusieron el desmantelamiento de las estructuras socioeconómicas del Antiguo Régimen, a través de medidas como:
- Abolición del régimen señorial y del diezmo.
- Supresión de los gremios, estableciendo la libertad de comercio, industria y trabajo.
- Supresión de los mayorazgos y desamortización de bienes, estableciendo la propiedad plena y libre.
- Supresión del Tribunal de la Inquisición.
- Eliminación de las “pruebas de sangre” para el acceso al Ejército, academias militares y la carrera militar, abriendo estas vías a todos los ciudadanos.
La Guerra de la Independencia y su Contexto
En virtud del Tratado de Fontainebleau, los ejércitos napoleónicos penetraron en España en 1808, iniciando la ocupación del territorio ante la incapacidad de reacción de Carlos IV y su valido Godoy. La protesta contra la invasión cristalizó en el Motín de Aranjuez, que provocó la caída y forzada abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII.
Ambos fueron llamados por Napoleón a Bayona, donde permanecieron mientras el emperador preparaba la usurpación del trono español. El 2 de mayo, el pueblo de Madrid se sublevó contra las tropas francesas, iniciándose la Guerra de la Independencia. Los levantamientos antifranceses se extendieron por todo el país, mientras las Abdicaciones de Bayona formalizaban la cesión de la corona española por parte de Carlos IV y Fernando VII a Napoleón.
Se produjo una profunda división del país en dos bandos: los “afrancesados” (partidarios de José I) y el pueblo sublevado (defensor de Fernando VII y la soberanía nacional).
Características y Consecuencias de la Guerra
La Guerra de la Independencia tuvo un doble carácter: por un lado, fue una lucha dinástica; por otro, una guerra de liberación nacional. Ante la debilidad del ejército regular español, el pueblo sublevado desarrolló la táctica de las “guerrillas”, partidas armadas lideradas por jefes guerrilleros.
Estos jefes, muchos de ellos de origen popular, integrarían al final del conflicto las filas del ejército regular, y la institución de la guerrilla contribuyó a la emergencia del Tercer Estado y la difusión de la ideología liberal. El balance de la guerra se define como una “catástrofe nacional” por sus enormes pérdidas humanas y materiales.
El Régimen de José I Bonaparte
José I Bonaparte, imbuido de la ideología revolucionaria francesa, trajo consigo a España el primer texto constitucional: la Constitución de Bayona de 1808. Esta Carta Otorgada fue elaborada por el entorno de Napoleón y no por una asamblea representativa de la nación.
Establecía un sistema político napoleónico y representaba un proyecto reformista del Antiguo Régimen, siendo el primer intento de regeneración sociopolítica en España, con características como:
- Monarquía autoritaria.
- Poder Legislativo dividido en Senado y Cortes.
- Una serie de reformas sociopolíticas y administrativas.
José I contaba con el apoyo de una minoría española, los “afrancesados”, muchos de ellos antiguos reformistas ilustrados. Tras la derrota napoleónica en 1814 y el fin de la Guerra de la Independencia, los “afrancesados” fueron acusados de traidores por los absolutistas, dando inicio a una larga serie de exilios políticos en la historia de España.
Organización del Pueblo Sublevado: Las Juntas
La mayor parte del pueblo español no reconoció a la nueva dinastía personificada por José I. Ante la ausencia del rey legítimo, Fernando VII, se produjo un vacío de poder que fue llenado a nivel local y provincial por las Juntas.
La composición de estas Juntas era heterogénea, incluyendo nobles, oligarcas locales y burgueses. Su creación fue un acto revolucionario por dos motivos: en primer lugar, rompían con el pasado al no ser instituciones del Antiguo Régimen; en segundo lugar, se proclamaron “soberanas” y actuaron en nombre del pueblo sublevado.
Las distintas Juntas fueron coordinándose y en septiembre de 1808 unificaron sus esfuerzos en la Junta Central Suprema, que se convirtió en el máximo órgano político y militar de la resistencia.
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