19 Abr
MOCIÓN DE LA ASAMBLEA OBRERA DE TARRASA. 21 DE JULIO DE 1909
Clasificación
Este texto es una fuente primaria de carácter circunstancial y naturaleza política. Se trata de un fragmento del manifiesto resultante del Congreso Obrero de Tarrasa, celebrado entre el 18 y el 20 de julio de 1909. Expone la queja formal del movimiento obrero por el envío de soldados reservistas, mayoritariamente obreros, a la guerra de Marruecos. Su destinatario es público, como corresponde a un manifiesto, expresando la postura de la agrupación obrera de Tarrasa. Tras este congreso, los socialistas y Solidaridad Obrera (que agrupaba a unos 130 sindicatos catalanes) acordaron convocar una huelga general y crearon un comité para dirigirla.
Análisis
Los conceptos clave que destacan en el manifiesto son:
- Régimen de producción capitalista: Modo de producción basado en la propiedad privada de los medios de producción, la extracción de plusvalía y la economía de mercado.
- Reclutamiento militar: Proceso de alistamiento de ciudadanos para el servicio militar. En la época, existía la posibilidad de redención en metálico, lo que permitía a las clases pudientes evitar el servicio militar, recayendo este fundamentalmente en las clases populares.
- Asamblea: Reunión general de los miembros de un colectivo, en este caso, los obreros sindicados.
- Reservista: Persona que, habiendo cumplido el servicio militar obligatorio, permanece a disposición del ejército para ser movilizada en caso de necesidad.
- Diputados republicanos: Miembros de las Cortes que defendían la forma de gobierno republicana.
- Inmunidad parlamentaria: Prerrogativa que protege a diputados y senadores, impidiendo su detención salvo en caso de flagrante delito.
- Gobierno: Conjunto de personas e instituciones que ejercen el poder ejecutivo y dirigen la administración del Estado.
- Patria: Concepto que alude al vínculo afectivo, histórico y jurídico de una persona con su nación o tierra natal.
La idea principal del texto es expresar el rechazo y la protesta de los obreros contra su participación forzosa en la intervención militar en Marruecos. Como ideas secundarias, se denuncia la injusticia del sistema de reclutamiento (que perjudica a los obreros al no poder pagar la redención) y la inutilidad del conflicto desde su perspectiva, ya que detrae mano de obra productiva del país, afectando a la economía y a sus familias.
Comentario
Antecedentes
La «cuestión marroquí» se intensificó tras el desastre colonial de 1898 en Cuba. El ejército español buscó compensar la pérdida del imperio y reafirmar su prestigio, contando con el apoyo de la Corona, interesada en mantener a las fuerzas armadas como un pilar del régimen. En 1906, la Conferencia de Algeciras estableció un protectorado franco-español en Marruecos. A España se le asignó la pacificación de la zona norte, el Rif, un territorio montañoso habitado por tribus bereberes reacias al dominio extranjero. El descubrimiento de recursos mineros aumentó los intereses económicos españoles, generando tensiones y enfrentamientos con la población local, especialmente los rifeños. Esta escalada de violencia culminó en derrotas como la del Barranco del Lobo (julio de 1909).
Hechos
Ante las dificultades militares, el gobierno conservador de Antonio Maura decidió movilizar a los reservistas para reforzar las tropas en el Rif. Muchos de estos reservistas eran obreros, casados y con hijos, cuya marcha suponía un grave perjuicio económico para sus familias. La orden de embarque de tropas desde el puerto de Barcelona provocó un amplio movimiento de protesta popular. La convocatoria de huelga general por parte de socialistas y Solidaridad Obrera el 26 de julio de 1909 derivó en una insurrección urbana conocida como la Semana Trágica.
Consecuencias
La revuelta fue sofocada con una dura represión por parte del gobierno de Maura (más de 100 muertos, numerosos heridos y encarcelados, y 5 condenas a muerte, entre ellas la del pedagogo anarquista Francisco Ferrer Guardia, cuya ejecución generó protestas internacionales). Estos sucesos provocaron una grave crisis política que forzó la caída del gobierno de Maura y el paso del poder al Partido Liberal, liderado por José Canalejas. A largo plazo, la cuestión marroquí siguió siendo un foco de inestabilidad. En 1912 se formalizó el Protectorado. La política de expansión condujo al Desastre de Annual en 1921, donde las tropas españolas sufrieron una catastrófica derrota a manos de las cabilas rifeñas lideradas por Abd el-Krim. La investigación de las responsabilidades políticas y militares («Expediente Picasso») apuntó a altos mandos e incluso al rey Alfonso XIII, contribuyendo a la crisis final del sistema de la Restauración y al golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.
Conclusiones
Aunque la huelga general de 1909 fracasó en sus objetivos inmediatos y la represión fue severa, la Semana Trágica tuvo importantes consecuencias políticas, acelerando el desgaste del sistema turnista de la Restauración y provocando la caída de Maura. El texto también refleja el anticlericalismo presente en el movimiento obrero, que criticaba el apoyo de la Iglesia al régimen y a la guerra, sugiriendo irónicamente que fueran los religiosos quienes defendieran sus intereses en Marruecos.
El reinado de Alfonso XIII (1902-1931)
Introducción
El reinado efectivo de Alfonso XIII comenzó en 1902, coincidiendo con la profunda crisis nacional derivada de la derrota de 1898. Esta crisis impulsó un deseo generalizado de regeneración política, social y económica que marcó todo el periodo y puso a prueba la capacidad de adaptación del sistema de la Restauración. Los intentos de modernización desde dentro del sistema fracasaron, en parte por la persistencia de la corrupción y el caciquismo. La creciente inestabilidad política y social, agravada por la cuestión marroquí y el impacto de la Primera Guerra Mundial, culminó en el Golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923, que suspendió la Constitución de 1876 y puso fin, de facto, al régimen de la Restauración.
Desarrollo
1. Los intentos de regeneración
Aunque el turnismo entre conservadores y liberales y el sistema caciquil proporcionaban una estabilidad superficial, la demanda de reformas era creciente. El regeneracionismo, una corriente ideológica que abogaba por la modernización del país y la superación de sus males endémicos, influyó en los principales partidos dinásticos. La mayoría de edad de Alfonso XIII en 1902 generó expectativas de cambio.
Un incidente en 1905, en el que militares asaltaron la redacción de una revista satírica catalana (¡Cu-Cut!) por una viñeta considerada ofensiva para el Ejército, llevó al gobierno liberal a aprobar la Ley de Jurisdicciones (1906). Esta ley sometía a la jurisdicción militar los delitos de opinión contra el Ejército y la Patria, lo que fue visto como una concesión al poder militar y una amenaza a las libertades civiles.
Tanto el Partido Conservador como el Liberal intentaron renovarse con nuevos líderes que encarnaban, en cierta medida, el espíritu regeneracionista:
Gobierno de Maura (1907-1909)
Antonio Maura, líder del Partido Conservador tras el asesinato de Cánovas del Castillo, impulsó una política regeneracionista conocida como la «revolución desde arriba». Sus principales reformas incluyeron:
- Reforma electoral (1907): Intentó combatir el fraude electoral y el caciquismo para fortalecer la representación política, aunque con éxito limitado.
- Reforma de la Administración Local: Proyectó una ley para dotar de mayor autonomía a los municipios y crear mancomunidades provinciales, buscando el apoyo de la Lliga Regionalista catalana.
- Política social y económica: Se aprobaron leyes de protección de la industria nacional, se creó el Instituto Nacional de Previsión (embrión de la seguridad social) y se reguló el derecho a huelga (Ley de Huelga de 1909).
- Política exterior: Tras la crisis de 1898, Maura buscó restaurar el prestigio internacional de España, centrándose en la intervención en Marruecos como compensación por la pérdida de las colonias.
La Conferencia de Algeciras (1906) había asignado a España el protectorado sobre el norte de Marruecos. La resistencia de las tribus rifeñas obligó a enviar tropas. La derrota en el Barranco del Lobo (1909) llevó a Maura a movilizar a los reservistas, muchos de ellos catalanes, lo que desencadenó la Semana Trágica de Barcelona. La dura represión posterior forzó la dimisión de Maura, frustrando su proyecto regeneracionista.
Regeneracionismo liberal de Canalejas (1910-1912)
Tras la caída de Maura, el rey llamó a formar gobierno al liberal José Canalejas, quien emprendió un programa de reformas más audaz:
- Cuestión religiosa: Promovió la separación Iglesia-Estado y la libertad religiosa. Su medida más polémica fue la «Ley del Candado» (1910), que prohibía temporalmente el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España, buscando limitar la influencia de la Iglesia, especialmente en la enseñanza.
- Política social: Estableció el servicio militar obligatorio sin posibilidad de redención en metálico y reguló las condiciones laborales.
- Cuestión territorial: Aprobó la Ley de Mancomunidades (1912), que permitía la asociación de diputaciones provinciales para gestionar servicios comunes, siendo aplicada únicamente en Cataluña (1914).
- Política exterior: Consolidó la presencia española en Marruecos mediante un nuevo acuerdo con Francia (Tratado de Fez, 1912).
El asesinato de Canalejas por un anarquista en noviembre de 1912 truncó su programa reformista y sumió a los partidos dinásticos en una profunda crisis de liderazgo.
2. La I Guerra Mundial y sus consecuencias (1914-1918)
Al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, el gobierno español de Eduardo Dato declaró la neutralidad. Esta decisión se debió al aislamiento internacional de España, su debilidad económica y militar, y la división interna de la opinión pública entre aliadófilos y germanófilos. La neutralidad tuvo importantes consecuencias económicas: España se convirtió en suministradora de productos agrarios e industriales a los países beligerantes, lo que generó un gran crecimiento económico y beneficios para la burguesía industrial y financiera. Sin embargo, este auge exportador provocó una fuerte inflación interna y escasez de productos básicos, perjudicando gravemente a las clases trabajadoras (obreros y jornaleros), cuyo poder adquisitivo disminuyó. El malestar social se tradujo en un aumento de las huelgas y protestas.
El año 1917 marcó un punto de inflexión con una triple crisis que sacudió los cimientos del sistema:
- Crisis militar: El descontento entre los oficiales peninsulares por los rápidos ascensos de los militares africanistas (por méritos de guerra) y por los bajos salarios llevó a la creación de las Juntas de Defensa, asociaciones militares ilegales que presionaron al gobierno con sus reivindicaciones profesionales y políticas.
- Crisis política: Ante la suspensión de las Cortes por el gobierno de Dato, Francesc Cambó (líder de la Lliga Regionalista) convocó en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios (diputados y senadores de la oposición) que exigió una reforma de la Constitución y la convocatoria de Cortes Constituyentes para regenerar el régimen. La iniciativa fracasó por falta de apoyos y divisiones internas.
- Crisis social: La UGT (socialista) y la CNT (anarcosindicalista) convocaron una huelga general revolucionaria en agosto para protestar por la carestía de la vida y exigir un cambio político profundo (instauración de una república). La huelga tuvo seguimiento en las principales ciudades y zonas industriales, pero fue duramente reprimida por el Ejército, con numerosos detenidos y muertos.
3. El colapso del sistema (1918-1923)
La crisis de 1917 agravó la inestabilidad política. Los partidos dinásticos estaban profundamente divididos y debilitados, lo que dificultó la formación de gobiernos estables. Se recurrió a gobiernos de concentración que resultaron ineficaces. Mientras tanto, la conflictividad social iba en aumento:
- Expansión del movimiento obrero: El eco de la Revolución Rusa (1917) y la crisis económica impulsaron el crecimiento de los sindicatos (UGT y CNT) y la radicalización de sus posturas. En Andalucía, se vivió el llamado «Trienio Bolchevique» (1918-1920), un periodo de intensa agitación campesina. En Cataluña, la conflictividad laboral desembocó en el pistolerismo, una espiral de violencia entre pistoleros de la patronal (Sindicatos Libres) y anarcosindicalistas.
- El desastre de Annual (1921): La ofensiva militar para consolidar el control español sobre el Rif, dirigida por el general Silvestre de forma imprudente, terminó en una catastrófica derrota en Annual. Unos 10.000 soldados españoles murieron y se perdió gran parte del territorio ocupado. El desastre provocó una enorme conmoción en la opinión pública y una grave crisis política. Se abrió una investigación parlamentaria («Expediente Picasso») para depurar responsabilidades, que salpicaban a altos mandos militares, políticos e incluso al propio rey Alfonso XIII.
Antes de que el informe Picasso llegara a las Cortes, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923, con el consentimiento del rey. Se suspendió la Constitución y se estableció una dictadura militar, poniendo fin al régimen parlamentario de la Restauración.
Conclusiones
El periodo de la Restauración bajo Alfonso XIII se caracterizó por la incapacidad del sistema político para dar respuesta a los retos de la modernización y a las crecientes demandas sociales. La crisis de 1898 abrió un periodo de inestabilidad crónica, marcada por los fallidos intentos de regeneración, el impacto de la Primera Guerra Mundial, la agudización de la conflictividad social y el desastre de la guerra de Marruecos. La acumulación de crisis (militar, política, social) y el temor de las élites a una revolución llevaron a parte del Ejército y a sectores conservadores a considerar la dictadura militar como la única salida para restaurar el orden y preservar la monarquía y el sistema social existente.
MANIFIESTO DE PRIMO DE RIVERA. 1923
Clasificación
Este texto es una fuente primaria de naturaleza política. Se trata de un fragmento del manifiesto «Al País y al Ejército español», redactado y hecho público por el general Miguel Primo de Rivera, marqués de Estella (1870-1930), el 13 de septiembre de 1923 en Barcelona. Justifica el golpe de Estado militar que él mismo lideró ese día, poniendo fin al sistema constitucional de la Restauración e instaurando una dictadura militar con el beneplácito del rey Alfonso XIII. Es un documento público, de ámbito nacional, dirigido a la opinión pública y a las fuerzas armadas.
Análisis
Los conceptos clave que destacan en el manifiesto son:
- Patria: Utilizado para apelar al sentimiento nacional y justificar la intervención militar como un acto de salvación nacional frente a los supuestos males que la aquejaban.
- Tragedia de Marruecos: Referencia velada al Desastre de Annual (1921) y a la gestión de la guerra, utilizada para criticar la ineficacia de los gobiernos constitucionales y la posible depuración de responsabilidades (Expediente Picasso) que afectaba al Ejército y al rey.
- Comunista/Anarquista: Términos usados para englobar genéricamente las amenazas del movimiento obrero y la agitación social, presentándolos como enemigos del orden y la propiedad.
- Directorio militar: Nombre que adoptó la junta militar presidida por Primo de Rivera que asumió todos los poderes del Estado tras el golpe.
Las ideas principales giran en torno a la justificación del golpe de Estado, presentando la intervención militar como una necesidad inevitable para salvar a España de la ruina. Se exponen las causas que, según Primo de Rivera, legitiman su acción y se esbozan vagamente los propósitos del nuevo régimen.
Como ideas secundarias, se pueden señalar:
- El reconocimiento implícito de la ilegalidad del acto, aunque justificado por un supuesto estado de necesidad («no tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano demanda e impone»).
- Un ataque frontal al sistema político de la Restauración («asesinatos […], intrigas políticas […], depreciación de la moneda, […] descarada propaganda separatista, […] impiedad e incultura»), acusándolo de corrupción, ineficacia y de ser responsable de todos los males del país.
- La promesa de establecer un gobierno fuerte, de orden, inspirado en valores castrenses («hombres amantes de la Patria», «sanas energías»), aunque transitorio.
- La culpabilización exclusiva de los partidos políticos tradicionales de la situación, justificando su apartamiento del poder («gobernantes que nos han arrastrado a la actual situación»).
Comentario
Antecedentes
El golpe de Estado de 1923 se produce en un contexto de profunda crisis del sistema de la Restauración. Desde 1917, la inestabilidad política era crónica, con gobiernos débiles e incapaces de afrontar los problemas del país. La conflictividad social era muy elevada, con huelgas, pistolerismo en Barcelona y agitación campesina en Andalucía. El nacionalismo catalán y vasco desafiaba la unidad del Estado. Pero el detonante principal fue la crisis derivada del Desastre de Annual (1921) en la guerra de Marruecos. La exigencia de responsabilidades políticas y militares (Expediente Picasso), que podían alcanzar a figuras importantes del Ejército e incluso al rey Alfonso XIII, generó un enorme malestar en los cuarteles y en Palacio. El temor a las conclusiones del informe parlamentario y la percepción de que el sistema parlamentario era incapaz de garantizar el orden y la unidad nacional crearon el caldo de cultivo para la solución autoritaria.
El Golpe y sus apoyos
El 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, se sublevó. El golpe apenas encontró resistencia. Contó con el apoyo decisivo del rey Alfonso XIII, que se negó a destituir a los sublevados y encargó a Primo de Rivera formar gobierno. También fue apoyado por importantes sectores del Ejército (especialmente los africanistas), la burguesía industrial y financiera (sobre todo catalana, temerosa de la agitación obrera y el separatismo), la Iglesia Católica y gran parte de las clases medias conservadoras, cansadas de la inestabilidad y la conflictividad. Incluso los socialistas y la UGT mantuvieron inicialmente una actitud expectante o de neutralidad benévola.
Consecuencias
El golpe supuso la suspensión inmediata de la Constitución de 1876, la disolución de las Cortes y el establecimiento de una dictadura militar. Primo de Rivera se presentó como un «cirujano de hierro» que venía a extirpar los males del país (caciquismo, corrupción, desorden social, separatismo) para luego devolver el poder a los civiles. Sin embargo, lo que comenzó como un régimen transitorio intentó perpetuarse, pasando por dos fases: el Directorio Militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930). La dictadura puso fin temporalmente a la guerra de Marruecos (Desembarco de Alhucemas, 1925), reprimió el movimiento obrero y los nacionalismos periféricos, e impulsó una política económica intervencionista. Sin embargo, fracasó en su intento de crear un nuevo sistema político estable y acabó perdiendo apoyos, forzando la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930. Su caída arrastró consigo a la monarquía de Alfonso XIII, desacreditada por haber apoyado la dictadura, y abrió el camino a la proclamación de la Segunda República en abril de 1931.
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Introducción
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) fue un régimen autoritario que interrumpió el orden constitucional de la Restauración. Surgió como respuesta a la profunda crisis política, social y militar que atravesaba España, presentándose con un vago programa regeneracionista. Inspirado en parte por el fascismo italiano y otros regímenes autoritarios emergentes en la Europa de entreguerras, se caracterizó por el intervencionismo estatal en la economía y un modelo corporativista en las relaciones laborales.
Desarrollo
El golpe de Estado
El 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, encabezó un pronunciamiento militar contra el gobierno constitucional. El golpe triunfó rápidamente gracias al apoyo clave del rey Alfonso XIII y a la falta de resistencia significativa. Contó con el respaldo de sectores importantes del Ejército, la burguesía industrial y financiera (especialmente la catalana), la Iglesia Católica y parte de las clases medias conservadoras, que veían en la dictadura una solución al desorden social, la amenaza separatista y la ineficacia del sistema parlamentario.
Primo de Rivera presentó la dictadura como un régimen transitorio, un paréntesis necesario para «extirpar los males del país» (caciquismo, corrupción, conflictividad social, separatismo) antes de retornar a la normalidad constitucional. Se le llamó el «cirujano de hierro», encargado de sanear la vida política y social española.
El Directorio Militar (1923-1925)
En esta primera fase, el poder fue ejercido por un Directorio Militar presidido por Primo de Rivera y compuesto exclusivamente por generales y almirantes. Se proclamó el estado de guerra en todo el país y se tomaron medidas drásticas:
- Suspensión de la Constitución de 1876 y de las garantías constitucionales.
- Disolución de las Cortes y prohibición de los partidos políticos.
- Implantación de una estricta censura de prensa.
- Represión del movimiento obrero (especialmente la CNT) y de los nacionalismos periféricos. Se prohibió el uso público del catalán y de su bandera, y se disolvió la Mancomunidad de Cataluña (1925).
- Sustitución de los gobernadores civiles por militares y disolución de los ayuntamientos, que fueron reemplazados por juntas de vocales designadas entre los mayores contribuyentes (supuestamente para acabar con el caciquismo, aunque en la práctica lo perpetuó de forma diferente). Se aprobó un Estatuto Municipal (1924) y un Estatuto Provincial (1925).
- Solución del problema de Marruecos: Primo de Rivera asumió personalmente el Alto Comisariado y, en colaboración con Francia, planificó el Desembarco de Alhucemas (1925), que supuso una victoria militar decisiva sobre Abd el-Krim y la pacificación del Protectorado.
El Directorio Civil (1925-1930)
Tras el éxito en Marruecos, Primo de Rivera intentó consolidar e institucionalizar su régimen, sustituyendo el Directorio Militar por un gobierno civil en el que, sin embargo, él seguía acumulando todo el poder. Esta fase se inspiró en el modelo corporativista del fascismo italiano:
- Creación de un partido único, la Unión Patriótica (1924), una formación gubernamental sin una ideología definida más allá del apoyo al régimen, la patria y la monarquía.
- Convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva (1927), designada por el dictador y con carácter corporativo, encargada de elaborar un anteproyecto de Constitución que nunca llegó a aprobarse y que pretendía establecer un régimen autoritario y centralista.
- Política económica intervencionista y nacionalista: Se impulsó la industria nacional mediante políticas proteccionistas y la creación de grandes monopolios estatales arrendados a empresas privadas, como CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos S. A.) o Telefónica. Se llevó a cabo un ambicioso programa de obras públicas (carreteras, ferrocarriles, pantanos), financiado en gran parte con emisión de deuda pública, lo que generó un fuerte déficit.
- Creación de la Organización Corporativa Nacional (1926): Inspirada en el modelo fascista italiano, pretendía regular las relaciones laborales y eliminar los conflictos de clase mediante «comités paritarios» compuestos por igual número de representantes de patronos y obreros (con la colaboración de la UGT socialista, mientras la CNT era perseguida).
Oposición a la dictadura (1926-1930)
A partir de 1926, la dictadura comenzó a perder apoyos y a enfrentarse a una creciente oposición:
- Antiguos partidos dinásticos: Políticos liberales y conservadores, apartados del poder, conspiraron contra el régimen (intento de pronunciamiento conocido como la «Sanjuanada» en 1926).
- Republicanos: Se reorganizaron y ganaron fuerza, aglutinando a diversos sectores descontentos. En 1926 se fundó la Alianza Republicana, que agrupaba a figuras como Manuel Azaña (Acción Republicana) y Alejandro Lerroux (Partido Radical). Antiguos monárquicos como Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura fundaron la Derecha Liberal Republicana.
- Intelectuales y estudiantes: Figuras como Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset o Blasco Ibáñez criticaron abiertamente la dictadura y sufrieron la censura y el exilio. Hubo importantes protestas estudiantiles universitarias.
- Movimiento obrero: La CNT, aunque duramente reprimida, se reorganizó en la clandestinidad y se radicalizó (creación de la FAI en 1927). El PSOE y la UGT, que inicialmente habían colaborado con el régimen, se distanciaron progresivamente.
- Nacionalistas: La política centralista y represiva del régimen avivó el sentimiento nacionalista, especialmente en Cataluña.
- Ejército: Surgieron divisiones internas, destacando el conflicto con el cuerpo de Artillería en 1926 por el sistema de ascensos.
El creciente aislamiento, la crisis económica mundial de 1929 y la pérdida del apoyo del rey llevaron a Primo de Rivera a presentar su dimisión en enero de 1930.
Fin de la monarquía (1930-1931)
Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII intentó retornar a la normalidad constitucional nombrando jefe de gobierno al general Dámaso Berenguer (la «Dictablanda»). Sin embargo, el desprestigio de la monarquía por su complicidad con la dictadura era enorme. La oposición republicana, socialista y nacionalista catalana se unió en el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930) para preparar el advenimiento de la República. Intelectuales como Ortega y Gasset, Marañón y Pérez de Ayala fundaron la Agrupación al Servicio de la República.
El gobierno de Berenguer fracasó en su intento de organizar una transición controlada. Le sucedió brevemente el almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Aunque los partidos monárquicos obtuvieron más concejales en total (gracias al voto rural caciquil), la coalición republicano-socialista triunfó abrumadoramente en las grandes ciudades y capitales de provincia. El resultado fue interpretado como un plebiscito a favor de la República. Ante la falta de apoyos, Alfonso XIII renunció a la Corona y abandonó España. El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República.
Conclusiones
La dictadura de Primo de Rivera fue una respuesta autoritaria a la crisis del sistema de la Restauración, apoyada inicialmente por amplios sectores sociales y por el rey Alfonso XIII. Aunque logró éxitos temporales como la pacificación de Marruecos y un cierto crecimiento económico basado en el intervencionismo y las obras públicas, fracasó en su intento de crear un régimen político estable y alternativo al parlamentarismo liberal. La creciente oposición y la crisis económica provocaron su caída y, poco después, la de la propia monarquía, abriendo paso a la experiencia democrática de la Segunda República.
ALGUNOS ARTÍCULOS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1931
Clasificación
Este texto es una fuente primaria de carácter jurídico-político. Se trata de una selección de artículos de la Constitución de la República Española, aprobada por las Cortes Constituyentes el 9 de diciembre de 1931. El autor es colectivo: las Cortes Constituyentes elegidas en junio de 1931, con una clara mayoría de partidos republicanos de izquierda y socialistas. El destinatario es la nación española, estableciendo el marco legal y político fundamental del nuevo régimen republicano. Su naturaleza es, por tanto, política y social.
Análisis
Los conceptos clave que destacan en los artículos seleccionados son:
- República democrática de trabajadores de toda clase: Definición de España en el Artículo 1. Refleja la orientación social y la influencia socialista en las Cortes Constituyentes, enfatizando la base popular y laboral del nuevo régimen.
- Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones: Fórmula adoptada en el Artículo 1 para definir la organización territorial, buscando un equilibrio entre la unidad del Estado y el reconocimiento de las aspiraciones autonómicas.
- Laicismo / Aconfesionalidad: Principio establecido en el Artículo 3 («El Estado español no tiene religión oficial») y desarrollado en el Artículo 26, que implica la separación Iglesia-Estado y la limitación del poder e influencia de las órdenes religiosas.
- Región autónoma / Estatuto: El Artículo 11 abre la puerta a la descentralización territorial, permitiendo que provincias limítrofes con características comunes puedan constituirse en región autónoma aprobando su propio Estatuto de autonomía.
- Sufragio universal: Principio democrático consagrado en el Artículo 36, que reconoce el derecho a voto de todos los ciudadanos mayores de 23 años, «sin distinción de sexo», introduciendo por primera vez el voto femenino en España en igualdad de condiciones.
- Presidente de la República: Jefe del Estado, elegido por las Cortes y un número igual de compromisarios (Artículo 67 y 68), con poderes limitados y un mandato de seis años.
- Cortes / Congreso de los Diputados: Órgano unicameral que ejerce el poder legislativo (Artículo 51, no incluido en la selección, pero implícito).
Las ideas principales reflejadas en los artículos seleccionados son:
- Art. 1: Define a España como una República democrática y social, basada en el trabajo, y establece un modelo de Estado unitario pero descentralizado (Estado integral). Fija también la bandera tricolor (rojo, amarillo y morado).
- Art. 3: Establece la aconfesionalidad del Estado, rompiendo con la tradicional unión entre Iglesia y Estado en España.
- Art. 11: Reconoce el derecho a la autonomía de las regiones dentro del Estado español.
- Art. 26: Desarrolla el principio de laicidad, estableciendo medidas concretas como la disolución de órdenes religiosas consideradas peligrosas (jesuitas), la prohibición de ejercer la enseñanza, la industria o el comercio a las órdenes religiosas, la extinción del presupuesto del clero y la sumisión de las actividades de la Iglesia a las leyes del Estado. Fue el artículo más polémico.
- Art. 36: Establece el sufragio universal masculino y femenino a partir de los 23 años.
- Art. 67 y 68: Definen la figura y el modo de elección del Presidente de la República como Jefe del Estado.
Comentario
Antecedentes
La Segunda República Española fue proclamada el 14 de abril de 1931, tras la victoria de las candidaturas republicano-socialistas en las elecciones municipales del 12 de abril en las principales ciudades. Este resultado fue interpretado como un rechazo popular a la monarquía de Alfonso XIII, desprestigiada por su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera. El rey partió al exilio y se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora, compuesto por los firmantes del Pacto de San Sebastián (1930): republicanos de distintas tendencias, socialistas y nacionalistas catalanes y gallegos. Este gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes para junio de 1931.
Hechos
Las elecciones de junio de 1931 dieron una clara mayoría a la coalición republicano-socialista. Estas Cortes fueron las encargadas de elaborar la nueva Constitución. El debate constitucional fue intenso y reflejó las tensiones ideológicas entre los diferentes grupos. La Constitución resultante fue de carácter marcadamente democrático y progresista, inspirada en las constituciones de Weimar (Alemania) y México. Estableció una amplia declaración de derechos individuales y sociales, el sufragio universal (incluido el femenino, tras un intenso debate), la separación Iglesia-Estado, la posibilidad de autonomías regionales y un sistema parlamentario con un Presidente de la República como Jefe de Estado y un Presidente de Gobierno responsable ante las Cortes (unicamerales).
Consecuencias
La Constitución de 1931 fue aprobada en diciembre, pero nació sin un amplio consenso. Generó una fuerte oposición en sectores clave de la sociedad española:
- La Iglesia Católica y los sectores católicos: Se opusieron frontalmente al laicismo militante de la Constitución, especialmente al Artículo 26, que consideraron un ataque a la religión y a sus instituciones. Esto provocó la dimisión del jefe del Gobierno Provisional, Alcalá-Zamora (católico), aunque luego aceptó ser el primer Presidente de la República.
- Sectores conservadores y de derechas: Rechazaron el espíritu general de la Constitución, la definición de España como «República de trabajadores», el reconocimiento de las autonomías (que veían como una amenaza a la unidad nacional) y las medidas que abrían la puerta a la expropiación de tierras (reforma agraria).
- Parte del Ejército: Descontento con las reformas militares (Ley Azaña) y la política autonómica.
- Los anarcosindicalistas (CNT-FAI): Se mantuvieron al margen del sistema parlamentario, al que consideraban burgués, y apostaron por la revolución social directa.
Esta falta de consenso inicial dificultó la consolidación del régimen republicano y contribuyó a la creciente polarización política y social que caracterizó todo el periodo. La Constitución sirvió de marco para las importantes reformas emprendidas durante el Bienio Reformista (1931-1933), pero también fue un factor de división que alimentó la inestabilidad y, en última instancia, contribuyó al clima que desembocó en la Guerra Civil de 1936.
Conclusiones
La Constitución de 1931 es un documento fundamental para comprender la Segunda República Española. Refleja el proyecto modernizador y democratizador de las fuerzas republicanas y socialistas que la impulsaron, intentando crear un Estado laico, democrático, socialmente avanzado y descentralizado. Sin embargo, su carácter marcadamente progresista y la forma en que abordó cuestiones sensibles como la religión o la organización territorial generaron fuertes resistencias y divisiones desde el principio. Los errores en la gestión política posterior, la crisis económica internacional y la radicalización de las posturas acabarían frustrando las esperanzas depositadas en el nuevo régimen y conduciendo al país a la tragedia de la Guerra Civil.
La Segunda República (1931-1936)
Introducción
La Segunda República Española (1931-1936) nació el 14 de abril de 1931 tras unas elecciones municipales percibidas como un plebiscito entre monarquía y república, en las que triunfó la opción republicana en las grandes ciudades. Se inauguró en un ambiente de optimismo y esperanza en la modernización del país y la consolidación de la democracia. Sin embargo, el ambicioso programa de reformas emprendido para abordar los problemas estructurales de España (cuestión agraria, religiosa, militar, territorial, social) encontró fuertes resistencias y generó profundas divisiones. La creciente polarización política y social, en un contexto de crisis económica internacional y auge de los extremismos en Europa, desembocó en una espiral de violencia que culminó en el golpe de Estado de julio de 1936 y el estallido de la Guerra Civil.
Desarrollo
Proclamación de la República y periodo constituyente (1931)
Tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 y la abdicación de facto de Alfonso XIII, se proclamó la República el 14 de abril. Se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora e integrado por republicanos y socialistas firmantes del Pacto de San Sebastián. Este gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes para junio, que dieron una amplia mayoría a la coalición republicano-socialista. Mientras se elaboraba la nueva Constitución (aprobada en diciembre de 1931), el Gobierno Provisional impulsó las primeras medidas reformistas:
- Reforma agraria: Se aprobaron decretos urgentes para proteger a los campesinos y arrendatarios y preparar una reforma más profunda.
- Reforma laboral: Impulsada por el ministro socialista Largo Caballero, buscaba mejorar las condiciones de trabajo y fortalecer la negociación colectiva.
- Reforma educativa: Se apostó por una enseñanza pública, laica, obligatoria y gratuita, con un ambicioso plan de construcción de escuelas y contratación de maestros para combatir el analfabetismo. Esto generó la hostilidad de la Iglesia Católica.
- Reforma militar: Liderada por Manuel Azaña, buscaba modernizar el Ejército, reducir el excesivo número de oficiales (ofreciendo el retiro voluntario con sueldo íntegro) y someter el poder militar al poder civil. Se creó la Guardia de Asalto como fuerza policial leal a la República.
- Cuestión territorial: Se reconoció la autonomía de Cataluña con la restauración de la Generalitat provisional.
Bienio Reformista (1931-1933)
Tras aprobarse la Constitución, Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República y Manuel Azaña (republicano de izquierda) formó gobierno en coalición con los socialistas. Este periodo se caracterizó por la continuación e intensificación de las reformas:
- Ley de Reforma Agraria (1932): Fue la reforma más ambiciosa, pero también la más compleja y conflictiva. Pretendía modernizar la agricultura y solucionar el problema del latifundismo y el paro campesino mediante la expropiación (con indemnización) de grandes fincas infrautilizadas para asentaren ellas a jornaleros. Su aplicación fue lenta y burocrática, generando frustración entre los campesinos e irritación entre los propietarios. El Instituto de Reforma Agraria (IRA), encargado de aplicarla, contó con escasos recursos. El fallido intento de golpe de Estado del general Sanjurjo (agosto de 1932) aceleró inicialmente su aplicación sobre las tierras de la nobleza implicada.
- Estatuto de Autonomía de Cataluña (1932): Aprobado tras intensos debates, dotaba a Cataluña de un gobierno (Generalitat) y un parlamento propios, con amplias competencias.
- Política religiosa y educativa: Se aplicaron las medidas laicistas de la Constitución (Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, Ley de Divorcio), lo que agudizó el enfrentamiento con la Iglesia y los sectores católicos.
Las reformas encontraron una doble oposición: por la derecha (terratenientes, Iglesia, sectores monárquicos y conservadores, que se reorganizaron en partidos como la CEDA de Gil Robles o Renovación Española) y por la izquierda revolucionaria (anarquistas de la CNT-FAI y sector más radical del PSOE), que consideraban las reformas insuficientes y lentas, y apostaban por la revolución social. La conflictividad social aumentó, con huelgas, ocupaciones de tierras y episodios de violencia. El incidente más grave fue la represión de una insurrección anarquista en Casas Viejas (Cádiz) en enero de 1933, que causó un fuerte desgaste al gobierno de Azaña. La crisis económica mundial también dificultó la aplicación de las reformas. Las divisiones internas en la coalición gubernamental y la presión de la oposición llevaron a Alcalá Zamora a retirar la confianza a Azaña y convocar nuevas elecciones para noviembre de 1933.
Bienio Conservador o Radical-Cedista (1933-1935)
En las elecciones de noviembre de 1933, en las que votaron por primera vez las mujeres, triunfaron los partidos de centro-derecha (Partido Radical de Lerroux y CEDA de Gil Robles), favorecidos por la división de la izquierda y la abstención anarquista. Se formó un gobierno del Partido Radical, liderado por Alejandro Lerroux, con el apoyo parlamentario de la CEDA. Este gobierno se dedicó a paralizar o rectificar gran parte de las reformas del bienio anterior:
- Se frenó la reforma agraria y se devolvieron tierras a la nobleza.
- Se aprobó un presupuesto para el clero y se intentó una reconciliación con la Iglesia.
- Se aprobó una amnistía para los implicados en el golpe de Sanjurjo.
- Se paralizó la tramitación de nuevos estatutos de autonomía (como el vasco).
Esta política involucionista provocó una fuerte radicalización de la izquierda (PSOE, UGT, Esquerra Republicana de Catalunya) y un aumento de la tensión social. La entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934 fue el detonante de la Revolución de Octubre de 1934, una huelga general revolucionaria convocada por la UGT y el PSOE. Fracasó en la mayor parte de España, pero tuvo especial virulencia en Asturias, donde se convirtió en una auténtica insurrección obrera duramente reprimida por el Ejército (dirigido por Franco desde Madrid), y en Cataluña, donde el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española, siendo también reprimido y encarcelado su gobierno.
La represión de la Revolución de Octubre (miles de muertos y detenidos) endureció aún más las posturas. El gobierno se escoró más a la derecha, con mayor presencia de la CEDA. Sin embargo, una serie de escándalos de corrupción (como el del Estraperlo) que salpicaron al Partido Radical y las tensiones entre los socios de gobierno llevaron al presidente Alcalá Zamora a disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones para febrero de 1936.
El Frente Popular (febrero-julio de 1936)
A las elecciones de febrero de 1936, la izquierda (republicanos, socialistas, comunistas) se presentó unida en la coalición del Frente Popular, con un programa basado en la amnistía para los presos de 1934, la restauración de la autonomía catalana y la continuación de las reformas del primer bienio. La derecha concurrió dividida. El Frente Popular obtuvo la victoria.
Se formó un gobierno compuesto exclusivamente por republicanos de izquierda, presidido por Casares Quiroga, aunque con el apoyo parlamentario de socialistas y comunistas. Manuel Azaña fue elegido Presidente de la República en sustitución de Alcalá Zamora (destituido por las Cortes). El nuevo gobierno decretó la amnistía, restauró la Generalitat de Cataluña y aceleró la reforma agraria. Sin embargo, el clima político y social era de extrema polarización y violencia. La derecha no aceptó la derrota electoral y aumentó la conspiración militar. La izquierda revolucionaria (sector caballerista del PSOE, CNT, POUM) presionaba para avanzar hacia la revolución social. Se sucedieron huelgas, ocupaciones de fincas, enfrentamientos callejeros y asesinatos políticos por ambos bandos. El asesinato del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo por pistoleros de extrema derecha y la represalia casi inmediata con el asesinato del líder monárquico José Calvo Sotelo por guardias de asalto el 13 de julio de 1936, precipitaron los acontecimientos.
El 17 y 18 de julio de 1936, parte del Ejército, liderado por los generales Mola, Franco y Sanjurjo (este último desde el exilio), se sublevó contra el gobierno de la República, dando inicio a la Guerra Civil Española.
Conclusiones
La Segunda República representó el intento más serio de modernizar España y consolidar un régimen democrático en el primer tercio del siglo XX. Emprendió reformas necesarias pero que afectaban a intereses muy arraigados, generando fuertes resistencias. La falta de consenso, la crisis económica, la creciente polarización ideológica (reflejo también del contexto europeo) y la incapacidad de los actores políticos para encauzar pacíficamente los conflictos llevaron al fracaso del proyecto republicano y a la tragedia de la Guerra Civil. La experiencia republicana, a pesar de su breve y convulsa existencia, dejó un legado importante en términos de avances democráticos, sociales y culturales.
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