28 Abr

El Teatro Español a Comienzos del Siglo XX

Los gustos del público burgués, que buscaba en el teatro una forma de diversión, marcaron la orientación del teatro en las tres primeras décadas del siglo XX. Se distinguen dos grandes tendencias:

El Teatro de Éxito Comercial

Destinado a satisfacer las exigencias del público, este teatro se caracterizaba por ser costumbrista, cómico o melodramático, continuando con las formas dramáticas tradicionales. Dentro de esta línea se distinguen tres corrientes:

Comedia Burguesa (Jacinto Benavente)

Jacinto Benavente (1866-1954), Premio Nobel de Literatura en 1922, fue el autor de mayor éxito de la época. Sus obras, que suman cerca de doscientas, se caracterizan por el dominio de los recursos escénicos y la habilidad en los diálogos. Benavente desterró del teatro el estilo grandilocuente del drama posromántico. La mayor parte de su producción se ambienta en los salones de la burguesía y la alta sociedad, planteando una crítica amable e irónica de sus costumbres. Su obra más conocida es Los Intereses Creados (1907).

Teatro Poético

En los primeros años del siglo, el teatro poético en verso, de estilo modernista y con temas históricos, obtuvo gran aceptación. Destacan autores como Francisco Villaespesa (Doña María de Padilla) y Eduardo Marquina (Las Hijas del Cid, En Flandes se ha puesto el sol). Años más tarde, los hermanos Manuel y Antonio Machado cultivaron este género con obras como La Lola se va a los Puertos (1929).

Teatro Cómico

El teatro cómico, basado en la representación de costumbres y tipos populares, también alcanzó gran éxito. Algunos autores representativos son:

  • Carlos Arniches (1866-1943): Conocido por sus sainetes costumbristas ambientados en el Madrid popular, con personajes que se expresan en un gracioso habla castiza. Obras como El Santo de la Isidra y Don Quintín el Amargo son ejemplos de este género. Posteriormente, Arniches cultivó la «tragedia grotesca», donde se unen lo caricaturesco y lo conmovedor, como en La Señorita de Trevélez (1916).
  • Serafín y Joaquín Álvarez Quintero: Se identifican con los temas y ambientes de la Andalucía tópica y tradicional. Sus sainetes y comedias, como El Genio Alegre o Malvaloca, ofrecen una visión optimista y risueña de la vida andaluza.
  • Pedro Muñoz Seca: Creador de la «astracanada», un subgénero cómico basado en situaciones disparatadas y juegos de palabras. Su obra más famosa es La Venganza de Don Mendo (1918), una parodia de los dramas históricos y románticos.

El Teatro Renovador

Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca fueron los principales exponentes del teatro renovador. Otros autores destacados son Miguel de Unamuno, con su teatro de ideas y filosófico, y los poetas Rafael Alberti y Miguel Hernández, que intentaron renovar el teatro en la década de 1930.

Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936)

Su obra teatral comienza con las Comedias Bárbaras, un ciclo compuesto por Águila de Blasón, Romance de Lobos y Cara de Plata, ambientadas en una Galicia mítica y rural. Sus dos obras más importantes se estrenaron en 1920: Divinas Palabras, una tragicomedia de aldea ambientada en Galicia, y Luces de Bohemia, el primer «esperpento».

El esperpento es un tipo de teatro basado en la deformación sistemática de la realidad. Los personajes se convierten en seres grotescos, tratados como marionetas, y el lenguaje y los escenarios también se deforman. Luces de Bohemia es una sátira deformada y caricaturesca de la vida española de comienzos del siglo XX. El protagonista, Max Estrella, es un poeta ciego que recorre los ambientes del Madrid de la época en sus últimas horas de vida.

El Teatro de García Lorca

Federico García Lorca fundó en 1932 la compañía teatral La Barraca, con la intención de llevar el teatro clásico español a los pueblos. A partir de 1930, compuso importantes obras teatrales, cuyo tema central es el amor imposible y la frustración. Escribió farsas, un drama histórico en verso (Mariana Pineda) y dos «comedias imposibles» (El Público y Así que pasen cinco años).

La plenitud del teatro lorquiano está representada por tres tragedias: Bodas de Sangre (1933), Yerma (1934) y La Casa de Bernarda Alba (1936).

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