12 Jun
Reina Isabel
TEMA 3: EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)
Epígrafe 1
1. La evolución política
Orígenes de la Revolución de 1868
La Revolución de 1868 se produce por una serie de causas que confluyen en un momento determinado:
- Causas políticas: ya casi nadie defendía en 1868 la causa isabelina. Desde 1863, los gobiernos moderados (que monopolizaron el poder durante el reinado de Isabel II) se caracterizaban por preocuparse solo de mantener el orden y la represión; por ello, en 1868 no se produjo un simple pronunciamiento exigiendo a la reina que llamara a gobernar a los progresistas, sino una revolución contra la monarquía de Isabel II. Esto quedó claro después del verano de 1866, cuando en el Pacto de Ostende, progresistas, demócratas y más tarde unionistas firmaron un acuerdo para acabar con la monarquía y lo que representaba.
- El ideario revolucionario lo aportaba el partido demócrata, que pedía el sufragio universal, la supresión de los consumos y las quintas, y defensa de las clases medias y trabajadoras.
- Causas económicas y sociales: Venía precedido de una grave crisis económica y financiera, la de 1866, provocada por una crisis de beneficios en el sector ferroviario, sobre el que se habían creado unas expectativas de negocio que, cuando llegó el momento de que rindieran beneficios, no se pudieron cumplir (apoyo de grupos industriales y financieros). Junto a ello, los años inmediatamente anteriores a 1868 fueron también años de malas cosechas, lo que encareció las subsistencias y agudizó el descontento entre las clases populares; en estas circunstancias, el impuesto de consumos se volvió algo particularmente odiado.
1.1. La revolución de 1868: la caída de Isabel II
La caída de Isabel II
La situación era tal que los moderados monopolizaban el poder, no había libertad y la situación de las clases más pobres era terrible. Estaba claro que había que acabar con el reinado de Isabel II (no ya con la camarilla como en el 54).
En 1866 se reunieron en Ostende (Bélgica) un conjunto de personalidades políticas y militares importantes de todos los sectores políticos del país, salvo los moderados que gobernaban: republicanos (Castelar, Pi y Margall), progresistas (Prim y Sagasta), demócratas y más tarde la Unión Liberal (general Serrano).
El resultado fue el Pacto de Ostende, donde decidieron entre todos:
- realizar una revolución cuando las condiciones fueran favorables.
- expulsar a la reina.
- realizar elecciones a asamblea constituyente para empezar de cero.
En abril de 1868 murió Narváez, el principal apoyo de la reina, y se decidió que el momento propicio había llegado: unos meses después se produjo la Revolución de 1868, también conocida como “La Gloriosa”: se pronunció el almirante Topete en Cádiz, seguido por otros militares como Prim y Serrano.
Todos firmaron un famoso manifiesto, “España con Honra”, donde explicaban las razones de la insurrección y pedían un cambio profundo en la política, además del fin del reinado de Isabel II. Las tropas rebeldes vencieron a las tropas fieles a la reina; Serrano derrotó a las tropas reales en el puente de Alcolea y además obtuvieron el apoyo de las ciudades. El pronunciamiento militar se acompañó desde el principio de un movimiento civil, plasmado en la proliferación de Juntas locales y provinciales, siempre más radicales que los pronunciados militares.
La reina se exilió, terminando aquí su caótico reinado y comenzando una nueva etapa: el Sexenio Democrático.
1.2. La Constitución de 1869 y el gobierno de Serrano
Con el exilio de la reina se constituyó un gobierno provisional formado por unionistas (Unión Liberal) y progresistas, estando al mando el general Serrano.
El gobierno mostraba en un manifiesto a la nación su programa de reformas, cuyos pilares eran el sufragio universal, libertad religiosa, de enseñanza, asociación y reunión, y medidas de carácter económico como la creación de la peseta.
Constitución de 1869
Había que hacer una nueva constitución, para lo cual se celebraron elecciones a asamblea constituyente con sufragio universal masculino. Ganó las elecciones la coalición de unionistas y progresistas, elaborando la Constitución de 1869:
Características: fue la primera constitución realmente democrática de la Historia de España y una de las más avanzadas de su tiempo:
- monarquía parlamentaria,
- soberanía nacional,
- sufragio universal masculino (25 años),
- división de poderes (el poder ejecutivo recae en el rey, que lo ejerce a través de sus ministros, responsables a su vez ante las Cortes. El poder legislativo en las Cortes: el rey solo puede sancionar y promulgar las leyes. Las Cortes siguen siendo bicamerales, tanto el Congreso como el Senado son electivos. Y el judicial, un cuerpo de jueces independientes).
- derechos y libertades de todo tipo (ej. libertad de enseñanza, libertad de imprenta) incluida la libertad de asociación (reivindicación obrera),
- libertad religiosa (la libertad de cultos, pero el Estado se compromete a mantener el culto católico).
Problemas:
A pesar de ser tan avanzada, no gustó a casi nadie, bien por ser considerada demasiado avanzada (Iglesia y grupos conservadores en general) como por lo contrario: a los republicanos les parecía claramente insuficiente, ya que España seguía siendo una monarquía y no una república como ellos querían. Además, no se hablaba en la constitución de mejoras para campesinos y obreros.
Esta falta de consenso en la constitución, entre otras cosas, provocó una enorme inestabilidad política y social durante este período.
Gobierno provisional: Sus reformas
Durante dicho gobierno provisional se realizaron una serie de reformas entre las que cabe destacar:
- La instauración de la peseta como moneda española, para facilitar los intercambios comerciales (una sola moneda) así como para quitar la efigie de los Borbones.
- La Ley de Bases sobre Minas (1869), que permitía a empresas bien españolas bien extranjeras (sobre todo estas últimas) la explotación del mineral español. Supuso la venta de las minas, hasta entonces monopolio de la Corona, a empresas privadas, generalmente extranjeras, para que las explotasen. A cambio de estas concesiones, el Estado español recaudó importantes cantidades de dinero. Cabe destacar la concesión de las minas de Rio Tinto a una compañía británica.
- En los meses siguientes se desarrolló una labor legislativa bastante completa, de acuerdo con la nueva constitución, tales como el nuevo Código Penal, Ley Orgánica del Poder Judicial, Ley de Orden Público o Ley sobre el Matrimonio Civil.
Búsqueda de un nuevo rey
La constitución establecía que España era una monarquía… pero sin rey: había que buscar uno que aceptase la Constitución.
Mientras tanto, Serrano se hizo cargo de la regencia, siendo Prim Presidente del Gobierno.
Hubo varios candidatos: Espartero, que rechazó el ofrecimiento (demasiado mayor), Antonio de Orleans, duque de Montpensier (hijo de Luis Felipe de Orleans, rev de 1830 en Francia y casado con la infanta Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II), el alemán Leopoldo de Hohenzollern Sigmaringen (su candidatura dio origen a la guerra franco-prusiana), Carlos VII (nieto del infante Carlos María Isidro, no respondía al perfil buscado), y Amadeo de Saboya, segundo hijo del primer rey de Italia, Víctor Manuel II, que lideró la unificación italiana y era un monarca constitucional. Fue este el elegido, siendo el favorito del general Prim.
1.3. El reinado de Amadeo I (1871-1873)
Mal comienzo tuvo su reinado: nada más llegar a España, Prim fue asesinado en un atentado cuando iba en su carroza, llegando Amadeo justo a tiempo para el entierro del hombre que había apostado por él y que iba a ayudarle en su difícil tarea.
Problemas durante su reinado
A pesar de tener voluntad y preparación para reinar y aceptar la constitución, Amadeo fue un personaje que no generó ningún entusiasmo en el pueblo. Estuvo aislado, sin apoyos, en un país que desconocía y con muchos, difíciles y variados problemas:
- Inestabilidad política: en sus dos años de reinado hubo la friolera de 6 legislaturas. Los partidos políticos eran auténticos “avisperos” incluso dentro de ellos mismos.
- Oposición de numerosos grupos: republicanos. Su proyecto de crear una república se había esfumado con la instauración de la nueva dinastía Saboya y por ello hacían presión en el campo y en las ciudades. Los carlistas, al igual que los republicanos, habían recobrado las esperanzas de instalarse en el poder tras el destronamiento de Isabel II, pero sus expectativas se vieron truncadas por la entronización de la monarquía de Saboya. Los alfonsinos, un nuevo partido dirigido por Cánovas del Castillo, defendían la vuelta de los Borbones.
- La antigua aristocracia terrateniente y la nueva de negocios manifestaron desde el primer momento una actitud hostil hacia el nuevo monarca, convencidos de que el sistema democrático que representaba la monarquía de Saboya acabaría con el dominio oligárquico que desde siempre habían detentado y ejercido sobre la nación española.
- La iglesia católica se opuso al nuevo régimen por causa del principio constitucional que propugnaba la libertad religiosa y la separación de la Iglesia y el Estado.
- Guerras: para complicar la situación, el reinado de Amadeo tuvo que enfrentarse a dos guerras dentro del propio país:
- Tercera Guerra Carlista (1872-1876): que estalló por el consabido problema foral y por no haber sido elegido Carlos VII como rey de España, y la resistencia de la religiosidad tradicional frente a la secularización iniciada con la revolución liberal. En 1872 se produjo una sublevación en Gerona, Valencia, el Maestrazgo, Navarra y las provincias vascas, de los carlistas, que fue controlada casi por completo por el ejército.
- Guerra de Cuba (1868-1878): Cuba, la colonia más importante que nos quedaba, se rebeló aprovechando la caída de los Borbones. Los protagonistas fueron la élite criolla, deseosa de conseguir la libertad de comercio (sobre todo del azúcar y tabaco) con los USA. Además, se pedía el fin de la esclavitud en la isla. Detrás del conflicto estaba la abolición de la esclavitud, que fue derogada en Puerto Rico en 1873. En el caso de Cuba, pervivió hasta 1886. Este conflicto acabó por hipotecar la Hacienda, y obligó a multiplicar las impopulares levas y a aumentar los impuestos en la metrópoli, exasperando a las capas populares.
La guerra fue muy costosa en hombres y dinero.
Finalmente, agotado, sin soluciones y asustado tras un atentado fallido sobre su persona, Amadeo abdicó en febrero de 1873. Ante esta situación, se proclamó la I República Española.
1.4. La Primera República (febrero 1873-diciembre 1874)
División de los republicanos
Ante la renuncia de Amadeo, comenzó un régimen aún más inestable que el anterior (4 presidentes, 6 gobiernos, 2 guerras -carlista y cubana- y la revolución cantonal).
Continuaban las dos guerras que se estaban librando (la carlista y la de Cuba) y, además, estaba la cuestión de la inexperiencia, ya que España nunca antes había sido una república, había pocos republicanos y, además, estaban divididos:
- Republicanos federalistas: eran partidarios de una fortísima descentralización: división del país en varios estados, cada uno de ellos independiente en ciertas cuestiones y con la existencia de un gobierno federal para asuntos que afectaran a todos los estados (política exterior, ejército, etc). Dentro de estos, quienes querían construir una república federal “desde arriba” (benévolos) y quienes deseaban hacerlo “desde abajo” (intransigentes).
- Republicanos unionistas: eran partidarios de que España continuase siendo un solo Estado al igual que antes, con la diferencia de que el régimen político no sería una monarquía, sino una república.
Fases
1ª fase: los 4 presidentes (febrero 73-enero 74)
Se le conoce así a esta fase porque hubo hasta cuatro presidentes del gobierno en menos de un año, sufriendo España una situación absolutamente caótica como vamos a ver:
- Estanislao Figueras (federal, febrero-junio 1873): había que elaborar una nueva constitución para el nuevo régimen, por lo que se celebraron elecciones a asamblea constituyente, caracterizadas por la alta abstención (60%), venciendo los republicanos. Durante su gobierno continuaron los problemas derivados de las dos guerras (carlista y la de Cuba). Impotente para resolver los problemas, presentó su dimisión.
- Pi y Margall (federal, junio-julio 1873): durante su presidencia se redactó la Constitución de 1873: España era una república federal formada por 17 estados (Cuba y Puerto Rico incluidos), cada uno con sus leyes y órganos ejecutivos, legislativos y judiciales, existiendo un poder central para cuestiones como ejército, política exterior, etc. En todo lo demás (derechos, etc), era muy similar a la Constitución de 1869. No obstante, esta constitución fue non nata, es decir, no dio tiempo a ser promulgada. Bajo su gobierno surgió un gravísimo problema, el Movimiento Cantonal: eran republicanos, pero a diferencia de los políticos, este movimiento quería cambiarlo todo desde abajo hacia arriba, no al revés: repartos de tierras, derechos sociales de todo tipo… Este movimiento destacó principalmente en puntos del Levante, Andalucía y Murcia, declarándose algunas ciudades como estados independientes. El caso más paradigmático fue el de Cartagena, donde había un gran arsenal y parte de la flota de guerra española. Durante 6 meses fue un cantón independiente, siendo sitiado y bombardeado hasta que capituló, dando grandes quebraderos de cabeza a los gobernantes. Ante la gravísima situación, Pi y Margall presentó su dimisión.
- Nicolás Salmerón (unionista, julio-septiembre 73): para restablecer el orden recurrió al ejército, cayendo cantón a cantón a excepción de Cartagena, que resistía por su posición estratégica. Dimitió por negarse a firmar sentencias de muerte contra los cantonalistas sublevados.
- Emilio Castelar (unionista, sept 73-enero 74): al igual que su predecesor, combatió los problemas dando cada vez más poder al ejército, actuando con mucha contundencia. Esta manera de proceder le hizo perder la confianza del resto de políticos, por lo que, una vez tomada Cartagena, a finales de 1873, la mayor parte de las Cortes iba a censurar a Castelar. Entonces, el general Pavía, capitán general de Madrid que antes había liquidado el cantonalismo en Andalucía, temeroso de que el control de la República cayera en los federales intransigentes, tomó las Cortes: el golpe de Estado de Pavía (3 de enero de 1874). De inmediato publicó un manifiesto diciendo que el golpe era en pro de la libertad, que no se dirigía contra la República sino contra quienes habían derrotado a Castelar y que se formaría un gobierno de emergencia con Serrano como presidente. Entonces, el general Serrano asumió todo el poder ejecutivo.
2ª fase: la dictadura de Serrano (enero-diciembre 74)
Serrano actuó como dictador, disolviendo las Cortes así como las libertades y los derechos de la población. Hizo esto para centrarse sin oposición en solucionar los problemas bélicos que azotaban el país.
Durante su dictadura, las clases acomodadas del país, así como gran parte del ejército, empezaron a ver con buenos ojos la vuelta de los Borbones, pero no en la figura de Isabel II, sino de su hijo Alfonso. Creían que esa era la mejor manera de acabar con la inestabilidad política y de acabar con las guerras. Fue clave para la rehabilitación de los Borbones la figura de Antonio Cánovas del Castillo, que redactó el Manifiesto de Sandhurst, documento firmado por Alfonso donde afirma haber aprendido los errores de su madre y se comprometía a aceptar la constitución que le presentase el pueblo español y a gobernar como un rey liberal, acabando con la inestabilidad que azotaba el país.
Finalmente, se produjo, el 29 de diciembre, el golpe de Estado del general Martínez Campos, coronándose a Alfonso como rey de España (Alfonso XII).
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