04 Sep
La Guerra de la Independencia Española (1808-1814)
La invasión francesa de 1808 aceleró la crisis de la estructura política y administrativa del absolutismo en España.
El Estallido del Conflicto
La guerra duró seis años.
- La Invasión: España y Francia firmaron el Tratado de Fontainebleau. Napoleón pretendía invadir Portugal para garantizar el bloqueo continental contra el Reino Unido, pero su objetivo real era ocupar España.
- El Motín de Aranjuez: Napoleón había conseguido la autorización de Carlos IV para cruzar el Estado español y atacar Portugal. El estallido del Motín de Aranjuez provocó la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando, quien reinó como Fernando VII.
- Las Abdicaciones de Bayona y el Estatuto de Bayona: Carlos IV se retractó de la abdicación, pero su hijo no lo aceptó. Napoleón los presionó para que renunciaran a sus derechos, traspasando así la corona de España a su hermano José I.
Entre la Resistencia y el Colaboracionismo
El 2 de mayo de 1808, los franceses pretendían llevarse a los últimos miembros de la familia real. El pueblo de Madrid y algunos militares se enfrentaron a las tropas. La resistencia catalana a la ocupación también comenzó. Los ejércitos franceses sufrieron una serie de derrotas iniciales, siendo las más importantes las del Bruc y la de Bailén. En Girona, murió el 50% de la población civil. Un sector de españoles no se opuso a la ocupación francesa: los afrancesados la apoyaron.
El Desarrollo de la Guerra
Las primeras derrotas en España enfurecieron a Napoleón, quien entró en la Península al frente de un ejército numeroso y experimentado. La incapacidad del ejército español para sostener una guerra convencional contra los franceses propició el desarrollo de la guerra de guerrillas. Las actuaciones de desgaste de las guerrillas debilitaron al enemigo, pero para ganar la guerra fue necesaria la colaboración del ejército británico. La necesidad de Napoleón de concentrar los esfuerzos militares en la guerra contra Rusia favoreció la victoria de británicos y españoles en la Península. José I abandonó España. Se firmó en Francia el Tratado de Valençay, que puso fin a la ocupación y abrió las puertas al retorno de Fernando VII.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
La transformación del Estado absolutista en España fue posible gracias a las Cortes reunidas en la ciudad de Cádiz en 1810.
El Vacío de Poder y la Formación de Juntas
Los eclesiásticos, los propietarios y los sectores cultos organizaron una forma de poder local denominada juntas locales, que tenían como objetivo mantener el orden y organizar la resistencia. Con la creación de la Junta Suprema Central de Gobierno, las juntas provinciales se supeditasen al poder de la Central, encargada de gobernar el país y de coordinar la defensa del territorio.
Convocatoria de Cortes
La Junta Central convocó una reunión de Cortes. Las elecciones a diputados se realizaron por sufragio universal masculino. Los diputados se reunieron en conjunto, lo que otorgó a la reunión el carácter de asamblea nacional. Las Cortes se proclamaron soberanas.
La Constitución de 1812
Las Cortes de Cádiz aprobaron la primera Constitución de la historia de España el 19 de marzo de 1812, día de San José, popularmente conocida como «La Pepa». La nueva Constitución determinó la división de poderes y reconoció la confesionalidad católica del Estado. El Estado adoptó la forma de monarquía limitada, dio amplias atribuciones a las Cortes y dejó en manos del rey el gobierno y la administración del país. La soberanía residía fundamentalmente en la nación.
La Restauración del Absolutismo (1814-1820)
Fernando VII abolió la Constitución de 1812 y las Cortes de Cádiz. Se restauró el absolutismo y se puso fin a la primera etapa política liberal de España.
El Regreso de Fernando VII
Napoleón firmó el Tratado de Valençay con Fernando VII, lo que permitió al monarca recuperar la corona. El rey recibió el pronunciamiento a su favor del capitán general Francisco Javier Elío y el manifiesto de apoyo firmado por 68 diputados absolutistas, conocido como el Manifiesto de los Persas. Decretó la abolición del texto constitucional y de las Cortes de Cádiz. Los liberales más destacados fueron detenidos y encarcelados. Se restableció el tribunal de la Inquisición.
Los Intentos de Restaurar la Constitución de 1812
Algunos militares liberales españoles protagonizaron levantamientos, conocidos como pronunciamientos, para obligar al rey a aceptar la Constitución de 1812. El general Luis Roberto Lacy organizó una insurrección para conseguir el control del Principado y proclamar la Constitución. El intento fracasó y fue ejecutado.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El triunfo de los pronunciamientos hizo que los liberales aplicaran por primera vez su programa de reformas políticas durante tres años. Sin embargo, el restablecimiento de la Constitución de 1812 no fue suficiente para consolidar el nuevo sistema. La división de los liberales y la acción decidida de los absolutistas derrotaron al liberalismo, y Fernando VII pudo restablecer el absolutismo.
La Insurrección de Riego y el Restablecimiento de la Constitución de 1812
El 1 de enero de 1820, en Las Cabezas de San Juan, el coronel Rafael del Riego se alzó en armas contra el absolutismo y proclamó la Constitución de 1812. Para salvar la corona, el rey cedió y juró la Constitución.
División del Liberalismo
Durante el Trienio, los liberales se dividieron en dos tendencias: los exaltados y los doceañistas (liberales moderados). El rey aprovechó esta división para favorecer el restablecimiento del absolutismo.
La Regencia de Urgel y la Intervención Extranjera
Se formó la Regencia de Urgel, un gobierno absolutista provisional. El descontento de los campesinos con el nuevo régimen fiscal establecido por los liberales, especialmente con la contribución de consumos, contribuyó a generalizar la insurrección. Las acciones militares para frenar la reacción absolutista consiguieron algunos éxitos y la Regencia de Urgel se tuvo que refugiar en Francia.
Las potencias absolutistas europeas, agrupadas en la Santa Alianza, enviaron tropas a España para derrocar al gobierno liberal. Estas tropas recibieron el nombre de los Cien Mil Hijos de San Luis. Recibieron ayuda de hombres del ejército de Voluntarios Realistas, y Fernando VII recuperó el poder absoluto.
El Decenio Ominoso (1823-1833)
La Santa Alianza ayudó a Fernando VII a recuperar todos los poderes absolutos. Se produjo un periodo de diez años que se caracterizó por la represión, el retorno de una política absolutista y la aparición de una corriente ultrarealista.
Las Insurrecciones Liberales
Los liberales que pudieron huir de la policía absolutista intentaron restablecer el régimen constitucional, pero fracasaron. El militar Torrijos lo volvió a intentar, pero fue fusilado. El fracaso de la estrategia insurreccional favoreció la solución pactista a favor de la hija de Fernando VII, Isabel II.
La Revuelta de los Malcontents (Agraviados)
En 1827 se produjo una insurrección armada ultrarealista en el campo catalán, conocida como la Guerra de los Malcontents (o Agraviados). Se rebelaron contra Fernando VII cuando se publicó el Manifiesto de la Federación de los Realistas Puros. Los descontentos consideraban al rey responsable de los problemas del país. Fernando VII dejó al frente del Principado al Conde de España, quien controló el territorio con el terror.
Las Regencias (1833-1843)
Las regencias duraron diez años. Se desarrollaron durante la Primera Guerra Carlista y los disturbios urbanos (conocidos como bullangas). Durante este periodo, se aprobó la desamortización eclesiástica. Tras la muerte de Fernando VII, su esposa María Cristina, madre de Isabel II, asumió la regencia.
Del Estatuto Real a la Constitución de 1837
María Cristina pactó con los liberales. Los liberales eran conscientes de sus limitaciones, y los más moderados ofrecieron, a cambio del Estatuto Real, apoyar a la monarquía isabelina. Los más progresistas presionaron para restablecer la Constitución de 1812, pero no lo consiguieron. La Revuelta de los Sargentos de La Granja forzó a la reina a aceptar la Constitución de 1812, lo que inició un debate sobre la necesidad de adaptarla a los nuevos tiempos. Esto dio lugar a la redacción de la Constitución de 1837, que presentaba muchas limitaciones en cuanto a las libertades.
La Regencia de Espartero (1840-1843)
Espartero fue nombrado regente. Se enemistó con los sectores izquierdistas del progresismo. Los moderados no dejaron de conspirar contra el regente. Los militares intentaron dar un golpe de Estado, pero fracasaron. Espartero perdió el apoyo de las clases populares catalanas. El republicanismo catalán se organizó alrededor de Terradas y del periódico El Republicano. Espartero no pudo hacer frente a la coalición de progresistas y moderados que lo echaron del poder.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
Con el nacimiento de la hija de Fernando VII, se anuló la Ley Sálica (que impedía que las mujeres reinaran). El hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro, reclamó los derechos a la corona y obtuvo el apoyo ideológico y financiero del clero y de la pequeña nobleza rural. La guerra tuvo tres fases:
- Publicación del Manifiesto de Abrantes y muerte del general carlista.
- Fracaso de la expedición carlista sobre Madrid.
- División de los carlistas en dos bandos: los apostólicos (que daban máxima importancia a la religión y eran antiliberales) y los transaccionistas (partidarios de pactar con los liberales).
La guerra continuó hasta la caída de Morella en mayo de 1840.
La Época de las Bullangas
Las bullangas eran revueltas de carácter social y político que se produjeron en Barcelona y otras ciudades. Comenzaron con el incendio de diferentes conventos. El general Bassa era el encargado de establecer el orden en la Ciudad, pero fue asesinado. El mismo día, fue incendiada la fábrica Bonaplata.
La conflictividad fue cortada de golpe por el general Ramón de Meer. Con el fin de la guerra, la confrontación entre moderados y progresistas se reavivó, y Barcelona fue bombardeada dos veces.
La Desamortización de Mendizábal
El ministro progresista Juan Álvarez Mendizábal impulsó una ley desamortizadora con la intención de solucionar el problema del déficit de la Hacienda pública y obtener los recursos necesarios para ganar la guerra contra el carlismo, pero no se pudo solucionar completamente.
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