05 Mar
La Transición Española: De la Dictadura a la Democracia (1975-1982)
Tras la muerte de Franco en noviembre de 1975, España experimentó una serie de acontecimientos trascendentales que, en apenas dos años, culminaron con la celebración de las primeras elecciones democráticas desde la Segunda República. Juan Carlos I, designado sucesor por el dictador, asumió la corona el 22 de noviembre y lideró las reformas necesarias para transformar el país en un Estado democrático. Este periodo se divide en dos etapas principales: los gobiernos predemocráticos (1975-1977) con Arias Navarro y Adolfo Suárez, y los gobiernos democráticos (1977-1982) liderados por Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo. La transición fue un proceso complejo, marcado por la crisis económica de 1973, la oposición política, las movilizaciones sociales, las demandas de los partidos y la constante amenaza terrorista. El liderazgo del Rey y del presidente Suárez, junto con la colaboración de otros líderes políticos y sindicales, fue crucial para la celebración de elecciones, la aprobación de la Constitución, la firma de los Pactos de la Moncloa y la creación del Estado autonómico. El fallido golpe de Estado de febrero de 1981 aceleró la victoria del Partido Socialista y el inicio de una nueva etapa de reformas que culminaron con el ingreso de España en la CEE.
Gobierno de Arias Navarro (1975-1976): Reformas Limitadas y Movilización Ciudadana
Durante el gobierno de Arias Navarro, el poder se vio rápidamente superado por las movilizaciones ciudadanas que exigían libertad, amnistía para los presos políticos y autonomía. A pesar de su pasado franquista, Arias Navarro propuso algunas reformas políticas limitadas, como la libertad de prensa, el reconocimiento del derecho de reunión y asociación, y la reforma de las Cortes, pero siempre dentro del marco del Movimiento. Dos días después de la muerte de Franco, Juan Carlos I fue proclamado rey. Su primer discurso ante las Cortes fue un llamado a la concordia, la reconciliación, la tolerancia, la libertad y el reconocimiento de las particularidades regionales. La proclamación de Juan Carlos I conllevó un indulto para los presos políticos.
1976 fue un año de gran conflictividad social, con numerosas huelgas en fábricas, servicios públicos y comunicaciones. En Cataluña y el País Vasco, miles de ciudadanos se manifestaban a favor de la autonomía regional. Mientras tanto, cientos de presos políticos, en su mayoría nacionalistas vascos, permanecían en prisión, aunque serían liberados gradualmente. ETA continuaba con sus atentados contra las fuerzas de orden público, generando reacciones de la ultraderecha que exigía mano dura al Gobierno. La falta de regulación de los derechos de reunión y manifestación provocó enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. Sucesos como la muerte de cinco trabajadores en Vitoria-Gasteiz durante una manifestación y los enfrentamientos en Montejurra entre carlistas liberales y reaccionarios, con víctimas mortales a manos de la ultraderecha, marcaron este periodo. La oposición democrática (Junta Democrática Española y Plataforma de Convergencia Democrática) se unificó en marzo de 1976 en Coordinación Democrática (Platajunta), exigiendo amnistía general, legalización de partidos y sindicatos, libertades y elecciones libres.
Gobierno de Adolfo Suárez (1976-1981): Hacia la Democracia
En julio de 1976, el Rey forzó la dimisión de Arias Navarro y nombró jefe de gobierno a Adolfo Suárez, un joven político franquista. El Rey vio en Suárez a un hombre de su generación con experiencia en el Estado, el partido único, los círculos católicos y los medios de comunicación (había dirigido RTVE). Su perfil sugería una posible aceptación por parte de los sectores conservadores del franquismo, pero también una capacidad de reforma y diálogo. Con Suárez, se observó una mayor tolerancia política. El Gobierno autorizó manifestaciones, como la de un millón de personas que exigían la autonomía de Cataluña durante la Diada.
Suárez estableció contactos con líderes de la oposición, como Felipe González (PSOE), Santiago Carrillo (PCE) y Comisiones Obreras, para preparar la reforma sindical. Tras la dimisión del ultraconservador general De Santiago, Suárez incorporó al general Gutiérrez Mellado, un militar liberal clave en la reforma de las Fuerzas Armadas. En septiembre de 1976, Suárez presentó el proyecto de Ley para la Reforma Política, ideado por Torcuato Fernández Miranda, para modificar el sistema político y convocar elecciones. Suárez y Fernández Miranda lograron que las Cortes aprobaran una ley que implicaba su propia disolución. La ley fue aprobada el 18 de noviembre de 1976. El 15 de diciembre, la ley fue ratificada en referéndum con una participación del 77%, un 94% de votos afirmativos y solo un 2,6% negativos. La oposición, aunque promovió la abstención, vio cómo su estrategia de ruptura perdía apoyo frente a la reforma.
Elecciones de 1977 y Pactos de la Moncloa
En 1977, la ultraderecha continuó sus provocaciones, como el asesinato de un grupo de abogados laboralistas del PCE en enero. La aprobación de la Ley para la Reforma Política estableció dos objetivos: el restablecimiento de las libertades y la convocatoria de elecciones democráticas. El gobierno legalizó los partidos políticos, incluyendo al PCE en la primavera, a pesar de las dificultades jurídicas. Las primeras elecciones democráticas desde 1936 se celebraron en junio de 1977, con una participación cercana al 80%. La coalición gubernamental Unión de Centro Democrático (UCD), liderada por Adolfo Suárez, obtuvo la victoria, seguida del PSOE de Felipe González. El 25 de octubre de 1977, se firmaron los Pactos de la Moncloa entre el gobierno, los partidos políticos, los empresarios y los sindicatos. Estos acuerdos buscaban reducir la inflación y abordar reformas fiscales, de la Seguridad Social y de la empresa pública.
La Constitución de 1978
La redacción de una nueva Constitución fue la tarea central de las Cortes surgidas de las elecciones de junio de 1977. Por primera vez, se realizó con el acuerdo de todos los partidos, excepto el PNV, y fue aprobada en referéndum el 6 de diciembre de 1978. El 27 de diciembre, el Rey juró la Constitución. España se convirtió en una monarquía parlamentaria democrática, con una amplia declaración de derechos y libertades, división de poderes, sometimiento del ejército al poder civil, abolición de la pena de muerte y reconocimiento del derecho a la autonomía de municipios y regiones, así como la oficialidad del castellano y las otras lenguas españolas.
De la Crisis de UCD al Gobierno Socialista (1979-1982)
En 1979, se convocaron nuevas elecciones, con otra victoria de UCD. Se aprobó el Estatuto de los Trabajadores. Los gobiernos de Suárez enfrentaron graves problemas, y su dimisión el 29 de enero de 1981 marcó un punto de inflexión. El 23 de febrero de 1981, un grupo de guardias civiles liderados por el teniente coronel Tejero asaltó el Congreso de los Diputados, mientras otros generales como Milans del Bosch y Armada promovían el golpe de Estado. Con la crisis de UCD, Calvo Sotelo fue nombrado presidente del gobierno. Uno de sus temas más controvertidos fue la integración de España en la OTAN, que finalmente se logró. La desintegración de UCD culminó entre 1981 y 1982. Suárez formó el Centro Democrático y Social en agosto de 1982. Calvo Sotelo, sin partido ni apoyos, convocó elecciones legislativas para el 28 de octubre, que fueron ganadas por el PSOE, llevando a Felipe González a la presidencia del gobierno.
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