17 Jul
La Crisis de la Restauración y el Ascenso de la Dictadura de Primo de Rivera (1917-1923)
Se produjo la quiebra definitiva de la monarquía parlamentaria y de la Restauración (1917-1923) debido a una profunda crisis social y al problema de Marruecos, que finalmente desembocó en la dictadura de Primo de Rivera. El fin de la Primera Guerra Mundial produjo la ruptura del turno dinástico y una acentuada inestabilidad política; entre 1917 y 1923 hubo hasta 13 cambios de gobierno. El Rey recurrió a los partidos dinásticos, pero sus intentos de formar gobiernos estables no tuvieron éxito (como los de Prieto en 1917 o Maura en 1918). Partidos catalanistas se integraron en la vida política, y en 1921 nació el PCE tras una crisis interna del PSOE.
Esta época estuvo marcada por una intensa conflictividad social que derivó en una disminución de los salarios y un aumento del desempleo, situación que se intentó solucionar, paradójicamente, con un descenso de los salarios. Esta situación provocó una intensa movilización obrera y derivó en una creciente conflictividad laboral. Las zonas más afectadas fueron Andalucía y Barcelona, donde se produjeron grandes huelgas y enfrentamientos entre la CNT y los sindicatos libres, además de un aumento de los atentados anarquistas.
A esta crisis se sumó el problema de Marruecos, donde las tropas del General Fernández Silvestre cayeron derrotadas frente al ejército de Abd el-Krim en el Desastre de Annual (1921).
Este hecho tuvo grandes consecuencias políticas que se intentaron solucionar con la investigación del General Juan Picasso (el Expediente Picasso), que sirvió para procesar a algunos militares. Sin embargo, no tuvo éxito debido a la fuerte oposición. Esta oposición, que había creado una comisión parlamentaria para resolver el caso, vio frustrada su labor por el golpe de Estado de Primo de Rivera en septiembre de 1923 en Barcelona.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
El Golpe de Estado de 1923 y sus Objetivos
El golpe de Estado de Primo de Rivera vino acompañado de un manifiesto con los objetivos de la sublevación, entre los que destacaban restaurar el orden público frente a la subversión y la amenaza separatista, y solucionar los problemas endémicos de la Restauración. Este golpe estaba apoyado por empresarios, la Iglesia y el Rey Alfonso XIII. Solo los comunistas y anarquistas se opusieron abiertamente.
El Directorio Militar (1923-1925)
Se distinguen dos etapas de la dictadura. Durante el Directorio Militar (1923-1925), Primo de Rivera abordó los problemas denunciados. Para restaurar el orden público, declaró el estado de guerra y suspendió los derechos constitucionales, atribuyendo a los juzgados militares competencias sobre delitos comunes y sobre el terrorismo. Se impulsó un nacionalismo de Estado: se disolvieron las Diputaciones Provinciales y la Mancomunidad de Cataluña, y se prohibieron las manifestaciones públicas de los símbolos nacionalistas.
En cuanto a la lucha contra la corrupción y el caciquismo, se emprendió una reforma de la administración local, disolviendo los ayuntamientos y diputaciones. Los concejales y alcaldes de municipios menores a 100.000 habitantes eran elegidos por los mayores contribuyentes. En 1924 se elaboró el “Estatuto Municipal”, que dotaba de una mayor autonomía económica a los ayuntamientos y establecía un sistema de elección de alcaldes y concejales que combinaba la representación popular y corporativa.
En Marruecos, el ataque conjunto con Francia (Desembarco de Alhucemas, 1925) logró pacificar el territorio. Paralelamente, Primo de Rivera impulsó la creación de la Unión Patriótica, un partido único que reflejaba la debilidad de las democracias parlamentarias y el ascenso de los fascismos y regímenes autoritarios en Europa.
El Directorio Civil (1925-1930)
Tras el éxito en Marruecos y el favorable contexto internacional, Primo de Rivera buscó la permanencia en el poder, restableció el Consejo de Ministros, iniciando un período de institucionalización del régimen. Se estableció una Asamblea Nacional Consultiva en 1927, que representaba las instituciones locales, la administración central y distintas actividades profesionales y económicas.
Políticas Económicas y Sociales
Desde el punto de vista económico, se planteó un nacionalismo económico que pretendía fomentar la producción con la intervención del Estado. Por una parte, se aplicó una fuerte protección arancelaria y se otorgaron subvenciones; por otra, se impulsaron grandes obras públicas para generar empleo. Se mejoraron las carreteras y la política hidráulica, con la creación de las Confederaciones Hidrográficas. Se crearon dos monopolios estatales: Telefónica y CAMPSA.
Se realizó una política social inspirada en el reformismo católico y en la concepción corporativa, y se constituyó la Organización Corporativa Nacional (OCN) en 1926.
El Fin de la Dictadura y la Proclamación de la Segunda República
Los sectores que habían apoyado a la dictadura dejaron de hacerlo. Surgieron reticencias en el ejército peninsular acerca de la promoción de los africanistas por méritos de guerra, una política defendida por el dictador. Aparecieron nuevos intentos de retomar la Constitución de 1876, y surgieron nuevos partidos republicanos y un nacionalismo catalán que se oponía frontalmente a la dictadura.
Los estudiantes se convirtieron en una fuerza de oposición importante, provocando protestas con el surgimiento de la FUE (Federación Universitaria Escolar). Estas protestas provocaron el cierre de importantes universidades y generaron un masivo rechazo a la dictadura, lo que finalmente llevó a la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930. Tras su caída, el Rey Alfonso XIII intentó restaurar la monarquía constitucional.
Posteriormente, se nombró al General Berenguer Jefe de Gobierno, pero la creciente oposición republicana y monárquica lo impidió. Esta oposición a la monarquía alcanzó un importante acuerdo, el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), donde se decidió la creación de un comité revolucionario presidido por Niceto Alcalá-Zamora.
Tras el fracaso del gobierno de Berenguer en su intento de restaurar la normalidad constitucional, fue destituido y sustituido por el Almirante Juan Bautista Aznar, quien convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. El triunfo de las candidaturas republicanas en las principales ciudades llevó a la abdicación de Alfonso XIII y a la proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de 1931.
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