10 Jul

Antonio Machado:



1. El hombre



En Sevilla nacíó en 1875. A los ocho años se traslada con su familia a Madrid. Estudia en la Institución Libre de Enseñanza. Su juventud corre paralela a la de su hermano Manuel: vida bohemia, viajes a París. 
En 1907 se traslada, como catedrático de Francés, a Soria, donde conoce a Leonor Izquierdo, una muchachita de 16 años, con la que se casa en 1909. Ambos van a pasar un año a París ,1910, pero Leonor enferma gravemente y muere en 1912. Antonio, desesperado, deja Soria. En los años siguientes ejerce su profesión en Baeza, Segovia y Madrid.
Firme partidario de la República, tiene que exiliarse a Francia en 1939, y ese mismo año, tras cruzar la frontera, y dos días después que su madre, muere en Collioure… “ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar”.
Fue Machado un hombre humilde, ensimismado, de sobria y honda sensibilidad. De ahí que se identificara tanto con el austero espíritu castellano. Mostró hasta el final de su vida una ejemplar consecuencia con sus convicciones profundas. Estuvo, según sus palabras, a la altura de las circunstancias. Como él mismo dijo, fue, “en el buen sentido de la palabra, bueno”.

2. El poeta. Su estética



En conjunto, es válida para su obra la definición de la poesía que dio en 1931: “palabra esencial en el tiempo”. Captar la esencia de las cosas, a la vez que su fluir temporal, fue su doble objetivo. Y añadía: “Inquietud, angustia, temores, resignación, esperanza, impaciencia que el poeta canta, son signos del tiempo, y a la par, revelaciones del ser en la conciencia humana”. Más adelante habría de precisar: “La poesía es diálogo del hombre con su tiempo”.
Consecuencia de estas afirmaciones es esa cálida y entrañable humanidad que impregna toda su obra. Y su lenguaje poético se va depurando progresivamente, hasta adquirir una sobriedad y una densidad excepcionales. Estas carácterísticas lo van alejando cada vez más del Modernismo.

3. Temas y símbolos.
El tiempo:

Machado entiende el tiempo como algo vivido, personal, no como concepto o abstracción.
Relacionado con este tema aparecen símbolos como el agua del río, de la fuente, de la lluvia. Su fluir se hace símbolo del fluir temporal y, por ello, de la vida interior. Puede representar también la muerte, cuando está quieta o es el mar. 
La tarde suele expresar el sentimiento melancólico de la vejez espiritual. Por esto, la hora vespertina se acompaña frecuentemente de adjetivos que connotan un estado de ánimo de depresión espiritual: cenicienta, mustia, destartalada, triste o, a veces, clara.

Los caminos


El caminar errante, sin meta prefijada, es ante todo un sentimiento de pesar sin consuelo, una nostalgia de la vida que se va dejando y que también anticipa el horror de llegar.

Los elementos del paisaje y el tiempo vivido:


En ese proceso de identificación del alma con las cosas del mundo adquieren especial relevancia en la poesía de Antonio Machado los elementos que conforman el paisaje. En su paso por el tiempo, el poeta se relaciona con las cosas, y éstas, el río, los árboles, el atardecer, adquieren un nuevo sentido en relación con la experiencia vivida en torno a ellas. Se convierten en el espejo que reflejan los estados del alma.

El reloj


No se trata en este caso de un símbolo. Machado se refiere al reloj real, que mide el tiempo cronológico. Su odiosa presencia será constante.
La muerte es otro de los grandes temas de Machado. Se manifiesta de continuo: la brevedad e inconsistencia de la vida, la decadencia de los hombres y de las cosas, los elementos de la naturaleza… Su actitud ante la muerte va desde la angustia personal hasta la melancolía, e incluso la rebeldía por la muerte de la esposa, pasando incluso por la identificación espiritual con el moribundo.
Los símbolos relacionados con la muerte son numerosos: el mar, el ocaso, el otoño, la sombra, la luna.
Dios es también un tema recurrente en Machado. Se trata de un Dios en el que no se puede creer, aunque se desee. La religiosidad popular la ve sostenida por una Iglesia a la que ataca con dureza, porque en ella predomina la organización terrenal que le da poder sobre la fe sincera.

El recuerdo y el sueño


El sueño es la única forma de conocimiento para Machado. Utiliza elementos que le sirven de estímulo al sueño: un retrato, una guitarra, una fuente, el agua… El hastío es la nota predominante en los sueños. Los sueños melancólicos y amargos que se remontan a un pasado impreciso y lejano: la infancia, los limoneros sevillanos.

El amor


En su obra hay poco erotismo. La amada como criatura carnal, objeto erótico, apenas aparece. La mujer aparece como ensoñación. En su poesía se incorporan amargas ilusiones por la falta de amor, que entrevé como causa de su tristeza, junto a la idea de que ha pasado ya su oportunidad.

El paisaje y el tema de España


Se propone una visión objetiva del paisaje; una visión del paisaje castellano o andaluza como imagen del pasado histórico.


4. El primer libro: Soledades



Se publica Soledades en 1903 y se amplía en 1907 con el título Soledades, galerías y otros poemas. Machado pretende “seguir camino bien distinto”. Pensaba que la poesía “no era la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu”. Sin embargo, y a pesar de la tendencia a la sobriedad expresiva, es mucho lo que hay de Modernismo en este libro. Eso sí, un Modernismo intimista, muy próximo al Romanticismo sentimental. Machado escribe “mirando hacia dentro”, en un “íntimo monólogo”, tratando de apresar lo que él llama “los universales del sentimiento”.
Esos sentimientos universales giran, ante todo, en torno a estos tres temas: el tiempo, la muerte, Dios. Es decir, el problema del destino del hombre, de la condición humana. Pero también el amor, más soñado que vivido. Soledad, melancolía o angustia son los resultados de ese mirar hacia el fondo de su alma.

5. La obra cumbre: Campos de Castilla



Su encuentro con Castilla es un encuentro privilegiado.
Se publica Campos de Castilla en 1912, poco antes de la muerte de Leonor. Sigue habiendo en el libro meditaciones sobre “lo eterno humano”, sobre “los enigmas del hombre y del mundo”; pero lo que domina son los cuadros de paisajes y de gentes, o las meditaciones sobre la realidad española.
El paisaje parece recogido, en algunos poemas, con una “objetividad” absoluta. Así en Orillas del Duero o en la serie Campos de Soria. Sin embargo, una mirada atenta nos descubre cómo Machado proyecta sus propios sentimientos sobre aquellas tierras, operando una selección que prefiere lo más adusto, lo que sugiere soledad, fugacidad o muerte, que son sus constantes preocupaciones.
Otras composiciones responden “a una preocupación patriótica”. Son poemas sobre el pasado, el presente o el futuro de España. En ellos se observa una actitud crítica con la que Machado se incorpora a las preocupaciones de la generación del 98. Merece destacarse también el largo romance La tierra de Alvargonzález , sombría historia de tema cainita en la que el poeta consigue revitalizar la vieja versificación en un intento de “escribir un nuevo Romancero”.

6. Últimos poemas



En 1924 aparece su tercer libro de poesía: Nuevas canciones. Lejos de las tierras de Soria, hay poemas de circunstancias: sonetos a amigos suyos, composiciones de tema vario; pero lo que caracteriza sobre todo son unos poemillas breves, los Proverbios y cantares.
Bajo su forma de cantarcillo popular, se encierra una expresión rigurosamente conceptual, frecuentemente paradójica, oscura a veces. Son “cantares de pensador”. Las inquietudes filosóficas de Machado pasan aquí a primer término.
Su producción lírica se completa con los poemas compuestos durante la guerra; romances, sonetos, etc., inspirados por el drama español. Destaca El crimen fue en Granada , emocionante elegía a García Lorca.

7. Machado, hoy



Machado significa, en resumen, la hondura en el enfoque de graves problemas humanos, una identificación inigualada de un poeta con una tierra, un ejemplo eminente de fidelidad a sí mismo y a sus ideas. He aquí los rasgos que lo mantienen siempre cercano al lector. Por encima de las mareas de modas y gustos, Antonio Machado se alza como uno de los más grandes poetas españoles contemporáneos.

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