04 Sep

Antropología Urbana: Orígenes y Primeros Desarrollos

La Escuela de Chicago y Robert Redfield

Los orígenes de la sociología urbana se encuentran en la famosa Escuela de Chicago. Uno de los primeros autores que estudiaremos, y que desarrolló la antropología urbana, es Robert Redfield. Investigador y docente, se distinguía de los diplomados en Sociología de su generación por su origen social y sus maneras aristocráticas.

Redfield mantuvo relaciones estrechas con Robert Park, Herbert Blumer, Louis Wirth y Everett Hughes. Estuvo muy influenciado por Robert Park, quien insistía en la necesidad de adquirir un conocimiento de primera mano de los fenómenos estudiados y tenía una predilección por lo que más tarde se llamó trabajo de campo.

Desde un punto de vista teórico, Redfield publicó dos artículos fundamentales, de los cuales el segundo desempeña un papel crucial en la antropología urbana. El primero lleva a cabo un estudio de lo folk, el primer polo del continuo. Se trata de un tipo ideal de sociedad primitiva que se opone al tipo representado por la sociedad moderna. La sociedad folk es pequeña, aislada, sin literatura y homogénea, con un fuerte sentido de la solidaridad del grupo.

La cultura o mentalidad folk, presente en las sociedades primitivas y campesinas, se basa en una sociedad donde los instrumentos y modos de producción son compartidos por todos, de tal manera que no hay mucha división del trabajo. La sociedad ideal folk debe concebirse como un grupo económicamente independiente de todos los demás. Redfield realiza un estudio de la cultura folk como un conjunto de comprensiones de carácter convencional.

Wirth cuestiona la dicotomía rural-urbana, que corresponde al continuo folk-urbano de Redfield. Wirth no analiza la dicotomía basándose en criterios culturales, sino en criterios estructurales, tales como las relaciones laborales u otros como las migraciones de las zonas rurales a la ciudad, que de hecho rompen esta dicotomía.

Redfield y el antropólogo Singer escribieron el artículo El papel cultural de las ciudades, en el que establecen una serie de distinciones entre diversas ciudades que tienen bastante interés. El artículo es conocido por la hipótesis de dos tipos de ciudades:

  • La ciudad ortogenética: la ciudad del orden moral, la que promueve la cultura.
  • La ciudad heterogenética: donde las culturas locales se desintegran y se desarrollan nuevas integraciones de la mente y la sociedad.

Las ciudades son aquellas comunidades en las que han ocurrido las transformaciones ortogenéticas y heterogenéticas de las sociedades folk.

Postulan dos tipos de urbanización: el primario y el secundario. En el primario, una sociedad folk precivilizada se transforma, por la urbanización, en una sociedad campesina y su centro urbano correspondiente. El segundo tipo o sistema de urbanización produce una forma de vida urbana que está en parte en conflicto con la cultura folk de tipo local, pero también aparecen nuevos tipos en la ciudad y el campo. El grado de urbanización primaria o secundaria en una cultura determinada depende del desarrollo tecnológico y del contacto entre culturas.

La consecuencia fundamental de la urbanización primaria es la transformación de la Pequeña Tradición en Gran Tradición, encarnada en los libros sagrados o clásicos. Desde un punto de vista político, surgen jefes, mandatarios y leyes que expresan la cultura local y sus normas. Las instituciones económicas hacen que los recursos se distribuyan basándose en el sistema tradicional de estatus y de normas morales.

La urbanización secundaria trae consigo el debilitamiento o destrucción de las culturas tradicionales. Aparecen tres nuevos elementos:

  • Aparece un consenso apropiado para el orden técnico, basado en la obediencia a controles impersonales y sancionados por la fuerza.
  • Aparecen nuevos sentimientos de causas comunes por parte de grupos que provienen de contextos culturales diferentes. Se forman “proletariados”, se forman clases y conciencia étnica, así como nuevos grupos profesionales y territoriales.
  • Se da inestabilidad de las ideas acerca del futuro, y una visión del hombre en el universo de carácter prospectivo y no retrospectivo. El “sistema de vida urbana” es fruto de la urbanización secundaria y especialmente de aquel estadio en el que la desorganización personal y cultural son más grandes.

Redfield y Singer enfrentan críticas significativas, la más importante es no considerar los factores estructurales, especialmente el poder y la jerarquía. Es grave la visión uniformista y homogeneizante de los fenómenos. Se trata de un texto valiente y atrevido que en algunos aspectos presenta innovaciones importantes.

Oscar Lewis y la Cultura de la Pobreza

El concepto de la cultura de la pobreza fue propuesto por Oscar Lewis, quien planteó algunos problemas importantes, aunque algunas de sus posiciones deben ser criticadas, quizás más por la utilización que otros hicieron de ellas que por lo que él exactamente afirmaba.

En 1952, en una conferencia para evaluar El estado de la antropología hoy, Lewis presentó un artículo sobre el trabajo de campo. En él se insistía en la necesidad de realizar reestudios de sociedades previamente investigadas por otros antropólogos, considerándolo un aspecto central del método antropológico.

Lewis se hizo célebre muy pronto con su teoría de la cultura de la pobreza, desarrollando este concepto basándose en una observación intensiva, básicamente en la Ciudad de México, en San Juan de Puerto Rico y en Nueva York. El problema es que no explica claramente cuáles son las características espaciales de los lugares donde se llevan a cabo las entrevistas en México: un conjunto de casas en línea con un patio común, lugares de habitación que forman parte del diseño formal de la ciudad, cuyos ocupantes están en alquiler, y que se trata de edificios en decadencia. Otro lugar es el Arrabal de la Esmeralda, en San Juan de Puerto Rico, un equivalente de lo que serían las barriadas en Perú, las favelas de Brasil o los barrios de paracaidistas de México. Están construidas fuera del diseño urbano, no aparecen en los registros, y suelen ser lugares “ilegales”, ocupados ilegalmente. Todo esto se olvida debido a que el método utilizado por Lewis es un método biográfico donde se prescinde absolutamente del entorno. Según Lewis, la cultura de la pobreza no está restringida ni a los medios rurales ni urbanos ni a ningún país en particular; trasciende todos esos entornos, aunque no se aplica a los países primitivos atrasados porque es fruto del capitalismo. Esto indica que esta cultura no parece tener relación con la sociedad más grande en la que se encuentra inserta. Parece algo instalado en el espíritu humano, no se sabe si en lo más recóndito o menos del mismo. Si a esto se añade que se transmite de padres a hijos dentro de la familia, no cabe la menor duda de que se trata de algo impermeable a los influjos del entorno. Lewis estaba fascinado por la psiquiatría, pensaba que la cultura de la pobreza podía erradicarse colocando trabajadores sociales psiquiátricos en las casas.

Esta transmisión de padres a hijos es una de las primeras características de esta “cultura”. “La cultura de la pobreza no es solo una adaptación de un conjunto de condiciones objetivas de la sociedad más grande… Los niños de las barriadas de seis o siete años han absorbido los valores básicos y las actitudes de su subcultura y no están preparados psicológicamente para aprovecharse de las condiciones cambiantes que se pueden presentar a lo largo de su vida”.

Lewis decía: “ser pobre es terrible, pero tener una cultura de la pobreza no es tan malo. Por el contrario, yo digo que es más fácil eliminar la pobreza que eliminar la cultura de la pobreza”. Una de las características fundamentales de los elementos internos de esta cultura consiste en que quienes la detentan tienen una visión fatalista de la propia pobreza, en cuanto que es prácticamente imposible salir de esta cultura y de la pobreza misma, y esto tiene que ver o está originado en la propia mentalidad de los pobres. Si la pobreza viene determinada por una aceptación fatalista de la misma, es muy fácil llevar a cabo lo que los críticos de este concepto designaban con el término de blame the victim (culpar a la víctima).

Crítica del concepto de la cultura de la pobreza

El concepto de “cultura de la pobreza” aparece por primera vez en relación con los estudios de Lewis sobre México. A mediados de los años 60, este concepto se hizo famoso. Pero después de 1970, la “cultura de la pobreza” adquirió un sentido peyorativo por muchas razones, pero las fundamentales fueron que Lewis nunca elaboró este concepto lo suficiente como para convertirlo en una categoría científica rigurosa. En el artículo titulado “La cultura de la pobreza”, Lewis se plantea la cuestión de si habría que hablar, más que de cultura de la pobreza, de subcultura de la pobreza y afirma que el concepto de subcultura sería más adecuado. Tratando de atribuirse a sí mismo únicamente la paternidad de la idea, Lewis arremete contra Michael Harrington, quien usa el concepto, según Lewis, “…de una manera más amplia y menos técnica que él. Sin embargo, Harrington usaba un concepto de “cultura de la pobreza” como un término económico que “no prestaba casi atención a la cultura” y su transmisión a generaciones futuras. En vez de esto, Harrington indicaba que la economía y la estructura social limitaban las oportunidades de los pobres y producían una cultura de la pobreza que ellos no elegían ni deseaban”.

El concepto de Harrington es mucho más claro y aceptable que el de Lewis. El concepto ofrecido por este último incluye 62 o 63 rasgos culturales diferentes. Lewis nunca aclaró el concepto y lo utilizó como un término de gancho, por ello nunca se preocupó de usar la cantidad ingente de observaciones empíricas para aclararlo, ni tampoco fue capaz de olvidarse y abandonar el concepto, aunque intentó hacerlo muchas veces. Insistía mucho en los aspectos negativos de los pobres y hablaba de debilidad mental. Comparaba a los pobres con la clase media e incluso en un momento llegó a decir que la gente más primitiva había alcanzado un nivel de organización mayor que los modernos habitantes de las barriadas pobres. Con algunos ejemplos y exageraciones, la “cultura de la pobreza” se convierte en un término para designar a los pobres que realmente merecen lo que tienen.

Vamos a insistir en tres observaciones:

  • La primera se refiere a los conceptos de la ciencia social como algo “que tiene gancho”, como un nombre de marca.
  • La segunda se refiere a la crítica que hay que hacer al concepto de cultura, a partir de las observaciones de Lewis.
  • La tercera se refiere a la utilización de las ideas de Lewis por parte de algunos políticos conservadores de los Estados Unidos.

Cuando Lewis habla de cultura, parece referirse a “una ordenación de la vida humana que se autoperpetúa y es autónoma desde un punto de vista estructural, aunque sus elementos constitutivos han podido derivarse por difusión o aculturación desde fuera”.

Parece que Lewis usa un concepto de cultura demasiado amplio, poco coherente y sin un valor heurístico claro. Leeds resume perfectamente los problemas cuando dice que “la publicación novelística popular y profesional, su uso de términos provocativos”, tales como “cultura de la pobreza” que él califica de término de gancho, su uso continuo de la misma materia conceptual para dar cuenta de cantidades ingentes de datos sin analizar “dan un carácter bastante negativo a la obra de Lewis”.

El último aspecto es el influjo de la obra de Lewis sobre algunos políticos conservadores en la consideración de la pobreza. El éxito del concepto de la “cultura de la pobreza” se basa en el entorno político en el que aparece, que es ni más ni menos que en el contexto de la Guerra contra la Pobreza del Presidente Johnson.

En 1965, Herbert Gans publicó un artículo en el que da en la raíz del problema que afecta tanto al Informe Moynihan como a la idea de la cultura de la pobreza. Gans reconoce que hay una interpenetración entre las fuerzas que victimizan a las familias negras y los resultados de esta victimización. Le preocupaba que el énfasis del informe en la patología familiar y el sensacionalismo de los datos pudiera resultar en una insistencia en los defectos de las víctimas y no en las causas de los problemas. El informe podía llevar a que se pidieran “programas pseudopsiquiátricos que aconsejan terapia, y que el informe pudiera ser usado para justificar una reducción de los esfuerzos en la eliminación de la discriminación racial y en la Guerra contra la Pobreza”.

Clyde Mitchell y el Estudio de la Danza Kalela

Mitchell fue uno de los antropólogos que, junto con Gluckman y Epstein, desarrollaron lo que se llamó “antropología situacional” o análisis situacional. Estos autores llevaron a cabo estudios en el Cinturón del Cobre en Zambia, donde estudiaban la situación de los emigrantes urbanos que iban a trabajar a las ciudades mineras, creando nuevos conjuntos de relaciones sociales que eran distintas pero que tenían algún tipo de continuidad con lo que pasaba en los pueblos.

La Danza Kalela es bailada por hombres que provienen de algunas tribus. Se puede afirmar que la danza proclama las virtudes de la propia tribu y se mofan de otras. Pero los miembros de las tribus objeto de burla asisten a la danza y también se ríen de sí mismos. A Mitchell le llamaba la atención que los bailarines tienen una jerarquía interna, donde los miembros son designados basándose en las jerarquías inglesas. Los que danzan no se visten con trajes “tribales”, sino que se visten con trajes europeos, y se interpreta la danza como algo que representa las aspiraciones de los africanos a tener un sistema de vida europeo.

Pero estos trabajadores no intentan, a través de la danza, participar en la vida europea de África Central. Lo que intentan en la danza es asociarse con la élite africana. Mientras que, en la actividad política, los africanos se unen para oponerse a los europeos, internamente se diferencian en una escala de clases por la que pretenden ascender. Según Mitchell, el tribalismo en la ciudad opera primariamente como un sistema para clasificar masas heterogéneas de personas que pueden entenderse con otros miembros de la tribu y compartir costumbres y formas de vida. Mitchell encontró que en las ciudades hay muchos menos matrimonios intertribales de lo esperado. También descubrió que las relaciones jocosas entre las tribus son fenómenos que emergen en la urbe y no son tradicionales.

La migración desde las zonas rurales a las ciudades viene determinada por dos fuerzas: una centrífuga, que son las necesidades económicas, y otra centrípeta, que es el sistema tribal, que a través de la red de relaciones sociales y de parentesco favorece que los hombres se queden y no emigren. La migración desde estas zonas rurales a las ciudades es interpretada por Mitchell como un fenómeno circular. “La migración circular puede ser vista como una manera de mantener la unidad de la familia cuando esto no se puede conseguir por la escasez de recursos económicos a nivel local”.

Mitchell, al igual que Epstein, insisten en que en África la ruptura con el campo es mucho más radical. El nuevo trabajador urbano africano estaba unido por lazos sociales, políticos e incluso religiosos con sus parientes en las zonas rurales, de tal manera que se trata de una circulación del trabajador más que de una migración.

La Danza Kalela sugiere que una “tribu en las zonas rurales es un grupo de personas unidas en un único sistema social y político que comparte un sistema común de creencias y valores. Pero, cuando se trata de tribalismo en zonas urbanas, no nos referimos a la unión de personas en una estructura pautada, sino más bien a una subdivisión de la gente en términos de su sentido de pertenencia a ciertas categorías, que se definen en términos de criterios étnicos”.

En las zonas rurales, la tribu representa un único sistema social; en las zonas urbanas, se trata de una categoría étnica de pertenencia a un grupo, a una cultura o a un origen común.

Mitchell afirma que la gente en las zonas rurales toma su tribu como algo obvio, pero cuando van a la ciudad, su carácter de miembro de la tribu tiene una nueva importancia. Los compañeros de tribu sienten que tienen lo suficientemente en común para estar unidos ante otras tribus. En las zonas rurales, la tribu puede pensarse como un principio que organiza la vida social; en las zonas urbanas, no es más que un elemento para distinguirse de los otros grupos.

El Análisis de Redes y Situacional como Base del Estudio de las Ciudades en África

El análisis situacional fue desarrollado por Gluckman, Mitchell y otros, especialmente Southall. Lo que se suele decir es que el urbanismo se caracteriza por un cambio aceleradísimo. Mitchell afirma que “las costumbres y valores en las áreas tribales son parte de un contexto social y no se pueden comparar con su contrapartida en áreas urbanas en las que están en otro contexto”. Cuando un emigrante pasa de un área rural a otra urbana, no lleva consigo las instituciones a la sociedad urbana. Las instituciones son partes de sistemas sociales diferentes y el individuo se mueve de una a otras. Por ello, es totalmente erróneo pensar que las instituciones rurales cambian en instituciones urbanas del mismo tipo.

Gluckman está defendiendo el análisis situacional. Esto quiere decir que la situación rural es una situación distinta a la urbana. Gluckman afirma que el tribalismo en las ciudades no ha tenido éxito porque los africanos que habitan las ciudades han abortado el interés de las autoridades coloniales por instaurarlo en ellas.

Forde hace una observación importante: “A pesar de la escasez de mano de obra en los centros industriales, los salarios eran muy bajos y habían restringido el poder adquisitivo y las posibilidades de avance de los africanos empleados en empresas europeas. Esto se debe a que los trabajadores africanos continúan estando unidos a sus economías indígenas de subsistencia”.

J. Van Velsen, en un seminario en Uganda, realiza un buen análisis de este problema. Van Velsen estudia la emigración de trabajo de los Tonga, una población que habita en la ribera noroeste del lago Nyasa (Malawi) y desde allí emigran a Rodesia o a la República de Sudáfrica. Cuando se lleva a cabo el estudio, entre el 60 y el 75 % de los varones están ausentes trabajando fuera. Esto hace que los Tonga, que trabajan fuera, vivan en dos entornos distintos. Por una parte, está lo que se llama el área tribal, donde estos trabajadores van a retirarse y donde su estatus está determinado por el nacimiento. Por otro lado, está la ciudad, donde trabajan durante la mayor parte de la vida adulta y donde su estatus no depende del nacimiento, aunque es central que son negros. Los Tonga iban a trabajar a la República de Sudáfrica, donde entraban de forma irregular y por ello nunca firmaban un contrato para trabajar en las minas.

La integración de los Tonga en la economía urbana, cuando se tiene en cuenta el problema de la Seguridad Social, es solamente parcial; la administración determina que el salario en las ciudades es “un salario de soltero”.

Mitchell propone tres aspectos para analizar las redes de relaciones en contextos urbanos:

  1. El primero es el alcance de la red, que busca medir hasta dónde los lazos que parten de una persona, a través de otras, vuelven eventualmente a la primera.
  2. El segundo es el carácter múltiple de las relaciones, que indica hasta dónde dos personas están relacionadas de más de una manera, por ejemplo, como pariente y a la vez empleado.
  3. El último concepto es la intensidad, que significa la disposición para cumplir las obligaciones que emanan de estas relaciones.

La Escuela de Manchester distinguía las características de las relaciones que constituyen las redes en lo que ellos llamaban sociedades tribales rurales y urbanas. En las sociedades tribales, las relaciones son múltiples, mientras que en las urbanas ocurre lo contrario. Una discusión se refiere a la distinción entre redes fuertes y débiles. Las redes fuertes están relacionadas con la noción de intensidad, que significa el grado de cumplimiento de las obligaciones o de libertad en el ejercicio de los derechos u obligaciones implicados en la relación con otra persona.

Peter Lloyd y el Estudio Interdisciplinar de la Ciudad de Ibadan

Ibadan comenzó en 1829 como un poblado Oyo. En un primer momento, son inmigrantes jóvenes los que llegan para emplearse en actividades militares, y otros son esclavos traídos como botín de estas actividades. Tras la llegada de los británicos, comienzan a llegar emigrantes de habla yoruba. Esta migración es fundamentalmente de mercaderes.

En 1927, se construye el ferrocarril al Este del país, lo que trae consigo la llegada de grupos étnicos de Nigeria, así como libaneses, sirios y europeos. La llegada de inmigrantes introduce un cambio radical en la estructura urbana; mientras que los primeros vivían en recintos familiares, estos nuevos exigen otro tipo de viviendas. La nueva ciudad crea movimientos políticos, recreativos y religiosos. Aparece la necesidad de un aparato administrativo. A partir de 1931, aparece una élite urbana que empieza a actuar a través de diversas asociaciones políticas. A partir de aquí, se crea un Consejo que es elegido en 1943, y el sistema se perfecciona democráticamente desde 1949.

Los geógrafos llevan a cabo estudios muy pormenorizados de la evolución de la forma de la ciudad y de su relación con el entorno agrícola. Los grupos étnicos que conforman la ciudad, así como las clases sociales, son estudiados por antropólogos.

En conjunto, se ofrece una visión muy sistemática, tanto sincrónica como diacrónica, de la morfología y estructura de esta ciudad nigeriana.

Aidan Southall y la Antropología Urbana Universal

Aidan Southall propuso ante la Comisión Internacional de Antropología Urbana la idea de una perspectiva común y universal sobre la ciudad en el tiempo y el espacio. Plantea los orígenes de sus estudios en África en la segunda mitad de los años 50. Empezó a estudiar a los emigrantes en la urbe, comprendiendo que en gran medida no tenían control sobre el sistema. Los administradores coloniales estaban preocupados porque la migración a las ciudades podía destruir la economía del parentesco de las zonas rurales. Consideraban que los africanos eran esencialmente rurales y por ello la urbanización era vista como una degeneración.

Southall lleva a cabo un estudio de un barrio de Kampala, Kisenyi. Un barrio pobre con una enorme actividad económica y un centro de venta informal. Era independiente del control del gobierno y de la interferencia de los negocios europeos; era un centro fundamental de economía informal donde todo circulaba fuera de los canales oficiales. Los emigrantes saltaban de una sociedad preurbana a otra urbana e industrial. África pasaba de un estadio preindustrial preurbano a la ciudad industrial capitalista. Había que comparar las ciudades preindustriales de América Latina y Asia con lo que ocurría en África.

Southall define la ciudad o lo urbano como “la densidad relativa de las relaciones sociales”. Toma un esquema, más o menos marxista. Las primeras ciudades son las que él llama, ciudades prístinas, que son ciudades-estado que poco a poco se incorporan en sistemas e imperios más grandes. Estas ciudades prístinas asociadas tienen una forma física que se concibe como un símbolo del cosmos y normalmente son redes integradas de ciudades-mercado.

El segundo tipo de ciudades son las basadas en un modo de producción antiguo. Otro tipo es el feudal y por fin el capitalista.

Southall afirma que:

  • El modo asiático (ciudades prístinas) representa la unidad de ciudad y campo.
  • El modo antiguo está caracterizado por la ruralización de la ciudad.
  • El modo feudal representa el antagonismo entre la ciudad y el campo.
  • El modo capitalista está caracterizado por la urbanización del campo.

El modo antiguo es la ciudad griega, estaba dominada por los dueños de la tierra rural. Estaba basado en trabajadores esclavos.

El modo feudal nace de la migración hacia la ciudad, donde los comerciantes son los que dominan. Ellos, junto a los artesanos, dominan la producción de bienes y riqueza.

El modo capitalista aparece claramente en Gran Bretaña, donde la combinación de una red de comercio mundial con importación de materias primas y mercados de exportación, una economía rural boyante unida a un gran capital acumulado e innovaciones técnicas, llevó a la industria textil británica a una gran expansión.

Anthony Leeds y el Replanteamiento Maduro de la Antropología Urbana

Anthony Leeds realizó trabajo de campo en Brasil y Venezuela. En Brasil, estudió a los trabajadores agrícolas, las élites y el proletariado urbano. Realizó trabajo comparativo sobre el proletariado de origen rural en Lima, San Antonio y Austin (Texas). También realizó trabajo de campo en Portugal y España.

El capitalismo industrial toma el control de la producción social del espacio urbano, difunde la creación de ciudades a nivel global y deja la ciudad como una especie de contenedor del capitalismo. Una crítica de la Escuela de Chicago que intenta unir una cierta forma ecológica y un contenido cultural. Pero el problema fundamental es que la ciudad toma la forma de la explicación. Todos los aspectos de la vida en la ciudad pretenden ser explicados por su carácter urbano. Lo que Castells intentaba hacer era centrar la sociología urbana en el estudio de los efectos estructurales de las relaciones de producción, consumo, intercambio y administración. La producción se identifica con “la expresión espacial de los medios de producción”.

El consumo es la expresión espacial de la fuerza de trabajo, el intercambio deriva de la “especialización de las transferencias entre producción y consumo”, y la administración es la articulación del sistema político. Se opone a las posturas de Lefebvre en cuanto que “aunque las formas espaciales pueden acentuar o impedir algunos sistemas de comportamiento, no tienen ningún efecto independiente y por ello no hay ninguna relación sistemática entre contextos urbanos diferentes y formas de vida”. Castells critica muy fuertemente a Lefebvre por haber pasado de “un análisis marxista de los fenómenos urbanos a una teorización urbanista del marxismo”.

Según Harvey, el funcionamiento normal del sistema urbano, las prácticas diarias y las particularidades del urbanismo como sistema de vida, tienden por sí mismas a producir y reproducir una redistribución regresiva de los recursos que, de manera persistente, favorece a los ricos y desfavorece a los pobres. La ciudad capitalista, por su propia naturaleza, es una máquina de generar desigualdades.

Esta dinámica redistributiva se da en tres ámbitos:

  1. La primera es el mercado libre de la tierra, del trabajo, de la venta al por menor y de las finanzas. Estas desigualdades nacen por convenciones y la competición del mercado.
  2. En segundo lugar, hay que añadir las operaciones ordinarias y prácticas de la planificación urbana y las decisiones del sector público. El sector público urbano nunca actúa como un agente libre, sino que está dominado por la competición del mercado y el comportamiento que maximiza el provecho. Por ello, la desigualdad se genera por necesidad.
  3. En tercer lugar, el proceso de urbanización bajo el capitalismo, especialmente la evolución de la forma urbana, la producción del entorno construido y los problemas del gobierno metropolitano. Aparece un planteamiento, dentro de la economía política, donde se juntan debates sobre la justicia social, el urbanismo, la producción social del espacio y la naturaleza de la teoría social.

Los puntos de vista de Castells y Harvey representan una especie de corte en el estudio de los problemas urbanos. Lo que se plantea son cuatro cuestiones básicas:

  • La búsqueda de perspectivas teóricas que puedan explicar las características distintivas del urbanismo y la urbanización como procesos sociales.
  • Un gran influjo del marxismo y el intento de construir una teoría materialista del urbanismo.
  • Un intento de desarrollar explicaciones históricas del urbanismo y la urbanización, y de dar cuenta de las formas urbanas refiriéndose a los modos de producción.
  • La preocupación por la organización, por las organizaciones socioespaciales urbanas, las políticas y los movimientos sociales que crecen a partir de formas particulares de integración económica.

Refiriéndose a las sociedades en desarrollo con una organización capitalista, se debe tener en cuenta las características de la sociedad total. La reorganización básica de las instituciones económicas produce una reorganización de la sociedad. Se introducen mercados que establecen precios, la planificación de nuevas formas de finanzas, nuevos procedimientos para las transacciones, etc.

En segundo lugar, aparecen cambios en el sistema de propiedad y su herencia, creando gran confusión y disputas con respecto a los sistemas de posesión, arriendo y renta de la tierra.

En tercer lugar, se produce una centralización de los sistemas de poder que rompe las tendencias al localismo.

En cuarto lugar, se introduce un sistema de impuestos, de ayuda social y de administración.

En quinto lugar, se da un cambio en la tecnología básica hacia una mayor mecanización, utilización intensiva del capital, etc.

En sexto lugar, se da un aumento de la especialización y de la coordinación.

El excedente de trabajo reduce los niveles de salarios y deprime y restringe los mercados de trabajo, estableciendo límites a la producción y productividad.

De las características generales del capitalismo incipiente, pasamos al estudio concreto de dos ciudades de Brasil. São Paulo, que empezó recientemente a desarrollar una extensa base industrial después de una inmigración europea, pero sin utilización de esclavos en el sistema productivo. Río creció mucho antes con una población esclava que no se hizo libre hasta 1888, y que tuvo una población inmigrante muy reducida. Si estos fenómenos los aplicamos a las favelas de Río, encontramos aquí asentamientos que son versiones proletarias del elitismo de las actitudes patrimoniales. En São Paulo, lo que hay es más bien un fenómeno de proletarización plebeya e industrial. Leeds relaciona directamente el desarrollo de las ciudades de los países del tercer mundo con la evolución del capitalismo y, por ello, ofrece una interpretación de la ciudad desde el punto de vista de la economía política que está en la línea de los planteamientos de Castells y Harvey.

¿Es la Antropología Urbana Relevante para los Estudios Urbanos?

Se puede responder de un modo dubitativo. Muchos antropólogos todavía no se han liberado de los problemas que conlleva el análisis de comunidad. Todavía hay demasiado análisis simbólico de tipo impresionístico en la antropología urbana. Quizás a veces ha faltado una reflexión teórica y empírica sobre lo que significa el espacio. Por estos motivos, quizás habría que hablar de que no se trata de un fenómeno de relevancia importante, y para comprenderlo basta con abordar los aspectos teóricos más novedosos que aparecen en el estudio de los fenómenos que constituyen la ciudad.

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