01 Dic

7.-Empédocles de Agrigento

Los primeros filósofos buscaron el arché de la cosas en un solo elemento (son, por ello, monistas), salvo los pitagóricos, en cuya doctrina se puede ver un claro “dualismo”. Parménides, no sólo se opone al dualismo pitagórico, sino que saca las últimas consecuencias del “monismo”: lo Uno no puede dejar de ser “uno”, ni tampoco puede transformarse ni moverse. Con ello, contradice los datos de la experiencia, al negar la movilidad y la pluralidad de los seres. En consecuencia, los filósofos siguientes han de buscar un nuevo camino de investigación para poder explicar el mundo:
En lugar de suponer un solo elemento (que, al transformarse, da lugar a todo), se postula la existencia de múltiples elementos (invariables y siempre idénticos a sí mismos, como el Ser de Parménides) que, al combinarse entre sí, dan origen a este universo múltiple y móvil. Son, por tanto, filósofos pluralistas.


La personalidad de Empédocles está también envuelta en la leyenda. Nació en Agrigento, sur de Italia, una de las más bellas ciudades de Sicilia, donde debió conocer el pitagorismo y la doctrina de Heráclito, aunque es Parménides quien más influyó en él. Además, empédocles bebe en las fuentes místicas del orfismo, lo cual explica que aparezca también como mago y profeta, autor de milagros y revelador de las verdades más escondidas. Quiźa pretendió recordar sus encarnaciones anteriores: “Yo ya he sido muchacho, muchacha, planta, ave y pez mudo del mar”. También fue médico famoso e intervino activamente en política a favor de la democracia. Las leyendas rodean, sobre todo, las circunstancias de su muerte; según sus discípulos, fue arrebatado al cielo y convertido en dios; según otra leyenda -que fascinó a los románticos-, se arrojó al Etna para purificarse por el fuego y penetrar en el


seno de la Tierra. Escribió dos poemas: Sobre la Naturaleza y Putificaciones.

Empédocles parece partir conscientemente de Parménides al describir la realidad como una Esfera (sphaîros):“Igual a sí misma por todas partes y sin fin, fija en el fuerte refugio de la Armonía, está la Esfera redonda que se goza en su soledad circular. No hay discordia ni luchas indecentes entre sus miembros. Es igual a sí misma en todas direcciones y sin fin; es una Esfera, de completa forma, en magnífica y circular soledad y llena de alegre orgullo”Esta Esfera equivale, sin duda, al Ser de Parménides. Pero Empédocles se niega a quitarle valor a la apariencia del mundo: hay movimiento y hay pluralidad de seres. Por ello, introduce en la esfera la variedad: en su interior se encuentran mezclados cuatro elementos o “raíces de todas las cosas”: fuego, aire, tierra, agua. Se diría que Empédocles ha tomado los principios de Tales (agua), Anaxímeres (Aire), Heráclito (Fuego)


y les ha añadido la tierra. Cada uno de ellos es eterno e imperecedero (según las exigencias de Parménides); pero, mezclados entre sí, dan lugar a los diversos seres; por supuesto, hay cambios y alteraciones en el mundo, pero éstos no son sino combinación de los elementos primitivos. Ahora bien, la mezcla de los elementos es producida por dos fuerzas cósmicas: el Amor y el Odio. Son fuerzas que también se encuentran en el hombre, y que, al explicar en su lucha por todo cuanto sucede, determinan la visión “trágica” que Empédocles tiene de la existencia.Estas dos fuerzas, en cuanto crean procesos diversos de reunión y separación (Amor-Odio), permiten a Empédocles desarrollar un teoría coherente de los ciclos del mundo, o del Eterno Retorno. Al principio reina en soledad el Amor; y la Esfera es el Uno eterno, inmóvil, homogéneo (= el “ser” de Parménides), en el que los cuatro elementos están


mezclados. Sobreviene luego el Odio y, por tanto, la separación; pero ésta no es completa todavía y la acción de Odio y Amor conjuntadas permiten la aparición del cosmos y todos los seres. Cuando triunfa el Odio, los elementos se separan totalmente, uniéndose lo semejante con lo semejante: en el centro, la tierra; luego -en esferas concéntricas-, el aire, el agua y el fuego. Finalmente, de nuevo el Amor realiza la mezcla total y se vuelve a la Esfera: el ciclo puede recomenzar de nuevo.Empédocles aporta también una visión del hombre. Su teoría de los cuatro elementos, que han de estar en armonía, permite elaborar una concepción de la salud que tendrá amplia repercusión en la medicina griega posterior. Aun sin emplear la palabra, Empédocles considera al hombre un “microcosmos”, un mundo en miniatura (puesto que contiene los mismos elementos), y ello le permite formular una


explicación del conocimiento por “simpatía”:”lo semejante conoce lo semejante”. Así, las emanaciones que proceden de las cosas entran por los poros del cuerpo humano, yendo a encontrar lo de semejante que hay en éste: “Vemos la tierra por la tierra, el agua por el agua, el aire divino por el aire y el fuego destructor por el fuego. Comprendemos el amor por el amor y el odio por el odio”. Finalmente, el poema las Purificaciones facilita, en concordancia con las doctrinas orfistas, la “revelación” del destino eterno del hombre: preexistencia del alma, su situación dentro del cuerpo, la transmigración a otros cuerpos, el camino de la salvación por la purificación.

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