18 May

Tema 4. Geografía de España. Recursos hídricos, vegetación y suelos.Introducción


La importancia del agua es incuestionable. Su presencia en la Tierra, en el cuerpo humano o en las plantas, no sólo es imprescindible sino que es el componente que se encuentra en mayor cantidad.De ahí la necesidad de su estudio, toda vez que podemos afirmar que agua hay mucha pero no homogéneamente repartida, ni todos los estados físicos del agua permiten su aprovechamiento (el agua de los polos, por ejemplo). A la vez, hay que considerar que el crecimiento demográfico lleva aparejado un mayor consumo.
El agua es, pues, es un bien escaso a escala planetaria. ¿Y en España? La respuesta es similar: hay recursos hídricos suficientes para el abastecimiento de la población y de sus actividades productivas, pero estos recursos están desigualmente repartidos por la península Ibérica, coherente con la distribución de sus climas y del relieve.Actualmente en España hay un debate público entre diferentes territorios por el reparto del agua, en el que participan no sólo agentes políticos sino asociaciones de ciudadanos (ecologistas, colegios profesionales, comunidades de regantes, sindicatos agrarios, …). El debate gira en torno a la posibilidad de trasvasar agua de unas zonas a otras. Las consecuencias de optar por unas posturas u otras afectan al tejido productivo, sobre todo agropecuario, de ahí su enorme interés. Y a la sostenibilidad de nuestro patrimonio natural (fauna, vegetación, suelos,…).Por el momento no hay mucho acuerdo. Vamos, en nuestro caso, a poner en claro los conceptos geográficos necesarios para poder entender dicho debate.

La red hidrográfica de España

Toda el agua que corre por la superficie del territorio español conforma la “red hidrográfica española”, cuya distribución es irregular. Por el estudio de la evolución geomorfológica de nuestro relieve sabemos que la Meseta presenta un basculamiento hacia el Atlántico provocado por los movimientos Alpinos (era terciaria), que provoca que una gran parte del agua que recoge dicha superficie desagüe en el Atlántico. Por el mismo motivo, los sistemas montañosos peninsulares contribuyen a la división del territorio en diferentes vertientes:
Vertiente atlántica (cántabro-atlántica) y vertiente mediterránea, cuyos ríos presentan características diferentes. Los archipiélagos muestran redes hidrográficas de menor entidad. A su vez, cada vertiente está formada por cuencas hidrográficas (una cuenca hidrográfica se define por el total del territorio cuyas aguas confluyen en un río principal y sus afluentes).Las características de estas vertientes son:

Vertiente cántabro-atlántica

Supone el 70% del agua total recogida en la península. Hay que diferenciar entre la cantábrica y la atlántica.

Vertiente cantábrica

Estamos en la zona de predominio del clima oceánico, donde las abundantes y regulares precipitaciones perfilan unos ríos cortos, caudalosos y regulares. Debido a la proximidad de las montañas al mar, los ríos van muy encajados en el relieve y llevan mucha pendiente para salvar el desnivel existente entre el mar y los sistemas montañosos. Tienen alta capacidad de erosión.Destacan el Narcea-Nalón, Bidasoa, Pas, Eo, Ulla, Nervión, Deva, Nansa, Cares, Sella, Navia y el Miño, que aunque desemboca en el Atlántico sus características se corresponden con los de esta vertiente.

Vertiente atlántica

Estamos en la zona de predominio del clima mediterráneo de interior. Sus ríos, que atraviesan la Meseta, son largos y de escasa pendiente. Su caudal es variable, más caudaloso al norte y menor en el sur, como el del Guadiana. Su aprovechamiento se reparte entre la agricultura y la producción de energía hidroeléctrica.Destacan el Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir.

Vertiente mediterránea

En la zona del clima mediterráneo costero, la principal característica de los ríos de esta vertiente es su irregularidad.
Son ríos cortos, poco caudalosos y sufren grandes crecidas y acusados estiajes, llegando algunos a secarse al final del verano. Un caso especial es el Ebro, de gran longitud, caudal y regularidad, debido a que se alimenta de agua y nieve de diferentes sistemas montañosos a lo largo de su recorrido.La existencia del acusado estiaje de verano ha provocado diferentes intentos de los poderes públicos de arbitrar soluciones, como el Plan Hidrológico Nacional de 2005, que anulaba el trasvase de agua desde el Ebro a la comunidad valenciana, a Murcia, Almería y Barcelona sustituyéndolo por el  proyecto A.G.U.A. (Actuaciones para la Gestión y la Utilización del Agua), que persigue racionalizar el uso del agua considerándolo como un bien escaso que hay que consumir con responsabilidad. Así, trata aspectos que van desde la educación medioambiental hasta la mejora de la infraestructura de abastecimiento, pasando por la mejora de la calidad de agua de lagunas y ríos, mejorar la educación de los ciudadanos en cuanto al consumo de agua, medidas de protección contra la contaminación de manantiales, etc.Destacan el Ebro, Mijares, Turia, Júcar Vinalopó, Segura y GuadalhorceCaracterísticas de los ríos españoles
A la hora de estudiar un río, hay que estudiar una serie de elementos que lo definen, y que varían según la época del año. Todos estos elementos configuran su régimen fluvial, es decir, las fluctuaciones estacionales del volumen de agua de un río.
Los aspectos que se tienen en cuenta para el estudio del régimen fluvial de un río son:

Su caudal (o caudalosidad)

Relacionado inexcusablemente con el régimen de precipitaciones que lo acompañan a lo largo de su curso. El caudal es el volumen de agua que fluye por su cauce.El caudal puede ser absoluto o relativo.
Es absoluto, y se mide en m3/segundo cuando cuando se mide el volumen de agua que corre en un momento determinado. Si lo que se mide la cantidad de agua recogida en relación con la superficie de la cuenca hidrográfica a la que pertenece, entonces hablamos de caudal relativo, y se mide en litros/Km2.

Su irregularidad

Las variaciones en las precipitaciones provocan una gran irregularidad en los ríos de la península Ibérica. Esta irregularidad se da tanto en ciclos anuales como en periodos más largos con variaciones entre unos años y otros. La mayor regularidad se da, claro, en los ríos de la vertiente cantábrica, incluidos los gallegos.

Deja un comentario