26 Jun

Tras haber permanecido durante 20 años en la Academia, Aristóteles la abandonará, a la muerte de Platón. Posteriormente creará su propia escuela, el Liceo, también en Atenas, que ejercerá una influencia considerable en el desarrollo de la filosofía posteriory, de modo especial, en la filosofía escolástica a lo largo de la Edad Media.

La física aristotélica


1.Por lo que respecta al mundo sublunar, Aristóteles lo concibe como la totalidad de las sustancias, sometidas al cambio, a la generación y a la corrupción. Distingue dos tipos de sustancias, a este respecto, las artificiales y las naturales; y son sustancias naturales aquellas que tienen en sí el principio y la causa del movimiento. La Naturaleza, pues, estaría formada por el conjunto de las sustancias naturales.El movimiento, el cambio, para Aristóteles es una realidad innegable y una carácterística fundamental de la naturaleza. La polémica suscitada por Parménides en torno a la posibilidad del cambio la zanja Aristóteles con su teoría de la sustancia y, por si no fuera considerada suficientemente clara, con la explicación del cambio como un paso de la potencia al acto.

La explicación del cambio o movimiento

3.1 La primera explicación del cambioque nos ofrece Aristóteles está basada en su concepción de la sustancia, en el hilemorfismo. Recordemos que, según esta teoría, la sustancia está compuesta de materia y forma, y que la forma representa la esencia, aquello que la cosa es, lo que la define. Nombramos a las sustancias por su forma, por su esencia. Pues bien , para que tenga lugar el cambio ha de haber algo que permanezca y algo que se produzca. Ha de haber, pues, un sustrato del cambio, lo que permanece, lo que sufre el cambio. Y ha de haber algo que cambie, algo que se pierda y algo que se adquiera. El sustrato es el sujeto del cambio, y el cambio consiste en la adquisición por el sustrato de una forma de la que inicialmente estaba privado. Por lo tanto, los principios del cambio son tres: el sustrato (hipokéimenon), la forma (morphé) y la privación (stéresis) de la forma que se adquiere.

3.2Cuando un árbol florece el sustrato del cambio es el árbol, que permanece, pero que pierde la forma en que estaba (sin flores) y adquiere una nueva forma de la que estaba privado (florido).

4.1 La segunda forma de explicación del cambio
se basa en la distinción entre ser en potencia y ser en acto. Al igual que nos explica en la Metafísica, el ser en acto (enérgeia) remite a lo que una sustancia es ahora, y el ser en potencia (dynamis) a una cierta capacidad de ser, relativa a la naturaleza de la sustancia, es decir, a la posibilidad de ser algo que por naturaleza es propio de esa sustancia y no de otra (con lo que Aristóteles quiere insistir en que no toda cosa puede llegar a ser cualquier otra). Un niño puede llegar a ser un hombre, un bloque de mármol puede llegar a ser una estatua, pero ninguno de los dos puede llegar a ser un león. En ese sentido, el niño es un hombre en potencia; el bloque de mármol es una estatua en potencia; pero de ninguno de los dos se puede decir que sea un león en potencia. Avanzando un poco más en la investigación podemos pensar que la afirmación de que el niño es un hombre en potencia nos permitiría afirmar que el niño «es y no es un niño»: con lo cual podríamos pensar que Aristóteles entronca aquí con otros pensadores anteriores que afirmaban la realidad de la contradicción, o que se basa en la afirmación de la contradicción para explicar el cambio.

Los tipos de cambio


1.Aristóteles distingue diversos tipos de cambio, según afecte a la sustancia o a los accidentes, o según sea producido de forma natural o artificial. El cambio puede ser producido espontáneamente por la sustancia, y en ese caso hablamos de cambio natural; o puede ser producido artificial o violentamente, a causa de la intervención de un agente externo a la sustancia misma, el hombre por ejemplo, y en este caso hablamos de cambio artificial.
2. El cambio sustancial supone la modificación radical de una sustancia, es decir, que algo deje de ser lo que era y pase a ser otra cosa: que una sustancia se «convierta» en otra. Las dos formas propias de este tipo de cambio son la generación y la corrupción. La generación supone el nacimiento, o el surgimiento de una nueva sustancia; la corrupción supone la muerte o la desaparición, la destrucción de una sustancia. La germinación de una semilla y el paso de ser semilla a ser planta supone un cambio sustancial: la semilla desaparece, deja de ser semilla, y surge la planta.
3. El cambio accidentalsupone, por el contrario, la modificación de algún accidente de la sustancia, la pérdida o la adquisición de una carácterística, es decir, la sustitución de una forma accidental por otra. Este tipo de cambio puede ser local, cuantitativo, o cualitativo. El cambio local supone la traslación de la sustancia de un lugar a otro; esto puede producirse de una forma natural, como ocurre con el movimiento de las aguas de un río, o de una forma artificial, si modo de lugar la mesa en que trabajo, por ejemplo. El cambio cuantitativo consiste en el aumento o de la disminución de la cantidad en una sustancia: el aumento o la disminución del peso de un individuo es un ejemplo típico de cambio cuantitativo. El cambio cualitativo supone la sustitución de una cualidad por otra que una sustancia; una fruta que madura y cambia de color experimenta un cambio cualitativo, por ejemplo; una mesa que es pintada de un color diferente también experimenta un cambio cualitativo. Todas las formas de cambio accidental pueden, a su vez, ser un tipo de cambio natural o artificial.

Las causas del cambio


1.Por último, la explicación de por qué se produce el cambio, sus causas, nos la ofrece Aristóteles con la teoría de las cuatro causas: la causa material, la causa formal, la causa eficiente, y la causa final. El cambio se puede producir por razón de la materia, de la forma, de un agente, o del fin. Cuando la madera de una mesa se pudre y se destruye la mesa la causa del cambio es material; cuando a un joven comienza a salirle la barba, la causa del cambio es formal, deriva de su propia esencia; cuando un bloque de mármol se convierte en una estatua la causa del cambio es el escultor que lo modela, la causa eficiente; cuando una masa de arcilla se convierte en un plato lo hace en función de la causa final, para comer.

La antropología y psicología aristotélica


1.La teoría de la sustancia mantenida por Aristóteles le apartará también de la interpretación platónica del hombre. Platón, en efecto, había concebido al hombre como el resultado de una uníón accidental entre el alma y el cuerpo, dos entidades de naturaleza diferente que se veían obligadas a convivir provisionalmente, hallándose el alma en el cuerpo como un piloto en su nave o, como nos sugiere en el Fedón, como un prisionero en su celda. La muerte significa para el hombre la separación del alma y el cuerpo. Siendo el alma inmortal y el cuerpo corruptible, Platón identificará al hombre propiamente con su alma, por lo que, de alguna manera, concibe la idea de que el fin de la vida del hombre está más allá de su vida en la tierra.

2.Aristóteles, sin embargo, ha de concebir al ser humano de acuerdo con su teoría de la sustancia, es decir, en consonancia con la idea de que no es posible la existencia de formas separadas: la sustancia es un compuesto indisoluble de materia y forma. Además, todas las sustancias del mundo sublunar están sometidas a la generación y a la corrupción. El hombre, pues, ha de ser una sustancia compuesta de materia y forma: la materia del hombre es el cuerpo y su forma el alma. Aristóteles acepta, como era admitido entre los filósofos griegos, la existencia del alma como principio vital: todos los seres vivos, por el hecho de serlo, están dotados de alma, tanto los vegetales como los animales. Pero interpreta también que ese alma es la forma de la sustancia, es decir, el acto del hombre, en la medida en que la forma representa la actualización o la realización de una sustancia. Coincidirá pues, con Platón, en la concepción de que el hombre es un compuesto de alma y cuerpo; pero se separará de Platón al concebir esa uníón no como accidental, sino como sustancial. No existen el alma por un lado y el cuerpo por otro lado, sino que ambos existen exclusivamente en la sustancia «hombre» la distinción entre alma y cuerpo es real, pero sólo puede ser pensada. Por lo demás, el alma no puede ser inmortal, como afirmaba Platón, ya que no es posible que subsistan las formas separadamente de la materia. Cuando el hombre muere se produce un cambio sustancial y, como hemos visto en la explicación aristotélica del cambio, eso supone la pérdida de una forma y la adquisición de otra por parte de la sustancia «hombre»: la forma que se pierde es la de «ser vivo» (lo que equivale a decir «ser animado»), y la forma que se adquiere es la de «cadáver» (lo que equivale a decir «ser inanimado»).

3.Aristóteles distinguirá en su tratado «De Anima» tres tipos de alma: la vegetativa, la sensitiva y la racional. El alma vegetativa ejerce las funciones de asimilación y de reproducción y es el tipo de alma propio de las plantas; asume , por lo tanto, las funciones propias del mantenimiento de la vida, en lo que podríamos considerar su escala más baja.

4.El segundo tipo de alma, superior al alma vegetativa, es el alma sensitiva, el alma propia de los animales. No sólo está capacitada para ejercer las funciones vegetativas o nutritivas, sino que controla la percepción sensible, el deseo y el movimiento local, lo que permite a los animales disponer de todas las sensaciones necesarias para garantizar su supervivencia, tales como las derivadas del gusto y el tacto; ello permite también a los animales disponer de imaginación y memoria dos facultades que, para Aristóteles, derivan directamente de la capacidad sensitiva de los animales.

5.El tercer tipo de alma, superior a las dos anteriores, es el alma racional. Además de las funciones propias de las almas inferiores, la vegetativa y la sensitiva, el alma racional está capacitada para ejercer funciones intelectivas. Es el tipo de alma propia del hombre. Siendo el alma la forma del hombre no puede existir más que un alma que ha de realizar tanto las funciones «irracionales» de la nutrición y la sensación, como las funciones racionales, intelectivas, la capacidad de razonar. Las funciones «irracionales» son las señaladas anteriormente para los otros tipos de alma. Las funciones racionales o intelectivas son el conocimiento de la verdad en sí misma (la capacidad del conocimiento científico), y el conocimiento de la verdad con fines prácticos (la capacidad deliberativa). Para Aristóteles, pues, el alma es no sólo principio vital, sino, al igual que para Platón, principio de conocimiento. De hecho, Aristóteles definirá el hombre como animal racional, atendiendo precisamente al tipo de alma que le es propia; aunque en la Política lo defina, atendiendo también a las carácterísticas de su naturaleza, como animal social o «político».

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