10 Jun

El feminismo, lejos de ser lo contrario al machismo, es una doctrina social favorable a la mujer que le concede capacidad y derechos antes reservados a los hombres. Quienes acepten esta doctrina pueden ser llamados feministas, tanto hombres como mujeres. Es probable que ninguna otra lucha colectiva por los derechos de grupos discriminados haya recibido tanta ridiculización, y mucha gente se pregunta de dónde proviene el desprestigio de un movimiento que solo ha buscado la mejora de las condiciones y derechos de las mujeres.

Contexto Histórico y Evolución del Feminismo

La base ideológica del feminismo fue proporcionada por filósofos y mujeres del siglo XVIII y se desarrolló en los siglos XIX y XX, centrándose, por cierto, en la exigencia de emancipación económica, intelectual, social y política de las mujeres. Sin embargo, reivindicaciones tales como las sufragistas solo fueron atendidas en el siglo XX (en España, el voto se instauró en la República y en Francia en 1945, por ejemplo).

El Trabajo No Remunerado y el Control Social

Las aspiraciones y anhelos de mujeres y hombres no obtienen el mismo reconocimiento social. Este es el caso, claramente, de los trabajos domésticos y afectivos, de los que la sociedad se beneficia de manera gratuita. Esto se consigue a través de sofisticados instrumentos de control social informal para que las mujeres lleguen a ser “muy mujeres”.

Corrientes del Feminismo: Igualdad y Diferencia

Las políticas públicas de género que se han ido desarrollando han favorecido las corrientes de los feminismos de la igualdad de diverso signo. Hay que reconocerles sus logros, pero para que se considere una igualdad formal, es preciso no aplazar el reconocimiento de que lo que hace felices a muchas mujeres no es necesariamente lo que hace felices a muchos hombres.

El feminismo de la diferencia no ha conseguido tanto como el feminismo de la igualdad, pero está cambiando la percepción de muchas realidades y está deteniendo la progresiva pérdida de humanidad. Además, hace que muchas mujeres elijan las actividades que les satisfacen y creen estructuras efectivas más dotadas para la felicidad humana, incluida la propia felicidad.

Desafíos Pendientes en un Mundo Patriarcal

Es urgente constatar que las conquistas feministas no han sido suficientes, pues si bien el mundo patriarcal ha recibido de buen grado que las mujeres quieran trabajar remuneradamente, es un hecho que los varones no se han incorporado en la misma medida a las actividades calificadas como femeninas, en especial las ocultas, y no solo las domésticas, sino también las afectivas y las destinadas a sostener la moral de los miembros de la familia en un mundo hostil. Esas labores existen y merecen un reconocimiento; en justicia, la sociedad debe una contraprestación a las actividades derivadas de la reproducción de la especie. En los últimos años, las mujeres han desarrollado sus anteriores actividades además de las nuevas remuneradas. Pero si en el proceso de constitución del Estado moderno las mujeres han quedado fuera, ¿ahora qué debemos hacer?

Perspectivas Filosóficas sobre el Feminismo

La Propuesta de Habermas

La solución que propone Habermas es esperanzadora, pues no serán suficientes las medidas jurídicas, sino que es preciso reforzar la autonomía y participación de las mujeres en el terreno público. Sin embargo, Habermas no toma en cuenta la intrínseca complejidad que alberga la intersubjetividad, pues el autodescubrimiento y la autodeterminación son tareas individuales, pero los criterios de aprobación son intersubjetivos.

La Política del Reconocimiento de Honneth

Este camino, el de construir un canon feminista, exige del feminismo un diálogo entre los diferentes subgrupos que lo configuran. En verdad, no podemos olvidar que no todas las personas han obtenido históricamente el mismo reconocimiento social, la misma valoración en el espacio público ni en el privado de sus intereses, tendencias o necesidades. Todo se ha elaborado sobre un sujeto central o “neutral” que, más que abstracto y neutro, corresponde al varón adulto, capaz, europeo o norteamericano de raza blanca, lo cual ha afectado a la conciencia de sus posibilidades y a sus derechos, a la autoestima propia y al autorrespeto. Normalmente, el sexismo se transfiere por medios paternalistas.

A quien considere que esto está superado, debería comprobar las expresiones vinculadas a discursos de todo tipo, incluido el jurídico. En particular, ¿qué es un hombre y una mujer pública?

El derecho ha de ser tratado con igual respeto, una idea que subyace a la democracia y parece exigir un reconocimiento igual a las identidades. La política del reconocimiento, de acuerdo con Honneth, supone que la identidad está vinculada al reconocimiento que los demás hacen del modo en que cada uno se percibe y que, por lo mismo, la falta de reconocimiento de la identidad equivaldría a una forma de opresión que menoscaba las bases de la autoestima y el respeto de sí mismo. Todo ello parece indicar la necesidad de ejecutar acciones en favor de las mujeres, como la discriminación positiva.

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