13 Jun

Dos días después el 14 de Abril fue proclamada oficialmente la República tras la cual se establecíó un gobierno provisional (Abril – Diciembre de 1931), que convocó rápidamente elecciones a Cortes Constituyentes el 28 de Junio, la victoria fue para la coalición Republicana Socialista. Durante este periodo de gobierno provisional se aprobó la Constitución de 1931 y también fueron nombrados el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y el presidente del gobierno, Manuel Azaña.
El periodo de la Segunda República Española suele dividirse en tres etapas:
-El Bienio Reformista (1931–1933)
-El bienio conservador (1933 -1935)
-La etapa del Frente Popular (1936)

Las reformas del Bienio Reformistas (1931 – 1933)
Continuamos este resumen de la Segunda República Española situándonos en la primera etapa de este momento histórico. El gobierno liderado por Manuel Azaña estaba integrado en su mayoría por republicanos de izquierdas y socialistas, cuyo objetivo era llevar a cabo una serie de reformas con las que modernizar la sociedad española. Entre estas destaca:
La reforma religiosa: que consistía en limitar el dominio de la Iglesia y secularizar a la sociedad española, entre otras cosas con la disolución de las órdenes religiosas ya que muchas de estas ejercían en la educación y se les prohibíó el dedicarse a la enseñanza. También se les confiscaron todas sus propiedades y los sacerdotes al igual que cualquier otro ciudadano quedaron sometidos al pago de impuestos.

La reforma del Estado centralista: los estatutos de autonomía: En Cataluña, el 14 de Abril, el presidente de Esquerra Republicana de Cataluña, había proclamado la República Catalana en la Federación Ibérica, quedando anulada tras las negociaciones llevadas a cabo con el Gobierno provisional. En Agosto de 1931 fue presentado a las Cortes el Estatuto de Nuria, tras haber sido aprobado en referéndum. En el año 32 quedaba aprobado la fracasada intentona de Sanjurjo y la defensa de Azaña.

La reforma agraria: se aspiraba llevar a cabo una reforma técnica, que lograse una mayor productividad de las explotaciones y a una reforma social, que combinase productividad con reparto o mejor distribución de la tierra. La reforma social, consistente en el reparto de tierras, constituía una de las esperanzas seculares del campesinado del sur de España. Que había quedado proletarizado por la política agraria del liberalismo del XIX.

La reforma agraria consistía en una serie de decretos que pretendían ayudar a los arrendatarios y a los campesinos sin tierra, entre los que destacamos la elaboración de una Ley de Reforma Agraria, aprobada en Septiembre de 1932 por las Cortes, cuyo objetivo consistía en la expropiación sin indemnización de las tierras de la alta nobleza.

Reformas sociales y educativas: desde el Ministerio de Trabajo el socialista Largo Caballero realizó una serie de mejoras destinadas a mejorar las condiciones laborales. Se aprobó la Ley de contratos de Trabajo, que regulaba la negociación colectiva, y jurados mixtos, a los que reconocía el poder de arbitraje vinculante en caso de desacuerdo.

En el aspecto educativo, el objetivo era promover una educación liberal y laica y hacer del Estado el garante del derecho a la educación extendido a toda la población. El interés por promover el desarrollo cultural de la población, sobre todo entre los sectores sociales con menos ingresos, llevó a la creación de las Misiones Pedagógicas, encaminadas a difundir la cultura en las zonas rurales (bibliotecas, cine…).

El final del Bienio transformador: La aplicación de estas nuevas reformas encontró serios inconvenientes sobre todo por parte de la Iglesia, los grandes propietarios, el ejército… Los grupos de derecha tomaron la decisión de reorganizarse en contra de las nuevas medidas gubernamentales y para 1933 crearon la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) que contaba con un gran número de afiliados cuyo líder fue José María Robles Gil.
Del mismo modo, y a la par, también cobraban sus fuerzas los grupos fascistas como las Juntas de Ofensiva Nacional – Sindicalista (JONS) y la Falange Española que tenía como jefe supremo a José Primo de Rivera, aunque ambos partidos fueron minoritarios realizaron una actividad de máxima agitación en contra de los que ellos consideraban la evolución del marxismo y el peligro de una revolución bolchevique.
Estos hechos provocaron un desgaste en el gobierno llegando incluso hasta provocar un fallido Golpe de Estado encabezado por el general José Sanjurjo.

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