23 Sep

Renacimiento e ilustración. Hombre y razón. Para comprender la realidad actual es necesario tener en cuenta el acontecimiento del Renacimiento y la Ilustración. El Renacimiento abre a la humanidad una nueva perspectiva. Dios ya no está en el interior, ni en el cielo. Dios está en el hombre. El Renacimiento está marcado por la posición del hombre, la grandiosidad de lo humano estará en la entrada de la realidad. Un hombre que está dotado de razón y que se hace autónomo. Esta razón dará explicación a todo dentro del esquema hombre-mundo. En la grandeza del hombre y el poder de la razón se funda una comprensión del tiempo, apoyado en las ciencias positivas y abierto a un futuro mejor. Tres siglos después, en la Ilustración, se sigue reclamando el resplandor de la razón y su ejercicio. Condorcet augura un futuro grandioso y Kant reclama la propia razón. Una autonomía que requiere el arduo ejercicio de la libertad. Descartes dejó constancia de la confianza en la razón como medio de conocimiento cierto. El valor de la razón es tal que no se cuestiona la posibilidad de que los prejuicios formen parte de la estructura de la misma. Los ilustrados confían en iluminar todas las dimensiones del mundo.

Ideas pedagógicas del Renacimiento

La esperanza renacentista se encamina a la construcción de un nuevo mundo. Luis Vives: «Nosotros sabemos más que Aristóteles». El individualismo de la época resucita la idea de que cada uno es distinto y posee determinadas actitudes y cualidades que han de ser desarrolladas por la educación. Los modelos pedagógicos se reducen a satisfacer las necesidades de los diferentes estamentos sociales, de acuerdo con la profesión y su condición social. Durante el Renacimiento, todos los tratadistas señalan las diferencias individuales de cada uno de los educandos. Este rescate de la individualidad tiene una correspondencia social. La imperiosa necesidad de que la educación debía ser para todos. Una de las novedades del Renacimiento era la preocupación del padre por la educación de sus hijos. En el humanismo renacentista, el hombre es el punto de partida y de llegada en el ámbito educativo. La realidad personal humana es el sujeto de la educación, cuyo fin son los valores. El hombre es fundamentalmente individuo. Boecio expresa en su definición «sustancia individual». Se inicia un largo proceso que habrá de culminar con el rescate de la naturaleza natural. La exaltación del hombre y la naturaleza lleva a una cierta confusión entre naturaleza y persona. En el Renacimiento se cultiva más la naturaleza que la persona y tal hecho conduce a la ausencia en el cultivo de la educación de los valores universales. Para Erasmo, la razón constituye la vida adecuada de la educación que, con la ayuda de la disciplina, permite alcanzar sus objetivos. Luis Vives muestra una nueva concepción de la educación que se une por una trilogía de hacer el bien, pensar, decir y vivir. A esto se une una sensibilidad para percibir y expresar la realidad de la instancia, así como para aplicar a su educación toda esta riqueza. El diagnóstico y la exploración de actitudes deben ir acompañadas por el seguimiento evolutivo del ritmo de maduración del sujeto. Vives utiliza la introspección y sus propios recuerdos infantiles para mostrar la realidad infantil. La pasión en la infancia es el juego y que solo una educación adecuada puede hacer brotar. Con un interés más español, Arevalo centra su atención en la procreación, lactancia y alimentación de los hijos, en las cualidades de los maestros y en el contenido de la educación infantil. Nebrija denuncia costumbres como la de enfajar a los niños. Huarte de San Juan apoya las diferencias individuales en la herencia orgánica. Montaigne presenta una gran indiferencia ante los niños en el Renacimiento tardío. Buenaventura Delgado expresa que en lugar de perseguir la mendicidad y la marginación social, tiende a la reeducación. En el mundo rural, se procede a la dura realidad de la infancia constatada en los siglos anteriores.

Ideas pedagógicas en la Ilustración

En el descubrimiento renacentista del hombre culmina con el desbordamiento ilustrado de la razón. El protagonismo de la razón se debe a las diversas denominaciones con que nombramos a los ilustrados. Una fuerza llevó al Ministerio de Educación y Cultura a organizar un simposio internacional sobre educación e ilustración en 1988. Ángel Rivière, en el prólogo, expresa que la agenda que escribieron los ilustrados ha determinado la dirección de las reformas educativas. La formulación de proyectos pedagógicos en que la experiencia y la razón fundamentaban los métodos de adquisición de conocimientos y valores. Los ilustrados creyeron en la razón y confiaron en su poder. Fernández Enguita, en el simposio, presenta un esbozo de las aportaciones educativas de la Ilustración y de sus límites. La educación constituye un lugar común entre los ilustrados. Enguita señala algunos temas centrales recurrentes. – Todos criticaron acerbamente el estado de la educación existente, en particular su dogmatismo y su carácter disciplinario. Locke se cebo con la enseñanza de lenguas muertas. – Todos apostaron por conceder mayor espacio a las ciencias de la naturaleza. – Todos quisieron una educación no dogmática, sino rica, no encaminada a instilar las verdades, sino a preparar al individuo para buscarlas por sí mismo o al menos para elegir entre sus distintas versiones. El objetivo no era el conocimiento adquirido, sino la autonomía del espíritu. – Todos dieron un mayor papel a la formación de conductas y del entendimiento que a la transmisión de conocimientos o ideas. Del entendimiento porque veían ahí la base de la libertad de la conciencia y de la tolerancia. De la conducta porque veían en la educación el instrumento para sacar al hombre de su estado natural. – Todos reconocieron la especificidad de la infancia, declarándola una etapa premoral. – Donde menos acuerdo hubo entre ellos fue en la organización institucional de la educación. Todos criticaron las escuelas de la época. A pesar de la reconocida universalidad de la razón y de la necesidad de una educación generalizada y el progreso de la humanidad, también encontramos grandes exclusiones. Condorcet propone una educación mixta, es el más avanzado a la hora de reconocer la igualdad y la libertad de los pueblos en Europa. En la Ilustración encontramos las sombras de un discurso dicotómico que nos sigue mostrando un mundo dividido. En el tiempo de las luces y la razón de la igualdad y la libertad, los niños y los jóvenes quedan fuera de la categoría de sujetos libres. La Ilustración fijó un marco del que deriva la organización del proceso educativo como una relación de poder. Sigue pendiente configurar el aprendizaje como un proceso de libertad. Kant.

Kant: El hombre es educable

El hombre es la única criatura que ha de ser educada. La consecuencia no se deja esperar. Únicamente por la educación el hombre puede llegar a ser hombre. La gran pregunta kantiana: ¿Qué es el hombre? En la que se dinamizan las otras cuestiones: ¿Qué puedo saber?, ¿Qué debo hacer?, ¿Qué me está permitido esperar? La insistencia de Kant en el privilegio que para el hombre supone la posesión de la razón, con todas las atribuciones que esta facultad le corresponden. La razón nos distingue de todos los seres y nos pone en situación de poder señalar nuestros fines. El hombre es fin en sí mismo y acreedor de una dignidad de la que ha de tomar conciencia. En este dinamismo adquiere todo su sentido el esfuerzo educativo. El género humano debe sacar por su esfuerzo las dimensiones naturales de la humanidad. Una generación educa a la otra. Se trata de un esfuerzo colectivo. La educación es un arte cuya práctica ha de ser perfeccionada por muchas generaciones. Un empeño que no podemos lograr aisladamente. El hombre debe desarrollar sus disposiciones para el bien. La educación es el problema más grande y difícil que puede ser propuesto por el hombre. Por eso, la educación consiste en un proceso lento de acumulación de los tesoros de la historia. Un proceso lento en el que se incorporan germenes. En la educación se ha de entender la atención y los cuidados, la disciplina y la instrucción unidos a la forma y ayudar al educando en el esfuerzo de desarrollar sus disposiciones naturales. Por eso, es conveniente cultivar al niño cuanto antes. Para comprender los matices de las afirmaciones kantianas, hemos de tener en cuenta su crítica de la razón práctica. La necesidad de educación justifica que la pedagogía sea una disciplina cuyo objetivo es preservar la humanidad de un proceso educativo mal encaminado. Un principio del arte de la educación es que no se debe educar a los niños conforme al presente, sino conforme a un estado mejor. En la educación, el hombre se juega su propia realidad. En la educación encontramos la más audaz aventura. Toda la obra kantiana en crítica de la razón pura ha tenido y tiene una influencia decisiva en la historia del pensamiento educativo y su práctica.

Frobel: El niño y la educación

Frobel: El niño constituye el centro de atención en la educación integral en el jardín. La historia de la educación reconoce sus aportaciones. Después de él, se reconoce la importancia del juego infantil, de las dramatizaciones y la música. En estos jardines, el niño es el centro y no el maestro. El niño-hombre debe ser integrado, dirigido según su naturaleza y puesto en posesión del libre empleo de sus potencialidades. El niño lleva los materiales del edificio de su vida. Hortensia Cuellar a Frobel: «Mucho le debe la humanidad a este humanista alemán». Un proyecto educativo en el que podemos descubrir diversas influencias como Kraus, la de Rousseau y la de su maestro Pestalozzi. Parte de una concepción teológico-filosófico-educativa apoyada en la unidad de la naturaleza, el hombre y Dios. Por tanto, la vocación del hombre es mostrar en sí mismo la obra de Dios. Una vocación que fundamenta radicalmente la dignidad humana y cualquier esfuerzo educativo. Por eso, la sabiduría encauza los esfuerzos del hombre, constituye la cúspide de su destino. La educación y la instrucción deben revelar la acción divina, espiritual, eterna que obra en la naturaleza y exponerla en su inteligencia. El hombre debe ser tratado con toda la delicadeza y respeto. La educación acontece en un ambiente de amor y libertad. Se orienta a la libre elección del bien. La educación no consiste en la transmisión unidireccional, sino en un alto quehacer, en el que el educador no es solo sujeto activo. La educación es un dinamismo de comunicación dialógica. La educación es un juego de libertad. La tarea de la educación, como afirma Kant, es urgente y ha de ser temprana. Para ayudar en el proceso educativo, es necesario conocer al niño. Frobel distingue tres grados. El juego, a partir de la actividad creadora del niño, constituye un medio para la educación, incluyendo su preparación para el trabajo. La importancia del juego en la educación, en el contexto de un método interno. En la actividad infantil como una prolongación del hogar y subrayar el papel decisivo que los padres tienen en la educación de su hijo, destacando el lugar de la mujer.

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