09 Jul

LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA DE HABSBURGO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA. REGIONALISMO Y NACIONALISMO.
En noviembre de 1885 murió Alfonso XII y quedó como regente, María Cristina de Habsburgo .La necesidad de garantizar la estabilidad del régimen llevó a los dos líderes, Cánovas y Sagasta, a establecer un acuerdo que ha pasado a la historia como el Pacto del Pardo, donde se comprometieron a apoyar a la regencia, a facilitar el turno en el Gobierno y a no echar abajo la legislación que cada uno de ellos aprobara en el ejercicio del poder. Ambos partidos cumplieron el acuerdo y facilitaron la alternancia regular que permitió superar la muerte del rey. Además María Cristina siempre respetó las decisiones de los gobiernos, sin embargo el Pacto del Pardo contribuyó a agudizar la corrupción política y el falseamiento de la voluntad popular, que no confiaba en el régimen parlamentario.

1.La evolución política entre 1885 y 1902.
Durante los 17 años que dura la regencia (1885-1902) continúa la alternancia en el poder entre Cánovas y Sagasta que se fueron turnando en el ejercicio del poder con la misma regularidad que habían hecho antes. Los resultados electorales se pactaban entre los dos líderes y se manipulaban si era necesario apoyándose en la red de caciques y en el analfabetismo generalizado. Si bien es verdad, a partir de 1890 el falseamiento electoral comenzó a resquebrajarse con el establecimiento del sufragio universal, la difusión de la prensa y el surgimiento de los partidos ajenos al turno, republicanos, socialistas y el desarrollo del movimiento obrero.

Entre 1885 y 1890 gobernó el Partido Liberal de Sagasta,durante el llamado Parlamento largo porque fue el único gobierno que agotó el límite de tiempo fijado en la Constitución. El gobierno de Sagasta puso en marcha un programa político bastante más aperturista,con reformas que llevaron a una ampliación de la libertad de prensa, se restableció la libertad de cátedra y de asociación, lo que permitió la expansión del movimiento obrero y los partidos no turnistas.. Además, con el nuevo Código Civil se consagraba un orden social basado en la primacía de la propiedad y la recuperación del juicio por jurados y la nueva ley electoral de 1890 estableció el sufragio universal masculino, que no se notó demasiado por la manipulación electoral pero llevo a los republicanos y nacionalistas al parlamento.
Entre 1890 y 1892 gobernaron los conservadores de Cánovas que aprobaron la ley de aranceles de 1891, que establecía una rígida política proteccionista a causa de la crisis económica europea, pero eso provocó un aumento de los precios y volvieron las protestas a la calle.
Los liberales volvieron a gobernar entre 1892-1895. Lo más destacado de su mandato fue el un proyecto de reforma de la administración y gobierno de Cuba que acabó siendo retirado debido a la oposición indiana; meses después, en febrero de 1895 estallaba una insurrección que daría lugar la guerra de Cuba. La opinión pública de la época y la regente pensaban que este conflicto necesitaba un hombre fuerte que llevase a cabo una política belicista en Cuba y Cánovas volvió a gobernar entre 1895-1897, pero no pudo continuar con el conflicto cubano porque sería asesinado en 1897. El gobierno tiene continuidad con Francisco Silvela pero las divisiones acaban con el gobierno conservador.
En 1901 gobierna Sagasta, que tiene que gestionar el desastre del 98, pero muy agotado por el desgaste político y personal muere en 1903, lo que significaba que desaparecían los dos grandes líderes que habían protagonizado la vida política española. Por entonces, en 1902, Alfonso XIII era rey a los 16 años de edad, y comenzaba un nuevo reinado.

2.La oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo.
Formada principalmente por el movimiento anarquista (Federación de Trabajadores de la Región Española), algunos de los cuales optaron por la acción directa y los atentados; las organizaciones socialistas (PSOE, UGT), defensores de la conquista del poder político por la clase obrera; republicanos (Partido Radical, Partido Republicano Federal), de escaso apoyo electoral; y nacionalistas que se hicieron especialmente fuertes en Cataluña (Unió Catalanista) y el País Vasco (PNV) donde reclamaban derechos históricos que facilitasen una mayor independencia y el autogobierno.

En 1875, tras la Restauración el movimiento obrero pasó a la clandestinidad y estaba claramente escindió en dos corrientes, la socialista y la anarquista. El anarquismo se reorganizó en 1881 con la fundación de la Federación de Trabajadores de la Región Española, y bien implantado en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía. Sin embargo el anarquismo estaba dividido en dos grupos, uno mayoritario que optaba por un activismo sindical y reivindicativo y otro minoritario y más radical que optó por la acción directa, es decir, la huelga directa y el atentado, lo que les llevó a realizar una oleada de atentados contra reyes, presidentes y jefes de gobierno (General Martínez Campos, Cánovas, Alfonso XIII, Canalejas), que aumentó la espiral de violencia, pues la respuesta de las autoridades fue la represión indiscriminada del anarquismo.
El socialismo se organizó a partir de 1874 en Madrid en torno a un grupo de tipógrafos, que junto a otros intelectuales y artesanos, fundaron en 1879 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Su primer programa perseguía la conquista del poder por la clase obrera, la abolición de las clases sociales y la transformación de la propiedad privada en propiedad colectiva. En 1888 se fundó en Barcelona la Unión General de Trabajadores (UGT), un sindicato de inspiración socialista con una función reivindicativa. En 1890 se celebró por primera vez el 1º de mayo siguiendo la consigna de la II Internacional. En 1891 el PSOE obtuvo por primera vez cuatro concejales en las grandes ciudades, y con su política de oposición a la guerra de Cuba (su lema era o todos o ninguno) aumentó su popularidad y creció la afiliación.
El republicanismo durante la Restauración estuvo dividido en multitud de grupos irreconciliables, aunque había dos partidos fundamentales, el Partido Radical, de Ruiz Zorrilla, y el Partido Republicano Federal, de Figueras, Pi y Margall, y Castelar. Su acción política se limitaba a periodos electorales y obtuvieron entre 10 y 20 escaños con el apoyo de las clases medias urbanas y gracias a la implantación del sufragio universal.
Los partidos nacionalistas surgen con fuerzo durante la Restauración, pues hasta entonces la reivindicación foralista o nacionalista se había canalizado a través del republicanismo federal y del carlismo. Los movimientos nacionalistas reivindican los derechos históricos de catalanes, vascos, valencianos, gallegos y andaluces, pero fue más fuerte en Cataluña y País Vasco al existir allí una diferenciación lingüística que cimentó el sentimiento nacional y una burguesía desarrollada en la que arraiga la ideología nacionalista.
En Cataluña surge en torno a intelectuales como Valentí Almirall o Prat de la Riba, que se fusionan en la Unió Catalanista en 1892, con un programa esencialmente burgués que no planteaba la secesión del Estado español sino una propuesta de sistema federal con un régimen de autogobierno. El movimiento nacionalista vasco surgió en 1895 cuando Sabino Arana funda el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en torno a un grupo foral vizcaíno. Sus planteamientos iniciales fueron muy radicales, proponiendo la secesión del Estado español pero se fue suavizando para tener el apoyo de la burguesía, así renunció al separatismo y conectó con el ideario cristiano, aunque se desmarcó del carlismo, que tenía una ideología más reaccionaria. El nacionalismo gallego, valenciano o andaluz se desarrollan a comienzos del siglo XX.
Estos grupos de oposición al sistema canovista actúan como partidos ajenos al turno y su participación en el sistema fue marginal, pero hacia 1900 cumplieron un papel fundamental para impulsar reformas sociales y el regeneracionismo político que tantos obstáculos encontró para salir adelante.

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