15 Jun

Relación con el pensamiento sofista


 

La realidad (ontología)

Para los sofistas no hay una realidad objetiva e independiente del sujeto. El ser es fluir y continuo cambio. Se reduce a sus distintos «apareceres» o manifestaciones ante los sujetos: 

Fenomenismo

Frente a ellos, el dualismo ontológico platónico establece que existe una única realidad verdadera, el ámbito inteligible, porque es universal, necesario e inmutable. El mundo sensible es un ámbito de segundo orden, consecuencia del inteligible del que recibe su esencia gracias a la participación.

El conocimiento (epistemología)

La posición sofista defiende que no hay conocimiento verdadero en términos absolutos, sino que depende del sujeto, cuyo conocimiento arranca de la experiencia sensible, que es siempre particular y privada:

Subjetivismo

También depende de sus carácterísticas socioculturales e históricas:

Relativismo

Aunque existiera esa realidad objetiva, necesaria e inmutable, sería inaccesible, pues los sentidos solo ofrecerían al sujeto un aspecto de esa realidad:

Fenomenismo

Por tanto, el conocimiento necesario y universal es imposible:

Escepticismo

En cambio, para Platón, la verdad es universal y necesaria. Por tanto, solo el conocimiento de los seres inteligibles es verdadero, ya que son universales y necesarios:

Idealismo

Del mundo sensible únicamente es posible una opinión o saber aparente. Este solo es útil como medio para la reminiscencia. La verdad del conocimiento depende de la realidad de los seres:

Objetivismo

A ese conocimiento se llega a través del alma racional:

Racionalismo


El ser humano (antropología)

Según los sofistas, cada ser humano es fruto de la sociedad en la que vive. En ella configura su personalidad y así se convierte en ciudadano. A través de la educación se le somete a un conjunto de normas (nomos) que son distintas, y a veces opuestas, a su naturaleza (physis)


El dualismo antropológico platónico
defiende que la verdadera identidad del ser humano es su alma, de estructura tripartita. El alma racional, que es inmortal, es la fuente del verdadero conocimiento. Para 
alcanzarlo, el alma tiene que luchar contra el cuerpo y sus sentidos. La vida se convierte así en un camino de separación de lo corpóreo. 

La Ética

La posición sofista defiende un relativismo y convencionalismo moral.
No existe un Bien absoluto válido para todos. La vida del hombre no tiene que 


 ajustarse a aquello que ha sido definido como bien en términos absolutos. En cada cultura las normas y valores morales son distintos. Son fruto del acuerdo de los hombres, de su cultura y de su historia. Por tanto, tampoco existe «la» definición de hombre virtuoso, de justicia o de felicidad. Frente al convencionalismo y relativismo sofistas, Platón sostiene que el Bien existe objetivamente. Las acciones y decisiones son buenas solo si se ajustan a ese Bien. El bien del alma es volver a su vida inteligible separada del cuerpo. Para conseguirlo el ser humano debe ser justo y, para ello, cada parte de su alma debe ser virtuosa. 

La política

Para los sofistas la legitimidad (validez) de las leyes y estructura del Estado es consecuencia del acuerdo entre los ciudadanos. Por eso, la virtud política consiste en el éxito a la hora de persuadir a los ciudadanos sobre la bondad de las propias propuestas. Por tanto, convencionalismo político. Para Platón, la principal virtud política es la justicia.
Solo si los ciudadanos y gobernantes son justos se conseguirá un Estado justo. Los ciudadanos deben someter su vida al funcionamiento del Estado. Por eso, política y ética están íntimamente unidas. Las leyes y estructura del Estado serán justas cuando consigan que cada ciudadano siga la virtud que naturalmente le corresponde. Por tanto, el Estado debe estructurarse conforme a la naturaleza del ser humano. 


CONTEXTO CULTURAL Y FILOSÓFICO


Platón nace en Atenas a finales del S.V. AC. Este es el llamado “Siglo de Pericles” por el estratega que llevó a la ciudad a su máximo esplendor económico, político y cultural. En esta época, arropados por el poder, florecen las artes, la filosofía, la literatura… La obra de Platón coincide en el tiempo con la escultura de Praxíteles, la Historia de Jenofonte o las comedias de Aristófanes (en una de las cuales, Las nubes, se ridiculiza a su querido maestro Sócrates).Sin embargo a Platón le toca vivir un periodo de crisis y decadencia. Los males de la ciudad se concentran en la injusta condena a muerte de Sócrates por parte de la restaurada democracia. Esto le lleva al convencimiento de que solo triunfará la justicia en la polis cuando reinen los filósofos o los reyes se hagan a sí mismos amantes de la sabiduría. Este es el origen de la utopía política que plasmará en este diálogo de madurez que es “La República”.El pensamiento de Platón pretende dar respuesta a dos tradiciones filosóficas: la primera, 
más lejana en el tiempo, con la metafísica presocrática. La otra, con coetáneos suyos, los sofistas y de carácter ético-político. La filosofía surge cuando se proponen explicaciones “naturales” acerca del origen y naturaleza del Universo. Por debajo de la multiplicidad de cosas hay un principio que las 
explica y las origina (el arjé).
Cada uno de los llamados “presocráticos” propone un principio distinto y Platón tomará algunas ideas de sus propuestas:
 De Parménides toma la idea de que esos principios tienen que ser eternos e inmutables. También la de que la única vía de acceso a la verdad es el 
conocimiento intelectual (episteme)
.  De Heráclito la visión del mundo sensible como algo en constante movimiento (´panta reí´) y de lo que solo cabe un conocimiento aproximado (doxa)
. De los pitagóricos, su admiración por la geometría, a la que me referiré posteriormente. De Anaxágoras, su Nous, una mente ordenadora que se parece mucho al demiurgo platónico y de alguna manera se opone a las explicaciones excesivamente  “materialistas” de algunos presocráticos. La segunda tradición que influye en Platón es la disputa filosófica que mantiene su 
maestro Sócrates con los sofistas.
El convencionalismo defendido por los sofistas va en contra del esencialismo 


Socrático:


la virtud tiene una esencia permanente que no depende del acuerdo de los seres humanos. Los valores son permanentes y universales y no dependen de los acuerdos caprichosos de cada época.  El convencionalismo desemboca en un relativismo moral que diluye el valor 
objetivo de la virtud como defiende Sócrates. Para el añorado maestro de Platón, la virtud puede ser conocida, definida y enseñada. Es igual para todos. Sólo a partir de su conocimiento podemos obrar bien en consecuencia (intelectualismo moral)  Esta idea es trasplantada al ámbito político en La República: sólo gobernará con justicia aquel que haya visto cara a car la idea de Bien (prisionero liberado)


Platón no sólo es uno de los pensadores más influyentes de la Historia de la Filosofía Occidental sino que es el primero que presenta un sistema filosófico completo.
Encontramos en él posiciones muy definidas en Ontología, Teoría del Conocimiento, Antropología, Ética y Política.El mito de la caverna, expuesto en el libro VII de la República, y al cual pertenece el fragmento que estamos comentando es susceptible de ser interpretado desde cualquiera de estas ramas de la Filosofía. Cabe hacer de este sugerente relato una interpretación desde el punto de vista antropológico:
Platón, recogiendo tradiciones anteriores, es uno de los máximos exponentes del llamado dualismo antropológico.
Según esta teoría, el ser humano es un compuesto de dos elementos:

Cuerpo y alma

El primero es la prisión de la segunda. Nuestra alma inmortal tiene que liberarse de las ataduras que le impone el cuerpo. De la sensibilidad y de la sensualidad. Sólo de esa manera podremos de alguna manera salvarnos. La simbología en el mito de la caverna está muy clara: esas ataduras sensibles y de las que cuesta tanto librarse son las cadenas y el ámbito del interior de la cueva. Por el contrario el exterior de la misma es claramente ese mundo de las ideas hacia el que “naturalmente” tiende nuestra alma. El cristianismo tomó de la antropología platónica esta idea. Desde el punto de vista ontológico, el dualismo platónico está representado en el doble escenario del mito: el interior y el exterior de la cueva. Platón distinguía en efecto, dos mundos con carácterísticas muy diferentes. El llamado mundo sensible está sometido a cambio constante, a generación y muerte y en él reina la imperfección. Este mundo no es más que una copia del llamado Mundo de las Ideas que está poblado por los arquetipos de la realidad: las ideas son los modelos de las cosas del mundo sensible. Además están las ideas matemáticas, las de las virtudes y presidíéndolas a todas la idea de Bien. También existe, a grandes rasgos, en Platón una doble vía de conocimiento:
dóxa y epistéme (opinión y ciencia). El primero se da en el interior de la cueva. En el exterior el segundo. Durante la liberación del prisionero vamos recorriendo los distintos escenarios simbólicos de cada una de estas maneras de conocer. Así las sombras serían objeto de la imaginación, los artefactos y figurillas de la creencia, los seres en el exterior de la caverna del pensamiento discursivo y las estrellas y el sol finalmente 


objeto de la inteligencia.
El mito de la caverna muestra también su fertilidad interpretativa al poderse aplicar a las doctrinas platónicas en filosofía práctica:

Intelectualismo moral y teoría del “filósofo-rey”

Solo aquel que conoce el bien puede obrar en consecuencia, pero especialmente en el 
caso de aquel que tiene que asumir la responsabilidad de gobernar la polis. El regreso del “liberado” tiene como objetivo “salvar” a sus compañeros de la demagogia y la corrupción inducidas por la democracia y los sofistas. Solamente podrá haber justicia cuando cada parte (tanto individual como socialmente) cumpla con su función natural. El alma racional debe por lo tanto imperar en el individuo y el filósofo asumir las competencias del gobierno sobre las otras dos clases sociales (productores y guardianes) que tienen sus funciones específicas.

Deja un comentario