20 Feb

En el siglo V a. De C. Aparece la oposición conceptual entre el orden natural y necesario de la Physis como fundamento de las leyes, y la voluntad humana como su fundamento (sea esta una voluntad comunitaria o individual, eso dependerá de los autores). Es la oposición entre Physis y Nomos. Frente a la Physis – Naturaleza –, entendida como constituyente de la realidad de todas las cosas, que hacía que éstas fueran lo que eran y gobernador autónomo, necesario y universal de su modo de comportarse, “Nomos” significa el conjunto de leyes establecidas por los componenetes de una sociedad humana concreta que elaboran normas y crean instituciones útiles para regular la convivencia en dicha sociedad
 Heráclito (550-480 a. C. Aproxi.), personaje oscuro, enigmático, misántropo y socialmente problemático. Conoce el pensamiento anterior. No es matemático ni físico. Según él, la tarea del sabio será “desvelar lo oculto de la realidad” y encontrar su “Verdad”. Afirma que la realidad, según la fuente de información que se utilice (sentidos o logos), tiene dos manifestaciones: Los sentidos informan del cambio de las cosas, de su fluir como las aguas corrientes de un río. La razón, a pesar de los cambios, afirma “algo que permanece”. No hay un único principio, arjé, permanente del mundo. El arjé lo entiende en términos de oposición y lucha de contrarios, de afirmación y negación en continuo devenir (vivo-muerto, despierto-dormido, joven-viejo). Lo representa en dos imágenes: Para el mundo físico, la imagen del El fuego no es proceso constante, tiene ciclos de crecimiento y decrecimiento. A la vez que destrucción, representa la luz (metáfora de Inteligencia). Para el mundo social humano, la imagen de la guerra, algo destructor y constructor. La lucha tiende a la paz, las discrepancias tienden a la justicia.
La eterna y universal lucha de contrarios será el auténtico arjé de la realidad. Lo que permanece en los cambios no es ningún elemento material, sino la capacidad que la realidad tiene de cambiar, de “devenir”, que explicará la naturaleza, su unidad y lo divino. No se trata de un caos, un desorden total. El universo está regido dialécticamente por una razón o logos, lo que se manifiesta en la tensa armónía de los contrarios. Ese logos mantiene el equilibrio del universo como cosmos, como ley que lleva hacia el orden universal el dualismo conflictivo de todo lo que existe.


2. La moral

 Frente a los valores de casta, Sócrates propone los valores intelectuales o morales. Los derechos y deberes de conciencia, como reflejos de la virtud universal, adquieren supremacía.

Creía en la virtud como algo universal y objetivo que puede ser conocido y asumido por cualquier humano, a través de la Razón, como fundamento de su conducta moral para cultivar su alma y hacerle buen ciudadano. El sabio buscará la virtud en el ejercicio del saber, sin quedarse en la teoría sino practicándola, para ser feliz. La felicidad no viene de conocer la Physis, sino de  conocer qué sea lo bondad, la justicia, es decir, la virtud. Desvió el interés de conocer la Physis hacia cuestiones ético-morales. Eleva a categoría de conocimiento verdadero las respuestas a éstas.

Tal conocimiento viene desde la intimidad de cada cual, y con ayuda de los demás, pues buscar la verdad es tarea colectiva. Es necesario y posible conocer la virtud y, además, es necesario enseñarla, pues se puede colaborar desde fuera para que cada cual inicie la búsqueda en su interior.

Sólo sabiendo lo que es la justicia se puede ser justo. Para Sócrates el saber propiamente dicho es saber de la Virtud. Por ello se conocerá su teoría como “Intelectualismo moral” según la cual no existe vicio ni pecado, sino ignorancia en quien lo genera. Quien obra mal moralmente lo hace porque es ignorante, no por ser consciente de que obra mal.  En cuanto que se razonable se es justo, pues la Razón es camino a la justicia, a la felicidad. Según este intelectualismo, el humano será justo si realiza acciones justas, lo que hará si sabe qué es la justicia.

Problemas o paradojas: ¿Se puede obrar justamente sin saber qué sea la justicia?. Sí, pero no sería acción justa. Otra: Puede ocurrir que, sabiendo hacer bien algo, alguien lo haga mal intencionadamente. ¿Es mejor que aquel que lo hace mal porque no sabe hacerlo bien?. Parece ser más justo el que obra mal sabiéndolo que quien obra bien sin saberlo. Parece muy duro para el sentido común admitir esta conclusión, pero lógicamente parece correcta. No obstante, según Sócrates, es imposible que alguien obre mal sabiendo que obra mal. Un criminal no debe ir a la cárcel sino a la escuela.


4. El método

 La mayeútica. El Saber necesita un método, del que forma parte importante el Diálogo como instrumento adecuado para provocar tensión permanente hacia la verdad, la virtud. La mayeútica consta de pasos progresivos:

Primero, la ironía:
Sócrates adopta ante sus interlocutores la actitud de ignorar lo que se plantea en la conversación y pregunta al interlocutor, a quien supone conocedor del tema, para que le informe (Jamás renunció a preguntar). Las respuestas que se le dan, las refuta con ejemplos. Así, pretende que el

  1. interlocutor sea consciente de no saber lo que creía saber, que es ignorante, y, además, para que, consciente de su ignorancia, el interlocutor sienta necesidad de saber (Es el paso de la “Ironía” socrática, simular ignorancia cuando no la hay).

  2. El diálogo propiamente dicho

    Sentida la necesidad de saber, vendrá el segundo paso, el “Proceso Lógico Inductivo”, por el que,  a través de un diálogo constructivo se  trascienda la consideración de casos particulares y del lenguaje que los expresan para establecer
  3. la definición:
    Y se llegue al concepto o idea universal, representativo de alguna cualidad común (universal) a esos casos particulares, que ha de definirse lingüísticamente (Tercer paso, provisional en principio)  recogiendo la carácterística por la que las cosas son lo que son (Sócrates presupone que “existen esencias”). Y, aunque por estos procesos lógicos-inductivos y de definición probablemente no llegue a alcanzar esa esencia, no se puede renunciar al preguntar permanente. Ironía, diálogo con proceso lógico inductivo y definición son pasos del método socrático o “mayéÚtica”

Parménides (540-470 aprox. A. C.) se relaciona con los pitagóricos. Al preguntar sobre el arjé de la realidad, presupone la imposibilidad racional de explicar sus cambios.

            Su poema, de estilo épico, del que se conservan fragmentos y cuyos personajes son la Verdad, la Justicia y la Opinión, se estructura en tres partes: Una introducción, justificación de su pensamiento que presenta como infalible, al serle transmitido por la diosa Justicia. A continuación, distingue dos vías de conocimiento: La de la Verdad y la de la Opinión. La primera se funda en la Razón como única vía hacia la Verdad, a desvelar lo oculto de la naturaleza, que informa que el principio común es “El Ser”, algo no engendrado, eterno, indestructible, inmóvil, esférico, finito pero sin límites. La Razón informa que “El ser es y el No-Ser no es”, que “ Ser y Pensar son una misma cosa” y que “el Ser es y no puede no ser”. El conocimiento de la realidad (el Ser) es asunto de la Razón. La información de los sentidos (movimiento, cambio, pluralidad de la realidad) es engañosa. Los sentidos son vía de opinión, una vía de segundo orden en el conocer.

            Es un “pensamiento abstracto, lógico, que preludia formas posteriores de hacer Filosofía”. Las carácterísticas atribuidas al “Ser”, determinarán el pensamiento de filósofos posteriores.

            Sin embargo, su pensamiento conduce a un callejón sin salida lógica en el discurso, una aporía, pues, si se piensa racionalmente el Ser, nada se puede predicar de él, pues todo pensamiento queda encerrado en una única palabra: “SER”. Cualquier certeza racional no aporta ningún dato nuevo al conocimiento, pues aplicar carácterísticas al Ser (pluralidad, movimiento, etc.) se topa con una imposibilidad lógica, ya que sólo hay Ser. El saber parmenídeo, lógicamente seguro, no aporta novedad al conocimiento, resultando éste vacío.


Anaxágoras (Clazomene, Asía Menor. V a. C.)) intenta conciliar el pensamiento de los primeros filósofos-físicos con los de Parménides y Heráclito, admitiendo la pluralidad, movimiento, cambios y transformaciones de la realidad. Sus soluciones recuerdan a Empédocles. Parte del principio “nada nace ni perece”. Al analizar la generación y corrupción, para explicarlas supone como arjé de la realidad múltiples elementos, como masa compacta, a los que llama Espérmata, semillas, que, mezclándose o separándose en virtud de un torbellino, dan lugar a aquellas, a la pluralidad y los cambios. ¿Cómo se pone en marcha el torbellino? Recurre a una especie de materia sutil, autónoma, infinita, sin límites, inmutable,eterna, imperecedera, fuera y distinta de tales elementos: El Nous, o Inteligencia (Algunos la han visto como Mente o Espíritu, algo inmaterial, incorpóreo. Otros han visto en ella un Dios trascendente) cuyo papel es poner en funcionamiento y gobernar dichos procesos para, luego, dejar que todo funcione mecánicamente.

La agregación y disgregación de los espérmata hacen las cosas son infinitas en número, infinitamente divisibles (nunca habrá No- Ser). Cada cosa tiene semillas de todas y de cada una (todo está en todo). Son diferentes entre sí porque en unas predominan más unas semillas que otras.

El concepto de Nous es atractivo, en principio, para filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, pero se defraudan por el mecanicismo que lleva su explicación

Estos primeros balbuceos de la actividad racional filosófica, desacralizando las explicaciones míticas, adoptando una postura crítica racional, tienen un límite, pues Physis para ellos tiene algo de divino. Por eso en los fragmentos de sus textos hay cierto carácter religioso

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