08 Sep

El Califato de Córdoba (929-1031)

El Califato de Córdoba constituyó una de las grandes etapas en la historia de Al-Ándalus. Esta entidad política se inició cuando el emir Abd-al-Rahman III se proclamó Califa (jefe político y religioso) en el año 929, tras su ruptura política y religiosa con el Califa de Bagdad. Su capital fue Córdoba, y durante este periodo, Al-Ándalus experimentó un gran auge político, económico y cultural.

Lograron poner fin a las luchas internas y frenaron el avance de los reinos cristianos, que se vieron obligados a pasar a la defensiva. Conquistaron importantes plazas como Zaragoza, Toledo y Badajoz. También se construyó la majestuosa ciudad de Medina Azahara.

A finales del siglo X, emergió la figura de Almanzor, quien asumió el poder efectivo y organizó numerosas expediciones de castigo contra el norte cristiano, destruyendo y saqueando ciudades y monasterios. Sin embargo, tras su muerte en 1002, cerca de Calatañazor (Soria), se inició una etapa de luchas intestinas que desembocaron en el colapso del califato. En su lugar, surgieron numerosos Reinos de Taifas que, progresivamente, fueron cayendo en manos de los reinos cristianos.

Los Reinos de Taifas (1031-1492)

Los Reinos de Taifas fueron entidades políticas musulmanas en la Península Ibérica que surgieron tras la desintegración del Califato de Córdoba. Durante el siglo XI, existieron aproximadamente 25 taifas, gobernadas por clanes árabes, bereberes o eslavos, que a menudo coincidían con las antiguas divisiones administrativas del reino musulmán.

Su incapacidad para enfrentarse militarmente a los reinos cristianos les obligó, para subsistir, a pagar tributos o parias. Sin embargo, esto no impidió que fueran conquistados y absorbidos progresivamente durante el periodo de la Reconquista.

A partir de la toma de Toledo (1085), solicitaron ayuda a los almorávides, quienes lograron una nueva unificación de Al-Ándalus por un breve periodo, dando paso posteriormente a los segundos reinos de taifas. Tras otro intento unificador a cargo de los almohades y su decisiva derrota en la Batalla de Las Navas de Tolosa (1212), se produjo la desintegración definitiva del poder musulmán en la Península Ibérica.

Entre los reinos taifas más destacados figuran los de Sevilla, Córdoba, Badajoz, Toledo y Zaragoza (al cual pertenecía Tudela y su comarca). El último reino taifa en caer fue el de Granada, conquistado por los Reyes Católicos en 1492, marcando el fin de la presencia musulmana en la Península Ibérica.

Los Mozárabes

Los mozárabes eran la población cristiana de origen hispanovisigodo que residía en Al-Ándalus. En teoría, se les permitía mantener su religión, lengua, costumbres, propiedades e incluso su código de leyes (el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo). Sin embargo, en la práctica, estaban obligados a pagar tributos personales y territoriales.

Sufrieron diversas persecuciones a lo largo de la historia, siendo la de los Mártires de Córdoba (850-859) una de las más significativas. La masiva deportación de 1126 al norte de África supuso la práctica desaparición de los cristianos de las zonas urbanas del territorio musulmán.

Esta situación provocó sublevaciones, conversiones al islam y una importante emigración hacia la zona cristiana, donde contribuyeron a la repoblación de la cuenca del Duero. En el aspecto cultural, destacaron como ilustradores de manuscritos, especialmente en la creación de códices, como el célebre Apocalipsis del Beato de Liébana.

El Reino de Pamplona

El origen del Reino de Pamplona se remonta a los núcleos de resistencia al Islam surgidos en los siglos VIII y IX. Durante el siglo X, se consolidó un proceso de independencia frente a las influencias francas y musulmanas. El reino se formó a partir del dominio de aristocracias locales, que dieron origen a las primeras dinastías regias: la Íñiga o Arista en el siglo IX y la Jimena en el siglo X.

Destaca la figura del rey Sancho Garcés I (905-925). La crisis del Califato de Córdoba, a principios del siglo XI, coincidió con el apogeo del Reino de Pamplona, gobernado por Sancho III el Mayor (1004-1035), quien se convirtió en el monarca más influyente de la España cristiana. A su muerte, se produjo la división del reino entre sus hijos.

En las décadas siguientes, el reino perdió fuerza, sumiéndose en una profunda crisis debido al enfrentamiento entre el monarca y la nobleza. El resultado fue el asesinato del rey Sancho Garcés IV por los nobles en 1076, quienes entregaron el reino al monarca aragonés Sancho Ramírez. La unión con Aragón perduró hasta la muerte de Alfonso I el Batallador. En 1134, recuperó su independencia con García Ramírez. Con Sancho VI el Sabio en 1162, pasó a denominarse Reino de Navarra.

Formación y Estructura de la Corona de Aragón

En el año 1137, el matrimonio de Petronila, hija y heredera del rey aragonés Ramiro II, con el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, dio origen a la Corona de Aragón. El hijo de ambos, Alfonso II, heredó sus territorios y fue el primer monarca de la Corona de Aragón, que inicialmente incluía el Reino de Aragón, los condados catalanes y las tierras de Occitania, al norte de los Pirineos.

Esta unión estratégica incrementó su fuerza militar y propició su expansión hacia el sur, conquistando nuevas tierras a Al-Ándalus. Durante este periodo de gran expansión territorial e influencia política, la Corona de Aragón se dotó de una sólida estructura burocrática y administrativa, destacando la Cancillería Real.

Las Cortes Medievales

Las Cortes Medievales eran instituciones asamblearias propias de cada uno de los reinos cristianos peninsulares, en las que participaban los tres estamentos: la nobleza, el clero y los representantes de los municipios (la oligarquía urbana). Su aparición se data a finales del siglo XII (1188) en el Reino de León, extendiéndose posteriormente a Aragón, Cataluña y Navarra. Alcanzaron su apogeo en el siglo XIV.

Se basaban en el concepto del Consilium Feudal (Consejo del Vasallo). Eran convocadas siempre por el rey y sus funciones principales incluían la sucesión a la corona y la aprobación de los impuestos extraordinarios solicitados por el monarca. Su función era principalmente consultiva.

Tuvieron una mayor relevancia en la Corona de Aragón, donde los distintos reinos (Aragón, Cataluña, Valencia) reunían sus propias Cortes, actuando como importantes limitadoras del poder real. En Aragón y Navarra, los acuerdos tomados en Cortes eran controlados por las Diputaciones.

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