17 Abr

El Raciovitalismo de Ortega y Gasset

El raciovitalismo es una síntesis equilibrada entre cultura y espontaneidad, entre razón y vida: el sistema de la razón vital. Reivindica la experiencia vital e histórica del individuo frente a la impersonalidad de la cultura.

El mismo problema se presenta en el ámbito filosófico entre la filosofía dogmática (racionalista o idealista) y la filosofía escéptica, entre lo racional y lo irracional.

La filosofía dogmática considera que existe una verdad o realidad fija que solo se puede alcanzar a través de la razón, olvidando todos aquellos factores circunstanciales de la vida que escapan a la razón: vivencias, sentimientos concretos, etc.

La filosofía escéptica solo tiene en cuenta los aspectos irracionales de la vida como aquello que la hace real y auténtica.

Perspectivismo: El Punto de Vista

Ortega se pregunta qué es la realidad. Si es una síntesis entre objetividad y subjetividad: la perspectiva que un sujeto tiene de las cosas que le rodean. Ese punto de vista es único, es la realidad para ese sujeto.

La realidad es la suma de todos los puntos de vista posibles. La verdad es una revelación; únicamente Dios puede contemplar la realidad desde todas las perspectivas, ya que no está sometido a ninguna limitación.

Ahora bien, si la única realidad auténtica para el ser humano es la percibida por cada individuo como conjunción entre sujeto y objeto, el punto de partida de la filosofía debe ser esa síntesis.

La vida no es algo estático, sino un proceso: la vida es quehacer. No puede comprenderse mediante la razón lógico-matemática utilizada por la ciencia, sino mediante una razón histórica, vital, que narre en vez de describir, en la que se pueda captar la individualidad.

El ser profundo de las cosas consiste en el sistema de relaciones que cada una de las cosas establece con el resto del mundo.

El Héroe y el Hombre Masa

El héroe es aquel que, asumiendo su radical libertad, trata de vivir una vida plena creando sus propias reglas de acción en función de la circunstancia en la que se encuentra, adaptando los ideales éticos de su sociedad a las situaciones de la vida cotidiana.

A la figura del héroe se opone la del hombre-masa, que se deja llevar por su circunstancia. El héroe se caracteriza por exigirse a sí mismo con el fin de realizar su proyecto vital, y el hombre-masa ya está satisfecho con lo que es, negándose por ello a cualquier esfuerzo.

Para poder realizar su yo, el ser humano debe implicarse y comprometerse con su circunstancia, aceptando las creencias que están de acuerdo con su proyecto y tratando de cambiar todas aquellas que se oponen a él.

La razón también debe ocuparse de los temas más asociados a esta última, como los sentimientos y los gustos estéticos, para crear principios estéticos universales que puedan traducirse en obras de arte duraderas.

El Yo y la Circunstancia

El ser humano es la única criatura capaz de ser consciente de la realidad y de preguntarse por ella radicalmente. Por eso, los componentes esenciales de la realidad son los de la vida humana.

El yo no es ni el cuerpo ni el alma; es algo esencialmente temporal: vive en el presente apoyándose en el pasado y dirigiéndose hacia un futuro, entre el nacimiento y la muerte. Es algo que se hace, y que se hace a sí mismo. De ahí que la esencia del yo sea aquello que quiere llegar a ser, su vocación. Esto significa que el ser humano es radicalmente libre:

  • Puede escoger aquello que quiere ser, pero no puede dejar de escogerlo.
  • Debe tomar decisiones por sí mismo, le guste o no, y guiado por su razón, en función de las cuales se irá realizando o no su proyecto de vida.
  • No puede dejar de actuar porque no es autosuficiente, sino que es indigente, necesitado, finito: condición esencial de todo ser vivo.

Por eso Ortega dice que la vida es un drama, porque consiste en tratar de realizar un proyecto que no tienes más remedio que plantearte y realizarlo en unas condiciones que tú no has elegido, como la época o el lugar en que has nacido, que forman parte de tu circunstancia.

La circunstancia es todo aquello que rodea al yo, aquellas cosas con las que el yo establece su sistema de relaciones, como el alma o la humanidad.

La relación que el yo establece con el mundo es de utilidad. El yo cuenta con las cosas del mundo para realizarse y, al tratar de solucionar los problemas, repara en las cosas del mundo.

El Ideal de Vida Auténtica

Las soluciones que las diferentes generaciones dan a los problemas con los que se encuentran en su relación con el mundo constituyen la tradición o cultura. Esta ofrece a las nuevas generaciones un sistema de creencias sobre el que cada yo debe crear su sistema de ideas. Ahora bien, si el yo se queda en las creencias, dejándose llevar por ellas, no llevará una vida auténtica y, por tanto, contemplará una realidad inauténtica. Una realidad solo será auténtica si está siendo vivida por algún yo como parte de su proyecto vital. Cada ser humano debe afirmarse a sí mismo frente a su circunstancia, llevando una vida auténtica, de acuerdo con sus ideas.

Sin embargo, la voluntad humana es incapaz de crear principios morales permanentes porque nunca se conforma con lo que ya tiene, y por eso el individuo debe basarse en los ideales éticos que le proporciona su cultura.

Así, hay que huir de los dos extremos: de un racionalismo ético socrático que sacrifica los valores de la vida a la cultura apelando únicamente al deber, y de una excesiva espontaneidad que solo tiene en cuenta la inmediatez de la vida y la obtención de la felicidad, como la actitud de Don Juan.

Ortega defiende una actitud intermedia que consiste en la realización del proyecto ideal del yo, teniendo en cuenta los criterios morales proporcionados por la razón ante lo real de la circunstancia.

Los imperativos morales resultan dos: el de la objetividad, predicado por el racionalismo ético, y el vital o de lealtad con nosotros mismos.

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