09 Ago
El Arte Romano: Escultura y Relieve Histórico
El arte romano, aunque inicialmente influenciado por las tradiciones griegas y etruscas, desarrolló una originalidad distintiva, especialmente en el ámbito escultórico. Su principal novedad fue el retrato fisionómico, que buscaba capturar la individualidad y el realismo de los personajes. Además, se hizo un gran uso de los relieves narrativos para contar historias y glorificar eventos. Con el tiempo, se extendió el gusto por tener estatuas decorativas en los hogares, reflejando la importancia del arte en la vida cotidiana romana.
El Retrato Escultórico Individual
El nacimiento del retrato escultórico individual en Roma se explica por tres factores clave:
- Un profundo interés por el realismo, que buscaba la representación fiel de las facciones y la personalidad.
- La influencia de las esculturas etruscas en bronce, como el célebre «El Orador», que ya mostraban una tendencia hacia la individualización.
- La práctica funeraria del culto a los antepasados, que implicaba la creación de efigies de los difuntos para su veneración.
Durante la época republicana, el arte romano comenzó a independizarse de las maneras etruscas, iniciando un proceso de romanización. Las obras más antiguas de este periodo son retratos de altos dignatarios políticos, reflejando que el tema preferido de los romanos era el «hombre como ciudadano».
La Estatua-Retrato del Emperador
Con la llegada de Octavio Augusto en el 27 a.C., apareció la tipología de la estatua-retrato del emperador. En estas representaciones, tanto el cuerpo como las facciones del príncipe se idealizan, buscando transmitir una imagen de poder y divinidad. Los emperadores eran representados con diversas actitudes y atributos iconográficos, destacando sus múltiples roles:
- Como jefe militar.
- Como cónsul.
- Como pontífice máximo o sumo sacerdote.
- Como legislador y juez.
- Y, en ocasiones, como dios.
A partir del siglo II d.C., se produjo una mayor idealización de las imágenes y surgieron nuevas tipologías y detalles. Aparecieron los retratos de medio cuerpo (bustos), como el famoso Busto de Adriano. En los retratos masculinos, se popularizó el uso de la barba y los cabellos crespados, mientras que los peinados femeninos también evolucionaron. Con el tiempo, la pupila y el iris comenzaron a tallarse, aportando mayor expresividad. De esta etapa es la imponente estatua ecuestre de Marco Aurelio.
A partir del siglo IV d.C., se abandonó progresivamente el naturalismo y la expresión en favor de una abstracción de las formas. En este momento, el símbolo adquirió mayor importancia que la imagen realista, un cambio que se observa claramente en la estatua colosal de Constantino el Grande y que tendría una gran influencia en el arte de la Alta Edad Media.
El Relieve Histórico Romano
La escultura en relieve había producido grandes obras en Roma desde muy temprano. Aunque los primeros relieves tenían una concepción griega, el sentido histórico del pueblo romano se impuso, exigiendo una imitación más directa de la realidad. Estos relieves adquirieron un alto grado de originalidad a partir del Imperio, sobre todo por su marcado sentido narrativo.
Obras Emblemáticas del Relieve Histórico
Una obra singular es el conjunto de relieves que decoran las paredes del Ara Pacis Augustae (finales del siglo I a.C.), mandado a construir por el emperador Augusto. Desde el punto de vista arquitectónico, es un espacio cuadrangular elevado sobre un podio. En las caras este y oeste, se encuentran relieves mitológicos. La parte inferior está decorada con motivos vegetales y guirnaldas, mientras que en la superior se concentran una serie de figuras a tamaño natural.
En el panel norte, encontramos la procesión del Senado y el Pueblo Romano, y en el sur, aparecen Augusto y la familia imperial. Lo más importante son los relieves que presentan una procesión, donde todos los personajes tienen un gran realismo. Se caracteriza por la isocefalia (cabezas a la misma altura) y la inclusión de algunos personajes en segundo plano, lo que aporta profundidad a la escena.
Posteriormente, se decoraron con relieves los monumentos conmemorativos. Los escultores romanos recurrieron a la perspectiva para conseguir efectos de tridimensionalidad y adquirieron una gran maestría en la representación del movimiento. Una de las primeras obras de este tipo es el Arco de Tito, pero la obra maestra indiscutible es la Columna Trajana, un ejemplo cumbre del relieve histórico continuo.
La Mezquita-Catedral de Córdoba: Joya del Arte Califal
La Mezquita de Córdoba es el monumento más representativo del arte califal en Al-Ándalus. Su historia comienza en el año 756, cuando Abderramán I, un príncipe omeya que huía de los abasíes, se establece en Córdoba como emir. Tras consolidar su poder, decide construir una gran mezquita en el solar de la antigua iglesia visigoda de San Vicente. Este edificio se convertiría en la Mezquita Aljama o principal de la ciudad.
Estructura Original y Elementos Arquitectónicos
La mezquita original, construida entre los siglos VIII y X, constaba de un patio (sahn) y una sala de oración (haram) con once naves perpendiculares al muro de la qibla y doce tramos. Para resolver el problema de la baja altura de los fustes reutilizados (procedentes de edificios romanos y visigodos), se diseñó un ingenioso sistema de doble arquería superpuesta, lo que permitió elevar la cubierta hasta 11,5 metros. Las dovelas de los arcos alternan piedra blanca y ladrillo rojo, en un estilo que recuerda al acueducto romano de Los Milagros (Mérida).
Las Ampliaciones de la Mezquita de Córdoba
A lo largo del tiempo, la mezquita sufrió cuatro ampliaciones significativas, reflejando el crecimiento y esplendor del Califato:
- Abderramán II (848): Amplió el haram en ocho tramos y reconstruyó el mihrab y la qibla.
- Abderramán III (929): Tras proclamar el Califato de Córdoba, realizó dos reformas importantes:
- Ampliación del patio, que fue rodeado por un pórtico.
- Construcción de un gran alminar cuadrado con doble escalera.
- Al-Hakam II (961-969): Llevó a cabo la ampliación más rica y refinada, caracterizada por su lujo y complejidad decorativa:
- Amplió doce tramos más el haram.
- Construyó un nuevo mihrab, profusamente decorado con mosaicos bizantinos.
- Añadió una maqsura, espacio reservado para el califa, con arcos entrecruzados y cúpulas ricamente decoradas.
- Introdujo cúpulas con arcos polilobulados y tracerías que filtraban la luz como celosías.
- Almanzor (finales del siglo X): Añadió nueve naves laterales, lo que provocó que el mihrab quedara descentrado respecto al eje central de la sala de oración.
Síntesis de Estilos y Decoración
La Mezquita de Córdoba es un ejemplo magistral de la síntesis de estilos, mezclando elementos hispanorromanos (como los capiteles), visigodos (arcos de herradura) y bizantinos (mosaicos), todos ellos integrados armoniosamente con la arquitectura islámica. El interior destaca por la sensación de amplitud, la luz filtrada a través de sus arquerías, y la variedad decorativa, especialmente en la zona construida por Al-Hakam II, rica en yeserías con motivos geométricos, vegetales (atauriques) y caligráficos.
Transformación Post-Reconquista
Tras la Reconquista cristiana (siglo XIII), el edificio fue respetado en gran parte, aunque se construyó una catedral en su interior, con un crucero en el centro del haram y un campanario sobre el antiguo alminar. El exterior no presenta una fachada principal única, sino muros almenados con puertas decoradas en un estilo que combina elementos romanos e islámicos: arcos de herradura con alfiz en el cuerpo central y arcos ciegos en los laterales.
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