25 Nov
El Reinado de Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo (1814-1833)
Tras la Guerra de la Independencia y la firma del Tratado de Valençay (1813), Napoleón devolvió el trono a Fernando VII, quien regresó a España en 1814. Durante su ausencia, las Cortes de Cádiz habían aprobado la Constitución de 1812, que establecía la soberanía nacional y la división de poderes, lo que generó un profundo conflicto entre liberales y absolutistas.
Al llegar, el monarca recibió el Manifiesto de los Persas, un documento donde un grupo de diputados le solicitaba la restauración del absolutismo. Con el apoyo del Ejército y del sector más conservador del pueblo, Fernando firmó el Decreto de Valencia el 4 de mayo de 1814, declarando nula la Constitución y anulando toda la obra liberal. Esto supuso el regreso de la monarquía absoluta.
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
Durante el Sexenio Absolutista (1814-1820) se restablecieron las instituciones del Antiguo Régimen y se persiguió a los liberales, muchos de los cuales se exiliaron. El país sufría una fuerte crisis económica, con la agricultura arruinada, la industria paralizada y la Hacienda endeudada. Además, la independencia de las colonias americanas redujo los ingresos del Estado.
La inestabilidad política, la corrupción y el dominio de la camarilla real provocaron el descontento general y diversos pronunciamientos militares, como los de Espoz y Mina o Díaz Porlier. Aunque estos fracasaron, anunciaban el desgaste del régimen.
El Trienio Liberal (1820-1823)
En 1820, el pronunciamiento del coronel Rafael de Riego en Las Cabezas de San Juan obligó al rey a jurar la Constitución, iniciando el Trienio Liberal (1820-1823). Estos pronunciamientos se volvieron frecuentes porque muchos oficiales provenían de las guerrillas de la Guerra de la Independencia y, al no ser bien aceptados por el rey, recurrieron al pronunciamiento como vía de presión política.
Reformas Liberales
Durante esta etapa se restableció la obra de Cádiz, incluyendo:
- La abolición definitiva de la Inquisición y de los señoríos.
- La reanudación de la desamortización.
- La libertad de imprenta.
- Reformas en la administración, educación y justicia.
Se aprobó el Reglamento General de Instrucción Pública (la primera ley educativa española), el primer Código Penal y una nueva división del territorio en 52 provincias. Estas medidas pretendían implantar un Estado liberal, basado en la libertad económica, la igualdad jurídica y la soberanía nacional.
Conflictos y División Política
Sin embargo, el Trienio estuvo lleno de conflictos. El rey utilizó su veto para obstaculizar las leyes, mientras que los absolutistas, conocidos como realistas, organizaron conspiraciones y sublevaciones, como la de la Guardia Real o la Regencia de Urgel.
Los liberales se dividieron en:
- Moderados o doceañistas: Que aceptaban cierta autoridad del monarca.
- Exaltados o veinteañistas: Partidarios de limitar al máximo su poder.
A pesar de la inestabilidad, el periodo impulsó una intensa vida política y cultural con sociedades patrióticas, prensa libre y canciones como el Himno de Riego o el Trágala, que se convirtieron en símbolos del liberalismo.
La Década Ominosa (1823-1833)
La presión interior y exterior acabó con el régimen. En el Tratado de Verona (1822), la Santa Alianza —una coalición formada por las potencias absolutistas para defender el orden monárquico tras las guerras napoleónicas— decidió intervenir en España. En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis, un ejército dirigido por el duque de Angulema, invadieron el país y derrotaron a los liberales, que se refugiaron en Cádiz. Fernando VII recuperó el poder absoluto y fue conocido desde entonces como el “rey felón”.
Represión y Reformas Moderadas
Comenzó así la Década Ominosa (1823-1833), marcada por la represión y la persecución de los liberales, muchos de los cuales fueron ejecutados, como Riego, Torrijos o Mariana Pineda.
Se crearon:
- Las Juntas de depuración: Organismos encargados de investigar y castigar a los funcionarios sospechosos de liberalismo.
- El Cuerpo de Voluntarios Realistas: Una milicia compuesta por fieles al rey que tenía como misión mantener el orden y defender el absolutismo.
Sin embargo, la grave crisis económica llevó al ministro López Ballesteros a aplicar reformas de carácter moderado con el objetivo de modernizar la economía y estabilizar la Hacienda. Entre ellas, se creó el presupuesto estatal (1828), el Código de Comercio, el Banco de San Fernando (1829) y la Bolsa de Madrid (1831).
La Cuestión Sucesoria y el Fin del Antiguo Régimen
En sus últimos años surgió la cuestión sucesoria, que enfrentó a isabelinos y carlistas. Sin hijos varones, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción (1830), que permitía reinar a su hija Isabel II, anulando la Ley Sálica (una norma introducida por los Borbones que impedía reinar a las mujeres).
Su hermano, Carlos María Isidro, no aceptó esta decisión y reclamó sus derechos, dando origen al carlistismo. Para asegurar la regencia de su esposa María Cristina y el futuro de Isabel, el monarca se apoyó finalmente en los liberales.
A su muerte, en 1833, España quedó dividida entre carlistas y liberales, lo que daría inicio a la Primera Guerra Carlista, pero también al definitivo triunfo del liberalismo y al fin del Antiguo Régimen en España.

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