02 Dic

La poesía de 1939 a finales del siglo XX

La Guerra Civil deja un panorama desolador en las letras españolas. La rica efervescencia cultural de los años 30 da paso a unos duros años en los que los mejores autores están muertos (Lorca, Unamuno, Valle-Inclán) o exiliados (Alberti, Guillén, Cernuda, .) o en el denominado exilio interior (Aleixandre). A esa dolorosa ruptura hay que sumar el aislamiento internacional en que nos sumergimos y la censura, no demasiado férrea en el caso de la poesía, para completar un panorama realmente triste.

La primera generación tras la guerra

La forman autores como Luis Rosales (“La casa encendida”), Dionisio Ridruejo (“Cuadernos de Rusia”) y otros, y surge en torno a las revistas Escorial y Garcilaso. Son poetas que han luchado en el bando nacional y al menos en un primer momento cultivan una poesía clasicista y serena, que tiene a España y a Dios como protagonistas. Pero en 1944 se publica “Hijos de la ira”, de Dámaso Alonso, que va a dar lugar a una corriente de poesía denominada “desarraigada”. El verso libre, las imprecaciones a Dios y un tono desesperado son sus rasgos más llamativos, con los que buscan expresa una angustia existencial imposible de desligar de la difícil circunstancia histórica que estaban viviendo. Poetas desarraigados hay que considerar también a Miguel Hernández (lo poco que pudo escribir tras la guerra) y a Blas de Otero.

La poesía social

Sus autores conciben la poesía como un instrumento para la denuncia y el compromiso, una herramienta para transformar el mundo y despertar las conciencias ante la Historia. Es una poesía dirigida al pueblo, “a la inmensa mayoría”, así titulará Blas de Otero una de sus obras. Cultivan, por lo tanto, un lenguaje claro, unas formas accesibles, un mensaje nítido. Gabriel Celaya, autor en “Poemas iberos” del poema “La poesía es un arma cargada de futuro” será también en estos años uno de sus máximos exponentes.

La poesía a finales del siglo XX

Surge una nueva generación, que publican sus primeros libros dentro de la estética de la poesía social, pero que pronto derivarán en un intimismo menos altisonante. La poesía que se entendía como un mero acto de comunicación pasa a ser un ejercicio de conocimiento, de autoconocimiento del poeta. Hablamos de autores como Ángel González (“Áspero mundo”, “Sin esperanza, con convencimiento”), Jaime Gil de Biedma (“Compañeros de viaje”, “poemas póstumos”), Claudio Rodríguez (“Don de la ebriedad”).

Los novísimos

Son conocidos como “los novísimos” por la Antología de José María Castellet publicada en 1970, “Nueve poetas novísmos”, y pese a su mucha diversidad se pueden reconocer rasgos comunes como el culturalismo, el desdén por la poesía moral de la generación anterior, una vuelta a la experimentación vanguardista, sobre todo al surrealismo, que se traduce en unos textos más herméticos y difíciles, el cosmopolitismo de sus fuentes, que ya no son la anterior poesía española, sino toda, desde la clásica hasta la europea más contemporánea, además de otras como el cine, los mass media y hasta el cómic. Hablamos de autores como Pere Gimferrer (“Arde el mar”), Gillermo Carnero (“Dibujo de la muerte”) o Leopoldo María Panero (“Así se fundó Carnaby Street”).

Últimas tendencias

Las últimas tendencias desde los años 80 son aún de difícil descripción por falta de perspectiva y por su heterogeneidad. Podemos advertir algunas como la poesía experimental, de Jenaro Talens; el clasicismo, de Luis Antonio de Villena o la denominada poesía de la experiencia, de Luis García Montero.

La novela de 1975 a finales del siglo XX

La muerte de Franco en 1975 se toma como referencia para hablar del arranque de la modernidad en España. Desde el punto de vista político, supone el fin de la dictadura, el inicio de la transición, el restablecimiento de las relaciones con Europa y, en definitiva, la normalidad democrática. Sin embargo, desde el punto de vista de la narrativa, es más cuestionable que suponga un verdadero punto de inflexión. Desde luego se escribe con más libertad, pero las expectativas de una explosión de talento oculto tras la opresión franquista quedan frustradas.

La narrativa de los años 40

Camilo José Cela, Miguel Delibes y Gonzalo Torrente Ballester son autores importantes de esta época.

La narrativa de los años 70

Se abandona el furor experimental de los 70 y se recupera la narratividad, el gusto por los argumentos nítidos, los personajes coherentes, la anécdota, la obra bien construida. También se revaloriza la novela de género, con auténtico auge de la novela negra y la histórica.

Autores destacados

Autores como Eduardo Mendoza, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Manuel Rivas, Juan José Millás y Almudena Grandes empiezan a publicar sus primeros libros importantes tras la muerte del dictador y están ahora en plena madurez literaria.

Autores más jóvenes

Autores como Lucía Etxebarría cultivan en general una prosa ágil con mucho diálogo y un lenguaje desenfadado que pretende retratar a una generación para la que el rock, las drogas o el sexo están en el centro de sus preocupaciones.

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