27 Jun

El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco (20 de Noviembre de 1975), permitíó un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero), la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países.
En suma, dos son los aspectos más significativos de la novela española en los últimos años:
1) El carácter aglutinador. Acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales.
2) La individualidad. Cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad.
De modo que puede decirse que en las últimas décadas conviven:
a) Novelistas importantes de toda la posguerra, la llamada Generación del  ́36, formada por escritores que inician su carrera en la primera posguerra, se mantienen activos hasta mediados de los  ́90 y nos dejan en torno al año 2000:
– Miguel Delibes: Los santos inocentes, El hereje
– Camilo José Cela: Mazurca para dos muertos, Madera de Boj – Torrente Ballester: La isla de los jacintos cortados
– José Luis Sampedro: La sonrisa etrusca, La vieja sirena


b) Algunos novelistas de la «Generación del 50», son los niños de la guerra, autores plenamente consolidados cuando llega la democracia:
– Juan Goytisolo: Coto vedado
– Juan Marsé: Rabos de lagartija, Últimas tardes con Teresa
– Carmen Martín Gaite: El cuarto de atrás (1978), Lo raro es vivir (1997) – Ana María Matute: Olvidado Rey Gudú (1996)
c) Los novelistas de la generación del 75. En los setenta hay autores que siguen cultivando la novela experimental e intelectual que tiene su origen principal en Tiempo de silencio de Luis Martín Santos. Suelen prestar más atención a la forma que al contenido, ya que el argumento llega a casi desaparecer. Abundan las historias fragmentadas y los monólogos interiores. Este tipo de novela está dirigido a un lector inteligente y culto, con formación suficiente para comprender las dificultades sintácticas que los autores plantean. Es la llamada generación de 1975 o también generación de 1968 (Mayo del 68): EDUARDO MENDOZA publicó en 1975 La verdad sobre el caso Savolta, título que, en buena medida, puede considerarse el punto de partida de la narrativa actual, Juan José Millás, Soledad Puértolas, entre otros
d) Nuevos escritores dados a conocer ya después del franquismo: Manuel Vicent, Julio Llamazares, Javier MARÍAS, Luis Mateo Díez, Rosa Montero, Antonio MUÑOZ MOLINA, Luis Landero etc


En los años 80 y 90 surge un gran número de novelistas nuevos. Al igual que en el resto del mundo, no existe ahora una tendencia dominante. Comparten el panorama literario novelas muy diferentes en estilo, temas y calidad. Incluso se dan las interferencias entre los distintos géneros. Destacan:
• La novela poemática, es también llamada lírica, por su parecido con el poema en prosa. Centra su interés en un mundo más sugerente que concreto, con personaje-símbolo y una mayor tendencia al lenguaje poético. Es la modalidad preferida por Francisco Umbral, con títulos como Mortal y rosa y la carácterística esencial de la narrativa de Julio Llamazares, con La lluvia amarilla.
• La novela histórica: El éxito de la novela El nombre de la rosa del italiano Umberto Eco propicia el gusto por este género a lo largo de todo este periodo, para escapar, tal vez, de la propia realidad cotidiana. Se recrean distintos episodios de la historia española, situados en diferentes épocas: Roma, la Edad Media, el Siglo de Oro y, especialmente, la Guerra Civil son épocas que apasionan a numerosos lectores.
La novela histórica puede combinar en diferente medida, una base histórica bien documentada con elementos ficticios del gusto del autor.

La Guerra Civil se ha convertido en el tema principal de un gran número de novelas: Luna de lobos (1985) de Julio Llamazares, Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas, El corazón helado (2007) de Almudena Grandes, La voz dormida (2002) de Dulce Chacón, y Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez, entre otras.


Otras épocas también han inspirado a novelistas: la conquista de América en La orilla oscura (2000) de José María Merino; la España del Siglo de Oro en todo el ciclo de novelas de Las aventuras del capitán Alatriste (1996-1998) de Arturo Pérez Reverté; o el tránsito del Siglo XIX al XX en La ciudad de los prodigios (1986) de Eduardo Mendoza; de intención paródica, como Gonzalo Torrente Ballester en Crónica del rey pasmado; o de recreación del pasado, por ejemplo No digas que fue un sueño de Terenci Moix, se inspira en Cleopatra y Marco Antonio. También caben destacar obras de autores como Carlos Ruiz Zafón, La sombra del viento y la muy reciente obra de Arturo Pérez Reverté, El italiano
Actualmente, tienen gran éxito escritoras como María Dueñas con novelas de corte histórico y ROMántico como El tiempo entre costuras (2009) y la recién publicada Sira, o Santiago Posteguillo con novelas históricas ambientadas en la antigua Roma, como Yo, Julia y la más reciente Julia retó a los dioses           


• Novela de memorias: Muy cercanas a las novelas líricas están las narraciones intimistas, neoexistenciales, llamadas memorialismo, que desarrollan el proceso de un individuo en formación y su irremediable acceso a la experiencia. Destacan La lluvia amarilla de Julio Llamazares (monólogo del último superviviente de un pueblo abandonado de León), El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite y de Javier Marías Todas las almas y Corazón tan blanco. Otras tratan de recrear los recuerdos de la infancia o adolescencia de los autores, como El jinete polaco (1991) de Antonio Muñoz Molina y Carreteras secundarias (1996) de Ignacio Martínez de Pisón. Temas básicos son la memoria de una generación y el compromiso.
                         
Otras tendencias destacables son las siguientes:
• La novela neorrealista, situada en un espacio conocido, la ciudad provinciana o la gran urbe: Miguel Delibes en Diario de un jubilado, y Luis Mateo Díez en La fuente de la edad. Aquí podemos incluir el grupo de escritores jóvenes conocidos a finales de los años 90 como Generación X, que se caracterizan por ofrecer una visión desencantada de la vida, con protagonistas muy jóvenes y presencia de la violencia (muchas veces injustificada, como un modo de darle “salsa” a la vida), con continuas referencias musicales y cinematográficas anglosajonas y jerga del mundo de la noche o las drogas. Los autores más conocidos son Ray Loriga (Caídos del cielo), Lucía Etxebarría (Amor, curiosidad, prozac y dudas) y José Ángel Mañas (Historias del Kronen).


• La novela de intriga y suspense, policíaca, casi siempre va influida por la novela y el cine negro americano. Son las obras de Manuel Vázquez Montalbán y su detective Carvalho; Antonio Muñoz Molina en El invierno en Lisboa o Beltenebros; Eduardo Mendoza y El laberinto de las aceitunas, con un detective improvisado y grotesco o Arturo Pérez-Reverté en El Club Dumas. Más recientes podemos mencionar el éxito de Dolores Redondo con su Trilogía del Baztán (El guardián invisible es la primera novela de esta saga), llevada al cine.
• La novela de crítica política refleja la desilusión de las décadas 80 y 90. Destaca Juan Madrid con Días contados.
• La metanovela, también llamada novela especular, consiste en incluir la narración misma como centro de atención del relato y reflexionar sobre la creación novelística. Grandes ejemplos de esta corriente son Beatus Ille de Antonio Muñoz Molina o El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite.


• La novela intimista vuelve a lo privado con el análisis psicológico de los personajes femeninos, como hace Rosa Montero en Te trataré como a una reina, o Soledad Puértolas con La sombra de una noche; o propone historias amorosas entre un ejecutivo y la mujer de su psiquiatra, con mezcla de humor y novela negra, como en El desorden de tu nombre de Juan José Millás; se puede recrear la infancia o juventud en Malena es un nombre de tango de Almudena Grandes, y La soledad era esto de Juan José Millás…
En la primera década del Siglo XXI siguen las tendencias anteriores; si acaso se observa un auge del cuento muy en consonancia con los nuevos y ajetreados tiempos. En los últimos años hay eclecticismo: se escriben memorias, autobiografías, libros de viaje, cuentos, relatos, microrrelatos y, por supuesto, novela de todas las tendencias (añadimos a las de arriba: la fantástica, de ciencia ficción, la infantil…). Además, existe narrativa, de más o menos calidad, en todos los soportes (blogs, foros, canales de Internet…), se habla también de novela gráfica (heredera del cómic y de los álbumes de historietas). Si acaso, una tendencia destaca sobre todas: la histórica, tanto del pasado remoto como reciente (que no se abordó antes por falta de perspectiva y respeto a los principios conciliadores de la Transición pacífica hacia la democracia).

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