04 Abr

Fases de la ciencia Según Kuhn el desarrollo histórico de la ciencia sigue unas fases determinadas.

Primero vendría una fase preparadigmática

Esta fase sucede solo una vez, en los primeros estadios de desarrollo de una ciencia, cuando todavía no se ha desarrollado un paradigma y, por tanto, no hay acuerdo entre los científicos acerca de los grandes problemas que hay que estudiar, no hay una teoría dominante, no hay conceptos compartidos y, por tanto, es difícil colaborar entre los científicos y avanzar.

Cuando una ciencia supera la fase preparadigmática entra en la fase de ciencia normal, y permanece en esta fase la mayor parte del tiempo

Lo carácterístico de la fase de ciencia normal es que en ella existe un paradigma, un conjunto de teorías, conceptos, instrumentos y métodos sobre los que existe un amplio acuerdo entre los científicos. En las fases de ciencia normal los científicos no son críticos con el paradigma, sino que dan por supuesto que es correcto. Eso les permite concentrarse en resolver los problemas concretos que se van planteando, así como colaborar entre ellos, puesto que están de acuerdo en lo fundamental. Incluso aunque aparezcan anomalías (problemas que no se pueden resolver dentro del paradigma) en esta fase, no socavan la confianza de los científicos en el paradigma: simplemente ignoran las anomalías o dan por supuesto que se resolverán más adelante. Pero si las anomalías se siguen acumulando, puede suceder que se empiece a perder la confianza en el paradigma dominante

. La ciencia entonces entra en una fase de crisis, de la que se puede salir de dos maneras:

o bien las anomalías se resuelven finalmente, y entonces se recupera la confianza en el paradigma y se vuelve a la fase de ciencia normal, o bien entramos en una nueva fase.
La cuarta fase que describe Kuhn es una revolución científica, en la que el paradigma anterior es abandonado y se sustituye por un nuevo paradigma (también se llama a esta fase cambio de paradigma). Se produce una lucha entre los defensores del nuevo paradigma (generalmente generaciones más jóvenes) y los del antiguo, que termina cuando se impone el nuevo.

A partir de ese momento concluye la revolución científica y se vuelve a una fase de ciencia normal

Y así sucesivamente en la historia de las ciencias. Es importante subrayar que la actitud hipercrítica de los científicos, que para Popper era el rasgo que distinguía a los científicos verdaderos de los pseudocientíficos, para Kuhn es una actitud que solo se manifiesta en períodos excepcionales de la historia de la ciencia, es decir, en las fases de crisis y de revolución científica, mientras que la inmensa mayoría del tiempo (los períodos de ciencia normal) los científicos no son especialmente críticos con sus propios supuestos, métodos y teorías. Y esto no es malo, según Kuhn, porque solo así pueden avanzar en la resolución de problemas.


El relativismo histórico de Thomas S. Kuhn En los años sesenta del Siglo XX se produjo un giro histórico en la filosofía de la ciencia. El estudio de la historia de la ciencia sugirió que la mayoría de los criterios de demarcación de la ciencia (como los propuestos por Popper) eran mitos y subrayó la cualidad humana y subjetiva del cambio científico.
Para pensadores como Thomas S. Kuhn (1922-1996) o Paúl Feyerabend (1924-1994), la práctica de la ciencia está inevitablemente ligada a componentes históricos y sociales y, por tanto, los elementos contingentes son cruciales para las teorías científicas. En La estructura de las revoluciones científicas, Kuhn planteó nuevas maneras de interpretar la ciencia que plantearon dudas sobre la objetividad del conocimiento científico. Según la historia, para Kuhn el criterio último de verdad científica es ser compatible o no con el paradigma dominante y el criterio final de demarcación de la ciencia es pertenecer o no al paradigma dominante. Un paradigma designa a toda la comunidad científica compartiendo una misma ‘gran teoría’ y la misma metodología de investigación en un momento histórico. De este modo, en períodos de ‘ciencia normal’ (la mayoría del tiempo), todos los experimentos van encaminados a confirmar el paradigma preexistente; por lo tanto, los experimentos cruciales popperianos son irrelevantes, porque la gran teoría es inmune a la falsación experimental: lo que no se adapta al paradigma dominante no se tiene en cuenta; si se tiene en cuenta, entonces se oculta o simplemente se adapta para que encaje en el paradigma; y finalmente, la observación está cargada de teoría (el paradigma crea su propia experiencia, simplemente selecciona lo que está dentro de su alcance). Por tanto, el progreso de la ciencia no es acumulativo, sino revolucionario: las revoluciones científicas implican cambios de paradigma que implican un esquema conceptual completamente nuevo, una nueva cosmovisión. Por tanto, paradigmas y macroteorías diferentes son inconmensurables, no se pueden comparar ni traducir entre sí, porque aunque, puedan usar los mismos términos, han sufrido un desplazamiento semántico, ya no tienen el mismo significado. Sólo dentro de un paradigma son posibles el conocimiento y la experiencia. El falsacionismo es ingenuo, porque la historia demuestra que raras veces, o nunca, se abandonan las teorías después de pruebas negativas. Las teorías están llenas permanentemente de anomalías empíricas, experimentos que no encajan en la teoría, inconsistentes con ella, que refutan la teoría. Pero esas anomalías solo se vuelven relevantes dentro de una revolución científica, cuando existe un paradigma alternativo que da cuenta de esas anomalías. La verdad, por tanto, es relativa al paradigma dominante.


El Racionalismo crítico de Karl Popper ¿Qué hace que una teoría sea verdaderamente científica y no un sustituto que parezca ciencia sofisticada? El problema de la demarcación de la ciencia fue la principal preocupación del filósofo Karl Popper (1902-1994).

Según el Racionalismo crítico de Popper, el método científico no es inductivo: la ciencia no intenta confirmar hipótesis, sino que aprende a través de la experiencia con un método científico de ensayo y error, de conjeturas y refutaciones, en las que una hipótesis puede sobrevivir provisionalmente, pero no ser verificada.

Por tanto, el método científico es un método de verificación de hipótesis, pero a través de la verificación la ciencia no pretende justificar o confirmar sus hipótesis, sino refutarlas.
De alguna manera, la ciencia funciona de manera deductiva y solo usa modus tollens: la lógica solo puede refutar hipótesis, nunca confirmarlas, “nunca sabemos, solo podemos conjeturar”. ¿Cuál es, entonces, el último criterio de demarcación de la ciencia? La falsabilidad de sus leyes y teorías.
Una teoría debe considerarse científica si y sólo si es falsable: “los enunciados o sistemas de enunciados, para ser clasificados como científicos, deben ser capaces de entrar en conflicto con observaciones posibles o concebibles”.

Las leyes y teorías de la pseudociencia no se pueden falsar, no hay un experimento crucial que demuestre que son falsas porque


a) sus leyes y teorías son ambiguas, por lo que es imposible diseñar una prueba que demuestre claramente que son falsas o,
b) sus predicciones son tan generales que casi todo contaría como una confirmación de ellas, son tan vagas que son irrefutables o,
c) utilizan hipótesis ad hoc para confirmar la teoría después de que ha sido falsada, para hacerla inmune a la falsación. Aparentemente, cuanto más probable es una teoría, mejor es, y si tenemos que elegir entre dos teorías que son igualmente fuertes en términos de su poder explicativo, si una es más probable, debemos elegirla.

Popper rechaza esto

La ciencia debería estar interesada en teorías con un alto contenido informativo, porque tales teorías poseen un alto poder predictivo y, en consecuencia, son altamente comprobables. Pero si esto es cierto, paradójicamente, cuanto más improbable es una teoría, mejor es científicamente, porque la probabilidad y el contenido informativo de una teoría varían inversamente (cuanta más información contenga un enunciado, mayor será el número de formas en que puede resultar ser falso). Las teorías que más se acercan a la verdad son las que tienen un contenido más informativo, que está en proporción inversa a la probabilidad pero en proporción directa a la contrastabilidad. La verdad, entonces, nunca se puede obtener, ya que el conocimiento busca la probabilidad (falsación) y una verdad absoluta no sería falsable (como un dogma); por lo tanto, todo lo que es contrastable es falible, podría falsarse. Incluso los enunciados de observación, sostiene Popper, son falibles, y la ciencia entonces no es una búsqueda de conocimiento cierto, sino un proceso evolutivo en el que se proponen y prueban imaginativamente hipótesis o conjeturas para explicar hechos o resolver problemas. No hay una verdad final, la verdad es más bien un proceso. Pero, ¿cómo debemos considerar las teorías no falsadas? ¿Teorías corroboradas? Son simplemente mejores teorías en términos de semejanza a la verdad o verosimilitud.
Una ‘buena’ teoría científica, argumenta Popper, tiene un mayor nivel de verosimilitud que sus rivales, es decir, está más cerca de la verdad que ellos. Así, el progreso científico implica el abandono de teorías parcialmente verdaderas, pero falsadas, por teorías con un mayor nivel de verosimilitud, es decir, que se acercan más a la verdad. El progreso científico se representa entonces como progreso hacia la verdad, y la corroboración experimental es solo un indicador de verosimilitud. No es una prueba de la verdad, ya que la verdad inductiva sería inalcanzable debido al problema de la carga teórica de las observaciones (no existen observaciones puras, toda observación está ‘contaminada’ por supuestos teóricos) y al problema de la inducción (ninguna generalización a partir de observaciones puede producir un conocimiento verdadero, únicamente probable)


Racionalismo:


Máximo representante René Descartes, quien sostiene que los sentidos no son fuentes fiables de conocimiento objetivo. La razón por si sola puede llegar a descubrir ideas innatas en su interior que son completamente innegables y seguras. A partir de esas verdades se puede llegar al descubrimiento de la realidad autentica mediante el uso de la razón
. Descartes niega el valor cognitivo de los sentidos porque nos engañan. También pone en duda a través de su famosa duda metódica la validez de todos nuestros conocimientos, con el objetivo de buscar una primera certeza de la que no se pueda dudar:
1.Duda respecto al conocimiento del mundo(Los sentidos pueden engañarnos, metes un palo al agua y parece torcido)
2.Duda con respecto a la distinción entre sueño y realidad(no sabemos si no estamos soñando)
3.Duda de las verdades matemáticas(decía que había un genio maligno  que nos engañaba haciéndonos creer las matemáticas).Con la duda buscaba encontrar una verdad absoluta que sea indubitable. Encuentra dicha verdad en el pensamiento porque no podemos dudar de que pensamos. Lo resume con su famosa frases:

Pienso, luego existo

Empirismo:


Representado por los filósofos John Locke y David Hume, afirma que el conocimiento humano no puede traspasar los limites de la experiencia sensible. Para ellos no existen ideas innatas solo la realidadempírica.
El Empirismo reduce el conocimiento objetivo al ámbito de lo empírico y defiende que la experiencia es el origen y el limite del conocimiento humano. Según Hume, el conocimiento científico solo es un conocimiento mas o menos probable basado en la mera costumbre de observar que determinados acontecimientos se suceden constantemente en el tiempo y el espacio

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